Casiopea-Silvio Rodriguez



Como una gota fui de la marea 
la playa me hizo grano de la arena. 
Fui punto en multitud por donde fui 
nadie me detectó y así aprendí. 
Cuando creí colmada la tarea
 volví mi corazón a Casiopea. 

Cumplí celosamente nuestro plan: 
por un millón de años esperar. 
Hoy llevo el doble dando coordenadas 
pero nadie contesta mi llamada. 
¿Qué puede haber pasado a mi señal? 
¿Será que me he quedado sin hogar? 
Hoy sobrevivo apenas a mi suerte 
lejano de mi estrella 
de mi gente. 
El trance me ha mostrado otra lección: 
el mundo propio siempre es el mejor. 
Me voy debilitando lentamente 
Quizás ya no sea yo cuando me encuentren

http://www.amazon.com/dp/B00MWDR02O

“A MITAD DEL SENDERO”


LIBRO DE CUENTOS
DE ALTAGRACIA PERES PYTEL.

PRESENTACION DE
CARLOS BURGOS ACOSTA.

            El lenguaje que representa a la estructura del cuento lo posiciona dentro de la literatura universal mediante la especificidad temática y la brevedad de sus narraciones.  Quizás este es uno de los elementos que lo hace especial en el ámbito de la lectura.  La relación  que existe entre el tiempo y el espacio es un componente que nos permite conocer los signos reales o ficticios del narrador que se toma la difícil tarea de hilvanar sus ideas para plasmarlas objetivamente en unas cuantas líneas del papel.

            Este libro está compuesto por 17 cuentos, unos breves, otro no tanto, los cuales han sido divididos por la autora en dos partes: A mitad del Sendero, y, Alfabeto para la Desolación.  En el mismo se puede percibir el éxodo de la autora desde la esencia de los países americanos hacia el viejo continente europeo donde los fenómenos culturales experimentan cambios significativos, pero que en el fondo siempre existirá un hilo conductor que enlaza su pensamiento con sus orígenes, expresado al través de la poética, su visión y su experiencia con las sociedades donde se ha desenvuelto. 

            En el contexto de la antropología cultural, hay diversos mecanismos que configuran el valor de la identidad, uno de los iconos que Altagracia explora en sus cuentos y que se convierte en el recurso literario más importante de su proceso creativo.  En el momento en que ella decide conceptualizar la equidad de sus relatos, crea plena conciencia de que la identidad cultural es el código primordial de todo escritor que procura la trascendencia de sus obras.

            Es preciso acentuar que en este dilema de la conceptualización, existió en ella una lucha interna de buscar el cuento perfecto, no solamente el que se aleja de todo chauvinismo, sino también aquel que se distancia del esnobismo con que la contra cultura intenta invadir a todo creador literario para mantenerlo aislado de sus raíces antropológicas para asumir posturas ajenas.  En este mismo sentido, percibimos que al planteársele esta contradicción, se toma como salida la actitud de apoderarse de la diversidad cultural como solución y así su obra alcanza un carácter universal, manejado desde la territorialidad de nuestra cultura.
            La migración del hombre de campo que abandona sus tierras para vivir hacinado en los barrios marginados de la ciudad, el rancho construido al final del rio, los brebajes, los resguardos, la bruja que se chupa a los niños, el difunto que se lleva a los enfermos que están acostados, el canto del Angelus, las cuentas del Rosario, la gotera que cae en el piso, la silla de guano, el hollín en el fogón de tierra y otros dispositivos típicos son los símbolos que están presentes en la cuentistica de este libro y se constituyen en la resistencia que durante muchos siglos se ha mantenido arraigada en nuestra cultura en contra de un colonialismo mental que ha pretendido vanamente borrar todo indicio de nuestra historia ancestral.

            La conexión de la lingüística con el texto procura resaltar un vivo interés del manejo del lenguaje que se encuentra evidenciado en el cuento.  Por esta razón, todo cuentista tiene que adaptarse a las técnicas y normas que le exige su profesión.  Cuando existe una negación a estos principios entonces nos estamos enfrentando a cualquier tipo de relato que se estará distanciando de toda consideración literaria.

            Al analizar los cuentos de Altagracia, nos encontramos con un uso equilibrado del efecto lingüístico.  Si deseamos completar el sentido de este planteamiento, solamente tendríamos que leer alguno de sus relatos en voz alta para determinar todas las partes que componen la estructura del lenguaje en sus textos.  Cuando una lectura se escapa a la interpretación mental y se toma la fonología como un medio de articulación, entonces la fonética cumple su papel al crear un sonido al mezclarse con la acústica.

            En esta relación del lenguaje con la lengua, se nos presenta un fenómeno idiomático muy interesante que en nuestro país solamente existe en la región del Cibao, de donde la autora es oriunda, y es el empleo de la “i” al conversar, la cual heredamos de la colonización española y hoy representa una de las características por la cual los cibaeños hemos de sentirnos sumamente orgullosos.  En este libro vamos a encontrarnos con muchas frases escritas de esta forma, lo que enfatiza la importancia de la lingüística en el proceso creativo de la cuentista.

            Altagracia hace referencia a los grandes maestros de la literatura universal a los cuales admira y le han servido de inspiración en sus relatos.  Es un gesto muy noble de su parte porque al conocer esta información y al analizar sus cuentos, resulta viable deslindar su independencia creativa, en el cuidado de la forma de su escritura, la cual puede considerarse como única ya que refleja la autenticidad de su estilo.  En este caso, un valor que posee su poesía es su concepción mimética porque todos sabemos que para que un escritor pueda trascender es necesario tener que crear un estilo propio definiendo los alcances de la mimesis. 

            Lo que siempre ha definido a la literatura es la poesía, es lo que diferencia a una persona común a un poeta, es lo que determina la muerte o la permanencia de una obra.  Parafraseando a Aristóteles podríamos decir que todo el mundo puede escribir un cuento, pero pocos pueden considerarse como cuentista.  El paralelismo se establece en el conocimiento que se ha adquirido en la concepción de la estética.
          Los cuentos de Altagracia muestran un contacto con la poesía en la forma que esgrime las palabras para construir imágenes que sobrevuelan los espacios del plano simbólico y se escapan a los albores de la cotidianidad para conectarnos con el universo de lo estético.  Esto lo sabía muy bien Evelia cuando se arrastraba sobre el sendero con su macuto, su sombrilla y su sombrero.  Evelia que dejó su sonrisa y empezó a tejer sus pies descalzos con cadillos, rosas y espinas, en un camino lleno de mariposas, luciérnagas y cardo santos.  Sí, ella, Evelia, quien agoniza sola a mitad del sendero, sin que a nadie le importe.

