El escritor iniciado y anónimo –que es quizás el más auténtico, porque al decir de Ángel Rama “no es nadie, pero quiere serlo todo” –, es hipersensible a cualquier tipo de rechazo o indiferencia para con sus escritos primigenios. Y si no tiene las agallas suficientes para superar esos iniciales desaires, puede cometer el error de abandonar tan noble oficio y perderse en una larga crisis de autoestima. Pero hay algo peor: quien tiene conciencia de que lo que está escribiendo es una obra madura con caracteres perdurables, el sufrimiento causado por el rechazo no tiene par.
Durante los largos y penosos años de la Primera Guerra Mundial, James Joyce escribía en Zurich su monumental Ulises como un poseso. Paupérrimo, enfermo de los ojos, víctima de los más horrendos dolores de muelas, bebiendo hasta caerse en las aceras, malcriando a sus dos hijos y leyéndole a Nora, su esposa, capítulos de “esa cochinada” –como ella calificaba el manuscrito–, el irlandés sólo vivía para la escritura de su obra capital.
Cuando la terminó, Joyce debió enfrentarse a la peor de las aventuras de un escritor incomprendido y solitario: encontrar quien le imprimiera su libro. Fueron cerca de veinte las veces que el Ulises recibió el más rotundo rechazo por parte de editores y directores de revistas. A los ojos de ellos, los textos de Joyce eran enrevesados, incoherentes, disparatados y lo que se alcanzaba a comprender resultaba obsceno y escandaloso.
Los primeros en rechazar Ulises fueron Leonard y Virginia Woolf. En sus diarios, la autora de Orlando habló repetidas veces con desdén de esas “indecentes páginas”. Decía que Joyce era un autodidacta que se creía Tolstoi, pero que jamás llegaría a escribir una obra como La guerra y la paz. Y comparaba “el aburrido Ulises con los vómitos y sarpullidos de un niño”, etc. Entre tanto, Ezra Pound, mecenas desmesurado con sus amigos poetas, consiguió que una compatriota suya, la norteamericana Sylvia Beach, se interesara por el libro, y así, mediante suscripción, se logró publicar aquel cosmos literario el 2 de febrero de 1922 (día en que su autor cumplía 40 años). Inmediatamente comenzó el escándalo. Cuenta José María Valverde que de los dos mil ejemplares publicados, 500 se enviaron a los Estados Unidos, “pero todos ellos fueron quemados al llegar al país de la libertad”.
Cinco años más tarde, en escala hacia el Oriente, el poeta chileno Pablo Neruda conoce en Madrid a un joven crítico y editor llamado Guillermo de Torre, a quien le enseña el manuscrito de Residencia en la tierra (que luego ampliaría en el Asia y a su retorno a España). De Torre lo mira con menosprecio y lo rechaza de plano. “Él leyó los primeros poemas –recuerda Neruda– y al final me dijo, con toda franqueza, que no veía ni entendía nada, y que no sabía lo que me proponía con ellos”. El chileno debió esperar por lo menos seis años antes de ver publicada la primera parte de su obra capital, la que en opinión de muchos, alteró para siempre la poesía en idioma español.
Entre 1950 y 1951, Gabriel García Márquez escribió su primera novela, La hojarasca, preludio del mítico Macondo de Cien años de soledad. Con sólo esa novela inicial, Gabo hubiera conquistado un lugar importante en la narrativa latinoamericana, como se ha podido comprobar después. Sin embargo, habiendo enviado el manuscrito a la Editorial Losada de Buenos Aires, fue rechazado por el despistado Guillermo de Torre, el mismo que 25 años atrás había desechado los originales de Residencia en la tierra.
De Torre, en carta de respuesta al joven escritor de Aracataca, le aconsejaba que se dedicara a cualquier otro oficio diferente de la literatura. García Márquez se sintió en el suelo, desamparado, ante una misiva que resultaba a todas luces aplastante.
Sin embargo, se sobrepuso al sentimiento producido por el despectivo consejo del “pajarito de papel” y tres años después publicó su primera novela en Bogotá, en una editorial fundada por un aventurero judío del que nunca más se volvió a tener noticia.
El editor español Constantino Bértolo, en carta a este cronista, le expresa que, efectivamente “la historia de la literatura está llena de errores editoriales”. Y entre esa infinidad de errores, podemos recordar el de André Gide, lector de Gallimard, cuando rechazó Un amor de Swann, primer volumen de En busca del tiempo perdido, de Proust. Afortunadamente hubo tiempo y vida para que Gide reconociera públicamente su error y se disculpara ante el frágil y sensible Marcel.
Recordemos también cómo a medida que iba escribiendo Pedro Páramo, Juan Rulfo sometía al taller literario de la editorial, capítulos y párrafos de su obra. Tanto Alí Chumacero como Ricardo Garibay escuchaban con desgano las alucinadas páginas de aquella extraña narración. “No tiene hilo conductor”, decía el uno, “por lo tanto no va a ninguna parte”. “Hombre, Juan”, decía el otro, “ponte a leer novelas antes de escribirlas”. Y el pobre Rulfo, sin dar explicaciones, continuaba la escritura hasta que la terminó y la entregó a los editores, quienes la publicaron debido al éxito obtenido dos años atrás con los cuentos de El llano en llamas.
Aunque parezca increíble, Alí Chumacero, jefe de prensa de la editorial, escribió una reseña diciendo que el libro no valía la pena. Rulfo se resignó ante el aparente fracaso y se fue a trabajar dos años, aislado del mundo, a Ciudad Alemán, en Veracruz. Cuando regresó al Distrito Federal encontró que su novela no solamente se había agotado, sino que estaba estudiándose en universidades mexicanas y extranjeras, y traduciéndose al inglés, al francés y al alemán. Además, día a día se convertía en el santo y seña de todo México.
Otros escritores que recibieron la bofetada del rechazo, por lo menos media docena de veces, fueron: Miguel Ángel Asturias con El señor presidente –tuvo que acudir a un préstamo de su madre, doña María Rosales de Asturias, para poder editarlo en Costa-Amic de México–, Richard Bach con Juan Salvador Gaviota –se vio obligado a vender su avioneta y hasta la esposa le dejó ante los sucesivos fracasos y rechazos editoriales– y el poeta peruano César Moro. Cuenta Augusto Monterroso que el gran libro de Moro, La tortuga ecuestre, “pasó durante algunos años por manos de varios editores argentinos que se negaron siempre a publicarlo”. No me extraña que el inefable señor De Torre hubiera sido el inquisidor de turno, pues según me contó Cobo Borda en La Habana, también rechazó en su momento el manuscrito de Libertad bajo palabra, el libro capital de Octavio Paz.
José Luis Díaz-Granados (Santa Marta, 1946), poeta, novelista y periodista cultural. Su novela Las puertas del infierno (1985), fue finalista del Premio Rómulo Gallegos. Su poesía se halla reunida en un volumen titulado La fiesta perpetua. Obra poética, 1962-2002 (2003).
Máximo Vega, hacia la trascendencia literaria
Por Andrés Acevedo
De los escritores jóvenes de la ciudad de Santiago de los Caballeros, el que más dominio tiene del oficio literario es Máximo Vega. Este creador muestra en su obra una labor creativa impresionante.
Máximo Vega desarrolla una escritura de interesante registro, debido a que los géneros que ha escogido son bastante exigentes, como son la novela, el cuento y el ensayo.
Sus obras contienen una delicada prosa depurada, en este aspecto notamos que es una persona consciente y profesional de la narrativa. Conoce, porque así está reflejado, mediante su atinado razonamiento, que los géneros que trabaja son muy claros y rigurosos en cuanto al empleo del lenguaje y sus técnicas.
Sus textos tratan la problemática de los seres humanos, con sus virtudes y sus defectos, caracterizados por una atmósfera llena de violencia y constante desenfreno, poniendo siempre al descubierto los temas que antes eran manifiestos de tabúes.
Entiendo que sus obras no han sido lo suficientemente tomadas en cuenta, quizás por la poca iniciativa que tenemos los dominicanos para valorar la literatura de nuestros escritores, y también porque los críticos, al igual que los comentaristas de nuestro acontecer literario, se encuentran apandillados, exceptuando la valiosa campaña cultural que dirige doña Ingrid González de Rodríguez, en su sección “Reflejos”, en el Periódico La Información.
Este valioso escritor dominicano ha sido traducido al alemán, al francés, al inglés y al italiano; y sus obras se hayan antologadas en libros de otras nacionalidades. Ha colaborado como ensayista en diversas revistas extranjeras especializadas en asuntos literarios. Al mismo tiempo que ha obtenido importantes premios, tanto en el exterior como en el país.
Recientemente uno de sus cuentos fue incluido en el libro de texto universitario de México, país azteca.
Máximo Vega tiene publicadas las novelas: “Juguete de madera” y “Ana y los demás” y los libros de cuentos “La ciudad perdida” y “El final del sueño”; y ha editado las antologías de cuentos “Para matar la soledad” y “El cuento contemporáneo de Santiago”.
Particularmente lo considero dentro de nuestro ambiente cultural, como a uno de los escritores más disciplinados con que contamos en la actualidad. Es de los artistas que padece y observa con desconcierto la realidad literaria dominicana.
En el plano intelectual, aunque se resista a considerarse como tal, porque prefiere que lo aprecien como creador de obras literarias (entiéndase de ficción), es uno de los que, con más ponderaciones, cuestiona el presente escritural dominicano.
No se apasiona al emitir un juicio sobre cualquier tema, siempre analiza con objetiva profundidad lo que sus contemporáneos miran y expresan de manera ambigua.
Máximo Vega es el escritor más auténtico y serio que conozco, y a la vez, más preciso al delinear la verdadera de la falsa literatura realizada por nuestros escritores.
El autor es escritor
Por Andrés Acevedo
De los escritores jóvenes de la ciudad de Santiago de los Caballeros, el que más dominio tiene del oficio literario es Máximo Vega. Este creador muestra en su obra una labor creativa impresionante.
Máximo Vega desarrolla una escritura de interesante registro, debido a que los géneros que ha escogido son bastante exigentes, como son la novela, el cuento y el ensayo.
Sus obras contienen una delicada prosa depurada, en este aspecto notamos que es una persona consciente y profesional de la narrativa. Conoce, porque así está reflejado, mediante su atinado razonamiento, que los géneros que trabaja son muy claros y rigurosos en cuanto al empleo del lenguaje y sus técnicas.
Sus textos tratan la problemática de los seres humanos, con sus virtudes y sus defectos, caracterizados por una atmósfera llena de violencia y constante desenfreno, poniendo siempre al descubierto los temas que antes eran manifiestos de tabúes.
Entiendo que sus obras no han sido lo suficientemente tomadas en cuenta, quizás por la poca iniciativa que tenemos los dominicanos para valorar la literatura de nuestros escritores, y también porque los críticos, al igual que los comentaristas de nuestro acontecer literario, se encuentran apandillados, exceptuando la valiosa campaña cultural que dirige doña Ingrid González de Rodríguez, en su sección “Reflejos”, en el Periódico La Información.
Este valioso escritor dominicano ha sido traducido al alemán, al francés, al inglés y al italiano; y sus obras se hayan antologadas en libros de otras nacionalidades. Ha colaborado como ensayista en diversas revistas extranjeras especializadas en asuntos literarios. Al mismo tiempo que ha obtenido importantes premios, tanto en el exterior como en el país.
Recientemente uno de sus cuentos fue incluido en el libro de texto universitario de México, país azteca.
Máximo Vega tiene publicadas las novelas: “Juguete de madera” y “Ana y los demás” y los libros de cuentos “La ciudad perdida” y “El final del sueño”; y ha editado las antologías de cuentos “Para matar la soledad” y “El cuento contemporáneo de Santiago”.
Particularmente lo considero dentro de nuestro ambiente cultural, como a uno de los escritores más disciplinados con que contamos en la actualidad. Es de los artistas que padece y observa con desconcierto la realidad literaria dominicana.
En el plano intelectual, aunque se resista a considerarse como tal, porque prefiere que lo aprecien como creador de obras literarias (entiéndase de ficción), es uno de los que, con más ponderaciones, cuestiona el presente escritural dominicano.
No se apasiona al emitir un juicio sobre cualquier tema, siempre analiza con objetiva profundidad lo que sus contemporáneos miran y expresan de manera ambigua.
Máximo Vega es el escritor más auténtico y serio que conozco, y a la vez, más preciso al delinear la verdadera de la falsa literatura realizada por nuestros escritores.
El autor es escritor
ARTURO RODRIGUEZ FERNANDEZ
En homenaje a Arturo Rodríguez Fernández, reproduzco una entrevista que tuve el privilegio de realizarle en agosto de 1994 y que fue publicada en el número 8 de la revista Vetas:
Por Jimmy Hungría.
Si acudimos a la Sala Ravelo, a la obra Palmeras al viento, o cualquier noche vemos una película en el cine Lumiere, o compramos un libro o revista o alquilamos un video o disco compacto en Supreme Quality Video, o leemos una crítica de cine en El Siglo o algún cuento en esta edición de Vetas, tendremos alguna vinculación artística, intelectual o comercial con Arturo Rodríguez Fernández, quien concedió la siguiente entrevista, exclusiva para Vetas.
JH.- Cordón umbilical, Refugio para cobardes, Hoy no toca la pianista gorda y Parecido a Sebastián, tus cuatro obras teatrales estrenadas hasta la fecha, son dramas intensos y fuertes. Ahora nos sorprendes con una comedia, Palmeras al viento, a presentarse del 7 al 30 de octubre en la Sala Ravelo, dentro de la temporada anual del Teatro Nacional. ¿Significa un giro en tu producción teatral? ¿Qué hay de común entre ésta y aquéllas? Háblanos sobre esta obra, de qué trata, quién la dirige y cuál es su reparto.
AR.- Aunque el tono sea de comedia, Palmeras al viento no rompe con las obras anteriores, sino que, más bien, reafirma la misma idea de siempre: la ausencia de algo, el elemento que no se realiza, el individuo que carece de algo, ese festival de cine que no se va a dar, es la pianista que no va a llegar, o es el Sebastián que ya está muerto, o es la madre que también será la gran ausencia en Cordón umbilical o la Rita de Refugio para cobardes. En Parecido a Sebastián ya se podía notar que cada cuadro que pasaba adquiriendo un tono diferente, y aunque acababa en drama, en una versión impuesta por las limitaciones de la Sala Ravelo, en realidad, en Parecido a Sebastián había cuadros en los que ya se podía notar el tono de comedia. Así que he querido dar un giro a tanto drama y hacer una obra en la que, por lo menos, no muere nadie. Yo creo que Palmeras al viento es la única obra mía en que no se muere nadie. La dirige Germana Quintana y el reparto está compuesto por Giovanni Cruz, Juan Carlos Pichardo, Liliana Díaz, Iván García, Niurka Mota, Lidia Ariza, Aidita Selman, Luis Dante Castillo, Osvaldo Añez y Ramsés Cairo. Es el reparto más extenso de todos los que he montado hasta ahora. Desde luego, queda la obra Todos menos Elizabeth, que tiene un reparto mucho más largo, y ahora Joaquín Sabina ha grabado una canción que se llama Todos menos tú, que es lo mismo. Suerte que mi obra está publicada de antes, pero ya cuando se vaya a montar no va a parecer tan original como pretendía.
JH.- Tengo entendido que Todos menos Elizabeth ibas a montarla este año, pero la has pospuesto. ¿La montarás el próximo año?
AR.- El problema de Todos menos Elizabeth es que, si el presupuesto para montar Palmeras al viento se dispara al extremo de que aunque fuese un éxito y un lleno diario, jamás pudiera cubrir los gastos, montar Todos menos Elizabeth sabemos de antemano que va a ser una catástrofe. Aquí no hay subvención para el teatro, es muy difícil. Palmeras al viento hubiera necesitado una sala intermedia, no es la obra para la Sala Ravelo pero tampoco para la Sala Principal del Teatro Nacional. La escenografía va a sacrificar una serie de cosas, aunque se van a tomar las primeras filas de la Sala Ravelo, pero aún así, no se puede lograr lo que el texto pretende.
JH.- ¿Y quizás en una sala como la de Bellas Artes o la de Nuevo Teatro?
AR.- Hubiera sido mucho mejor, aunque a mí no me gusta para nada Bellas Artes, porque con las remodelaciones que le han hecho, se ha perdido por completo la acústica.
JH.- Y si llueve, hay goteras.
AR.- Y si llueve, hay goteras, y si hay un apagón, no hay luz.
JH.- Pienso que sólo los espectadores que sean muy cinéfilos comprenderán a cabalidad las referencias al cine que hay en muchas situaciones y personajes de Palmeras al viento, por ejemplo, la Joan Novak que alude a las actrices Joan Collins y Kim Novak, que se dice fueron amantes de Porfirio Rubirosa y Ramfis Trujillo, o el de René Sierra, simbiosis de René Fortunato y Jimmy Sierra. ¿Te diriges fundamentalmente a ese público muy conocedor del cine? ¿No te interesa el resto del público?
AR.- Una de las razones por las cuales Palmeras al viento tiene un tono de comedia es precisamente para hacer que el público que no sabe de esas referencias cinéfilas (y eso de René Sierra, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia), que ese público se divierta, aunque pierda una segunda o tercera lectura de la obra. Así puede funcionar a un nivel. Hemos exagerado, incluso, los toques de comedia en el montaje para hacer eso, que el público se ría de lo que está pasando, y muchas cosas las va a perder, pero eso no quiere decir que no se vaya a divertir.
