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ENTREVISTA A MÁXIMO VEGA:

Por Kianny Antigua.


1.   ¿Dónde te ves como escritor en cinco años y/o dónde ves tu literatura?

Me veo en el mismo lugar, pero me gustaría que me leyera el mundo entero. Muchísima gente. Pero estoy consciente del país en que vivo, un país pequeño en el Caribe, y lo que trato mientras eso sucede es de escribir, decir las cosas que quiero decir y hacerlo lo mejor posible. Aunque, claro, sé que eso nunca va a suceder. A mí me gusta escribir, soy feliz cuando escribo, no entiendo eso del “dolor del escritor” o que “escribir es como un parto”. Si yo sintiera que escribir es como un parto, no escribiría, dejaría eso.

2. Un sueño recurrente:  

Como escritor, mi sueño es tener las posibilidades económicas de dedicarme a escribir sin tener que hacer nada más. O sea, un sueño imposible. Como persona, siempre sueño que estoy desnudo en medio de la calle. Voy a comprar algo en la esquina y pienso: "Es cerca, me puedo ir sin ropa", pero cuando estoy en la calle me doy cuenta de que estoy desnudo y quiero regresar sin que nadie me vea. Los psiquiatras creen que eso tiene un significado existencial, no sé cuál sea.

3. Si pudieras ser un animal serías…

Mi animal preferido es el puerco. No sé por qué. Me gustaría ser un cerdo. Pero limpio, claro.

4. ¿Te consideras una persona alegre o con afinación a la tristeza? Desarrolla.

No creo que sea muy alegre, pero tampoco creo que sea triste. Soy, eso sí, una persona feliz. Ya tengo cierta edad, y he aprendido a aceptarme a mí mismo. Me han pasado cantidad de cosas malas, como a todo el mundo, he tenido que lidiar con las demás personas, con la naturaleza humana, cada vez más individualista. Pero creo que he tenido una buena vida, y que he sido feliz. Ahora conozco mejor el mecanismo del mundo. Yo he hecho de todo, he trabajado en cantidad de cosas, como sucede con los demás artistas del país y ha sucedido a lo largo de la historia con los escritores de todos los sitios. Es decir, creo que he tenido una vida intensa. Me han sucedido y he visto cosas terribles, pero también fantásticas. No soy un pesimista ni un reaccionario, veo mi porvenir con cierto optimismo.

 5. ¿Eres responsable o el/la (estéreo)típic@ poeta bohemi@? & Tus amig@s, ¿te ven de la misma manera?

No, yo soy una persona muy seria. Muy responsable. Disciplinado. Por eso puedo trabajar y luego del trabajo sentarme a escribir, sobre todo cuentos y novelas, que quitan mucho tiempo. Y leer, leer mucho. Ese es el sacrificio del escritor, aunque realmente para mí no es ningún sacrificio porque disfruto todo eso. Aunque claro, también hay que disfrutar la vida, pero supongo que me ven como muy serio, muy circunspecto, aunque me río muchísimo, me paso el día riéndome.

6. ¿Sales detrás de/Te comunicas con las editoriales o esperas que ellas te contraten a ti, te «descubran»?

Trato de publicar mis libros, no espero que me llamen. Publicar es difícil, pero hace mucho tiempo que no publico mis libros por mí mismo, he publicado con editoriales locales o extranjeras, cuando ganas un concurso te publican la obra, etc. Las editoriales internacionales te pagan derechos de autor cuando te publican, y un escritor tiene que vivir de algo. Los dominicanos tenemos un problema, y es de mercado. Las editoriales, sobre todo las españolas, se afilian con los escritores de mercados más grandes porque les resulta más fácil recuperar la inversión o ganar dinero, vender muchos libros. Hay cinco países en Hispanoamérica en los cuales se venden más libros: Argentina, México, Colombia, Perú y Chile. Por eso los escritores de esos países son los más conocidos, y por eso cuatro de esos países ya tienen premios Nobel de Literatura, aunque a la Argentina hace tiempo que debió otorgársele un premio Nobel, empezando por Borges. La gente piensa que las cosas suceden de manera fortuita, pero no es así. En este país se instalaron dos editoriales grandes y tuvieron que marcharse porque no les era rentable. Pero el dominicano tiene que dejar esa mentalidad insular que tiene, pensando que si envía a una editorial y lo rechazan se está acabando el mundo. Hay que enviar a concursos internacionales y a editoriales internacionales, porque no creo tampoco que los escritores de otros países sean muy diferentes (en el aspecto formal) a los escritores dominicanos.