            Estos cuentos resaltan las interioridades del ser humano a través de la psicología de sus personajes, nos hacen conocer la manera en que estos responden al entorno social en que se desarrollaron mediante sus hechos.  En esa misma interrelación, sus comportamientos influyen en los demás personajes dando una mayor fuerza a la composición de las historias.  Precisamente en este punto, la psicología se une a la sociología para justificar el carácter de cada personaje en cada cuento.

            Nonona, de aspecto medioeval, con un vestido negro hecho jirones, se da cuenta que ser bruja es el mejor de los sueños.  El compadre Quiterio González con sus ínfulas llenas de soberbia, ordenó que picotearan los sembrados.  La señora Emilia, criada según las costumbres religiosas acostumbra elevar sus oraciones al cielo en cada mañana.  Lépida Guzmán se fue a vivir en un cuartucho con paredes de bloques y hojalatas en un barrio sumido en la miseria, pero no pudo soportar su destino y en medio de una crisis emocional, decide tomar la peor de las decisiones.  Jana fue una distinguida dama belga cuya vida cambió diametralmente a raíz de la parálisis que la postró para siempre a una silla ortopédica.

            Cada personaje actúa de acuerdo a las costumbres en que fue criado dejando entrever sus rasgos psicológicos.  En algunos de ellos es posible descubrir sus actitudes a la luz de la psiquiatría, siendo estos dos elementos muy indispensables para entender sus conductas cuando la diégesis se encarga de desnudar la vida pasada de cada uno de ellos.

            El tiempo que le ha tomado al mito dejar sus huellas imperecederas en el arte y las ciencias, ha servido para instaurar un precedente en los creadores frente al hecho de su escritura.  El cuento es uno de los espacios narrativos donde la ficción obtiene una notoria influencia, ya que la misma se desprende de sus adentros para legar un relato puramente vestido de originalidad.

            Los mitos que sirvieron de inspiración a Altagracia para escribir sus cuentos, nacen de la misma realidad que arropa a nuestro país, de sus vivencias experimentadas en la vida del  campo, de estar en contacto con la gente del pueblo, con los que viven en los barrios marginados, en los que emigran a países más ricos en busca de mejorías económicas o por asuntos familiares.  Ella ha sabido interpretar esa realidad, vivirla y asumirla hasta tal punto de que los acontecimientos míticos ejercen una gran persuasión en su función creativa.
            Entonces aquí interviene la imaginación de la artista que se siente atrapada en las redes de la fábula, para crear nuevas historias que vayan de acuerdo al lenguaje del cuento donde la ficción pone en marcha todos los componentes de una narrativa, que en la mayoría de los casos, se sienta a la sombra de la epistemología.  Porque ella está plenamente segura de que el mito contiene una serie de características muy reales que en el plano simbólico precisan de una mayor comprensión.  Por esta razón, hay que acudir a la ficción para dejar a la humanidad un cuento artístico, plasmado de autenticidad, de verdad, pero sobretodo, de audacia.

            El aspecto psicológico siempre ha de estar acentuado en un escritor y su obra.  Su pensamiento religioso, político o social transita en su creación de una forma objetiva o subjetiva.  A través de la historia, todos los movimientos artísticos y literarios se han visto emplazados a enarbolar una bandera ideológica que le sirve como estandarte para aliarse o rechazar un sistema imperante. 

            Los cuentos de Altagracia se identifican por poseer un compromiso social que explican sus deseos de dar a conocer cómo los avances del mundo nos están convirtiendo en maquinas que han perdido su sentido común, al hacerse ajenos a esa verdad de millones de personas que viven sumidos en la indigencia, sin esperanza alguna, de trabajar por un sueldo de miseria, esperando en una simple casucha de barrio a que un día la muerte acabe con tantos sufrimientos.

            En este paso de deshumanización, que en el día de hoy preocupa a muchos escritores e intelectuales en el mundo,  sale a la luz pública este libro para hacerse solidario con ese sentimiento universal.  Son los escritores los que están llamados a luchar por un sistema más humano, que sus obras sirvan de espejo para cambiar un pensar injusto y decadente como el que tenemos.  Es el caso de Vanja, hija de un miembro del ala reaccionaria del partido, quien al ver la caída del muro ideológico se ve tentada a conocer la otra cara de lo que la sociedad llama moralidad.  

            La plasticidad es uno de los códigos que siempre debe estar contenido en una obra literaria.  Es lo que sucede en los cuentos de Altagracia quien se ha esmerado en cuidar ese detalle.  Cuando se tratan temas muy fuertes en literatura, el escritor debe cobijarse en el símbolo plástico para despertar emociones sutiles, y hasta ciertos puntos espirituales, para sumergir al lector en un espacio dominado por la estética.  Ella conoce a la perfección este recurso y como escultora sabe moldear el barro de la realidad con sus manos para ofrecernos una obra de arte que tiene que ser especial por el sello particular que le impregna.

            El soldado de cara morena, con ojos color avellana, atractivo ante las miradas de las mujeres, luego de la traición a los suyos se convirtió en un ser vencido por el insomnio, el deshonor y el agobio.  El hijo de Mary Oswalt, acostumbrado a los comics, a los libros de aventuras y a los superhéroes de la televisión toma la decisión de volar en el precipicio del pueblo.  La vida de Marlena Taveras se nos cuenta por medio de una analogía con la muñeca rota, una joven que siente cómo sus sueños se derrumban por hacer un cambio actitud. 
            Las locaciones donde tienen efecto los mitos son descritos con certeza por parte de Altagracia para ubicar al lector en los lugares donde los personajes acompañan a la acción.  Los goznes que crujen en la casa que por mucho tiempo ha estado descuidada, las calles repletas de vehículos donde las damiselas ofrecen sus servicios, la colección de abrigos de pieles, al auto de lujo en el garaje y otros factores de la plasticidad le dan una pincelada estética a sus narraciones.

            Los textos de este libro narran historias extraídas de nuestro entorno, con temáticas que por sus naturalezas logran crear una conexión con el lector al despertar la empatía de la cual nadie se podrá escapar y que marca un sello distintivo en la cuentistica universal. 

