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LAS TRIBUS: LOS LIBORISTAS


LOS LIBORISTAS:
A Rafael Almánzar, folklorista.

En la República Dominicana, en la provincia de San Juan de la Maguana, se encuentra el municipio de Las Matas de Farfán. En esta comunidad rural, pequeñísima, ínfima, olvidada a veces por los cartógrafos oficiales que tienen dificultades para diagramar la mitad de una isla tan pequeña y tan dividida (en infinidad de comunidades, pueblos, municipios, ciudades, provincias), nació Olivorio Mateo. Tuvo una existencia normal, sin expectativas y sin riquezas. Pero una noche, cuando contaba ya con cincuenta y siete años, Olivorio desapareció repentinamente sin dejar rastro. Su desaparición súbita coincidió con una tormenta eléctrica. Dos meses después reapareció espectacularmente, llevando un cordón dorado amarrado en la frente, diciendo que había hablado con Dios, como aquel Jacob que en el desierto se rompió la cadera peleando con un ángel del Señor: Olivorio había luchado con San Antonio, que le quebró en la pelea dos dientes delanteros. San Antonio Esclarecido, en pago a los trece milagros que había realizado, fue escogido por el Señor para que buscara a un hombre santo que lo representara en el mundo (es decir, que representara a Jehová aquí en la tierra). El hombre encontrado fue Olivorio Mateo, que se atrevió a luchar contra San Antonio, cuando éste le preguntó si estaba dispuesto a morir de la forma en que lo hizo Jesucristo (Olivorio le contestó: Siete veces siete si es necesario). San Antonio Esclarecido le cambió el nombre a Liborio, como se hizo una vez con Abraham, le confirió poderes y le encomendó la tarea de enfrentar al Anticristo y salvar a la humanidad, que se encontraba pervertida por Satanás. Esto sucedió en el año 1911.
   A partir del 1916, la República Dominicana fue invadida por tropas norteamericanas. Debido a que los invasores se oponían a su mesianismo -así como se oponían, por razones obvias, a cualquier reunión excesiva de personas, sea por la razón que fuere-, e intentaban aislarlo exclusivamente a Las Matas de Farfán (Liborio pretendía extender su ministerio por todo el mundo), el Revelado se alzó con sus seguidores en los montes de San Juan de la Maguana, hasta que, producto de una traición (como hizo Judas con Jesús), el teniente Luna -dominicano -, y el teniente Williams –estadounidense -, lo encontraron, lo rodearon, lo asesinaron a balazos, lo destazaron con un cuchillo, y lo exhibieron hecho jirones en el parque de San Juan de la Maguana. Liborio murió en Hoyo del Infierno, Bánica, el 22 de mayo de 1922.
Treinta y ocho años después, en el 1960, luego del ajusticiamiento del dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina, dos hermanos reciben la misma revelación en lugares diferentes. El primero, Plinio Ventura Rodríguez, llamado a partir de su renacimiento Plinio Mesías, era extrovertido y carismático, altanero y valiente; el segundo, León Rodríguez, introvertido y tranquilo, misterioso y lejano. Ambos recibieron la encomienda divina de fundar una iglesia nueva. El llamado lo hizo Liborio, que se les apareció el mismo día a la misma hora en sitios diferentes. Recibieron de él, también, una serie de privilegios: León tenía el poder de curar enfermedades, y Plinio de organizar a la gente del mundo a su alrededor. Fundaron la Unión Cristiana Mundial (U.C.M.), y un centro misionero llamado Palma Sola, puesto que una palma sería el símbolo sagrado de la unidad religiosa universal. Su Mesías no era Jesús, o no era solamente Jesús, sino que era, también y sobre todo, Liborio.
     Liborio no era un Mesías al estilo del Cristo, es decir que no era Dios encarnado ni hijo del Señor, sino que lo era como Mahoma o Moisés; era más bien un profeta. Según los hermanos, llamados “mellizos” aunque no lo eran realmente, Liborio en persona les había manifestado las leyes de la doctrina, que de inmediato fue marginada por la iglesia oficial, la católica. Los dogmas procuraban diferenciar a la nueva iglesia de todas las demás, sobre todo del antiguo catolicismo. Según los dogmas nuevos y revelados, como los diez mandamientos a Moisés, o el Corán al Profeta, puesto que Liborio era analfabeto como Mahoma, Dios no es el principio de todas las cosas, sino que fue creado por siete misterios anteriores a El. La iglesia católica cree que hay que evangelizar, mientras que la U.C.M. pensaba que uno ya nace salvado o condenado (“para ser, hay que nacer”), aunque predicaba su doctrina agresivamente, no para salvar, sino para informar. Según ellos, los romanos no construyeron la cruz de acuerdo al cuerpo humano, para hacer más prácticas las crucifixiones, sino que el cuerpo fue creado con la forma de una cruz, que es el símbolo del cristianismo desde antes de la creación de la humanidad, así como se sabía desde antes del tiempo que Jesús moriría encima de ella. La U.C.M. hace lo que predica, la iglesia católica no.