JH.- Desde fines de los años sesenta, te has destacado como cuentista, habiendo ganado numerosos premios y menciones en varios concursos de Casa de Teatro y otras entidades, incluso a nivel internacional. Has publicado tres volúmenes de cuentos (La búsqueda de los desencuentros, Subir como una marea y Espectador de la nada) y una extraña novela experimental (Mutanville) que incluía breves textos de otros escritores invitados (Virgilio Díaz
Grullón, Manuel Rueda, Pedro Peix, Andrés L. Mateo, Alexis Gómez, Armando Almánzar, etc.) e ilustraciones de Fernando Peña Defilló, Jorge Severino, Cándido Bidó, Elsa Núñez, Angel Haché y otros artistas. Entiendo que tienes inéditos otros dos volúmenes de cuentos (Para que lo escriba otro y Forzando las puertas del paraíso) y otras dos novelas (La soledad de los otros y Las cenizas de la esperanza), ambas desde hace más de veinte años. Sin embargo, hace ocho años no publicas ningún libro, pero has montado cinco obras de teatro (incluyendo la que ahora estrenas: Palmeras al viento) y tienes varias otras escritas o en proyecto. Parece que has dejado el cuento y la novela por el teatro, aunque tus obras (al menos algunas) las basas en tus propios cuentos. ¿Qué ha pasado?
AR.- Hay una pequeña incorrección. Sí he publicado, o han publicado algo escrito por mí en los últimos años, que es el ensayo sobre cine hecho para la exposición de Angel Haché, que se llama Homenaje al cine. Pero lo que ha sucedido es lo siguiente: Para que lo escriba otro ganó un premio en la Biblioteca Nacional, primera vez que se hizo ese concurso, primera y última vez, y la Biblioteca Nacional tenía los derechos y la obligación de publicar ese volumen, cosa que nunca hizo.
JH.- ¿Y en qué año fue eso? ¿En qué gobierno?
AR.- Imagínate, eso fue en el último año del gobierno de Jorge Blanco, hace mucho tiempo ya. El asunto es que publicar ese libro me daba mucho trabajo y me ha frustrado un tanto, porque
considero que es lo mejor que he escrito; es el libro que a mí, particularmente, más me gusta.
JH.- ¿Y todavía permanece inédito?
AR.- Permanece inédito. Solamente se publicaron unos breves relatos una vez, en Isla Abierta, pero muy pocos. Y de Forzando las puertas del paraíso, inclusive el cuento principal lo transformé en una obra de teatro, también inédita, que se llama Un instante junto a los umbrales, que tiene un segundo título que es Las mujeres de enfrente. Pero, realmente permanecen inéditos por el alto costo de la publicación y la dificultad de la venta, eso limita a cualquier escritor, porque este país es de los pocos donde uno tiene que ir a mendigar anuncios, a buscar quien le publique, y después a no vender. O no a no vender, no, porque realmente los libros se venden si tienen un precio bajo, pero si uno pone el precio bajo, entonces uno está perdiendo doblemente.
JH.- ¿Crees que llegas a más público haciendo teatro? O sea, ¿el teatro tiene más público, más espectadores que lectores los libros?
AR.- Por lo menos, tiene más público de inmediato. Yo, si al montar Cordón umbilical hubiera sido un fracaso de público, probablemente hubiera seguido escribiendo cuentos, hubiera dejado
el teatro. Pero al ir mucha gente a Cordón umbilical (dentro de lo que cabe considerar «mucha gente» como público de teatro en el país), y al tener éxito todas las obras que he montado en cuanto al número de espectadores, pues he decidido seguir con el teatro. También porque aquí hay muy pocos autores teatrales, creo que el país necesita más de teatristas que de cuentistas. Ahora mismo acabo de ser jurado del concurso de cuento de Casa de Teatro, eran más de cien cuentistas participando, y realmente había mucho talento ahí para escribir cuentos, sin embargo, cuando hay concursos de teatro, los participantes son muy pocos. Además, creo que el teatro es el género más difícil de escribir que existe, más difícil que una novela, un cuento o un ensayo.
JH.- ¿Cómo valoras la actual narrativa dominicana, tanto en cuento como en novela?
AR.- En las palabras que escribí para el acto de entrega de premios del concurso de cuento de Casa de Teatro, decía que en este país hay tres tipos de escritores: aquellos que escriben bien y que no tienen historias que contar, aquellos que tienen historias que contar pero que no saben escribir y aquellos que tienen historias que contar y saben escribir, que son los menos. El problema es que hay muchos escritores que escriben muy bien, pero se les ha acabado la imaginación. Eso parece casi un absurdo, en un país donde uno sale a la calle y se encuentra con un millón de historias, o lee la prensa o ve la televisión y hay millones de historias que contar. Pero estos escritores empiezan a elucubrar sobre cosas, a buscarse técnicas raras, y no llegan a nada, y hay otros que tienen un millón de vivencias, cuentan historias fabulosas, en este último concurso de cuento, por ejemplo, hay un relato que es una cosa formidable, y este relato no tiene ni una mención, no la tiene porque está muy mal escrito, y son muy pocos los escritores que pueden unir las dos cosas.
JH.- ¿Y qué opinas del actual teatro dominicano? ¿Te parece que ha tenido un auge en los últimos años?
AR.- Aquí, en Santo Domingo, vamos siempre al revés. Mientras en el resto del mundo el teatro está en plena decadencia por los altos costos de producción, porque la gente se queda en su casa viendo videos, por lo que sea, aquí el teatro ha tenido cierto auge, no hay duda. Antes nada más había presentaciones en Bellas Artes y duraban dos días, o en el Teatro Nacional sólo duraban un fin de semana. Ahora va mucho más público al teatro y hay mejores autores también que antes. Por lo menos hay una nueva generación que escribe muy bien, como es el caso de Reynaldo Disla, que es un autor a tener en cuenta, y Giovanni Cruz, que tiene obras como Amanda y El Sucesor, que son obras importantes para nuestro teatro de las últimas décadas. Acabo de ver una obra de Elizabeth Ovalle, que es una joven autora que ha escrito una obra muy auténtica, no es una gran obra, pero tiene una autenticidad que la coloca por encima de sus méritos literarios.
JH.- Además de cuentista, novelista, dramaturgo, crítico de cine, distribuidor de películas, gerente de cines y clubes de video, comentarista de radio y televisión, publicista, abogado y quinientos oficios más que has desempeñado en tu vida, ejerces otro oficio muy peculiar: jurado. Has sido jurado en certámenes literarios, en festivales internacionales de cine, en la Bienal Nacional de Artes Visuales y hasta en concursos de belleza y las Olimpíadas de Rock de Kin Sánchez. Sólo te falta ser jurado en el Festival Gastronómico y en el Concurso Nacional de Cocteles que organizan Asonahores y la Secretaría de Turismo, cosa que te encantaría, ¿verdad? ¿Cómo ves todo el rollo de los concursos, eventos competitivos y los premios en arte y literatura, con los que muchos no están de acuerdo y se niegan a participar, pero otros muchos sí?
AR.- Si no hubiera concursos, en países como el nuestro, nunca tendríamos escritores, porque la mayoría de los escritores salen, en estos países, de los concursos. Como no hay posibilidades económicas para muchos de publicar por su cuenta, tienen que valerse de los concursos para que sus obras de teatro, sus cuentos, sus poesías, salgan a la luz pública. Es la única forma, también, de lograr cierta notoriedad que permita seguir. Es un trampolín, no sólo necesario sino imprescindible en estos países. Yo no veo nada malo. El que no concursa es porque tiene miedo. No siempre hay que concursar para ganar, uno quiere ganar, pero si no ganan, hay escritores que se ofenden y no vuelven. En Casa de Teatro pasa lo siguiente: algunos escritores se quedan en bares y colmados cercanos por ahí y mandan a una serie de delegados, y cuando están leyendo los nombres de los premiados, van y los buscan, les dicen «¡ven, que ganaste!», y ahí vienen a recibir su premio, eso es una barbaridad, pero eso sucede. Uno tiene que saber también que los jurados no son infalibles, que cuando uno participa y está un jurado, a lo mejor gana, y si el jurado hubiera sido diferente, a lo mejor el resultado hubiera sido otro, pero es una lotería en la que obligatoriamente hay que jugar y participar.
JH.- ¿Ese mismo criterio lo extiendes a las artes visuales, digamos a la Bienal Nacional de Artes Visuales?
AR.- Sí. Muchas veces, los premios que se dan son totalmente injustos, pero tal vez en la próxima Bienal el jurado dé unos premios más justos y alguna vez salen, porque yo he participado en muchísimos concursos en mi vida y no siempre he ganado. Ya no participo en ciertos concursos, por ejemplo, el de cuento de Casa de Teatro, ya es un concurso al que yo no mando, no mando tampoco al Premio Nacional, al de la Secretaría de Educación, porque creo que ése siempre ha sido injusto, aunque yo haya ganado una vez. Pero los concursos siempre tienen que existir en este país, no hay otra salida para el escritor, ni siquiera para la muchacha que quiere sobresalir como modelo, ni para el bartender.
JH.- Lo que has dicho sobre los jurados es muy cierto y ahora recuerdo tres ejemplos. Martín López no pudo participar en la Bienal Nacional de Artes Visuales de este año porque el jurado de selección rechazó o no aceptó las obras que presentó en las categorías de video y fotografía, algo increíble, tratándose de un artista premiado en anteriores bienales (cuando las bienales eran bienales, como dice Faustino Pérez) y de mucho prestigio fuera de aquí, y que suele ser invitado a importantes eventos internacionales, como recientemente, en el Ludwig Forum, en Alemania, y en la selecta exposición «Arte Contemporáneo Dominicano» en America’s Society Gallery, en Nueva York. A otro fotógrafo dominicano, Jesús Rodríguez, no le colgaron tampoco ninguno de los trabajos que envió al concurso de fotografía de la Casa Fotográfica de Wifredo García, pero luego los remitió al concurso internacional de la revista Geomundo, compitiendo con 629 fotógrafos de muchísimos países y con más de seis mil fotografías, y ganó el segundo premio, valorado en seis mil dólares, equivalente a casi ochenta mil pesos, mucho más dinero que el de varios premios criollos juntos. Reynaldo Disla ni siquiera recibió mención por la obra que envió al concurso de teatro de Casa de Teatro, hace algunos años; luego la mandó a Cuba, al concurso de Casa de las Américas, compitiendo con decenas de obras de importantes autores de casi todos los países iberoamericanos y ganó el primer premio, único dominicano que ha ganado el primer premio de teatro en el concurso de Casa de las Américas. Pero no sigamos nadando en lo hondo y retornemos a la orilla. Pasando a otro tema, háblame de tu club de video, Supreme Quality. ¿Qué ofrece diferente a los demás?
AR .- Aquí hay una serie de videos que se están especializando en arte. Hay videos muy buenos como Cometa o como Molina, que han traído muchas películas artísticas, pero faltaba, a mi entender, un video que se ocupara del cine clásico. Por razones particulares, estos videos no se ocupaban, o no se ocupaban mayormente, del cine clásico. Yo he querido llenar ese vacío, y poco a poco he ido formando una videoteca de cine clásico, al menos norteamericano, de gran valía. Lo que sucede es que la mayoría de esas películas viene sin subtítulos, y entonces limita también la acogida del público. Ahora, gracias al llamado «close captioned», que tiene subtítulos en el mismo inglés, se consigue un público más extenso. De todas maneras, vamos a seguir por esa línea, mezcla de video artístico y video clásico, sin abandonar ni los clavos, porque obligatoriamente un video tiene que tener clavos, ni las películas infantiles, ni las películas de todo género, porque si una persona va a buscar una película artística o clásica al video, lleva a sus hijos, lleva a su esposa o esposo, lleva a su familia, que quiere ver otro tipo de cine, y hay que complacerlos a todos, y si no, pues, uno perdería. El cine de arte nunca es negocio, ni el video tampoco.
JH.- ¿Qué próximos ciclos de cine has programado para el Lumiere, en combinación con algunas embajadas?
AR.- Los próximos serán un ciclo de cine canadiense y un ciclo de cine español, ambos en noviembre, que incluyen una serie de títulos muy buenos. Son las dos últimas embajadas que se han acercado a nosotros y creo que van a ser los dos festivales más importantes de este año.
JH.- ¿Qué proyectos inmediatos tienes como escritor, tanto respecto a tu propia creación literaria como a las actividades de la Casa del Escritor, de la que eres fundador y directivo?
AR.- Proyectos propios está, muy probablemente (tengo una oferta, todavía es un plan), la traducción al inglés de Cordón Umbilical, lo cual para mí sería formidable y una forma de entrar a un mercado importante y tal vez salir del aprieto de hacer teatro aquí; y por otro lado, en cuanto a los planes de la Casa del Escritor, estábamos esperando a que se solucionara todo el problema político, que se calmaran las cosas, y pudiéramos volver a empezar. Hay en proyecto una exposición de pintura para recaudar fondos, el acto de entrega de premios a los mejores libros del año pasado, y hemos tenido encuentros literarios, por ejemplo, hace poco, con Ana Lydia Vega y Miguel Barnet, que han sido todo un éxito, y vamos a seguir por esa línea. Lo que pasa es que tampoco la Casa del Escritor tiene con qué sostenerse, hay que ir buscando la manera de seguir en un local realmente formidable, pero donde nosotros mismos, como directiva, tenemos que estar pagando una mensualidad para poder sostenerla.
JH.- ¿Dónde se encuentra y quienes integran su directiva?
AR.- Está ubicada en la calle Mercedes, frente a la Iglesia de las Mercedes, en la casa de Don Emilio Rodríguez Demorizi, cuya hija, Clara, nos la ha cedido, una parte de la casa, porque esa casa es inmensa y tampoco uno puede cargar con la responsabilidad de esa fabulosa biblioteca que tenía el señor Rodríguez Demorizi y que debería ser declarada Patrimonio Nacional y ver cómo se revaloriza todo lo que hay allí. Tenemos una directiva presidida por Pedro Vergés y de la cual forman parte escritores como Diógenes Céspedes, Jeannette Miller, Soledad Álvarez, José Mármol, José Enrique García y otros. Hasta ahora, hemos dirigido todas las actividades, pero puede integrarse cualquier escritor, cualquier persona que se interese por la literatura, para celebrar allí cualquier tipo de acto cultural. Se han puesto a circular libros, como el de Armando Almánzar, Cuentos en cortometraje y también se pueden dar charlas, es para cualquier cosa que tenga relación con la literatura.
Nota: Esta entrevista fue hecha a fines de agosto y debió publicarse a principios de octubre, mes en que ocurrieron algunos eventos mencionados en la misma, tales como la exposición de pintura y la entrega de premios de la Casa del Escritor y el estreno de Palmeras al viento, en la Sala Ravelo del Teatro Nacional.
Por Jimmy Hungría.
Si acudimos a la Sala Ravelo, a la obra Palmeras al viento, o cualquier noche vemos una película en el cine Lumiere, o compramos un libro o revista o alquilamos un video o disco compacto en Supreme Quality Video, o leemos una crítica de cine en El Siglo o algún cuento en esta edición de Vetas, tendremos alguna vinculación artística, intelectual o comercial con Arturo Rodríguez Fernández, quien concedió la siguiente entrevista, exclusiva para Vetas.
JH.- Cordón umbilical, Refugio para cobardes, Hoy no toca la pianista gorda y Parecido a Sebastián, tus cuatro obras teatrales estrenadas hasta la fecha, son dramas intensos y fuertes. Ahora nos sorprendes con una comedia, Palmeras al viento, a presentarse del 7 al 30 de octubre en la Sala Ravelo, dentro de la temporada anual del Teatro Nacional. ¿Significa un giro en tu producción teatral? ¿Qué hay de común entre ésta y aquéllas? Háblanos sobre esta obra, de qué trata, quién la dirige y cuál es su reparto.
AR.- Aunque el tono sea de comedia, Palmeras al viento no rompe con las obras anteriores, sino que, más bien, reafirma la misma idea de siempre: la ausencia de algo, el elemento que no se realiza, el individuo que carece de algo, ese festival de cine que no se va a dar, es la pianista que no va a llegar, o es el Sebastián que ya está muerto, o es la madre que también será la gran ausencia en Cordón umbilical o la Rita de Refugio para cobardes. En Parecido a Sebastián ya se podía notar que cada cuadro que pasaba adquiriendo un tono diferente, y aunque acababa en drama, en una versión impuesta por las limitaciones de la Sala Ravelo, en realidad, en Parecido a Sebastián había cuadros en los que ya se podía notar el tono de comedia. Así que he querido dar un giro a tanto drama y hacer una obra en la que, por lo menos, no muere nadie. Yo creo que Palmeras al viento es la única obra mía en que no se muere nadie. La dirige Germana Quintana y el reparto está compuesto por Giovanni Cruz, Juan Carlos Pichardo, Liliana Díaz, Iván García, Niurka Mota, Lidia Ariza, Aidita Selman, Luis Dante Castillo, Osvaldo Añez y Ramsés Cairo. Es el reparto más extenso de todos los que he montado hasta ahora. Desde luego, queda la obra Todos menos Elizabeth, que tiene un reparto mucho más largo, y ahora Joaquín Sabina ha grabado una canción que se llama Todos menos tú, que es lo mismo. Suerte que mi obra está publicada de antes, pero ya cuando se vaya a montar no va a parecer tan original como pretendía.
JH.- Tengo entendido que Todos menos Elizabeth ibas a montarla este año, pero la has pospuesto. ¿La montarás el próximo año?
AR.- El problema de Todos menos Elizabeth es que, si el presupuesto para montar Palmeras al viento se dispara al extremo de que aunque fuese un éxito y un lleno diario, jamás pudiera cubrir los gastos, montar Todos menos Elizabeth sabemos de antemano que va a ser una catástrofe. Aquí no hay subvención para el teatro, es muy difícil. Palmeras al viento hubiera necesitado una sala intermedia, no es la obra para la Sala Ravelo pero tampoco para la Sala Principal del Teatro Nacional. La escenografía va a sacrificar una serie de cosas, aunque se van a tomar las primeras filas de la Sala Ravelo, pero aún así, no se puede lograr lo que el texto pretende.