            Más allá de los asuntos que puedan descubrirse en el texto, existe un firmamento de situaciones que subsisten al margen de las palabras.  En el sub texto de los cuentos de Altagracia se detallan varios fenómenos que están incrustados en nuestra vida.  En medio de los avances que han tenido la medicina y las ciencias, la marginalidad en que viven la gente de pueblo los obliga a creer en los supuestos milagros de la brujería.  Con el gran poder que tienen las religiones, todavía hay quienes siguen creyendo en una mitología ancestral.  La maldad se sigue adueñando de la ingenuidad de nuestros jóvenes, que por sus bellezas son seducidas para luego ser abandonadas a su suerte. 

            Más, en el fondo de todas las cosas, se encuentra la intención de la autora, la de luchar por una mejor sociedad donde exista la equidad de género, donde el ser humano sea revestido de dignidad y pueda acceder a los servicios que por derecho le pertenecen.  Provocar por medio de la literatura un cambio de pensamiento para derrumbar la ignorancia, que durante siglos los manejadores del poder han utilizado para servirse de la bondad de un pueblo que le ha soportado todo. 

            Esta es la obra “A Mitad del Sendero”.  Esperamos que Altagracia siga escribiendo los cuentos que le esperan en la otra mitad de ese camino marcado por las pisadas del tiempo.  De igual manera, que ella se motive a escribir los otros relatos que ha de encontrar en los demás senderos de su existencia creativa.

            Con afectos.



Carlos Burgos Acosta,
Dramaturgo, Guionista de Cine.

Puesta en circulación del libro. 
Ateneo Amantes de la Luz. 
Santiago, República Dominicana.
26 de noviembre del 2014.





Adquiere aquí el libro de Altagracia Pérez:


Turistas en el Ararat, de Ernesto Cardenal:

Con Julio Valle-Castillo
ante el Ararat donde atracó el arca de Noé.
Fue en la URSS,
a dos horas y media de Moscú, en Aeroflot.
Al arribar al modernísimo aeropuerto
de la milenaria Armenia, miré
nevado sobre las nubes, como otra nube más
con su intangible arca
el Ararat.
Que enfureció a un zar
porque no se dejó ver ni una vez
cuando estuvo aquí.
Ya en la ciudad, sobre
los rectilíneos bloques de multifamiliares y hoteles,
nuevamente, nieve entre las nubes:
el Ararat.

iguales a los de la muchacha del museo.

Emparrados y rosales en la carretera
que iba bordeando el valle del Ararat
y en el auto comiendo las uvas de Noé
alargadas como dedos femeninos.

Una viejita encorvada en oscura cripta
me pide por señas fuego, y enciendo con mi chispero
su vela para la tumba de una santa muy remota.
Encorvada todavía más,
besa la orla del mantel del altar.

Como ciclópeas ánforas allá lejos,
la central atómica.
5 ánforas. Una humeando.
Sobre las cuales, muy alto en el cielo,
el Ararat.
Donde 10.000 soldados de Adriano se hicieron anacoretas.

Se ha dicho que en Armenia fue el Paraíso Terrenal.
Al menos el Tigris y el Éufrates están aquí…
(También leí una vez
que éstas son las mujeres más bellas de la tierra).

Frente al pequeño templo grecorromano
un peral de peras todavía tiernas
y bajo el peral
otra también con los ojos del icono:
ojazos negros con gruesas cejas juntas.

La producción principal son los instrumentos electrónicos
y el vino que bebió Jenofonte,
como lo cuenta en Anábasis,
y ahora es el famoso cognac de la URSS.

Su chile de comidas típicas
―como khorovats, kebab caucásico―
igual al jalapeño
¿Cuál procede de cuál?
El maíz naturalmente es de América.
Del cual hay un maizal hasta el horizonte, y en él
las torres de alta tensión de la central atómica.

Ojos grandes y pestañas largas y cejas espesas…

Y el albaricoque que es originario de aquí
y que Alejandro Magno… Pero son dos rostros de albaricoque
que recuerdo:
una anciana tenía dos nietas con caras de albaricoque,
y las tres contradecían al obrero de una fábrica de Moscú
que iracundo vociferaba que Dios no existe.
“¡O dejó masacrar dos millones de armenios!”
(ante el gigantesco memorial a los mártires armenios).
Tercié yo: “Es posible un Dios que no pueda todo”.
Se enardeció más.

Después el muchacho de la India, rapado,
que vino a estudiar sacerdocio aquí
No es revolucionario, nos dijo, ni no revolucionario
porque en Calcuta no hay revolución.
(Siempre lista su sonrisa de novato seminarista).

Junto a inscripción cuneiforme
una fábrica de computadoras.

Arcaica
República Socialista Soviética.
Que el arca embancó aquí
es antiquísima tradición armenia.




Todos Somos Armenios:

   El 24 de abril del año 1915 empezó uno de los procesos más oscuros de toda la historia de la humanidad: el gobierno de los Jóvenes Turcos, durante el Imperio Otomano, intentó por ocho años, hasta el 1923, erradicar por completo la cultura y el pueblo armenios de su territorio. A marchas y trabajos forzados, obligados luego a permanecer en terribles campos de concentración, entre un millón quinientos mil y un millón setecientos mil armenios (como siempre, la estadística no es capaz de dar una cifra exacta) murieron en circunstancias espantosas, de cansancio, de sed, de hambre.
            El 24 de abril del año 1965, la República Dominicana inició una guerra civil para devolver al poder al presidente elegido democráticamente en 1963, y derrocado siete meses después por las fuerzas armadas del país. Esa guerra civil finalizó, en el mismo año, con la segunda invasión de los Estados Unidos a la República Dominicana. No quiero de ningún modo comparar la tragedia que se inició en 1915 para los armenios con la revolución dominicana, sólo intento hacer notar cómo compartimos con ese pueblo fronterizo entre Europa y Asia el aniversario de la violencia y el dolor.
            Cien años después de la masacre y la barbarie, nadie se decide a pedir perdón. El gran pueblo turco, que debería alejarse de cualquier pasado oprobioso que manche su rica historia cultural, debería aprender a aceptar y a pedir perdón. Postrarse de rodillas tocando el suelo con la frente, erguirse, abrir los brazos hacia el cielo y dirigirse a los espíritus de los millones de muertos. O quizás dirigirse a los millones de armenios vivos, con humildad y valentía. Los alemanes actuales no son los nazis del pasado, que crucificaron judíos en Ucrania. Los turcos de hoy no tienen por qué ser los turcos del pasado. Mientras no se acepte la realidad del genocidio y el holocausto, no podremos, ninguno de nosotros, dormir en paz como seres humanos.
            Pero esto también nos lleva a un planteamiento menos práctico y, quizás, mucho más espiritual: todos somos armenios. Los dominicanos, que hemos sido invadidos innumerables veces por potencias extranjeras (España, Francia, Inglaterra, Estados Unidos…), y otras veces por naciones que no son potencias -pequeños países autodeclarados imperios, como Haití-, pero que nunca hemos invadido a nadie, país pequeño y pobre que apenas puede contener a sus diez millones de habitantes, somos también armenios, así como somos palestinos, judíos o haitianos. Los turcos, los rusos, los estadounidenses, todos los miembros de la Organización de las Naciones Unidas: admitamos el año entrante, aprovechando el Centenario del Holocausto, que todos somos armenios. Que un millón y medio de muertos son suficientes; es más, un solo asesinado es suficiente para pedir perdón. El holocausto armenio, el holocausto judío, las muertes de palestinos en Gaza, los muertos del ébola (los muertos de la miseria y la desigualdad), un niño muerto por un misil de Hamás, los muertos en Irak. Las diferencias en las cifras sólo hacen más terrible el recuerdo histórico de las tragedias: un solo muerto es suficiente. Cuando un imperio intenta erradicar toda una cultura, una religión, un idioma, una forma de vida, tratando de desaparecer al pueblo entero, me parece que es causa suficiente para pedir perdón.
            Yo, a nombre de los turcos, de los norteamericanos, que nunca pedirán perdón, de los israelíes, de Hamás, pido perdón. Le pido perdón como ser humano al pueblo armenio. Perdón.