     Los mellizos crearon en Palma Sola un centro de peregrinación. Los peregrinos acudían al centro ministerial sin ser llamados, y los Sumos Sacerdotes (Plinio y León), sabían quién creía realmente y quién no con sólo verlo. Mezclaron los ritos cristianos con ceremonias africanas, y la apoteosis de la creencia se realiza, llega a completarse como un todo perpetrado por Liborio, cuando la familia Ventura Rodríguez, a la cual pertenecían los hermanos, regala todas sus tierras a los campesinos, para que puedan fundar una comunidad cerrada y exclusiva, entre los peregrinos y los pastores de la U.C.M. Estas tierras tenían una extensión de más de veinte mil tareas.
     Realmente, los terrenos de la zona no estaban medidos, y toda esa tierra, heredada de sus padres, no tenía título de propiedad. Los terratenientes del Sur del país presionaban continuamente al gobierno provisional, luego de la muerte del dictador, para que censara a la población, tomara para sí la tierra pública, del estado, y desalojara a todo aquel campesino que no tuviese título de propiedad. Ellos ambicionaban la tierra de Palma Sola: veinte mil tareas que no pertenecían a nadie, sólo a unos campesinos sin papeles miembros de una secta que idolatraba al papa pero combatía a la iglesia católica. La iglesia oficial también se oponía al crecimiento de la secta, puesto que, como los Cátaros, los Liboristas eran herejes sumamente convincentes.
     En 1962, la comunidad había crecido tanto que en una sola de las peregrinaciones se aparecieron cinco mil personas. La multitud de tullidos, enfermos terminales, leprosos y mujeres estériles que pretendía ser curada llevó hasta la comunidad una nueva noticia: se preparaban las primeras elecciones libres postrujillo; Plinio dijo en un sermón que él no era un político, que no le interesaban las elecciones. Poco tiempo después se corrió la voz de que Plinio y León predicaban que ninguno de sus seguidores debía ir a votar; es más, que el mismo Plinio quería ser presidente de la república. Se corrió el rumor de que los peregrinos se habían adueñado prácticamente del municipio, y que a las autoridades locales y a los sacerdotes católicos nadie les hacía caso. Se corrió el rumor de que los hermanos simpatizaban con el anterior régimen trujillista, y que su verdadera misión en el país era política, no religiosa. Un contingente de soldados fue enviado a Palma Sola el 28 de diciembre de 1962.
     En este punto las versiones son sumamente confusas. Se supone que los peregrinos percibieron la agresión como una Cruzada contra su herejía. Cuando llegó el ejército, todo el pueblo se había arremolinado alrededor de los mellizos. Los soldados, adiestrados en la represión por el dictador, pretendieron llevarse a los hermanos por la fuerza; los fieles trataron de impedirlo a pedradas, puesto que en el Centro Misionero se encontraban prohibidas las armas. El ejército, experto en tácticas terribles, empezó a disparar de inmediato. La multitud se dispersó despavorida, pero ya había caído muerta más de un centenar de personas.
     A algunos de los peregrinos se les obligó a identificar a los miembros de la familia Ventura Rodríguez: fueron fusilados en el acto. Más de seiscientas personas fueron apresadas. Los militares robaron todo lo que pudieron, tiraron a algunos muertos en letrinas y a otros los enterraron en fosas comunes, y les prendieron fuego a los bohíos.
      Entre los caídos se encontraba León, que le había profetizado a su hermano que algo así ocurriría tarde o temprano. Plinio, que se enfrentó desde el principio a los soldados, cayó herido de gravedad. En medio de la confusión, fue llevado hasta un bohío lejano por algunos fieles, y allí murió. Antes de partir, pidió a uno de los que velaban que transcribiera sus últimas palabras: quería dejar algo tangible a la posteridad. Plinio Mesías, antes de morir, dijo: “No puedo manchar mis manos con vida ajena, pero tampoco la tierra beberá mi sangre. Voy a desaparecer, y me llevan a un sitio que no sé cuál es. Seguiré vivo, llegarán grupos, no los enfrenten, el que los enfrente perderá su vida”.
     Esas palabras significaron la continuación, hasta el día de hoy, de la Unión Cristiana Mundial. Todavía existe, en las Matas de Farfán, con sus sacerdotes y sus peregrinos, sus dogmas y sus recuerdos atroces. Algunos de sus ministros me confían que han hablado con Liborio y con Plinio y con León (“de tú a tú”, me dicen, “como usted y yo ahora mismo”), pero, ¿qué puede pensar un espíritu escéptico como el mío? Me gustaría creer: me gustaría pensar que Plinio y León y cien de sus fieles fueron salvados por el Señor, que sus asesinos creyeron una ilusión, que al final Dios los transportó a su paraíso.
La tragedia de Palma Sola tuvo una raíz social; estuvo ligada, como todo, a la política y a la economía. Si Sandino o Bolívar hubiesen provenido de una religión, hoy fuesen objetos de culto de alguna secta mesiánica, que pregonaría que no están muertos, que sus santidades les conceden peticiones fáciles de cumplir hasta por un simple mortal. Liborio y los mellizos fueron víctimas de una estructura terrenal, aunque quiero creer que engañaron a sus victimarios, que fueron superiores a sus asesinos, y, por supuesto, que algún día volverán.

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