JH.- ¿Y quizás en una sala como la de Bellas Artes o la de Nuevo Teatro?
AR.- Hubiera sido mucho mejor, aunque a mí no me gusta para nada Bellas Artes, porque con las remodelaciones que le han hecho, se ha perdido por completo la acústica.
JH.- Y si llueve, hay goteras.
AR.- Y si llueve, hay goteras, y si hay un apagón, no hay luz.
JH.- Pienso que sólo los espectadores que sean muy cinéfilos comprenderán a cabalidad las referencias al cine que hay en muchas situaciones y personajes de Palmeras al viento, por ejemplo, la Joan Novak que alude a las actrices Joan Collins y Kim Novak, que se dice fueron amantes de Porfirio Rubirosa y Ramfis Trujillo, o el de René Sierra, simbiosis de René Fortunato y Jimmy Sierra. ¿Te diriges fundamentalmente a ese público muy conocedor del cine? ¿No te interesa el resto del público?
AR.- Una de las razones por las cuales Palmeras al viento tiene un tono de comedia es precisamente para hacer que el público que no sabe de esas referencias cinéfilas (y eso de René Sierra, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia), que ese público se divierta, aunque pierda una segunda o tercera lectura de la obra. Así puede funcionar a un nivel. Hemos exagerado, incluso, los toques de comedia en el montaje para hacer eso, que el público se ría de lo que está pasando, y muchas cosas las va a perder, pero eso no quiere decir que no se vaya a divertir.
JH.- Desde fines de los años sesenta, te has destacado como cuentista, habiendo ganado numerosos premios y menciones en varios concursos de Casa de Teatro y otras entidades, incluso a nivel internacional. Has publicado tres volúmenes de cuentos (La búsqueda de los desencuentros, Subir como una marea y Espectador de la nada) y una extraña novela experimental (Mutanville) que incluía breves textos de otros escritores invitados (Virgilio Díaz
Grullón, Manuel Rueda, Pedro Peix, Andrés L. Mateo, Alexis Gómez, Armando Almánzar, etc.) e ilustraciones de Fernando Peña Defilló, Jorge Severino, Cándido Bidó, Elsa Núñez, Angel Haché y otros artistas. Entiendo que tienes inéditos otros dos volúmenes de cuentos (Para que lo escriba otro y Forzando las puertas del paraíso) y otras dos novelas (La soledad de los otros y Las cenizas de la esperanza), ambas desde hace más de veinte años. Sin embargo, hace ocho años no publicas ningún libro, pero has montado cinco obras de teatro (incluyendo la que ahora estrenas: Palmeras al viento) y tienes varias otras escritas o en proyecto. Parece que has dejado el cuento y la novela por el teatro, aunque tus obras (al menos algunas) las basas en tus propios cuentos. ¿Qué ha pasado?
AR.- Hay una pequeña incorrección. Sí he publicado, o han publicado algo escrito por mí en los últimos años, que es el ensayo sobre cine hecho para la exposición de Angel Haché, que se llama Homenaje al cine. Pero lo que ha sucedido es lo siguiente: Para que lo escriba otro ganó un premio en la Biblioteca Nacional, primera vez que se hizo ese concurso, primera y última vez, y la Biblioteca Nacional tenía los derechos y la obligación de publicar ese volumen, cosa que nunca hizo.
JH.- ¿Y en qué año fue eso? ¿En qué gobierno?
AR.- Imagínate, eso fue en el último año del gobierno de Jorge Blanco, hace mucho tiempo ya. El asunto es que publicar ese libro me daba mucho trabajo y me ha frustrado un tanto, porque
considero que es lo mejor que he escrito; es el libro que a mí, particularmente, más me gusta.
JH.- ¿Y todavía permanece inédito?
AR.- Permanece inédito. Solamente se publicaron unos breves relatos una vez, en Isla Abierta, pero muy pocos. Y de Forzando las puertas del paraíso, inclusive el cuento principal lo transformé en una obra de teatro, también inédita, que se llama Un instante junto a los umbrales, que tiene un segundo título que es Las mujeres de enfrente. Pero, realmente permanecen inéditos por el alto costo de la publicación y la dificultad de la venta, eso limita a cualquier escritor, porque este país es de los pocos donde uno tiene que ir a mendigar anuncios, a buscar quien le publique, y después a no vender. O no a no vender, no, porque realmente los libros se venden si tienen un precio bajo, pero si uno pone el precio bajo, entonces uno está perdiendo doblemente.
JH.- ¿Crees que llegas a más público haciendo teatro? O sea, ¿el teatro tiene más público, más espectadores que lectores los libros?
AR.- Por lo menos, tiene más público de inmediato. Yo, si al montar Cordón umbilical hubiera sido un fracaso de público, probablemente hubiera seguido escribiendo cuentos, hubiera dejado
el teatro. Pero al ir mucha gente a Cordón umbilical (dentro de lo que cabe considerar «mucha gente» como público de teatro en el país), y al tener éxito todas las obras que he montado en cuanto al número de espectadores, pues he decidido seguir con el teatro. También porque aquí hay muy pocos autores teatrales, creo que el país necesita más de teatristas que de cuentistas. Ahora mismo acabo de ser jurado del concurso de cuento de Casa de Teatro, eran más de cien cuentistas participando, y realmente había mucho talento ahí para escribir cuentos, sin embargo, cuando hay concursos de teatro, los participantes son muy pocos. Además, creo que el teatro es el género más difícil de escribir que existe, más difícil que una novela, un cuento o un ensayo.
JH.- ¿Cómo valoras la actual narrativa dominicana, tanto en cuento como en novela?
AR.- En las palabras que escribí para el acto de entrega de premios del concurso de cuento de Casa de Teatro, decía que en este país hay tres tipos de escritores: aquellos que escriben bien y que no tienen historias que contar, aquellos que tienen historias que contar pero que no saben escribir y aquellos que tienen historias que contar y saben escribir, que son los menos. El problema es que hay muchos escritores que escriben muy bien, pero se les ha acabado la imaginación. Eso parece casi un absurdo, en un país donde uno sale a la calle y se encuentra con un millón de historias, o lee la prensa o ve la televisión y hay millones de historias que contar. Pero estos escritores empiezan a elucubrar sobre cosas, a buscarse técnicas raras, y no llegan a nada, y hay otros que tienen un millón de vivencias, cuentan historias fabulosas, en este último concurso de cuento, por ejemplo, hay un relato que es una cosa formidable, y este relato no tiene ni una mención, no la tiene porque está muy mal escrito, y son muy pocos los escritores que pueden unir las dos cosas.
JH.- ¿Y qué opinas del actual teatro dominicano? ¿Te parece que ha tenido un auge en los últimos años?
AR.- Aquí, en Santo Domingo, vamos siempre al revés. Mientras en el resto del mundo el teatro está en plena decadencia por los altos costos de producción, porque la gente se queda en su casa viendo videos, por lo que sea, aquí el teatro ha tenido cierto auge, no hay duda. Antes nada más había presentaciones en Bellas Artes y duraban dos días, o en el Teatro Nacional sólo duraban un fin de semana. Ahora va mucho más público al teatro y hay mejores autores también que antes. Por lo menos hay una nueva generación que escribe muy bien, como es el caso de Reynaldo Disla, que es un autor a tener en cuenta, y Giovanni Cruz, que tiene obras como Amanda y El Sucesor, que son obras importantes para nuestro teatro de las últimas décadas. Acabo de ver una obra de Elizabeth Ovalle, que es una joven autora que ha escrito una obra muy auténtica, no es una gran obra, pero tiene una autenticidad que la coloca por encima de sus méritos literarios.
JH.- Además de cuentista, novelista, dramaturgo, crítico de cine, distribuidor de películas, gerente de cines y clubes de video, comentarista de radio y televisión, publicista, abogado y quinientos oficios más que has desempeñado en tu vida, ejerces otro oficio muy peculiar: jurado. Has sido jurado en certámenes literarios, en festivales internacionales de cine, en la Bienal Nacional de Artes Visuales y hasta en concursos de belleza y las Olimpíadas de Rock de Kin Sánchez. Sólo te falta ser jurado en el Festival Gastronómico y en el Concurso Nacional de Cocteles que organizan Asonahores y la Secretaría de Turismo, cosa que te encantaría, ¿verdad? ¿Cómo ves todo el rollo de los concursos, eventos competitivos y los premios en arte y literatura, con los que muchos no están de acuerdo y se niegan a participar, pero otros muchos sí?
AR.- Si no hubiera concursos, en países como el nuestro, nunca tendríamos escritores, porque la mayoría de los escritores salen, en estos países, de los concursos. Como no hay posibilidades económicas para muchos de publicar por su cuenta, tienen que valerse de los concursos para que sus obras de teatro, sus cuentos, sus poesías, salgan a la luz pública. Es la única forma, también, de lograr cierta notoriedad que permita seguir. Es un trampolín, no sólo necesario sino imprescindible en estos países. Yo no veo nada malo. El que no concursa es porque tiene miedo. No siempre hay que concursar para ganar, uno quiere ganar, pero si no ganan, hay escritores que se ofenden y no vuelven. En Casa de Teatro pasa lo siguiente: algunos escritores se quedan en bares y colmados cercanos por ahí y mandan a una serie de delegados, y cuando están leyendo los nombres de los premiados, van y los buscan, les dicen «¡ven, que ganaste!», y ahí vienen a recibir su premio, eso es una barbaridad, pero eso sucede. Uno tiene que saber también que los jurados no son infalibles, que cuando uno participa y está un jurado, a lo mejor gana, y si el jurado hubiera sido diferente, a lo mejor el resultado hubiera sido otro, pero es una lotería en la que obligatoriamente hay que jugar y participar.
JH.- ¿Ese mismo criterio lo extiendes a las artes visuales, digamos a la Bienal Nacional de Artes Visuales?
AR.- Sí. Muchas veces, los premios que se dan son totalmente injustos, pero tal vez en la próxima Bienal el jurado dé unos premios más justos y alguna vez salen, porque yo he participado en muchísimos concursos en mi vida y no siempre he ganado. Ya no participo en ciertos concursos, por ejemplo, el de cuento de Casa de Teatro, ya es un concurso al que yo no mando, no mando tampoco al Premio Nacional, al de la Secretaría de Educación, porque creo que ése siempre ha sido injusto, aunque yo haya ganado una vez. Pero los concursos siempre tienen que existir en este país, no hay otra salida para el escritor, ni siquiera para la muchacha que quiere sobresalir como modelo, ni para el bartender.
JH.- Lo que has dicho sobre los jurados es muy cierto y ahora recuerdo tres ejemplos. Martín López no pudo participar en la Bienal Nacional de Artes Visuales de este año porque el jurado de selección rechazó o no aceptó las obras que presentó en las categorías de video y fotografía, algo increíble, tratándose de un artista premiado en anteriores bienales (cuando las bienales eran bienales, como dice Faustino Pérez) y de mucho prestigio fuera de aquí, y que suele ser invitado a importantes eventos internacionales, como recientemente, en el Ludwig Forum, en Alemania, y en la selecta exposición «Arte Contemporáneo Dominicano» en America’s Society Gallery, en Nueva York. A otro fotógrafo dominicano, Jesús Rodríguez, no le colgaron tampoco ninguno de los trabajos que envió al concurso de fotografía de la Casa Fotográfica de Wifredo García, pero luego los remitió al concurso internacional de la revista Geomundo, compitiendo con 629 fotógrafos de muchísimos países y con más de seis mil fotografías, y ganó el segundo premio, valorado en seis mil dólares, equivalente a casi ochenta mil pesos, mucho más dinero que el de varios premios criollos juntos. Reynaldo Disla ni siquiera recibió mención por la obra que envió al concurso de teatro de Casa de Teatro, hace algunos años; luego la mandó a Cuba, al concurso de Casa de las Américas, compitiendo con decenas de obras de importantes autores de casi todos los países iberoamericanos y ganó el primer premio, único dominicano que ha ganado el primer premio de teatro en el concurso de Casa de las Américas. Pero no sigamos nadando en lo hondo y retornemos a la orilla. Pasando a otro tema, háblame de tu club de video, Supreme Quality. ¿Qué ofrece diferente a los demás?
AR .- Aquí hay una serie de videos que se están especializando en arte. Hay videos muy buenos como Cometa o como Molina, que han traído muchas películas artísticas, pero faltaba, a mi entender, un video que se ocupara del cine clásico. Por razones particulares, estos videos no se ocupaban, o no se ocupaban mayormente, del cine clásico. Yo he querido llenar ese vacío, y poco a poco he ido formando una videoteca de cine clásico, al menos norteamericano, de gran valía. Lo que sucede es que la mayoría de esas películas viene sin subtítulos, y entonces limita también la acogida del público. Ahora, gracias al llamado «close captioned», que tiene subtítulos en el mismo inglés, se consigue un público más extenso. De todas maneras, vamos a seguir por esa línea, mezcla de video artístico y video clásico, sin abandonar ni los clavos, porque obligatoriamente un video tiene que tener clavos, ni las películas infantiles, ni las películas de todo género, porque si una persona va a buscar una película artística o clásica al video, lleva a sus hijos, lleva a su esposa o esposo, lleva a su familia, que quiere ver otro tipo de cine, y hay que complacerlos a todos, y si no, pues, uno perdería. El cine de arte nunca es negocio, ni el video tampoco.
JH.- ¿Qué próximos ciclos de cine has programado para el Lumiere, en combinación con algunas embajadas?
AR.- Los próximos serán un ciclo de cine canadiense y un ciclo de cine español, ambos en noviembre, que incluyen una serie de títulos muy buenos. Son las dos últimas embajadas que se han acercado a nosotros y creo que van a ser los dos festivales más importantes de este año.
JH.- ¿Qué proyectos inmediatos tienes como escritor, tanto respecto a tu propia creación literaria como a las actividades de la Casa del Escritor, de la que eres fundador y directivo?
AR.- Proyectos propios está, muy probablemente (tengo una oferta, todavía es un plan), la traducción al inglés de Cordón Umbilical, lo cual para mí sería formidable y una forma de entrar a un mercado importante y tal vez salir del aprieto de hacer teatro aquí; y por otro lado, en cuanto a los planes de la Casa del Escritor, estábamos esperando a que se solucionara todo el problema político, que se calmaran las cosas, y pudiéramos volver a empezar. Hay en proyecto una exposición de pintura para recaudar fondos, el acto de entrega de premios a los mejores libros del año pasado, y hemos tenido encuentros literarios, por ejemplo, hace poco, con Ana Lydia Vega y Miguel Barnet, que han sido todo un éxito, y vamos a seguir por esa línea. Lo que pasa es que tampoco la Casa del Escritor tiene con qué sostenerse, hay que ir buscando la manera de seguir en un local realmente formidable, pero donde nosotros mismos, como directiva, tenemos que estar pagando una mensualidad para poder sostenerla.
JH.- ¿Dónde se encuentra y quienes integran su directiva?
AR.- Está ubicada en la calle Mercedes, frente a la Iglesia de las Mercedes, en la casa de Don Emilio Rodríguez Demorizi, cuya hija, Clara, nos la ha cedido, una parte de la casa, porque esa casa es inmensa y tampoco uno puede cargar con la responsabilidad de esa fabulosa biblioteca que tenía el señor Rodríguez Demorizi y que debería ser declarada Patrimonio Nacional y ver cómo se revaloriza todo lo que hay allí. Tenemos una directiva presidida por Pedro Vergés y de la cual forman parte escritores como Diógenes Céspedes, Jeannette Miller, Soledad Álvarez, José Mármol, José Enrique García y otros. Hasta ahora, hemos dirigido todas las actividades, pero puede integrarse cualquier escritor, cualquier persona que se interese por la literatura, para celebrar allí cualquier tipo de acto cultural. Se han puesto a circular libros, como el de Armando Almánzar, Cuentos en cortometraje y también se pueden dar charlas, es para cualquier cosa que tenga relación con la literatura.
Nota: Esta entrevista fue hecha a fines de agosto y debió publicarse a principios de octubre, mes en que ocurrieron algunos eventos mencionados en la misma, tales como la exposición de pintura y la entrega de premios de la Casa del Escritor y el estreno de Palmeras al viento, en la Sala Ravelo del Teatro Nacional.
La Muerte de Arturo
A Arturo le conocí en Supreme Quality Video, un centro de alquiler de película que él tenía en Plaza Naco. Corría el año de 1993 y tenía poco días de haber llegado a Santo Domingo. Venía de la Piragua, Gaspar Hernández, bien verdecito. Con él aprendí a apreciar el Gran Cine. Recuerdo un día que me entregó "Las cartas de Alou" de Montxo Armendáriz, una excelente película europea. Luego le seguí a través de "Linterna mágica" que escribia en HOY y donde enseñaba a separar la paja del trigo en materia de cine. En fin, se nos va un hombre excepcional, amante del cine y un referente obligatorio a la hora de hablar de narrativa, cine, teatro y muchas otras cosas de las que sabía.
Adios Arturo, adios amigo...
VALENTIN AMARO
Demasiadas tristezas en poco tiempo. Aun no puedo pensar en mi madre, y unos dias despues fue Blas, y luego Luis. Alguno/a conoce algun remedio?
Chiqui Vicioso
Cuando Martha Sepúlveda desapareció de la vista de todos y nos dejó sin Martha Sepúlveda, me hice miles de interrogantes. Era lógico. Aunque ya no soy joven, tampoco soy tan viejo como para que mi generación se empiece a morir de causas más o menos naturales. ¿Qué pasará con los buzones de Martha?, me pregunté. ¿A dónde irán a parar todas esas palabras, fotografías y razones que ella atesoraba en sus cuentas cibernéticas?