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¿Por qué no gana Milan Kundera el Premio Nobel de Literatura?

     Ahora que ha ganado el francés Patrick Modiano el Premio Nobel de Literatura 2014, un autor que no he leído, nos preguntamos de nuevo por qué no se le entrega ese galardón a un escritor como Milan Kundera, el eterno nominado que sin embargo ha ido bajando poco a poco en el ranking de los favoritos. Con una literatura sobre todo de novelas, con el tiempo cada vez más cortas, en checo pero también en francés, la literatura de Milan, además de ser revolucionaria en el aspecto formal (siempre he comparado el estilo desenfadado de Kundera con la franqueza de Cortázar, con la rebeldía de su visión), nos habla también de la libertad, de una libertad tan total que es ideal, por supuesto, pero que vale la pena luchar por ella aunque nunca podamos alcanzar su horizonte.
     Sabemos también que está muy ligado a la literatura latinoamericana: amigo de García Márquez, de Cortázar pero sobre todo de Carlos Fuentes, hemos leído hace poco un libro de artículos y ensayos suyos en el que nos habla de Aimé Césaire y Edouard Glissant, de la esclavitud en el Caribe y de un escritor de Trinidad, un Premio Nobel que se consideró más inglés o hindú que antillano: V. S. Naipaul, así como también de Cien Años de Soledad y del cumpleaños de su gran amigo Carlos Fuentes.



     Y Milan, aquel escritor europeo que tiene tantos fans en el mundo entero, incondicionales de su literatura, no ha obtenido un reconocimiento que se merece mucho más que algunos de los ganadores del Nobel, que al mismo tiempo no han influenciado tanto la literatura y la sociedad en general, no han tenido un discipulado como el que él mantiene. Es cierto que ya no es el mismo escritor de "La Insoportable Levedad del Ser", "La Broma" o "El Libro de los Amores Ridículos", pero yo prefiero leer las obras imperfectas de Kundera que los mejores libros de algunos premiados. Quizás, cuando se le entregue el Nobel a Murakami, entenderemos por fin que la literatura ha decaído hasta niveles ridículos, tanto que un escritor como el japonés pueda quedar entre los cinco finalistas del premio literario más importante del mundo. Porque existiendo Milan Kundera, Phillip Roth, Amos Oz, incluso Bob Dylan, ¿por qué Murakami, un escritor light, está entre los finalistas? ¿Por qué, incluso, está nominado? Pero bueno, son interioridades de un premio que por lo menos se ha encargado de galardonar la dignidad por encima de la popularidad. Eso le concedemos.
     Milan, ojalá que en el 2015 puedas ganar el Nobel de Literatura, o en el 2016 o en el 2017, aunque ya nos parece muy difícil, pero como me has enseñado el valor de ser libre en una sociedad que te empuja constantemente hacia el borreguismo, espero que ese premio no se olvide de ti. Pero si te olvida, no importa, ser un gran escritor no tiene nada que ver con ganar el Premio Nobel de Literatura.

http://mediaisla.net/revista/2015/04/maximo-vega-por-lo-menos-me-gane-una-jirafa/


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A Mitad del Sendero por Fausto Leonardo Henríquez

Altagracia Pérez Pytel, A mitad del sendero. Ediciones Juguete de Madera, Santiago, R. D., 2014. Libro premiado en el año 2007 por la Alianza Cibaeña en su XII convocatoria. Uno de los principales hilos con los que la periodista y narradora Pérez Pytel compone esta obra es el poético, como atinadamente señala Máximo Vega, pero además, al calor de ese elemento fundamental, hay otro más sutil e importante, a saber: la destreza para entrar en el alma de los personajes, empleando para ello todos los recursos posibles (arcaísmos, expresiones coloquiales, regionalismos, etc.) creando con ello una atmósfera veraz con la que se conquista rápidamente al lector. La autora consigue arrancar el sentimiento de compasión, al situar al lector ante sus personajes, no como un juez, sino como un ser compasivo y solidario. Tal vez sea un acierto afirmar que Los miserables de Víctor Hugo es una metáfora de A mitad del sendero. Esto lo demuestra el hecho de que en su obra Pérez Pytel humaniza a sus personajes, a los miserables, los rescata, los salva y repara su memoria. Ese es su mejor logro, en mi opinión. Ella, al mostrar el dolor y la realidad misérrima de muchos seres humanos, especialmente del sexo femenino, denuncia el lado sombrío de la existencia, así como la injusticia deshumanizadora. ¿No es esta una de las funciones de la literatura? Entonces, si esto es verdad, estamos ante una obra de cuento de mucha importancia. A mitad del sendero es la primera obra publicada de la periodista Altagracia Pérez Pytel. Cabe, pues, esperar la siguiente.

Tomado de:

http://faustoleonardohenriquez.blogspot.com/2014/09/jose-marmol-lenguaje-del-mar-bettsy.html


Adquiera aquí el libro de Altagracia Pérez:

Entrevista a Máximo Vega

Esta entrevista me la hizo el buen amigo Jorge Consuegra, en Colombia, para su portal de literatura Libros y Letras. Así que aquí está:



1. ¿A qué edad empezaste a tener relación con los libros?