¿Qué te gustaría que la gente supiera de tí? 

Yo soy muy discreto y muy tranquilo. Me gustaría que la gente me viera como un escritor, como nada más, y que pensara en el futuro que yo fui un buen escritor. Si es que alguien me va a recordar, porque el mayor privilegio para un escritor es el olvido. Lo que debe quedar es la obra. Como dijo alguien mucho más importante que yo.

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El Mercado Editorial en Hispanoamérica:

En Hispanoamérica hay cinco países en los cuales se venden todos los libros, es decir, en los cuales existe el mercado editorial más importante de esta parte del continente: México, Chile, Argentina, Perú y Colombia. Al mismo tiempo, esos países cuentan con las Ferias del Libro más importantes de Latinoamérica. Esto sucede no sólo debido a que en esos países se leen más libros, sino por la cantidad de habitantes, lo que eleva considerablemente el volumen de mercado. Hay dos países en los que se leen muchos libros, pero, o bien sea por la cantidad pequeña de habitantes, o por las dificultades de su economía, no se venden tantos libros: Cuba y Uruguay, dos países que históricamente han tenido grandes escritores. Por arte de algo que no es para nada magia, precisamente todos estos países que he mencionado, quizás con algunas excepciones, son los que cuentan con los escritores más conocidos, los más premiados y los más promocionados.
          De los cinco países a los que me referí al principio, cuatro tienen ya premios Nobel de literatura: México (Octavio Paz), Chile (que tiene dos poetas: Gabriela Mistral y Pablo Neruda), Perú (Mario Vargas Llosa) yColombia (Gabriel García Márquez), aunque todos sabemos que Argentina hace mucho tiempo debió obtener por lo menos un premio Nobel de literatura. La excepción es Guatemala, que tiene un premio Nobel en Miguel Angel Asturias, que vivía en Europa cuando lo ganó, al igual que el nicaragüense Rubén Darío, que no fue premio Nobel, por supuesto, pero que le debe su fama (independientemente de la calidad de su poesía) a su estancia española. Casi todos estos países cuentan con ganadores del Premio Cervantes, o ganadores de los diferentes concursos literarios del continente, o de España, que es la meta soñada de todo escritor debido a su potente industria editorial.



          Se puede notar, entonces, que todo no ocurre por puro azar, es decir, que no es sólo la calidad literaria la que mueve esta clase de premios, de galardones, de concursos. Debe ser así, admitimos, debido a que un escritor desconocido nunca será candidato a esta clase de premiaciones en las cuales un jurado debe evaluar las obras, es decir que debe conocerlas. Las obras deben ser traducidas, y llegar a “los mercados grandes de la palabra”, como canta Silvio Rodríguez. Pero esto también ha llevado a la mediocridad continua de nuestra literatura. Las editoriales no publican poesía, con honrosas excepciones como la editorial española Visor, por ejemplo, lo que significa que la mayoría de los poetas hispanoamericanos son desconocidos; además de que estas instituciones comerciales cuentan con un pelotón de lectores, correctores, reescritores, que evalúan, proponen, rechazan, aceptan y reescriben las obras, teniendo en cuenta además lo que indica el mercado: obras pulcramente lineales, en estos momentos históricas o detectivescas hasta que el marketing indique otra cosa, asépticas formalmente y, claro, dejando a un lado la personalidad del autor, que al aparecer y expresarse puede confundir al mediano lector. La actividad literaria, sobre todo la narrativa, es una tarea económica, hace mucho tiempo que ha dejado de ser una actividad artística.

          Debido a esta perspectiva mercadológica de una labor que debería ser inútil, el panorama no se ve muy halagüeño. Esperemos que la edición independiente, los “indies”, como le dicen ahora, palabra sacada de la industria cinematográfica norteamericana, que se vio enfrentada a los mismos problemas, nos saque de la mediocridad, la exactitud y las matemáticas, y que el azar vuelva a decidir la calidad literaria, en lugar de la estadística. 



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