Antiguamente, la gente solía dejar un baúl, una caja o cuando menos una oxidada lata con todos sus secretos (Los puentes de Madison es una historia que se sostiene solo en esa probabilidad). Pero en la era digital esas cosas no son tangibles, se tornan inextricables con apenas una combinación de letras y números que jamás nadie podrá adivinar.
El muro de Facebook de Arturo Rodríguez está lleno de mensajes que todos menos él podrán leer. Como siempre odió los finales obvios, le tocó una muerte impredecible. Ayer, a las 10:28 a.m., entró por última vez al Facebook y le agregó nuevas fotos a su galería “Pasa la vida sin decir adiós”.
Con un mojito en la mano y mirando a ninguna parte (raro desliz para alguien que estudió por años el peso de las miradas) Arturo se despide. Sus señales invisibles se perdieron para siempre.
Arturo Rodríguez Fernández, no sabremos nunca todo lo que perdimos al perderte
Por Aquiles Julián
Mi primer trato personal con Arturo Rodríguez Fernández fue en 1983. Antes de eso le veía de lejos, sin mayor contacto. En 1982 gané el primer lugar en el concurso de cuentos de Casa de Teatro y al año siguiente fui jurado del mismo, junto a Armando Almánzar Rodríguez y a Pedro Vergés.
Los tres convenimos, más por decisión de Pedro Vergés y mía que por la de Armando, más compasivo y fraternal, en no declarar ganadores, dejar desiertos los tres primeros premios y otorgar diez menciones. Fue un enmendar la plana a los participantes para que cuidaran los textos que enviaban a concurso. Freddy Ginebra aceptó el fallo, aunque siempre nos recomendó seleccionar los tres mejores y premiarlos. Pero la intransigencia de Pedro Vergés y mía en no premiar cuentos que habían sido enviados sin el cuidado apropiado para competir en un concurso, se impuso.
Arturo Rodríguez Fernández fue uno de los que participó en ese concurso. Y lo recuerdo porque fue tal vez si no el único, uno de los pocos que sin estar de acuerdo con nuestra decisión, la aceptó con humildad y con el cual conversé amablemente sobre la misma.
Hubo escritores que, antes del fallo, sabiendo que era jurado del mismo, se aproximaron a mí buscando camelarme. Y luego echaron chispas y dijeron barbaridades sobre mí y los demás jurados. El problema es que en el concurso se premian los textos, no las personas. Y si los cuentos no valen la pena o merecen ser premiados, aunque las personas sean excelentes, maravillosas, admirables, los textos no serán galardonados. Y créanme que, por su comportamiento, tampoco lo eran.
Así que algunos se enemistaron conmigo, dejaron de dirigirme la palabra. Otros enfriaron su actitud al máximo. Hubo quienes echaron pestes acerca de mí. Y quienes me desconocieron, al grado de que luego de más de diez primeros premios literarios, entre ellos dos de Casa de Teatro y el Premio de Literatura de la Universidad Central del Este, UCE, aquí se editan antologías literarias en las que aparece todo el mundo menos yo, lo que, por otro lado, no me quita el sueño. Total, el día que quiera hacer una antología en la que yo aparezca, la haré yo mismo y punto.
Saco el caso a colación porque algo similar sucede con Arturo Rodríguez Fernández. Brillante narrador, excelente dramaturgo, ¿dónde están las antologías que reconocen su obra y su talento?
A Arturo Rodríguez Fernández se le tenía envidia. Se le envidiaba su origen social: miembro de una familia de emigrantes españoles que prosperó e hizo fortuna en nuestro país, lo cual parece que algunos nativos lo viven como afrenta y no como ejemplo. Se le envidiaba su evidente talento: ganó premios nacionales e internacionales. Nadie se fijo en su infatigable capacidad de trabajo. En su pasión sin límites por el cine, que lo llevó desde la crítica de cine (era capaz de viajar al extranjero sólo a ver una película), a aventurarse financieramente instalando el Cine Lumiere, un cine de arte que muchos pudimos aprovechar, aunque no hubo el suficiente respaldo para hacer rentable la aventura; y que terminó por crear el Festival de Cine de Santo Domingo, que convirtió en base a trabajo arduo, relaciones personales (que las tenía de sobras en el mundo de cine), determinación y sacrificios en una institución respetable, al que concurrían cineastas y actores de renombre internacional a exhibir sus obras. Y fue un promotor entusiasta y dedicado de nuestro país como lugar ideal para rodar películas.
Su entrega a sus pasiones: el cine, la literatura, era total. Siempre embarcado en un proyecto, siempre con planes a realizar, siempre con tareas pendientes de ejecución.
Cada vez que le veía, en esos escasos pero prodigiosos momentos en que una premiación nos acercaba, él como jurado la más de las veces, y yo como el afortunado ganador, le insistía en que quería hacer un libro digital con sus cuentos. Siempre me prometía enviármelos, pero las ocupaciones no le dejaban tiempo. Me regaló uno de sus últimos libros, lleno de cuentos admirables. Hoy la infortunada noticia de que un infarto fulminante nos lo arrancó de la vida, deja mi modesto proyecto de un libro digital que celebrara su talento y promoviera sus cuentos, trunco. Me debes esa, Arturo.
Al leer la noticia en la prensa digital, que reviso varias veces al día, quedé pasmado. Mi estupefacción hizo que mi esposa me preguntara qué me sucedía. Quise decirle que se me había desgarrado el corazón, porque Arturo Rodríguez Fernández era un ser sorprendente: tras la constante chanza, tras el choteo y la salida jocosa, se escondía un ser bueno, agradable, inteligente, talentoso y de una capacidad de trabajo y dedicación excepcionales.
Mañana su deceso no será publicado a ocho columnas en la prensa, ni se bajarán las banderas a media asta, tampoco se declararán tres días de duelo. Así mueren los grandes de verdad. Nadie como él para merecer todos los homenajes. Honró al país con su vida, con su obra, con su dedicación. Nos engrandeció con su trabajo. Nos dedicó lo mejor de sus años. Nos enseñó. Nos guió. Nos aportó de múltiples maneras.
Empantanados en frivolidades y circos: el circo de la política, el circo de la farándula; agobiados por los salarios ridículos que nos hacen desvivir buscando como arañar el peso para poder ganarnos el derecho a sobrevivir un día más; aturdidos por el alcohol, atronados por la bulla de las estruendosas bocinas de los discolights de los candidatos; de las radios escandalosas; enredados en la madeja de chismes en que consumimos el tiempo, la muerte de Arturo Rodríguez Fernández pasará poco menos que desapercibida.
No sabremos lo que perdimos. Pero, créanme, perdimos más de lo que podríamos darnos cuenta. Ese infarto nos arrebató al promotor de cine incansable, al alma del Festival de Cine de Santo Domingo, al artífice de múltiples iniciativas vinculadas al séptimo arte, al narrador dedicado, al dramaturgo talentoso, al dominicano que dio lustre y brillo al gentilicio, que honró con su vida y dignificó con su trabajo a esta tierra que tanto merece y a la que tantos dañamos y degradamos.
No saber lo que se tiene hasta que se pierde es un dicho de añeja sabiduría. Hice alarde, hace algún tiempo, en una presentación que escribí para uno de los libros digitales que edito, de mi amistad con Arturo Rodríguez Fernández. Como lo hice de mi amistad con Efraím Castillo, Alexis Gómez, Enrique Eusebio, Manuel Núñez, José Enrique García, Manuel García Cartagena y otros escritores.
Era una forma de encubrir mi admiración, mi respeto, mi aprecio, mi envidia si se quiere a sus maneras amables, a sus dones, a su generosidad, a su bonhomía, a su capacidad de trabajo, a su entrega, a sus aportes portentosos a la patria.
Quiero dejar constancia de esa admiración, de ese respeto, de que no tenemos con qué pagar ni cómo reconocer todo lo que él hizo y dio y legó a este país. Con la grandeza con que los mejores dominicanos lo hicieron: sin esperar nada en recompensa, pero con la satisfacción del deber cumplido.
Como dije, no sabremos lo que perdimos. Pero desde ya sentimos la inmensa falta que nos hace su partida. Que Dios premie en Su Reino a un hombre que como Arturo hizo mejor al mundo con su sola presencia y nos dio ejemplo de que la determinación de una sola persona puede lograr grandes propósitos si se dispone.
Adios Arturo, adios amigo...
VALENTIN AMARO
Demasiadas tristezas en poco tiempo. Aun no puedo pensar en mi madre, y unos dias despues fue Blas, y luego Luis. Alguno/a conoce algun remedio?
Chiqui Vicioso
Cuando Martha Sepúlveda desapareció de la vista de todos y nos dejó sin Martha Sepúlveda, me hice miles de interrogantes. Era lógico. Aunque ya no soy joven, tampoco soy tan viejo como para que mi generación se empiece a morir de causas más o menos naturales. ¿Qué pasará con los buzones de Martha?, me pregunté. ¿A dónde irán a parar todas esas palabras, fotografías y razones que ella atesoraba en sus cuentas cibernéticas?
Antiguamente, la gente solía dejar un baúl, una caja o cuando menos una oxidada lata con todos sus secretos (Los puentes de Madison es una historia que se sostiene solo en esa probabilidad). Pero en la era digital esas cosas no son tangibles, se tornan inextricables con apenas una combinación de letras y números que jamás nadie podrá adivinar.
El muro de Facebook de Arturo Rodríguez está lleno de mensajes que todos menos él podrán leer. Como siempre odió los finales obvios, le tocó una muerte impredecible. Ayer, a las 10:28 a.m., entró por última vez al Facebook y le agregó nuevas fotos a su galería “Pasa la vida sin decir adiós”.
Con un mojito en la mano y mirando a ninguna parte (raro desliz para alguien que estudió por años el peso de las miradas) Arturo se despide. Sus señales invisibles se perdieron para siempre.
Arturo Rodríguez Fernández, no sabremos nunca todo lo que perdimos al perderte
Por Aquiles Julián
Mi primer trato personal con Arturo Rodríguez Fernández fue en 1983. Antes de eso le veía de lejos, sin mayor contacto. En 1982 gané el primer lugar en el concurso de cuentos de Casa de Teatro y al año siguiente fui jurado del mismo, junto a Armando Almánzar Rodríguez y a Pedro Vergés.
Los tres convenimos, más por decisión de Pedro Vergés y mía que por la de Armando, más compasivo y fraternal, en no declarar ganadores, dejar desiertos los tres primeros premios y otorgar diez menciones. Fue un enmendar la plana a los participantes para que cuidaran los textos que enviaban a concurso. Freddy Ginebra aceptó el fallo, aunque siempre nos recomendó seleccionar los tres mejores y premiarlos. Pero la intransigencia de Pedro Vergés y mía en no premiar cuentos que habían sido enviados sin el cuidado apropiado para competir en un concurso, se impuso.
Arturo Rodríguez Fernández fue uno de los que participó en ese concurso. Y lo recuerdo porque fue tal vez si no el único, uno de los pocos que sin estar de acuerdo con nuestra decisión, la aceptó con humildad y con el cual conversé amablemente sobre la misma.
Hubo escritores que, antes del fallo, sabiendo que era jurado del mismo, se aproximaron a mí buscando camelarme. Y luego echaron chispas y dijeron barbaridades sobre mí y los demás jurados. El problema es que en el concurso se premian los textos, no las personas. Y si los cuentos no valen la pena o merecen ser premiados, aunque las personas sean excelentes, maravillosas, admirables, los textos no serán galardonados. Y créanme que, por su comportamiento, tampoco lo eran.
Así que algunos se enemistaron conmigo, dejaron de dirigirme la palabra. Otros enfriaron su actitud al máximo. Hubo quienes echaron pestes acerca de mí. Y quienes me desconocieron, al grado de que luego de más de diez primeros premios literarios, entre ellos dos de Casa de Teatro y el Premio de Literatura de la Universidad Central del Este, UCE, aquí se editan antologías literarias en las que aparece todo el mundo menos yo, lo que, por otro lado, no me quita el sueño. Total, el día que quiera hacer una antología en la que yo aparezca, la haré yo mismo y punto.
Saco el caso a colación porque algo similar sucede con Arturo Rodríguez Fernández. Brillante narrador, excelente dramaturgo, ¿dónde están las antologías que reconocen su obra y su talento?
A Arturo Rodríguez Fernández se le tenía envidia. Se le envidiaba su origen social: miembro de una familia de emigrantes españoles que prosperó e hizo fortuna en nuestro país, lo cual parece que algunos nativos lo viven como afrenta y no como ejemplo. Se le envidiaba su evidente talento: ganó premios nacionales e internacionales. Nadie se fijo en su infatigable capacidad de trabajo. En su pasión sin límites por el cine, que lo llevó desde la crítica de cine (era capaz de viajar al extranjero sólo a ver una película), a aventurarse financieramente instalando el Cine Lumiere, un cine de arte que muchos pudimos aprovechar, aunque no hubo el suficiente respaldo para hacer rentable la aventura; y que terminó por crear el Festival de Cine de Santo Domingo, que convirtió en base a trabajo arduo, relaciones personales (que las tenía de sobras en el mundo de cine), determinación y sacrificios en una institución respetable, al que concurrían cineastas y actores de renombre internacional a exhibir sus obras. Y fue un promotor entusiasta y dedicado de nuestro país como lugar ideal para rodar películas.
Su entrega a sus pasiones: el cine, la literatura, era total. Siempre embarcado en un proyecto, siempre con planes a realizar, siempre con tareas pendientes de ejecución.
Cada vez que le veía, en esos escasos pero prodigiosos momentos en que una premiación nos acercaba, él como jurado la más de las veces, y yo como el afortunado ganador, le insistía en que quería hacer un libro digital con sus cuentos. Siempre me prometía enviármelos, pero las ocupaciones no le dejaban tiempo. Me regaló uno de sus últimos libros, lleno de cuentos admirables. Hoy la infortunada noticia de que un infarto fulminante nos lo arrancó de la vida, deja mi modesto proyecto de un libro digital que celebrara su talento y promoviera sus cuentos, trunco. Me debes esa, Arturo.
Al leer la noticia en la prensa digital, que reviso varias veces al día, quedé pasmado. Mi estupefacción hizo que mi esposa me preguntara qué me sucedía. Quise decirle que se me había desgarrado el corazón, porque Arturo Rodríguez Fernández era un ser sorprendente: tras la constante chanza, tras el choteo y la salida jocosa, se escondía un ser bueno, agradable, inteligente, talentoso y de una capacidad de trabajo y dedicación excepcionales.
Mañana su deceso no será publicado a ocho columnas en la prensa, ni se bajarán las banderas a media asta, tampoco se declararán tres días de duelo. Así mueren los grandes de verdad. Nadie como él para merecer todos los homenajes. Honró al país con su vida, con su obra, con su dedicación. Nos engrandeció con su trabajo. Nos dedicó lo mejor de sus años. Nos enseñó. Nos guió. Nos aportó de múltiples maneras.
Empantanados en frivolidades y circos: el circo de la política, el circo de la farándula; agobiados por los salarios ridículos que nos hacen desvivir buscando como arañar el peso para poder ganarnos el derecho a sobrevivir un día más; aturdidos por el alcohol, atronados por la bulla de las estruendosas bocinas de los discolights de los candidatos; de las radios escandalosas; enredados en la madeja de chismes en que consumimos el tiempo, la muerte de Arturo Rodríguez Fernández pasará poco menos que desapercibida.
No sabremos lo que perdimos. Pero, créanme, perdimos más de lo que podríamos darnos cuenta. Ese infarto nos arrebató al promotor de cine incansable, al alma del Festival de Cine de Santo Domingo, al artífice de múltiples iniciativas vinculadas al séptimo arte, al narrador dedicado, al dramaturgo talentoso, al dominicano que dio lustre y brillo al gentilicio, que honró con su vida y dignificó con su trabajo a esta tierra que tanto merece y a la que tantos dañamos y degradamos.
No saber lo que se tiene hasta que se pierde es un dicho de añeja sabiduría. Hice alarde, hace algún tiempo, en una presentación que escribí para uno de los libros digitales que edito, de mi amistad con Arturo Rodríguez Fernández. Como lo hice de mi amistad con Efraím Castillo, Alexis Gómez, Enrique Eusebio, Manuel Núñez, José Enrique García, Manuel García Cartagena y otros escritores.
Era una forma de encubrir mi admiración, mi respeto, mi aprecio, mi envidia si se quiere a sus maneras amables, a sus dones, a su generosidad, a su bonhomía, a su capacidad de trabajo, a su entrega, a sus aportes portentosos a la patria.
Quiero dejar constancia de esa admiración, de ese respeto, de que no tenemos con qué pagar ni cómo reconocer todo lo que él hizo y dio y legó a este país. Con la grandeza con que los mejores dominicanos lo hicieron: sin esperar nada en recompensa, pero con la satisfacción del deber cumplido.
Como dije, no sabremos lo que perdimos. Pero desde ya sentimos la inmensa falta que nos hace su partida. Que Dios premie en Su Reino a un hombre que como Arturo hizo mejor al mundo con su sola presencia y nos dio ejemplo de que la determinación de una sola persona puede lograr grandes propósitos si se dispone.
BALTASAR GARZON
El juez Baltasar Garzón está siendo perseguido en su país, España, y es posible que sea procesado por el delito de prevaricación por un tribunal español. Desde aquí, desde un blog perdido entre millones de otros blogs, en una pequeña isla dividida en dos, nos solidarizamos con una persona que no conocemos, que quizás jamás conoceremos, pero que ha decidido oponerse a una serie de hechos deleznables, y de individuos que han cometido crímenes horrendos y que aún se pasean por las calles españolas o latinoamericanas, sabiendo él de antemano que podía sucederle lo que le está pasando ahora. Puesto que el juez Garzón sabía que sería perseguido por aquellas personas con un pasado dudoso, nerviosas porque el juez se les está acercando demasiado.