Muy tarde. Ya en mi adolescencia, porque la educación de nuestros países no exige la lectura como algo imprescindible. Empecé a leer regularmente literatura a los 15 o 16 años, y me di cuenta de todo el tiempo que había perdido.

2. ¿Cuáles fueron los primeros libros que tuviste en tus manos?

Un libro de texto: “Nombre”, de Carmen Pleyán, que contenía pequeños trozos de obras literarias: un poema de Rafael Alberti, otro de Antonio Machado, un cuento de Ana María Matute, otro de Eduardo Mallea, un trozo de Kim, de Rudyard Kiplin… Entonces yo me dije: Bueno, esto era lo que me hacía falta descubrir, de esto me estaba perdiendo. Luego “Doña Bárbara”, de Rómulo Gallegos, una edición pirata de “Ojos de Perro Azul”, de García Márquez, que la titularon “Nabo, el negro que hizo esperar a los ángeles”, los cuentos de Juan Bosch… Luego todos los libros que encontraba, sin discriminar.

3. ¿Quiénes te sumergieron en ese maravilloso mundo de los libros?

Mi familia. Me obligaron a leer. Pero si no hubiese hallado a esos autores, que de alguna manera conectaron conmigo, y despertaron algo en mí, no creo que hubiese continuado. Y en esa época a mí no me pasaba por la cabeza empezar a escribir mis propias cosas.

4. ¿Cómo fue tu adolescencia y los libros?

Después de los 15 años, fue muy fructífera. En mi adolescencia empecé a leer. Descubrí a Cortázar, a Bioy, a García Márquez, a Onetti, a Carpentier, a un escritor dominicano llamado Pedro Péix, a Juan Bosch, a Milan Kundera, a Faulkner, que siempre fue un escritor que me gustó mucho, a Carson MacCullers, Clarice Lispector, Camus, Sartre, José Alcántara Almánzar, René del Risco Bermúdez, César Vallejo, Neruda, Franklin Mieses Burgos, Manuel del Cabral, Borges, Platón, Fuentes, Rulfo, Pedro Henríquez Ureña, Flaubert, Baudelaire, Sergio Pitol, Jaques Stéphen Alexis, descubrí una forma diferente del mundo, una burbuja, y estoy metido en ella desde ese tiempo.

5. ¿Ha habido en República Dominicana suficiente apoyo para que, especialmente, los jóvenes y adolescentes se interesen por los libros?

No. El hecho de que yo haya llegado tan tarde a la literatura lo demuestra. No existe apoyo para el escritor, no se fomenta la lectura. Como yo he dicho algunas veces, en mi país un escritor es un ilustre desconocido. Hacer cultura es un acto decorativo, un pasatiempo inútil. Yo hago mucha gestión cultural en mi país, dirijo un taller literario y he creado clubes de lectura en los barrios pobres de mi ciudad. Existe un ministerio de cultura, pero no sirve para mucho. Bueno, no sirve para nada. Después, cuando el escritor es reconocido, se le llama para que el político de turno le entregue una placa, le prometa un apartamento o una pensión. En el caso de la República Dominicana, es un país muy pequeño y pobre, cuyo mercado editorial también es muy reducido. Ninguna gran editorial desembarcará en este país, así como es muy difícil que un escritor dominicano acceda a las grandes editoriales, menos aún un escritor joven o desconocido, porque las editoriales buscan grandes mercados. Verdad de la época y del capitalismo, lo cual, si lo pensamos bien, limita el espacio de la literatura, reduce la cantidad de buenos escritores que podríamos encontrar.

6. ¿Cuál fue el tema del primer cuento que escribiste?

No recuerdo. Debió ser un cuento de adolescente, quizás algo romántico. Quizás no fue un cuento, sino un poema. Pero como siempre he escrito mucho, frenéticamente, aunque no publico mucho, no recuerdo bien qué fue exactamente lo primero que escribí.

7. ¿Cuáles, ya adulto, han sido tus lecturas preferidas?

Las mismas que en la adolescencia, no creo que haya evolucionado mucho en ese sentido. Ahora estoy leyendo a Le Clézio. Volví a leer a Camus, porque estoy dictando unas charlas en Santo Domingo sobre él. Me gustan mucho Coetzee y Philip Roth. El boom, y escritores de mi generación, por lo menos los que puedo encontrar, que son muy pocos; Bolaños, por ejemplo, que es un poco mayor, mucha literatura dominicana, he leído a Rocangoglio y a Xavier Velasco, pero no me gustaron mucho. Pero claro, eso es relativo, es una cuestión personal. Me gustó mucho, sí, la novela “Caracol Beach”, de Eliseo Alberto, que ganó el Premio Alfaguara, es una de las pocas novelas ganadoras de ese premio que de verdad me ha gustado.

8. ¿Cómo surgió la idea de tu primer libro?

Mi primer libro fue “Juguete de Madera”, una novela corta que tuvo mucho éxito aquí en el país. Se me ocurrió la idea repentinamente, recordando Caperucita Roja. Quien lea el cuento de Perrault y mi novelita, que es una especie de historia cruel sin contemplaciones sobre una niña que se escapa de su casa y se encuentra con un lobo en su camino, se dará cuenta de la influencia de uno en la otra.

9. ¿Cuánto tiempo te demoraste escribiendo "Cada demonio"?

Años. Como uno no tiene todavía la oportunidad de publicar con cierta facilidad, las cosas le duran a uno años guardadas, y cuando aparece la oportunidad se publica. Pero eso es beneficioso, porque significa que hay mucho tiempo para la maduración del texto y la corrección. Y puedo decir que todavía está en construcción.

10. ¿En qué género podemos incluir tu más reciente novela?

Es una novela negra. Una investigación sobre el secuestro de una adolescente, Isabelita, durante la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo. Su hermano, que se exilió en New York con su familia cuando su hermana desapareció, regresa al país quince años después para investigar qué sucedió con ella. Poco a poco, en medio de una atmósfera asfixiante y casi gótica, la pesquisa se va volviendo insoportable. Pero la novela es también el análisis de una época: él llega de nuevo a otra dictadura, la de Joaquín Balaguer, y encuentra nuevamente violencia, corrupción, depravación moral, oscuras tramas políticas. Las personas están detenidas, en espera de algo que parece nunca llegará. Pero él se da cuenta al volver (quizás porque se siente extranjero, un poco como el de Camus, porque ve las cosas desde fuera) que las dictaduras no podrían existir si una buena parte de la gente no se asociara con ellas, o por lo menos no fuese indiferente a ellas. Por lo que todos somos culpables, culpables todos de la desaparición de Isabelita, y de aquello terrible que le ocurrió, que el lector descubrirá al final de la novela.