A veces a uno se le olvida de qué clase de cosas está compuesto el poder. Que el poder lo componen también seres dispuestos a lo que sea, que tiene un lado muy oscuro, y que aquellas personas que participan de ese lado oscuro se enorgullecen de ello, proclamando que "tuvieron el valor de hacer lo que se tenía que hacer", como si todas las demás personas honradas y defensoras de los derechos humanos fuesen unos cobardes que no supieron defender una democracia que no existía, y que no estaban de acuerdo con una dictadura (con ninguna dictadura) genocida. Y se nos olvida que la mayoría de nuestros gobernantes se asocia con ese lado oscuro porque tiene la creencia ciega de que es necesaria, a veces, la coerción y la violencia, la ilegalidad y el maltrato. En mi país, aún se torturan presos en las cárceles, aún se practican ejecuciones en las calles por parte de la policía (como sucede en casi todos los países latinoamericanos), no necesitaríamos, acaso, un juez como Garzón?
Una defensa al juez Baltasar Garzón que quizás pase desapercibida, pequeña y sincera, como debería solidarizarse todo aquel que crea en algún tipo de justicia en contra de los asesinos y los saqueadores.
A veces a uno se le olvida de qué clase de cosas está compuesto el poder. Que el poder lo componen también seres dispuestos a lo que sea, que tiene un lado muy oscuro, y que aquellas personas que participan de ese lado oscuro se enorgullecen de ello, proclamando que "tuvieron el valor de hacer lo que se tenía que hacer", como si todas las demás personas honradas y defensoras de los derechos humanos fuesen unos cobardes que no supieron defender una democracia que no existía, y que no estaban de acuerdo con una dictadura (con ninguna dictadura) genocida. Y se nos olvida que la mayoría de nuestros gobernantes se asocia con ese lado oscuro porque tiene la creencia ciega de que es necesaria, a veces, la coerción y la violencia, la ilegalidad y el maltrato. En mi país, aún se torturan presos en las cárceles, aún se practican ejecuciones en las calles por parte de la policía (como sucede en casi todos los países latinoamericanos), no necesitaríamos, acaso, un juez como Garzón?
Una defensa al juez Baltasar Garzón que quizás pase desapercibida, pequeña y sincera, como debería solidarizarse todo aquel que crea en algún tipo de justicia en contra de los asesinos y los saqueadores.
Miguel Delibes
En la primera página de la sección de deportes del periódico Hoy, de la República Dominicana, aparecía la noticia enorme de la pelea de boxeo entre Manny Pacquiao y Clotey, que al final ganó Pacquiao. En la penúltima página de esa misma sección, colocaron la información pequeñita de que Miguel Delibes, uno de los escritores más importantes del siglo XX en nuestro idioma, un monumento de nuestra lengua, había muerto. Vamos bien.
Ana y los Demás
Ana se levanta temprano en la mañana. Se interna en el periódico, se pierde entre sus secciones y sus páginas. Ana lee. Lee con locura, con rabia. Ahora toma una revista, un libro de recetas, un breviario. Ana toma notas. Lee. Anota. Lee otra vez y muchas veces más, anota. Ana se sirve unas tostadas y se las engulle con todo y libro y el jugo de naranja se derrama por las páginas del libro, mientras Ana lee y lee y relee que se está leyendo en un libro que se empapó de jugo de naranja, del jugo que bebe Ana dentro del libro que, precisamente, ella lee y relee con la pasión de Ana.
René Rodríguez Soriano (a propósito del libro Ana y los Demás, de Máximo Vega)
René Rodríguez Soriano (a propósito del libro Ana y los Demás, de Máximo Vega)
Nine
La Ilíada ha permanecido 3000 años en la memoria de la gente como una de las obras literarias fundamentales de la historia de la humanidad. Pero para los guionistas y los productores de Hollywood eso no es suficiente. Para adaptar (de nuevo) el gran poema de Homero, se necesita cambiar la historia, adecuarla a la época y a la juventud, que es la que va mayormente al cine; hay que cambiarle el nombre (porque, a fin de cuentas, ¿qué es eso de La Ilíada, cuando todo sucede en el reino de Troya?); Aquiles debe ser Brad Pitt y este Aquiles-Pitt, contraviniendo uno de los símbolos del poema, no muere antes de traspasar el reino amurallado. Porque no debe morir, porque los protagonistas no pueden desaparecer tan rápido, porque son los héroes y la gente los quiere ver mucho tiempo en la pantalla.
En la Grecia Antigua, un grupo de 300 espartanos comandados por Leonidas detuvieron en el Paso de las Termópilas a todo un ejército invasor, dando sus vidas hasta que Esparta convocara su propio ejército. Un acto de sacrificio muy común entre guerreros, repetido prácticamente, de una forma u otra, en cada guerra importante que ha tenido la humanidad. Pero para Hollywood esto no es suficiente. Según su película, basada en un comic, los espartanos fueron una especie de superhéroes que blasfemaban contra Atenas (la cuna de la civilización occidental, dicho sea de paso) y que por poco terminan, ellos solos (eran solo 300), con todo el ejército de Xerxes. Los orientales, que son unos seres extraños, de costumbres bestiales y perversas, según la película, rodeados de monstruos y animales y seres humanos deformes, fueron castigados por los dioses nada más llegar a Grecia, puesto que muchos de sus barcos se hundieron en una tormenta que no era necesaria, porque los 300 hubiesen terminado con todos de cualquier manera, si no hubiese aparecido un traidor. Un traidor deforme, por supuesto. Los occidentales, al contrario de los orientales tan horribles, son blancos, musculosos, bellos, se rigen por el honor y los valores familiares.
81/2 es uno de los filmes más extraordinarios de la historia del cine. Luego de haber dirigido una obra maestra de la categoría de La Dolce Vita, Federico Fellini sufrió un bloqueo creativo producido por la fama y la presión artística, porque, ¿cómo repetir algo como La Dolce Vita? El resultado fue ese 81/2, la historia autobiográfica de ese Guido-Marcelo Mastroiani-Federico Fellini, un director de cine mujeriego, exitoso, popular, pero sumamente triste. Para Hollywood, esa película no es suficiente. Sacándole toda su carga existencialista, existencialismo que marca toda la obra de Fellini, decidieron hacer otra película basada en un musical de Broadway, titulado Nine. Pero entonces todo comienza a ser superficial, a ser espectáculo. Lo importante en Guido, y en Nine, no son los recuerdos del director, asociados a las mujeres de su vida, sino que son las mujeres en sí mismas. Importantes son las canciones, las coreografías, las candilejas. Como musical-homenaje a Fellini, en Broadway, estaba bien. Excelente. ¿Pero utilizar el mismo medio de Fellini, el cine, para convertir en superficial una cinta que nos habla sobre la infelicidad, el arte, las relaciones humanas, la fama, el amor, el deseo, el cine, el alma humana, en fin? En 81/2, las mujeres nunca son reales, porque son como las percibe el director, un mujeriego empedernido que tiene una imagen particular de cada una de ellas, por supuesto la que necesita para seguir viviendo en un mundo que le parece absurdo. En Nine, toda la película es sólo mujeres. Bien por el espectáculo, mal por el cine. Porque para Hollywood nada es suficiente. Suficiente es sólo el dinero. No es suficiente, no es suficiente…
En la Grecia Antigua, un grupo de 300 espartanos comandados por Leonidas detuvieron en el Paso de las Termópilas a todo un ejército invasor, dando sus vidas hasta que Esparta convocara su propio ejército. Un acto de sacrificio muy común entre guerreros, repetido prácticamente, de una forma u otra, en cada guerra importante que ha tenido la humanidad. Pero para Hollywood esto no es suficiente. Según su película, basada en un comic, los espartanos fueron una especie de superhéroes que blasfemaban contra Atenas (la cuna de la civilización occidental, dicho sea de paso) y que por poco terminan, ellos solos (eran solo 300), con todo el ejército de Xerxes. Los orientales, que son unos seres extraños, de costumbres bestiales y perversas, según la película, rodeados de monstruos y animales y seres humanos deformes, fueron castigados por los dioses nada más llegar a Grecia, puesto que muchos de sus barcos se hundieron en una tormenta que no era necesaria, porque los 300 hubiesen terminado con todos de cualquier manera, si no hubiese aparecido un traidor. Un traidor deforme, por supuesto. Los occidentales, al contrario de los orientales tan horribles, son blancos, musculosos, bellos, se rigen por el honor y los valores familiares.
81/2 es uno de los filmes más extraordinarios de la historia del cine. Luego de haber dirigido una obra maestra de la categoría de La Dolce Vita, Federico Fellini sufrió un bloqueo creativo producido por la fama y la presión artística, porque, ¿cómo repetir algo como La Dolce Vita? El resultado fue ese 81/2, la historia autobiográfica de ese Guido-Marcelo Mastroiani-Federico Fellini, un director de cine mujeriego, exitoso, popular, pero sumamente triste. Para Hollywood, esa película no es suficiente. Sacándole toda su carga existencialista, existencialismo que marca toda la obra de Fellini, decidieron hacer otra película basada en un musical de Broadway, titulado Nine. Pero entonces todo comienza a ser superficial, a ser espectáculo. Lo importante en Guido, y en Nine, no son los recuerdos del director, asociados a las mujeres de su vida, sino que son las mujeres en sí mismas. Importantes son las canciones, las coreografías, las candilejas. Como musical-homenaje a Fellini, en Broadway, estaba bien. Excelente. ¿Pero utilizar el mismo medio de Fellini, el cine, para convertir en superficial una cinta que nos habla sobre la infelicidad, el arte, las relaciones humanas, la fama, el amor, el deseo, el cine, el alma humana, en fin? En 81/2, las mujeres nunca son reales, porque son como las percibe el director, un mujeriego empedernido que tiene una imagen particular de cada una de ellas, por supuesto la que necesita para seguir viviendo en un mundo que le parece absurdo. En Nine, toda la película es sólo mujeres. Bien por el espectáculo, mal por el cine. Porque para Hollywood nada es suficiente. Suficiente es sólo el dinero. No es suficiente, no es suficiente…
APECO
Murió Natalio Puras (APECO), uno de los fotógrafos más importantes de la República Dominicana. Paz a sus restos.
HAITI
Hay que respetar y admirar la tremenda solidaridad mundial con respecto a la tragedia haitiana. Aquí, en la República Dominicana, cantidad de gente se ha movilizado simplemente para ayudar. Ver esas imágenes por televisión es algo tremendamente triste, no podemos imaginarnos lo que sería presenciarlo personalmente. Los periodistas que han ido a Puerto Príncipe (la prensa dominicana fue la primera en llegar, debido a la cercanía) nos dicen que se escuchan los llantos de los niños atrapados, en uno de los hospitales derrumbados. Pero por qué había que esperar tanto para ayudar? Por qué tuvo que llegar la tragedia para que empezara la solidaridad? Tanta gente ha muerto porque no se ayudó antes. Y esta tragedia ha demostrado que todo el mundo está presto para ayudar, que nos sentimos bien ayudando a los demás, que eso es parte de la naturaleza humana. Y yo, personalmente, me siento orgulloso de mi país, la República Dominicana, por la forma en que se ha comportado en estos momentos.
HAITI
Como Haití no está de moda, como nunca ha estado de moda, no se hicieron conciertos con algunas estrellas de rock o actores de cine para ir en ayuda del país más pobre de todo el hemisferio. No se le ocurrió a Bono o a U2, ni a Sting, ni a George Clooney. Lo que está de moda es Africa, el cambio climático, entonces hay que hacer anuncios y conciertos por el calentamiento global, mientras tus vecinos se mueren de hambre y tocan a cada momento a tu puerta mendigando comida. Hacen un encuentro mundial en Copenhague sobre el cambio climático: con lo que se gastó en ese encuentro inútil se hubiesen salvado cantidad de vidas. Un país que queda a varios cientos de kilómetros de Miami, no está de moda en los Estados Unidos, entonces vemos al propietario de Virgin Records, un señor multimillonario que entrega lo que le sobra para ocuparlo en el calentamiento global, apareciendo en un anuncio de televisión para publicitar que sus empresas mantienen una fundación que se ocupa de este cambio climático, él mismo informándolo porque la gente debe saber que es él y nada más que él. O una actriz negra de Hollywood que se fotografía con Nelson Mandela y bebe un vaso de agua potable porque gracias a ella (o a ellos: los Estados Unidos y Europa) ya algunos niños africanos tienen agua potable. Pero no estamos criticando esos esfuerzos en sí mismos, criticamos la necesidad de celebridad, de fama, de notoriedad, mientras hay gente que se muere de hambre a escasos kilómetros de nosotros (incluso allá mismo, en los Estados Unidos, en Europa, donde hay muchísima gente pobre), pero la moda está en otra parte. Y los héroes están en otra parte, porque los que ayudan de verdad ya murieron junto a los pordioseros por este temblor en Haití.
Quizás ahora, con este terremoto, se haga algún concierto para recaudar fondos, para ayudar a ese país, que se encuentra también en la isla desde la que escribo, y se gasten millones de dólares en una actividad de esas para que los haitianos muertos por lo menos puedan ser enterrados.
Quizás ahora, con este terremoto, se haga algún concierto para recaudar fondos, para ayudar a ese país, que se encuentra también en la isla desde la que escribo, y se gasten millones de dólares en una actividad de esas para que los haitianos muertos por lo menos puedan ser enterrados.
MAS SOBRE TONY REYES.
ESTE ES EL CATALOGO DEL PINTOR TONY REYES, RADICADO EN ESPANA, A QUIEN LE ESTA YENDO ESTUPENDAMENTE POR ALLA. ES SOBRE UNA EXPOSICION COLECTIVA, EN LA CUAL TONY TUVO UNA DESTACADA PARTICIPACION. ME PARECE QUE EN EL 2010 TENDRA UNA EXPOSICION EN LA REPUBLICA DOMINICANA, Y MAS ESPECIFICAMENTE EN LA CIUDAD DE SANTIAGO.
MUCHOS EXITOS Y MUCHOS ABRAZOS.
FAUSTO LEONARDO GANA PREMIO EN ROMA
Roma, (EFE).- El dominicano Fausto Antonio Leonardo Henríquez es el ganador del XXIX Premio Mundial Federico Rielo de Poesía Mística, concedido hoy en Roma, por su poemario "Gemidos del ciervo herido".Según el jurado del galardón, dotado con 7.000 euros, una medalla conmemorativa y la publicación de la obra, este conjunto de poemas expresa, "con dominio y destreza" literaria, "la superación, la esperanza y el gozo de lo divino en lo humano, y de lo humano en lo divino".Leonardo Henríquez, nacido en la República Dominicana en 1966, aunque afincado en Valencia (España), es sacerdote misionero de la Congregación de la Misión de San Vicente de Paul, además de miembro del Movimiento Literario Interiorista.En declaraciones a Efe, el poeta aseguró que el momento en el que le fue comunicada la concesión del premio a su obra poética fue "muy grato".Explicó que esta serie de poemas es "fruto de unos cinco o seis años de trabajo" y de distintas "etapas y vivencias de vida interior".En él "convergen la vida cotidiana, la vida de oración y la vida sacerdotal", dijo Leonardo Henríquez, quien leyó dos de sus composiciones tras la entrega del premio: "Dios creador" y "Súplica al Nazareno".El jurado también ha concedido una mención de honor al poeta camerunés Guy Merlin Nana Tadoun, por su poemario "Diálogo en voz baja".Se trata de una distinción extraordinaria que, según especificó el presidente de la Fundación Fernando Rielo, Jesús Fernández Hernández, sólo se ha concedido en cinco ocasiones desde 1981, el primer año en que se concedió este galardón, al que se pueden presentar obras escritas en español y en inglés.El camerunés "impresionó" a los miembros del jurado no sólo por su valía literaria y por el hecho de que el español no sea la lengua materna del autor, sino por "su compromiso con la africanidad y también con la españolidad", aseguró Fernández Hernández.La ceremonia de entrega tuvo lugar en la Embajada española cerca de la Santa Sede, en coincidencia con la onomástica de San Juan de la Cruz, patrono de los poetas en lengua española, y estuvo presidida por el prefecto de la Congregación para el Culto Divino, el cardenal Antonio Cañizares Llovera, quien afirmó que "también en el siglo XXI cabe la poesía mística".Cañizares ensalzó la figura del poeta y religioso español e indicó que, "en la noche oscura del ateísmo de nuestro tiempo, San Juan de la Cruz nos convoca a la experiencia de Dios".Al premio se han presentado 207 autores procedentes de veinte países distintos, de los que fueron seleccionados doce finalistas.Además de Leonardo Henríquez y de Nana Tadoun, optaban al galardón cinco poetas españoles, dos mexicanos, un cubano, un chileno y un estadounidense.
Elecciones en Honduras
Ya sabemos, porque los hechos lo han confirmado, que Estados Unidos estaba detrás del golpe de estado en Honduras. El Departamento de Estado de los Estados Unidos informó que enviaría "observadores" a las elecciones de este domingo, mientras que el Centro Carter se desligó completamente de la observación de las elecciones, así como la OEA y la mayoría de los países de la región. Pero Estados Unidos intenta validar con su presencia el escrutinio. Ya en las noticias de CNN Micheletti no es un "presidente de facto", sino un "presidente interino". Cuando pasen las elecciones, Estados Unidos dirá que fueron "limpias y transparentes", y presionará a algunos de sus aliados en la región, como Colombia, por ejemplo, para que mantengan relaciones diplomáticas y comerciales con el presidente "ganador". Y debemos recordar que todo ese teatro de mal gusto, en el que siempre pierde la gente, el pueblo, está montado por el gobierno de Barack Obama, flamante Premio Nobel de la Paz de este año. Ironía, decepción, realidad insoslayable? No, solamente la constatación de un hecho que todos sabíamos, el otorgamiento de un premio que el receptor aun no se merecía.
Antonio Tabucchi
El presidente del Senado italiano, Renato Schifani, le ha reclamado por vía judicial una indemnización astronómica, pero muy de moda entre los políticos italianos: 1.250.000 euros por un artículo publicado el año pasado en L'Unità.
"Ante las recientes persecuciones contra la prensa de oposición y este proceso a un escritor europeo, no podemos seguir asistiendo indiferentes y pasivos a la ofensiva del actual poder italiano contra la libertad de juicio, crítica e interpelación", dice la carta-manifiesto de Gallimard. "Ésta es la razón por la que manifestamos nuestra solidaridad con Antonio Tabucchi y os pedimos que os suméis firmando masivamente esta convocatoria".
"El crimen de Antonio Tabucchi", prosigue la carta, "es haber interpelado al señor Schifani, personaje central del poder berlusconiano, sobre su pasado, sus relaciones de negocios y sus dudosas frecuentaciones, problemas sobre los que él se niega a dar explicaciones", afirma Gallimard, que añade: "Preguntarse sobre el itinerario, la carrera y la biografía de un alto responsable público forma parte del necesario cuestionamiento y de las legítimas curiosidades de la vida democrática".
"Las democracias necesitan individuos libres, valientes, indisciplinados, creativos. Que se atrevan, que provoquen, que molesten. La libertad de escritura es indisociable de la idea de democracia", afirma también el texto. "De Voltaire y Hugo a Camus y Sartre, pasando por Zola y Mauriac, Francia y sus libertades saben lo que deben al libre ejercicio de su derecho a opinar y a su deber de alertar contra la opacidad, las mentiras y las imposturas del poder".
Con el apoyo del agente de Tabucchi (Pisa, 1943), Gallimard trata ahora de conseguir el mayor número posible de firmas contra una querella cuyo "único objetivo real", escribe, "es intimidar una conciencia crítica y, a través de ella, hacer callar a muchas".
Preguntado por el asunto por este diario en abril, Tabucchi expresó su preocupación "por el clima de censura y los ataques a la libertad de prensa" que vive su país. Según el autor de Sostiene Pereira, un "gran manto de silencio amenaza con cubrirlo todo" en Italia, dado el "creciente y grotesco control de la información que ejerce el Gobierno de Silvio Berlusconi".
Curiosamente, ayer mismo, un tribunal de apelación de París confirmó una condena de Giuliano Ferrara, ex portavoz de Berlusconi, por haber reproducido sin permiso, en su diario Il Foglio, un artículo de Tabucchi que estaba destinado a ser publicado en Le Monde. Ferrara deberá pagar 10.000 euros de multa, 12.000 euros más de daños a Tabucchi y 3.000 de costas. El artículo se titulaba Fatwa a la italiana y fue pirateado y enviado a Il Foglio por un corrector del diario francés.
Tomado del periódico español El País.
"Ante las recientes persecuciones contra la prensa de oposición y este proceso a un escritor europeo, no podemos seguir asistiendo indiferentes y pasivos a la ofensiva del actual poder italiano contra la libertad de juicio, crítica e interpelación", dice la carta-manifiesto de Gallimard. "Ésta es la razón por la que manifestamos nuestra solidaridad con Antonio Tabucchi y os pedimos que os suméis firmando masivamente esta convocatoria".
"El crimen de Antonio Tabucchi", prosigue la carta, "es haber interpelado al señor Schifani, personaje central del poder berlusconiano, sobre su pasado, sus relaciones de negocios y sus dudosas frecuentaciones, problemas sobre los que él se niega a dar explicaciones", afirma Gallimard, que añade: "Preguntarse sobre el itinerario, la carrera y la biografía de un alto responsable público forma parte del necesario cuestionamiento y de las legítimas curiosidades de la vida democrática".
"Las democracias necesitan individuos libres, valientes, indisciplinados, creativos. Que se atrevan, que provoquen, que molesten. La libertad de escritura es indisociable de la idea de democracia", afirma también el texto. "De Voltaire y Hugo a Camus y Sartre, pasando por Zola y Mauriac, Francia y sus libertades saben lo que deben al libre ejercicio de su derecho a opinar y a su deber de alertar contra la opacidad, las mentiras y las imposturas del poder".
Con el apoyo del agente de Tabucchi (Pisa, 1943), Gallimard trata ahora de conseguir el mayor número posible de firmas contra una querella cuyo "único objetivo real", escribe, "es intimidar una conciencia crítica y, a través de ella, hacer callar a muchas".
Preguntado por el asunto por este diario en abril, Tabucchi expresó su preocupación "por el clima de censura y los ataques a la libertad de prensa" que vive su país. Según el autor de Sostiene Pereira, un "gran manto de silencio amenaza con cubrirlo todo" en Italia, dado el "creciente y grotesco control de la información que ejerce el Gobierno de Silvio Berlusconi".
Curiosamente, ayer mismo, un tribunal de apelación de París confirmó una condena de Giuliano Ferrara, ex portavoz de Berlusconi, por haber reproducido sin permiso, en su diario Il Foglio, un artículo de Tabucchi que estaba destinado a ser publicado en Le Monde. Ferrara deberá pagar 10.000 euros de multa, 12.000 euros más de daños a Tabucchi y 3.000 de costas. El artículo se titulaba Fatwa a la italiana y fue pirateado y enviado a Il Foglio por un corrector del diario francés.
Tomado del periódico español El País.
Tony Reyes en España.
Hay un joven artista de la plástica dominicana que está triunfando en España, específicamente en Palma de Mallorca. Se llama Tony Reyes. Lo conocemos bien porque trabajó mucho tiempo en Casa de Arte, en Santiago, hasta que se marchó a España a estudiar y trabajar en lo que es su verdadera vocación: la pintura. Aquí una pequeña muestra, que vamos a ir ampliando poco a poco, de lo que ha sido su trayecto europeo.
LA TENTACION DE LO IMPOSIBLE
En el último capítulo de su libro “La Tentación de lo Imposible”, un análisis sobre la novela “Los Miserables” de Víctor Hugo, Mario Vargas Llosa convierte toda su tesis literaria inicial en un manifiesto político. Para él, en las “sociedades abiertas”, es decir, en las democráticas, la ficción literaria no es más que una forma de entretenimiento, mientras que en las dictaduras, en los gobiernos de fuerza, “fascistas, comunistas, fundamentalistas, religiosos y dictaduras militares tercermundistas”, ya no es así. Debido a un proceso sociológico exterior, por supuesto, a la propia obra, la literatura se convierte en otra cosa, muta su percepción en el lector, cambia.
A través de una crítica hecha por Lamartine a “Los Miserables”, en la que el político francés se concentra en la visión de la sociedad de su época que presenta la novela, Vargas Llosa llega a esta conclusión, en un capítulo final que tiene el mismo título que todo su ensayo. La literatura es una forma de entretenimiento “si se quiere, superior”, reconoce, que saca al lector de su propia vida aburrida por algún tiempo, llevándolo a experimentar otra vida, otras realidades, o irrealidades, o a vivir fantasías interesantes, como alguna película taquillera de Hollywood.
Hace algún tiempo, en una conferencia sobre el poeta dominicano Franklin Mieses Burgos, Diógenes Céspedes nos recordaba algo importante: el capitalismo cree que el arte es entretenimiento, mientras que el comunismo cree que es educación, pedagogía. Como ambos sistemas no son ingenuos, podríamos cambiar un verbo de la frase y afirmar: el capitalismo quiere que el arte sea entretenimiento, y el comunismo quiere que sea educación. Y concluía Céspedes que ambos sistemas están equivocados con respecto a algo tan simple, tan humano, que todo artista sabe lo que es, instintivamente, o que todo artista sabe lo que no es. Existen varios acercamientos, varias tentativas. Susan Sontag nos dice que: "...en términos muy generales: el arte (y su elaboración) es una forma de conciencia". O Jean Luc-Godard:"los novelistas y los cineastas estamos condenados a analizar el mundo, lo real".
El hecho de que este libro, muy lúcido, muy enjundioso, termine con una declaración de este tipo, indica cómo las ideas políticas de Vargas Llosa están afectando su obra. Si el libro se hubiese quedado en lo estrictamente literario –puesto que recuperar las críticas sociológicas o políticas hechas a la obra en su momento, no tiene mucho sentido más o menos 150 años después, a no ser que haya un interés arqueológico- hubiese sido un estupendo ensayo. La ficción literaria como entretenimiento puro es una aspiración de la economía de mercado –puesto que toda forma de entretenimiento es manipulable, mercadeable, reductible a estadísticas- que las propias novelas de Mario Vargas Llosa desmienten con creces.
Feria del Libro de La Vega
LA VEGA (ANTENA) .- La Feria Regional del Libro, en su quinta edición, será celebrada el próximo mes de septiembre, en esta ciudad, como parte de la conmemoración del Centenario de Natalicio del Profesor Juan Bosch.
El evento tendrá lugar en el Parque Duarte, de esta localidad, del 21 al 27 de septiembre, con la participación de las 14 provincias del Norte, quienes ofrecerán una muestra de su cultura, arte, gastronomía, carnavales, artesanía y desarrollo general.
El anuncio fue hecho por el Secretario de Cultura, José Rafael Lantigua, en un encuentro realizado en esta ciudad, con la presencia de numerosos representativos de la comunidad y la prensa.
Lantigua dijo que La Vega será durante siete días la Capital Cultural de la República Dominicana, “con un evento de alta calidad que mostrará junto a una gran muestra bibliográfica, la riqueza cultural de esta rica región”.
Indicó que el evento será dedicado a don Juan Bosch, como parte de la conmemoración del centenario de su natalicio y por ser nativo de La Vega, agregando que se desarrollará un amplio programa con aspectos relacionados con la vida y la obra del autor de La Mañosa.
Señaló que esta ciudad será escenario de “una de las más hermosas fiestas culturales que se haya conocido en esta región, con un activo programa diario que incluye conferencias, coloquios, paneles, recitales, talleres, ciclos de cine, teatro, y una gran oferta bibliográfica, en alrededor de 100 espacios y casetas.
El titular de Cultura informó que en la Feria del Libro en La Vega participarán escritores, grupos artísticos y representaciones culturales y educativas de Santiago de los Caballeros, San Francisco de Macorís, Moca, Bonao, La Vega, Mao, Montecristi, Dajabón, Salcedo, Nagua, Samaná, Santiago Rodríguez, Cotuí y Puerto Plata.
Cada día se dedicará a dos o tres provincias diferentes y a escritores representativos de cada una de ellas, con la asistencia de los Gobernadores y Síndico de cada localidad, a más de los representativos culturales de las mismas.
“El protagonista es el libro, pero todas las expresiones culturales tendrán cabida en el evento, incluyendo el teatro, cine, danza, conciertos popular y clásicos, a más de importantes paneles, conferencias y presentaciones de libros de autores de la región”, informó el Secretario de Cultura.
El acto inaugural se realizará el lunes 21 de septiembre, con la presencia del Presidente Leonel Fernández. Se clausurará el domingo 27 con la entrega de premios y galardones y el anuncio de la sede de la feria regional en el 2010, que corresponderá al Este del país.
Franklin de Jesús Torre/JM
El evento tendrá lugar en el Parque Duarte, de esta localidad, del 21 al 27 de septiembre, con la participación de las 14 provincias del Norte, quienes ofrecerán una muestra de su cultura, arte, gastronomía, carnavales, artesanía y desarrollo general.
El anuncio fue hecho por el Secretario de Cultura, José Rafael Lantigua, en un encuentro realizado en esta ciudad, con la presencia de numerosos representativos de la comunidad y la prensa.
Lantigua dijo que La Vega será durante siete días la Capital Cultural de la República Dominicana, “con un evento de alta calidad que mostrará junto a una gran muestra bibliográfica, la riqueza cultural de esta rica región”.
Indicó que el evento será dedicado a don Juan Bosch, como parte de la conmemoración del centenario de su natalicio y por ser nativo de La Vega, agregando que se desarrollará un amplio programa con aspectos relacionados con la vida y la obra del autor de La Mañosa.
Señaló que esta ciudad será escenario de “una de las más hermosas fiestas culturales que se haya conocido en esta región, con un activo programa diario que incluye conferencias, coloquios, paneles, recitales, talleres, ciclos de cine, teatro, y una gran oferta bibliográfica, en alrededor de 100 espacios y casetas.
El titular de Cultura informó que en la Feria del Libro en La Vega participarán escritores, grupos artísticos y representaciones culturales y educativas de Santiago de los Caballeros, San Francisco de Macorís, Moca, Bonao, La Vega, Mao, Montecristi, Dajabón, Salcedo, Nagua, Samaná, Santiago Rodríguez, Cotuí y Puerto Plata.
Cada día se dedicará a dos o tres provincias diferentes y a escritores representativos de cada una de ellas, con la asistencia de los Gobernadores y Síndico de cada localidad, a más de los representativos culturales de las mismas.
“El protagonista es el libro, pero todas las expresiones culturales tendrán cabida en el evento, incluyendo el teatro, cine, danza, conciertos popular y clásicos, a más de importantes paneles, conferencias y presentaciones de libros de autores de la región”, informó el Secretario de Cultura.
El acto inaugural se realizará el lunes 21 de septiembre, con la presencia del Presidente Leonel Fernández. Se clausurará el domingo 27 con la entrega de premios y galardones y el anuncio de la sede de la feria regional en el 2010, que corresponderá al Este del país.
Franklin de Jesús Torre/JM
UN SIGNO.
Me parece que, ahora que se ha aprobado definitivamente en nuestro país el artículo 30 de la Constitución, lo más importante que se ha dicho en este blog acerca de ese problema -que va más allá de si se aprueba el aborto o no, de si el aborto terapéutico es o no es, puesto que tiene que ver con un problema de representatividad de nuestros congresistas con respecto a las personas que votan por ellos- es lo que fue publicado en el periódico El Nacional, sin firma, pero que me parece fue redactado por el señor director, don Radhamés Gómez Pepín. Es importante el debate sobre ese artículo, aún después de que ha sido aprobado, debido a que el PLD y el PRD son, supuestamente, partidos liberales, y sin embargo representan una agenda conservadora. Si el pueblo vota por partidos liberales, es para que defiendan agendas liberales, como sucede incluso en el país más ideologizado del mundo, los Estados Unidos: si la gente votó por Barack Obama, ya sabe a qué atenerse, sino, hubiese votado por un presidente conservador. Pero aquí no es así, ni tampoco en Argentina, por ejemplo, en donde Carlos Menem prometió una agenda económica liberal, y cuando ganó declaró que iba a cambiar su agenda económica por una neoliberal, a pesar de haberla combatido en la oposición. Si votamos por partidos liberales, es para que defiendan agendas liberales, porque si no, votamos por los conservadores, y ya. Entonces, así como la Iglesia Católica pasa factura, vamos nosotros también a pasarles factura a los legisladores que votaron a favor, para que haya algún equilibrio, ¿no?, porque nos engañaron, y porque así es la democracia. Aquí está lo que se escribió en el periódico El Nacional:
Si la opinión pública contara en algo se tomaría siquiera mínimamente en cuenta el resultado del sondeo digital de este periódico sobre el aborto. Nada menos que el 84.7 por ciento de los participantes favoreció la interrupción del embarazo por causas como violación, incesto o riesgo. Un signo muy elocuente, pero a la hora de la verdad la opinión que cuenta es la de la Iglesia Católica, que se opone a todo tipo de aborto. Bien se sabe que en muchos asuntos de interés general la opinión de la mayoría y ni siquiera la sensatez es lo que cuenta, sino los intereses particulares, principalmente de sectores tan influyentes como la Iglesia Católica. Pero en casos que atañen a la vida de criaturas y adultos, como esos embarazos problemáticos, se esperaba más sensatez de los congresistas y de los grupos de poder. Esa aplastante mayoría que favorece la interrupción del embarazo en casos dramáticos tendrá que conformarse con expresar lo que sentía, nada más. Sólo un milagro hará que se le pueda tomar en cuenta en un caso como el aborto.
Periódico "El Nacional", miércoles 22 de Julio de 2009.
Si la opinión pública contara en algo se tomaría siquiera mínimamente en cuenta el resultado del sondeo digital de este periódico sobre el aborto. Nada menos que el 84.7 por ciento de los participantes favoreció la interrupción del embarazo por causas como violación, incesto o riesgo. Un signo muy elocuente, pero a la hora de la verdad la opinión que cuenta es la de la Iglesia Católica, que se opone a todo tipo de aborto. Bien se sabe que en muchos asuntos de interés general la opinión de la mayoría y ni siquiera la sensatez es lo que cuenta, sino los intereses particulares, principalmente de sectores tan influyentes como la Iglesia Católica. Pero en casos que atañen a la vida de criaturas y adultos, como esos embarazos problemáticos, se esperaba más sensatez de los congresistas y de los grupos de poder. Esa aplastante mayoría que favorece la interrupción del embarazo en casos dramáticos tendrá que conformarse con expresar lo que sentía, nada más. Sólo un milagro hará que se le pueda tomar en cuenta en un caso como el aborto.
Periódico "El Nacional", miércoles 22 de Julio de 2009.
Fernando Solanas y ética pública.
Fernando Solanas, director de cine y fuerte candidato presidencial en Argentina, luego de que en la administración de Carlos Menem le dieran seis tiros, propone lo siguiente: "La democratización de la democracia y la refundación de una práctica de la ética pública. Hay que inculcar desde las escuelas la conciencia de lo que te pertenece. Los bienes de un país son del pueblo, eso lo dicen todas las jurisprudencias clásicas. Administrados por el Ayuntamiento, que es el administrador del consorcio de propietarios... Pero es que un país es un consorcio de propietarios".