11. ¿Qué opinión tienen en tu país de la literatura colombiana?

Bueno, que es una gran literatura. Que ha dado grandes escritores (un Premio Nobel, nada menos), y que, en mi caso particular, me ha proporcionado largas horas de felicidad. García Márquez, Alvaro Mutis, José Eustasio Rivera, Jorge Isaacs, nombres que se escuchan en toda América. Y bueno, ahora nos llegan William Ospina, Santiago Gamboa y sus novelas negras, aunque algunas no sean tan negras, Mario Mendoza que ganó un premio con su novela “Satanás”, o Fernando Vallejo, pero hay escritores como Milcíades Arévalo, que es mi amigo lejano, al que no conozco en persona pero nos escribimos por internet, o tú mismo, que eres escritor pero uno no tiene la posibilidad de leerlos porque no aparecen en el país, porque no nos leemos entre nosotros, aunque pude leer un libro tuyo que apareció en una librería de mi ciudad, un libro sobre periodismo. De poesía no llega nada, sólo narrativa o ensayo, eso es sumamente lamentable. Pero si nosotros, como lectores, decidiéramos: bueno, vamos a leer a mis colegas latinoamericanos, vamos a dejar un poco de lado toda esa literatura prefabricada que me venden las editoriales y los premios… otra cosa sería. Quizás seríamos otra clase de lectores, más responsables, porque a los lectores también hay que exigirles compromisos, no sólo a los escritores.

12. ¿Y tú que has leído de los escritores colombianos?

Más o menos te contesté en la respuesta anterior. Me gustaría leer más literatura colombiana, más literatura latinoamericana, más literatura caribeña. Porque es la que más se acerca a mi identidad, a lo que soy y a lo que pretendo decir como escritor.

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El Arma Secreta-José M. Fernández Pequeño

José M. Fernández Pequeño es un escritor cubano-dominicano que actualmente reside en Miami, E.U., pero que duró algunos años viviendo en la República Dominicana, donde desarrolló una amplia labor de profesor, gestor cultural y, por supuesto, escritor. Su nuevo libro, "El Arma Secreta", contiene nueve cuentos que transcurren en la República Dominicana y en Cuba. Es nativo de Santiago de Cuba, y vivió algún tiempo en Santiago de los Caballeros en la Rep. Dom., pero la mayor parte de su estancia en el país transcurrió en Santo Domingo. Los cuentos del libro son: "Los Conquistadores", "El Arte de Roncar", "Un Cierto Olor a Escalofrío", "Rebeliones", "El Cíclope", "Imperfecciones", "Pongamos por Caso", "El Ombligo de María B" y "El Arma Secreta". "Los Conquistadores" es un cuento muy breve que abre el libro, de menos de una página, e "Imperfecciones" es un cuento corto de dos páginas y media, pero en sentido general los cuentos de Fernández Pequeño son largos, y transcurren en una realidad insólita (como él dice que es la vida cotidiana de la República Dominicana) y dura, difícil, aunque tratada con cierto humor propio de la personalidad del autor. La pintura de la portada es del maestro dominicano Mario Grullón: el cuadro "Hojas y Ojos". Solamente he leído el segundo cuento del libro, "El Arte de Roncar", así que aún no puedo dar una opinión crítica, sobre todo porque el autor confiesa que arma sus libros como un todo, es decir que cada cuento tiene una finalidad que completa el volumen, pero ya en ese cuento (como en los demás de sus libros anteriores, por ejemplo del volumen "Tres eran Tres") se nota el asombro ante una realidad absurda que a los dominicanos ya no nos asombra, la realidad del caos sin arrepentimiento. Enhorabuena a José M. Fernández Pequeño.

José M. Fernández Pequeño es un escritor y editor nacido en Cuba y naturalizado dominicano, país donde residió durante quince años. Ha publicado catorce títulos de crítica literaria, ensayo y narrativa. Durante cerca de treinta y cinco años se ha desempeñado como profesor universitario de Literatura, Cine y Comunicación. Gestor cultural, estuvo entre los fundadores del Festival de la Cultura Caribeña, la Casa del Caribe y la revista Del Caribe, en Santiago de Cuba. Fue Gerente de Programas Culturales del Centro León, en Santiago de los Caballeros.
(Tomado de la solapa de "El Arma Secreta")

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Publicando un libro en amazon.com