¨La Casa Inundada¨, de Felisberto Hernández:
En el libro “Cuentos Inolvidables Según Julio Cortázar¨, una recopilación de algunos de los cuentos que influenciaron la obra del escritor argentino, de acuerdo a sus propias referencias en sus ensayos y conferencias, se puede leer este cuento. En el libro se consigna además que Cortázar admiró a Hernández no solamente por este trabajo, sino también (lo hemos corroborado sin mucha dificultad) por los cuentos “Las Hortensias”, “Nadie Encendía las Lámparas”, y, en sentido general, por toda su obra. Sin embargo, la admiración desmedida de Cortázar, y otros escritores latinoamericanos importantes, por los cuentos de Hernández, no bastó para que su obra adquiriese seguidores, permaneciera en la memoria de los lectores.
Felisberto Hernández era uruguayo. Nació en 1902 y murió en 1963. “La Casa Inundada” narra la historia de amor entre un escritor pobre (no sabemos si un alter ego del autor, aunque, debido a su atracción por la autobiografía, nos imaginamos que sí), y una mujer rica, obesa, excéntrica y medio loca. Es un cuento de tema fantástico: la historia transcurre en una casa que la propietaria, la mujer obesa y medio loca, hace inundar, de modo que sus habitantes la recorren (debe ser, dicho sea de paso, una propiedad enorme, inmensa) en botes, y los pasillos y las salas, los patios y las habitaciones son realmente pequeños ríos y pequeños lagos. Los pormenores de la vida cotidiana en una casa tan particular son tan importantes como la relación entre el escritor y la dueña. Es evidente que este cuento ha influenciado la obra de Cortázar, puesto que la idea de una presencia extraña que se adueña de una casa y esclaviza a sus habitantes (en este caso, por supuesto, esta presencia es el agua), se encuentra en “Casa Tomada” y en “Bestiario”, ambos del primer libro de cuentos de Julio Cortázar.
Lo que posiblemente asombró a Cortázar de este cuento, más allá de la idea original de una casa llena de agua, lo cual es insólito y novedoso, es la impavidez y la serenidad con que se encuentra narrado. A pesar del gusto reiterado de Hernández por la farsa y el humor, está contado como si no estuviese pasando nada extraordinario. El propio autor intenta convencernos de que el hecho de que la casa se encuentre inundada es simplemente una excentricidad de la dueña, informándonos que el arquitecto “también inundó otra para un árabe que quería desquitarse de la sequía del desierto”. La forma en la que los sirvientes y la dueña realizan sus actividades cotidianas es irrefutable (los muebles flotan montados sobre tubos de neumáticos; cada cierta distancia hay sapos de cerámica para atar los botes; hay filtrantes, motores que permiten que el agua fluya, etc.), pero me parece del todo inútil. Voy a explicar el porqué. En su ensayo “Explicación Falsa de mis Cuentos”, Felisberto Hernández escribió: “En un momento dado pienso que en un rincón de mí nacerá una planta”, pero la lógica en “La Casa Inundada” es demasiado importante, al igual que la racionalidad y la sensatez, y no encontramos en todo el cuento una frase tan feliz y surrealista como ésta. La idea primordial de una casa llena de agua, y cómo transcurriría la vida cotidiana en una propiedad así, es interesante, pero, si lo pensamos bien, trasciende realmente, luego de tanto tiempo transcurrido, por la influencia y la admiración que ha tenido sobre escritores como Julio Cortázar: una presencia malsana, diabólica, pero inexplicable, se adueña de una casa (lo que no sucede en “La Casa Inundada”, en la cual la presencia del agua es más o menos anodina, aunque la dueña manifieste una extraña obsesión hacia el líquido), sometiendo a sus habitantes al encierro y la servidumbre, como sucede en “Casa Tomada”, o la aparición del todo insólita del tigre de “Bestiario”, que recorre los cuartos obligando a sus habitantes a abandonarlos, cuya presencia peligrosa empieza siendo excentricidad para la familia esclavizada, pero al final se convierte en tormento y tragedia. Es posible que la interpretación del cuento de Felisberto Hernández haya estado por encima de lo que su obra en sí nos ha dado (a no ser, claro está, rareza e individualidad, algo que atrae a tanta gente hoy día), como sucedía constantemente con las obras admiradas por Jorge Luis Borges.
Los cuentos de Hernández son extraños, sus ideas originales, pero algo les falta. Un lector como el autor de “Bestiario”, de tanta imaginación y generosidad, ha elevado “La Casa Inundada” a un sitial en el que se encuentran los posteriores cuentos de Julio Cortázar, no los de Felisberto Hernández.
Felisberto Hernández era uruguayo. Nació en 1902 y murió en 1963. “La Casa Inundada” narra la historia de amor entre un escritor pobre (no sabemos si un alter ego del autor, aunque, debido a su atracción por la autobiografía, nos imaginamos que sí), y una mujer rica, obesa, excéntrica y medio loca. Es un cuento de tema fantástico: la historia transcurre en una casa que la propietaria, la mujer obesa y medio loca, hace inundar, de modo que sus habitantes la recorren (debe ser, dicho sea de paso, una propiedad enorme, inmensa) en botes, y los pasillos y las salas, los patios y las habitaciones son realmente pequeños ríos y pequeños lagos. Los pormenores de la vida cotidiana en una casa tan particular son tan importantes como la relación entre el escritor y la dueña. Es evidente que este cuento ha influenciado la obra de Cortázar, puesto que la idea de una presencia extraña que se adueña de una casa y esclaviza a sus habitantes (en este caso, por supuesto, esta presencia es el agua), se encuentra en “Casa Tomada” y en “Bestiario”, ambos del primer libro de cuentos de Julio Cortázar.
Lo que posiblemente asombró a Cortázar de este cuento, más allá de la idea original de una casa llena de agua, lo cual es insólito y novedoso, es la impavidez y la serenidad con que se encuentra narrado. A pesar del gusto reiterado de Hernández por la farsa y el humor, está contado como si no estuviese pasando nada extraordinario. El propio autor intenta convencernos de que el hecho de que la casa se encuentre inundada es simplemente una excentricidad de la dueña, informándonos que el arquitecto “también inundó otra para un árabe que quería desquitarse de la sequía del desierto”. La forma en la que los sirvientes y la dueña realizan sus actividades cotidianas es irrefutable (los muebles flotan montados sobre tubos de neumáticos; cada cierta distancia hay sapos de cerámica para atar los botes; hay filtrantes, motores que permiten que el agua fluya, etc.), pero me parece del todo inútil. Voy a explicar el porqué. En su ensayo “Explicación Falsa de mis Cuentos”, Felisberto Hernández escribió: “En un momento dado pienso que en un rincón de mí nacerá una planta”, pero la lógica en “La Casa Inundada” es demasiado importante, al igual que la racionalidad y la sensatez, y no encontramos en todo el cuento una frase tan feliz y surrealista como ésta. La idea primordial de una casa llena de agua, y cómo transcurriría la vida cotidiana en una propiedad así, es interesante, pero, si lo pensamos bien, trasciende realmente, luego de tanto tiempo transcurrido, por la influencia y la admiración que ha tenido sobre escritores como Julio Cortázar: una presencia malsana, diabólica, pero inexplicable, se adueña de una casa (lo que no sucede en “La Casa Inundada”, en la cual la presencia del agua es más o menos anodina, aunque la dueña manifieste una extraña obsesión hacia el líquido), sometiendo a sus habitantes al encierro y la servidumbre, como sucede en “Casa Tomada”, o la aparición del todo insólita del tigre de “Bestiario”, que recorre los cuartos obligando a sus habitantes a abandonarlos, cuya presencia peligrosa empieza siendo excentricidad para la familia esclavizada, pero al final se convierte en tormento y tragedia. Es posible que la interpretación del cuento de Felisberto Hernández haya estado por encima de lo que su obra en sí nos ha dado (a no ser, claro está, rareza e individualidad, algo que atrae a tanta gente hoy día), como sucedía constantemente con las obras admiradas por Jorge Luis Borges.
Los cuentos de Hernández son extraños, sus ideas originales, pero algo les falta. Un lector como el autor de “Bestiario”, de tanta imaginación y generosidad, ha elevado “La Casa Inundada” a un sitial en el que se encuentran los posteriores cuentos de Julio Cortázar, no los de Felisberto Hernández.
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Andrés Acevedo
Andrés Acevedo: poeta infantil dominicano
Por Abersio Nunez
Diario DigitalRD.Com
New York.- A Andrés Acevedo lo conocí en ese Santiago natal que aún me resulta indiferente, pero que con Acevedo se me hizo un tanto más llevadero. No recuerdo concretamente las circunstancias en que lo conocí y adopté como mi familia extendida. Creé una complicidad; fraternidad casi infantil con Andrés.
Solíamos escaparnos al bar Colón, debajo del cine del mismo nombre y, regentado por los gallegos don Antonio Lomba Sobrino (fallecido) y su viuda doña Olga. Allí desayunábamos o tomábamos uno que otro cortado. A partir de ahí empezábamos a deambular las calles tristes de Santiago. Nunca teníamos paradero fijo.
Tanto Andrés como yo andábamos armados siempre de un clásico literario o un texto recién escrito que requeríamos corregir para enviar al periódico local: La Información o a alguno capitalino con alcance nacional. Frecuentaba, con Andrés, las diferentes exposiciones pictóricas, artesanales y literarias que tenían lugar en la Ciudad Corazón. Estos eventos, en la mayoría de las veces, estaban patrocinados por alguna marca licorista.
No olvido, jamás, el día en que en uno de estos encuentros Andrés y yo tomamos Brugal en cantidad industrial. Era como si compitiéramos. Nunca he sido gran tomador de ron, mucho menos mezclado. No obstante la situación, me quedaba aún algo de tino como para enviar en taxis a Andrés a su casa y, claro, yo regresar a la mía.
Al día siguiente, en cuanto desperté, atiné a llamar a Andrés para percatarme si al fin había sobrevivido a la borrachera ocasionada por el ron Brugal. Me respondió Andrés. Oh, Dios, estaba vivo, aunque su voz se proyectaba un tanto apagada y cansada. Me hizo algunos chistes, habituales en él. Era implacable al momento de referirse a algunos de los amigos o amigas de la fauna literaria.
Junto a Andrés conocí a muchos de los escritores y escritoras santiaguenses: el juglar por excelencia, Dionisio López Cabral (fallecido), Carmen Pérez Valerio, Ruth Acosta, Fernando Cabrera, Puro Tejada, Ramón Peralta, José Acosta, Jim Ferdinand (quien fuera mi alumno en UTESA), Máximo Vega, Enegildo Peña, José Adolfo Pichardo, Manuel Llibre Otero. Conocí también a tres mujeres formidables: a la patóloga y escritora Argelia Aybar, a la empresaria y visceral poeta mocana Carmen Comprés y a la siempre recordada Leyda Veras, sinónimo del río Yaque; a orillas del que nació, creció y tejió su maravilloso mundo poético.
Fue Andrés quien me presentó en el cabildo municipal de la Ciudad Corazón a Leo Núñez, quien fuera uno de los últimos genios de la plástica dominicana y, quien sería luego, además de compartir mi apellido y otras tantas afinidades, un hermano al que admiré, respeté y de quien aún continúo tratando de desentrañar el misterio y profundidad de sus míticos paisajes en sepia.
A raíz de la publicación en los periódicos La Información y Ventana, del Listín Diario, el artículo Andrés Acevedo: Poeta naif, el doctor Candelier contactó a Andrés con el propósito de establecer un encuentro conmigo. Recuerdo, como hoy, aquella luminosa y quieta mañana santiaguense en la que el profesor Candelier me entregó en el parqueo de la PUCMM varios de sus libros publicados. Al llegar a mi casa sentí gran regocijo al abrirlos y leer las dedicatorias que Candelier había escrito en cada uno de los títulos obsequiados.
El doctor Bruno Rosario Candelier es un excelente ensayista; es, además, el fundador del Movimiento Interiorista del que, en cierta forma, me siento parte integral. El doctor Candelier es, en los actuales momentos, el presidente de la Real Academia de la Lengua Española Dominicana.
Prometo, en mis próximas entregas, abordar la destacada labor poética y cultural que Andrés Acevedo, sin la arrogancia y contratiempos que los poetos y poetas que se torean el ruedo literario, confrontan. Me referiré a tres obras suyas: Arcoiris Derretido; Vuélvete mi niño y Leyendo versos para niños. Todas estas obras se dedican a recrear y fortalecer el mundo infantil, el que Andrés se resiste abandonar.
Por Abersio Nunez
Diario DigitalRD.Com
New York.- A Andrés Acevedo lo conocí en ese Santiago natal que aún me resulta indiferente, pero que con Acevedo se me hizo un tanto más llevadero. No recuerdo concretamente las circunstancias en que lo conocí y adopté como mi familia extendida. Creé una complicidad; fraternidad casi infantil con Andrés.
Solíamos escaparnos al bar Colón, debajo del cine del mismo nombre y, regentado por los gallegos don Antonio Lomba Sobrino (fallecido) y su viuda doña Olga. Allí desayunábamos o tomábamos uno que otro cortado. A partir de ahí empezábamos a deambular las calles tristes de Santiago. Nunca teníamos paradero fijo.
Tanto Andrés como yo andábamos armados siempre de un clásico literario o un texto recién escrito que requeríamos corregir para enviar al periódico local: La Información o a alguno capitalino con alcance nacional. Frecuentaba, con Andrés, las diferentes exposiciones pictóricas, artesanales y literarias que tenían lugar en la Ciudad Corazón. Estos eventos, en la mayoría de las veces, estaban patrocinados por alguna marca licorista.
No olvido, jamás, el día en que en uno de estos encuentros Andrés y yo tomamos Brugal en cantidad industrial. Era como si compitiéramos. Nunca he sido gran tomador de ron, mucho menos mezclado. No obstante la situación, me quedaba aún algo de tino como para enviar en taxis a Andrés a su casa y, claro, yo regresar a la mía.
Al día siguiente, en cuanto desperté, atiné a llamar a Andrés para percatarme si al fin había sobrevivido a la borrachera ocasionada por el ron Brugal. Me respondió Andrés. Oh, Dios, estaba vivo, aunque su voz se proyectaba un tanto apagada y cansada. Me hizo algunos chistes, habituales en él. Era implacable al momento de referirse a algunos de los amigos o amigas de la fauna literaria.
Junto a Andrés conocí a muchos de los escritores y escritoras santiaguenses: el juglar por excelencia, Dionisio López Cabral (fallecido), Carmen Pérez Valerio, Ruth Acosta, Fernando Cabrera, Puro Tejada, Ramón Peralta, José Acosta, Jim Ferdinand (quien fuera mi alumno en UTESA), Máximo Vega, Enegildo Peña, José Adolfo Pichardo, Manuel Llibre Otero. Conocí también a tres mujeres formidables: a la patóloga y escritora Argelia Aybar, a la empresaria y visceral poeta mocana Carmen Comprés y a la siempre recordada Leyda Veras, sinónimo del río Yaque; a orillas del que nació, creció y tejió su maravilloso mundo poético.
Fue Andrés quien me presentó en el cabildo municipal de la Ciudad Corazón a Leo Núñez, quien fuera uno de los últimos genios de la plástica dominicana y, quien sería luego, además de compartir mi apellido y otras tantas afinidades, un hermano al que admiré, respeté y de quien aún continúo tratando de desentrañar el misterio y profundidad de sus míticos paisajes en sepia.
A raíz de la publicación en los periódicos La Información y Ventana, del Listín Diario, el artículo Andrés Acevedo: Poeta naif, el doctor Candelier contactó a Andrés con el propósito de establecer un encuentro conmigo. Recuerdo, como hoy, aquella luminosa y quieta mañana santiaguense en la que el profesor Candelier me entregó en el parqueo de la PUCMM varios de sus libros publicados. Al llegar a mi casa sentí gran regocijo al abrirlos y leer las dedicatorias que Candelier había escrito en cada uno de los títulos obsequiados.
El doctor Bruno Rosario Candelier es un excelente ensayista; es, además, el fundador del Movimiento Interiorista del que, en cierta forma, me siento parte integral. El doctor Candelier es, en los actuales momentos, el presidente de la Real Academia de la Lengua Española Dominicana.
Prometo, en mis próximas entregas, abordar la destacada labor poética y cultural que Andrés Acevedo, sin la arrogancia y contratiempos que los poetos y poetas que se torean el ruedo literario, confrontan. Me referiré a tres obras suyas: Arcoiris Derretido; Vuélvete mi niño y Leyendo versos para niños. Todas estas obras se dedican a recrear y fortalecer el mundo infantil, el que Andrés se resiste abandonar.
UN POEMA DE JOSE ACOSTA
ANTES DE LA LUZ
Me atormenta sobremanera esta casa
tan oscura
y más, el que no esté en mi destino encenderle
una lámpara.
He intentado arrojarle luciérnagas a sus
espejos, guiar el alba hasta sus ventanas,
atarla a otro horizonte fuera de la noche.
Pero todo es trunco, vano...
Rotos mis dedos buscan a tientas
algún rincón favorable para el fuego
alguna puerta posible para el día
o esa luz
de la que está hecha la tiniebla.
Temo que esta casa ya no exista
cuando se ilumine en el mundo
la existencia.
Me atormenta sobremanera esta casa
tan oscura
y más, el que no esté en mi destino encenderle
una lámpara.
He intentado arrojarle luciérnagas a sus
espejos, guiar el alba hasta sus ventanas,
atarla a otro horizonte fuera de la noche.
Pero todo es trunco, vano...
Rotos mis dedos buscan a tientas
algún rincón favorable para el fuego
alguna puerta posible para el día
o esa luz
de la que está hecha la tiniebla.