Me parece sumamente interesante, provechosa y reconfortante la publicación independiente a través amazon.com, y en otras plataformas como bubook.es, etc., de acuerdo a mi experiencia. Me parece interesante a pesar de los problemas que ha tenido amazon.com con escritores ya reconocidos, en Francia y en Estados Unidos, con respecto al pago de regalías. Pero para los escritores del tercer mundo, para los "indies" (así le dicen en gringolandia a los independientes), es una plataforma extraordinaria. ¿Por qué?, porque si envías tu libro a una editorial reconocida, y esa editorial te rechaza el libro, entonces puedes publicarlo en Amazon, gratuitamente, y el público decidirá si le gusta o no ese libro. Claro que es difícil que compren tu libro, porque hay millones de volúmenes en la plataforma, millones, y de entre esos millones tiene que haber gente que encuentre tu libro y lo lea; pero no necesitas a la editorial. Y si la editorial no te lo rechaza, sino que no te parece que debas enviárselo, sino simplemente publicarlo por tu cuenta, también.
     Eso es lo que sucede con los buenos escritores del tercer mundo. Una editorial española, por ejemplo, no se arriesgará con un escritor desconocido (bueno, por lo menos es muy difícil que lo haga), de un mercado pequeño de un país pequeñito, aunque su obra tenga calidad, no; una gran editorial se arriesgará con un escritor desconocido de países grandes, en los cuales haya grandes mercados. Entonces tenemos, debido a la ley capitalista de la oferta y la demanda, y del mercado, que es la principal institución del capitalismo, que los escritores conocidos son los de los grandes mercados, pero un escritor de un país, diríamos, de diez millones de habitantes, que tenga un 20% de analfabetismo, y que además sea un país pobre, entonces ahí no hay nada que hacer. Independientemente de la calidad del libro. Lo mismo sucede con los concursos literarios, con los premios, etc.
     Pero publicar de forma independiente puede resolver eso. Claro, no resolverá el problema de la crítica, es decir que en una plataforma como amazon.com tú puedes vender un millón de ejemplares de tu libro, pero eso no significa que vas a recibir el reconocimiento de la crítica y de la comunidad literaria, que van a comentar tu libro en periódicos los demás escritores, etc. Es posible incluso que tu nombre pase desapercibido, pero no importa: ya vendiste un millón de ejemplares (o mil, o dos mil, que también está muy bien).
     Lo interesante de todo esto, me parece a mí, es que algunos géneros pueden encontrar en estos espacios formas de publicación. La poesía, por ejemplo, que hay editoriales, como Alfaguara, o Anagrama o Seix Barral, que no la publican. Puedes publicar tu libro de poesía, en papel o en e-book, y colocarlo en amazon.com. Y regalar tu libro, si quieres, ponerlo gratis y que la gente te lea aunque no ganes dinero. Pero que te lean, que es lo que quieren los escritores. Y es saludable que aparezcan estas plataformas porque los libros que publican las editoriales se vuelven cada vez más aburridos, así como los ganadores de concursos literarios, que siempre nos decepcionan, como si hubiese una fórmula mágica para escribir, un sistema único, lo presabido y preescrito que quieren venderle a uno como novedoso, cuando yo he dicho también más de una vez: lo que está de moda para que se venda, lo que parece original y no es más que paja, es, al final, también mercado. Todos esos libros formalmente aburridos y estéticamente nulos, pero que se venden mucho porque eso es lo que la gente está esperando. Es posible que también en Amazon esos sean los libros que más se vendan, pero no quire decir (ahí está lo interesante), que no tenga presencia también lo otro, lo raro, lo nuevo, lo rebelde, lo contestatario, estéticamente hablando, por supuesto. Y si publicas tu libro en esta plataforma, puede ser lo más original del mundo, y puede ser un gran libro, eso lo decidirá el lector.
     Entonces, a pesar de todos los pleitos legales en países primermundistas, para los escritores del tercer mundo, para mi país, por ejemplo, la República Dominicana, donde no desembarcará ninguna editorial importante, es un éxito esta clase de plataformas. Tu libro está ahí, aunque no te lo compre nadie; regálalo, o envía el link a tus amigos, o pídelo tú mismo por correo para que te manden algunos ejemplares y se los enseñas a tu familia y a tus amigos, y tal vez puedas vender dos o tres cuando te los envían por correo. Por lo menos es un poco más de lo que hacen las grandes editoriales.

Para saber más acerca de cómo publicar en amazon.com, puedes escribirme a:
videomaximo@hotmail.com

Y si ya publicaste en Amazon, envíame tus links que te los publico gratuitamente en este blog.

Y que des click a los enlaces de amazon. Ya yo daré click a tus propios enlaces, cuando me los envíes o los publiques.
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El Centenario de Julio Cortázar

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     El primer libro que compré y leí de Julio Cortázar fue Las Armas Secretas. Fue todo un descubrimiento, por supuesto, como le sucede a cualquier joven latinoamericano que lee por primera vez a Cortázar, encontrarse con ese maestro, el más viejo de los escritores del boom latinoamericano, escribiendo de una manera tan fresca, tan original, tan libre. Como un joven, precisamente. Luego empecé a comprar todos sus libros: Bestiario, Final del Juego, Deshoras, antologías en las que aparecían sus mejores cuentos, antologías en las que aparecían sus mejores libros, ediciones que mezclaban dos libros suyos en un solo volumen, hasta llegar a Rayuela. En mi país, la República Dominicana, a la Rayuela le decimos Peregrina, un nombre igual de hermoso que el argentino. Yo llegué a jugar a la peregrina muchas veces durante mi infancia, aunque es sobre todo juego femenino, no sé por qué. En Rayuela, Cortázar le dedica una línea a la ciudad de Santo Domingo: la describe como la ciudad más ruidosa del mundo. Y tiene razón, por supuesto. Yo soy de Santiago, y vivo en Santiago, y Cortázar no habló de Santiago aunque sí del país en Rayuela, de la ciudad capital.
      El escritor Eugenio Camacho me confesó un día que él no leía a Cortázar cuando estaba escribiendo algo, porque su estilo se contagia. Se pega, como decimos nosotros. En el libro Papeles Inesperados, que contiene páginas inéditas facilitadas por su viuda, que me hizo el gran favor de regalarme el escritor Luis Córdova, hay un cuento extraordinario que es posible que Cortázar no haya publicado porque no se corresponde con su estilo; hasta el final, parece el cuento de otra persona. Al final ya regresa por un momento esa forma de contar cortazariana, pero es injusto que haya dejado a los lectores sin descubrir ese cuento, que aunque no tiene su estilo me parece de los mejores suyos. Es un poco borgiano el cuento, aunque mantiene siempre la frescura de Cortázar, el hecho de que no sabemos nunca lo que va a suceder a medida que transcurre la historia, con una serie de vueltas de tuerca, porque cualquier cosa puede suceder en sus cuentos.
       Julio Cortázar no ganó el Premio Nobel de Literatura. Ni el Premio Cervantes, ni el Premio Juan Rulfo, no ganó muchos premios literarios. Quizás por indiferencia de su parte, o por negligencia de los encargados de otorgar los premios, la cuestión fue que no ganó muchos premios, aunque sospechamos que, por lo menos al principio, participó en algunos concursos. Uno de esos premios lo ganó Rayuela, compartido con Bomarzo de Manuel Mujica Lainez. Sabemos que envió sus cuentos a revistas y periódicos para que se los publicaran, como hace todo escritor principiante, porque Jorge Luis Borges fue el primero en publicar un cuento suyo en el periódico en el que trabajaba. A pesar de la distancia ideológica que los separaba, Cortázar nunca ocultó su admiración por Borges, así como Borges siempre se sintió orgulloso de haber sido el primer editor que le publicara algo a Cortázar.
       En el centenario del nacimiento de Julio Cortázar, siempre es bueno reconocer, recordar a un maestro. A un maestro indiscutible de las letras en idioma español, quizás en cualquier idioma. En un artículo que escribió Mario Vargas Llosa con motivo de su muerte, contaba cómo, la última vez que lo fue a visitar a París, Cortázar se lo quería llevar por las calles para comprar marihuana y revistas pornográficas: como si fuese eternamente joven, el eterno rebelde. Ese monumento que es Rayuela, en la que aparecen personajes divididos, fragmentados, duplicados, una novela que es muchas novelas, no sólo dos como al principio aparente y confiese el propio autor, es eso mismo: apariencia, imagen, percepción; la realidad no es lo que creemos que es, el mundo puede ser diferente a como se ha construido de forma imperfecta. Tenemos esa certeza leyendo esa novela. Rayuela, o Peregrina, un juego femenino (a pesar de la vejación que él hace de las mujeres en la novela, de la que luego se arrepintió en innumerables entrevistas) que yo jugaba cuando niño con mi hermana Ana María, pintada sobre la acera con una tiza blanca. En este centenario, vamos a comprar los libros de Cortázar, a leerlo y a mantenerlo vivo.

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Máximo Vega por Manuel Salvador Gautier

16 de agosto de 2014


            Máximo Vega es narrador desde muy temprana edad. Nació en 1966 y ya para 1984,  a los 18 años, tenía escritos varios cuentos y una primera novela. Los cuentos no sobrevivieron; la novela, sí. Hablo de Juguete de Madera, corta, que, con cuatro ediciones, se ha convertido quizás en la obra literaria más conocida del mundo literario del Cibao. Aunque también tiene adeptos en la Capital. Yo recuerdo haber oído de esta obra en los 90, cuando estudiaba toda la narrativa que se producía en el país. En los trabajos que he leído sobre Máximo Vega, no se habla de que tenga ningún otro interés que no sea la literatura. Estamos, entonces, frente a un autor convencido de su vocación, que se ha dedicado a trabajar una obra literaria que poco a poco ha tomado cuerpo, convirtiéndose en una de las más representativas del país, aunque los santiagueros y el mismo Vega insistan en decir que sólo es reconocida en el Cibao.
            Sobre Máximo Vega, la escritora también santiaguera Rosa Silverio, en la introducción a una entrevista que le hace a nuestro autor sobre Juguete de Madera, novela publicada en 1996, nos dice: “A través de su literatura nos remite a un universo en donde predomina lo oscuro, la derrota, la infamia y el abismo. Una literatura en donde se nos muestran las cicatrices del alma humana y sus más viles o secretas aficiones, en donde los sueños se vuelven una causa perdida y en donde apenas queda un resquicio para la luz. Esa literatura honda, cruda y pesimista que muchas veces se contrapone a cualquier esperanza, logra remover los cimientos del lector y lo lleva a cuestionarse sobre la realidad que le rodea y sobre su propia naturaleza”.
 Es una percepción que comparte el reconocido escritor José Alcántara Almánzar, en la presentación del último libro de Vega, publicado por el Banco Central en el 2014, titulado Era Lunes Ayer, donde nos dice: “Los textos de Vega pueden interpretarse como transgresiones a la moral establecida, un frontal ataque a la doble moral que nos ahoga. Son intentos de penetrar en la sordidez y la desesperanza de unas vidas sin alicientes ni destino. Pero más allá del efecto perturbador de una escena o una frase implacable, lo que impresiona es la crudeza para contar los aspectos más venenosos de las relaciones entre hombres y mujeres. Algunos son cuentos desgarradores y crueles sobre una violación, un infanticidio, un incesto en primer grado, en todos late algo macabro que nos estremece”.
  Es obvio que, en esta obra literaria, escrita en un período de treinta años, desde 1984 a 2014, Vega se mantiene fiel al tema que lo enardece: la denuncia de los abusos que cometen los hombres y las mujeres entre sí, y lo hace de manera descarnada, sin contemplaciones.
  El libro Era Lunes Ayer, se inicia con dos obras maestras de la cuentística dominicana, los cuentos titulados “La Victoria” y “Hansel y Gretel”, que ya habían sido publicados en otros de sus libros (puesto que esta obra es una recopilación de sus cuentos editados). En estas dos obras, la caracterización que hace de sus personajes es pormenorizada e impactante.
La Victoria” es un monólogo de pocos párrafos largos; manejado con un lenguaje sencillo
donde campean las palabras del mundo del boxeo, ya que el protagonista es un boxeador. Trata sobre las promesas que no pueden cumplirse, y es extraordinaria la manera en que Vega maneja el tema, con gran destreza y sutileza. El final toma desprevenido al lector. Es el momento en que aparece uno de esos “resquicios para la luz” que señala Rosa Silverio: Vega nos guía hacia la compasión. Compasión por estos seres vencidos, que no pudieron cumplir sus promesas ni alcanzar sus sueños, y que, sin embargo, encontraron una salida satisfactoria, aunque inconsecuente, a sus vidas.
“Hansel y Gretel” es una interiorización de una mujer ordinaria, ejecutiva arribista, que trabaja en una oficina del Gobierno y aspira a seguir ascendiendo hasta sustituir a su jefa. Vega, también con gran destreza, nos inunda de detalles sobre la vida de esta mujer: cómo se viste, lo bien que cocina, cómo desprecia a los que no considera de su clase, cómo se hace acompañar de una amiga de mayor categoría para igualarse a ella. Hasta el final, no se entiende por qué el autor llama su cuento igual a la famosa historia de los hermanos Grimm que nos leyeron de niños para espantarnos y hacer que nos portáramos bien. Este cuento de Vega, sin embargo, es mordaz, muy cruel, sin la ternura del de los Grimm, donde los niños son los protagonistas y logran un final feliz. “Hansel y Gretel” de Vega ha tenido gran éxito internacional: fue incluido en un texto para estudiantes universitarios en México.
Además de las obras ya señaladas, Máximo Vega tiene las novelas “Ana y los Demás” (2001) y “El Mar” (2008), y los libros de cuentos “La Ciudad Perdida” (2004), “El Final del Sueño” (2005) y “Cuentos para Niños y otras Historias Terribles” (2006). Ha editado las antologías de cuentos “Para Matar la Soledad” (2002), del Taller de Narradores de Santiago, “El Cuento Contemporáneo de Santiago” (2005), y el libro de ensayos “El Libro de los Últimos Días” (2011). Ha sido premiado en varios de los concursos nacionales en los renglones de cuento y de ensayo, y ha sido antologado nacional e internacionalmente. En el año 2002, ganamos el Concurso de Ensayo con motivo del Bicentenario del Nacimiento de Víctor Hugo, Vega con el trabajo “Víctor Hugo en la Historia”, sobre la vida del escritor, y yo con el trabajo “La fatalidad no está en un campanario de París”, sobre su narrativa, analizando la novela El Jorobado de Nuestra Señora de París.
            Uno de los grandes méritos de Vega como difusor de la cultura es haber liderado el Taller de Narradores de Santiago, fundado hará unos quince años. En la actualidad es su coordinador. Desde esta actividad, ha estimulado la creatividad de nuevos escritores y ha difundido la obra literaria cibaeña.




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