Temo que esta casa ya no exista
cuando se ilumine en el mundo
la existencia.
2 poemas de Amable Mejía
MEDICINA PARA DORMIR
Esperando un regreso el cansancio no se siente. Viene cuando se presiente que lo que se aguarda no vendrá, entonces se empieza a sentir realmente el cansancio, a cargar con el peso con el que cargará cada segundo, cada minuto, y a explicar luego a nadie desde una muda espera, tras mirar fijamente el polvo y la ausencia.
CONTRACORRIENTE
Un día mi hijo me preguntó por qué odiaba a su madre. No es que la odie, aunque lo intente, más bien, es la única manera que poseo de matar el amor que ella sintió por mí.
Esperando un regreso el cansancio no se siente. Viene cuando se presiente que lo que se aguarda no vendrá, entonces se empieza a sentir realmente el cansancio, a cargar con el peso con el que cargará cada segundo, cada minuto, y a explicar luego a nadie desde una muda espera, tras mirar fijamente el polvo y la ausencia.
CONTRACORRIENTE
Un día mi hijo me preguntó por qué odiaba a su madre. No es que la odie, aunque lo intente, más bien, es la única manera que poseo de matar el amor que ella sintió por mí.
PREMIO ROMULO GALLEGOS
Boletín Nº5 del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos
27 de julio de 2009
Llega a Caracas el escritor colombiano William Ospina ganador de la XVI Edición del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos
El próximo martes 28 de julio llega a Caracas William Ospina, escritor colombiano ganador de la XVI Edición del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos con su obra El país de la canela.
Ospina recibirá el próximo domingo 2 de agosto, a las 4:00 p.m., en la Sala de teatro 1 de la Casa de Rómulo Gallegos, la medalla, el diploma y los cien mil euros a los que se hizo acreedor en esta edición del prestigioso galardón literario, en la que participaron 275 concursantes de 19 países de habla castellana. El Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, creado hace 45 años, es organizado por la Fundación Celarg, ente adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura.
En su veredicto, el jurado integrado por Humberto Mata y Enrique Hernández D' Jesús, de Venezuela; Graciela Maturo, de Argentina; Miguel Barnet, de Cuba, y Elena Poniatowska, ganadora de la XV edición, de México, señaló sobre la obra de Ospina “… se trata de una lectura interpretativa de los primeros viajes de los europeos por el Continente, con una fuerte proyección hacia el presente. Su excelencia literaria reside en la sólida estructuración de sus capítulos, su fluido lenguaje, que no hace alarde de erudición epocal, en su vuelo poético y en su ajustada eficacia narrativa y capacidad de atraer al lector. Es una obra inspirada en discursos coloniales, en particular los de Fernando González de Oviedo –admirado maestro del personaje narrador—que no escatima crudezas en los aspectos más criticables y brutales de la gesta hispánica, sin caer en burdas simplificaciones. Su mensaje supera dicotomías tales como hispanismo e indigenismo, abarca las contradicciones con espíritu humanista y asienta una ética de respeto a la cultura del otro”.
William Ospina, poeta, ensayista y traductor colombiano, nacido en Padua (Tolima) el 2 de marzo de 1954. Estudió Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Santiago de Cali y trabajó como publicista y periodista entre 1975 y 1990. Ha dictado conferencias y realizado lecturas de su obra en distintas capitales del mundo, y publicado varios libros de ensayo, entre los que se destacan Es tarde para el hombre, Un álgebra embrujada, ¿Dónde está la franja amarilla?, La decadencia de los dragones, Herida en la piel de la diosa, Nuevos centros de la esfera y América mestiza. Es socio fundador de la revista Número y autor de cinco libros de poesía. En septiembre de 2005, Alfaguara publica Ursúa primera novela de una trilogía sobre los viajes al Amazonas en el siglo XVI. El país de la canela es la segunda y le sigue La serpiente sin ojos.
En El país de la canela William Ospina continúa su ambiciosa saga novelesca sobre la conquista española del continente americano. La narración está centrada en la expedición que descubrió y recorrió por primera vez el río Amazonas, partiendo del Perú. Organizada y dirigida al inicio por Gonzalo Pizarro, su finalidad era encontrar un fabuloso lugar en medio de la selva, con "interminables bosques de canela". En esa época la canela y las especias en general tenían casi tanto valor como el oro. El protagonista y narrador es Cristóbal de Aguilar, ficticio conquistador de segunda generación, hijo de una indígena y de uno de los más cercanos colaboradores de Francisco Pizarro, integrante de los Trece de la Isla del Gallo. Cristóbal participa en la mencionada expedición, un accidentado viaje de dieciocho meses en los que pasa hambre y todo tipo de penalidades, además de ser testigo de los peores abusos de los españoles.
Durante su estadía en Venezuela Ospina cumplirá con una completa agenda de compromisos que incluye conferencias, entrevistas, reuniones de trabajo con medios comunitarios y alternativos y visitas a comunidades organizadas.
Agenda de eventos en el marco del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos
Foro: Doña Bárbara, la ópera / Miércoles 29 de julio / Sala de lectura de la Biblioteca Isaac J. Pardo / 7:00 p.m. / Entrada libre / Con las ponencias de Felipe Sangiorgi y Leopoldo Márquez Muñoz-Tébar / Entrada libre.
Cátedra Rómulo Gallegos: Los paisajes llaneros. De Rómulo Gallegos al porvenir / Jueves 30 de julio / Sala de teatro 1 / 7:00 p.m. / Disertación magistral que realizará el geógrafo, docente e investigador social Pedro Cunill Grau / Entrada libre.
Acto de entrega de la XVI Edición del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos / Domingo 2 de agosto / Sala de teatro 1 / 4:00 p.m. / Entrada libre.
27 de julio de 2009
Llega a Caracas el escritor colombiano William Ospina ganador de la XVI Edición del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos
El próximo martes 28 de julio llega a Caracas William Ospina, escritor colombiano ganador de la XVI Edición del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos con su obra El país de la canela.
Ospina recibirá el próximo domingo 2 de agosto, a las 4:00 p.m., en la Sala de teatro 1 de la Casa de Rómulo Gallegos, la medalla, el diploma y los cien mil euros a los que se hizo acreedor en esta edición del prestigioso galardón literario, en la que participaron 275 concursantes de 19 países de habla castellana. El Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, creado hace 45 años, es organizado por la Fundación Celarg, ente adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura.
En su veredicto, el jurado integrado por Humberto Mata y Enrique Hernández D' Jesús, de Venezuela; Graciela Maturo, de Argentina; Miguel Barnet, de Cuba, y Elena Poniatowska, ganadora de la XV edición, de México, señaló sobre la obra de Ospina “… se trata de una lectura interpretativa de los primeros viajes de los europeos por el Continente, con una fuerte proyección hacia el presente. Su excelencia literaria reside en la sólida estructuración de sus capítulos, su fluido lenguaje, que no hace alarde de erudición epocal, en su vuelo poético y en su ajustada eficacia narrativa y capacidad de atraer al lector. Es una obra inspirada en discursos coloniales, en particular los de Fernando González de Oviedo –admirado maestro del personaje narrador—que no escatima crudezas en los aspectos más criticables y brutales de la gesta hispánica, sin caer en burdas simplificaciones. Su mensaje supera dicotomías tales como hispanismo e indigenismo, abarca las contradicciones con espíritu humanista y asienta una ética de respeto a la cultura del otro”.
William Ospina, poeta, ensayista y traductor colombiano, nacido en Padua (Tolima) el 2 de marzo de 1954. Estudió Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Santiago de Cali y trabajó como publicista y periodista entre 1975 y 1990. Ha dictado conferencias y realizado lecturas de su obra en distintas capitales del mundo, y publicado varios libros de ensayo, entre los que se destacan Es tarde para el hombre, Un álgebra embrujada, ¿Dónde está la franja amarilla?, La decadencia de los dragones, Herida en la piel de la diosa, Nuevos centros de la esfera y América mestiza. Es socio fundador de la revista Número y autor de cinco libros de poesía. En septiembre de 2005, Alfaguara publica Ursúa primera novela de una trilogía sobre los viajes al Amazonas en el siglo XVI. El país de la canela es la segunda y le sigue La serpiente sin ojos.
En El país de la canela William Ospina continúa su ambiciosa saga novelesca sobre la conquista española del continente americano. La narración está centrada en la expedición que descubrió y recorrió por primera vez el río Amazonas, partiendo del Perú. Organizada y dirigida al inicio por Gonzalo Pizarro, su finalidad era encontrar un fabuloso lugar en medio de la selva, con "interminables bosques de canela". En esa época la canela y las especias en general tenían casi tanto valor como el oro. El protagonista y narrador es Cristóbal de Aguilar, ficticio conquistador de segunda generación, hijo de una indígena y de uno de los más cercanos colaboradores de Francisco Pizarro, integrante de los Trece de la Isla del Gallo. Cristóbal participa en la mencionada expedición, un accidentado viaje de dieciocho meses en los que pasa hambre y todo tipo de penalidades, además de ser testigo de los peores abusos de los españoles.
Durante su estadía en Venezuela Ospina cumplirá con una completa agenda de compromisos que incluye conferencias, entrevistas, reuniones de trabajo con medios comunitarios y alternativos y visitas a comunidades organizadas.
Agenda de eventos en el marco del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos
Foro: Doña Bárbara, la ópera / Miércoles 29 de julio / Sala de lectura de la Biblioteca Isaac J. Pardo / 7:00 p.m. / Entrada libre / Con las ponencias de Felipe Sangiorgi y Leopoldo Márquez Muñoz-Tébar / Entrada libre.
Cátedra Rómulo Gallegos: Los paisajes llaneros. De Rómulo Gallegos al porvenir / Jueves 30 de julio / Sala de teatro 1 / 7:00 p.m. / Disertación magistral que realizará el geógrafo, docente e investigador social Pedro Cunill Grau / Entrada libre.
Acto de entrega de la XVI Edición del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos / Domingo 2 de agosto / Sala de teatro 1 / 4:00 p.m. / Entrada libre.
UN SIGNO
Si la opinión pública contara en algo se tomaría siquiera mínimamente en cuenta el resultado del sondeo digital de este periódico sobre el aborto. Nada menos que el 84.7 por ciento de los participantes favoreció la interrupción del embarazo por causas como violación, incesto o riesgo. Un signo muy elocuente, pero a la hora de la verdad la opinión que cuenta es la de la Iglesia Católica, que se opone a todo tipo de aborto. Bien se sabe que en muchos asuntos de interés general la opinión de la mayoría y ni siquiera la sensatez es lo que cuenta, sino los intereses particulares, principalmente de sectores tan influyentes como la Iglesia Católica. Pero en casos que atañen a la vida de criaturas y adultos, como esos embarazos problemáticos, se esperaba más sensatez de los congresistas y de los grupos de poder. Esa aplastante mayoría que favorece la interrupción del embarazo en casos dramáticos tendrá que conformarse con expresar lo que sentía, nada más. Sólo un milagro hará que se le pueda tomar en cuenta en un caso como el aborto.
Periódico "El Nacional", miércoles 22 de Julio de 2009.
Periódico "El Nacional", miércoles 22 de Julio de 2009.
Premio Nacional de Poesía
El libro de Frank Báez, ganador del Premio Nacional de Poesía de este año, no es un libro de poesía. Debido a cierto complejo de inferioridad que tenemos los dominicanos, y a nuestra inevitable insularidad, pensamos que el hecho de que sea premiado por un jurado en su mayoría extranjero le da cierta legitimidad, pero a veces es todo lo contrario. A veces uno se pregunta si la profunda crisis que vive la civilización occidental no tendrá su origen en una crisis cultural, en una crisis artística, en donde no hay límites ni fronteras, en donde cualquier cosa es poesía, cualquier cosa es arte, cualquier cosa es cualquier cosa. Y cualquier cosa se gana un Premio Nacional, con jurado internacional y todo.
Aquí tienen tres de sus poemas:
1
A tía Milagros que la enterraron en una tumba ajena del cementerio Cristo Redentor y que al día siguiente la desenterraron para sepultarla en el nicho que le correspondía
2
Al papá de Omar que caminó hacia San Cristóbal y se pegó un balazo antes de llegar
3
A Tomás que sufrió un derrame cerebral esperando un cliente en el aeropuerto
Son doscientos. Me parece que tres son más que suficientes.
Aquí tienen tres de sus poemas:
1
A tía Milagros que la enterraron en una tumba ajena del cementerio Cristo Redentor y que al día siguiente la desenterraron para sepultarla en el nicho que le correspondía
2
Al papá de Omar que caminó hacia San Cristóbal y se pegó un balazo antes de llegar
3
A Tomás que sufrió un derrame cerebral esperando un cliente en el aeropuerto
Son doscientos. Me parece que tres son más que suficientes.
LA ORGIA PERPETUA
En su libro La Orgía Perpetua, realmente tres ensayos sobre la Madame Bovary de Flaubert, el lector debe saber hablar español, y al mismo tiempo debe conocer el idioma francés. Mario Vargas Llosa, el autor, que es un buen escritor y al mismo tiempo un famoso escritor, una cosa rarísima en estos tiempos, es petulante en el libro, engreído, no sabemos si por inexperiencia, por inmadurez (tenía 39 años cuando lo publicó) o por afectación literaria. Una pena, puesto que su admiración por Flaubert parece ser muy profunda, y, sobre todo, sincera.
RENE RODRIGUEZ SORIANO
Les invitamos a la puesta en circulación de la novela "El Mal Del Tiempo", de René Rodríguez Soriano, este miércoles 8 de julio a las 6:30 p.m., en el Centro de la Cultura de Santiago. Además de poner a circular esta novela, René conversará con los asistentes sobre literatura, sobre todo acerca de su literatura y la literatura dominicana. Para más información, los interesados pueden llamar al Tel.: 809-226-5222
LA MUERTE DE MICHAEL JACKSON
Es difícil saber qué pensaba ese cantante y bailarín a la hora de morir, acostado en la cama de su mansión, agobiado por dolores físicos y espirituales. Como Marilyn Monroe, como Elvis Presley, como Jim Morrison, como cantidad de artistas y gente de la farándula, el medio que le daba de comer acabó por engullirlo. Un ser humano puede ser inmensamente infeliz a pesar de tenerlo prácticamente todo (por lo menos "todo" lo que nos ofrece la materia: comprarlo todo, tener toda la fama y la gloria), pero al mismo tiempo vivir en el vacío y la soledad. Aún no somos capaces de aceptar la diferencia, esa palabra tan de moda hoy día de democracias imperfectas: alguien realmente diferente es un fenómeno de circo, un "freak", como dicen despectivamente los norteamericanos. Una sociedad que vive de circos y de escapes peligrosos de la realidad (a través de los estupefacientes, de la fama que te justifica en una sociedad en la cual alguien anónimo está muerto), de gente que intenta llenar su vida vacía admirando hasta el delirio a alguien que trata de lidiar con su propio vacío. De gente que te juzga sin siquiera conocerte, que inventa fantasías felices o terribles sobre un ídolo a miles de kilómetros de distancia.
Paz a los restos de alguien diferente que quizás fue feliz solamente cuando escuchaba los gritos de admiración de un público dispuesto a amarlo incondicionalmente, y luego a odiarlo sin contemplaciones y sin piedad.
Paz a los restos de alguien diferente que quizás fue feliz solamente cuando escuchaba los gritos de admiración de un público dispuesto a amarlo incondicionalmente, y luego a odiarlo sin contemplaciones y sin piedad.
BOB DYLAN
Si, soy un ladrón de pensamientos,
un ladrón de almas no, os lo juro;
he construido y reconstruido
sobre lo que esta esperando
porque la arena de las playas
esculpe muchos castillos
sobre lo que ya estuvo abierto
antes de mi llegada
una palabra, una musiquilla, una historia, una línea,
llaves en el viento para que mi mente huya
y proporcionar a mis cerrados pensamientos una
[corriente de aire fresco;
no es lo mio, sentarme y meditar
perdiendo el tiempo preguntándome,
pensando pensamientos que nunca han sido
[pensados,
pensando sueños que nunca han sido soñados,
nuevas palabras que se armonizarían rimando...;
nuevas palabras que se armonizarían rimando...;
me importan un pito las reglas nuevas
puesto que aún no han sido fabricadas;
grito lo que suena en mi cabeza
sabiendo que yo y los de mi especie somos
los que haremos esas reglas...;
si la gente de mañana
tiene verdadera necesidad de las reglas de hoy,
fiscales del tribunal supremo, uníos,
el mundo no es mas que un tribunal,
si,
pero yo conozco los acusados mejor que vosotros
y mientras vosotros os dedicáis a juzgarlos,
nosotros nos dedicamos a silbar,
limpiamos la audiencia,
barriendo, barriendo,
escuchando, escuchando,
guiñandonos el ojo,
cuidado,
cuidado,
pronto os tocará a vosotros.
Bob Dylan
un ladrón de almas no, os lo juro;
he construido y reconstruido
sobre lo que esta esperando
porque la arena de las playas
esculpe muchos castillos
sobre lo que ya estuvo abierto
antes de mi llegada
una palabra, una musiquilla, una historia, una línea,
llaves en el viento para que mi mente huya
y proporcionar a mis cerrados pensamientos una
[corriente de aire fresco;
no es lo mio, sentarme y meditar
perdiendo el tiempo preguntándome,
pensando pensamientos que nunca han sido
[pensados,
pensando sueños que nunca han sido soñados,
nuevas palabras que se armonizarían rimando...;
nuevas palabras que se armonizarían rimando...;
me importan un pito las reglas nuevas
puesto que aún no han sido fabricadas;
grito lo que suena en mi cabeza
sabiendo que yo y los de mi especie somos
los que haremos esas reglas...;
si la gente de mañana
tiene verdadera necesidad de las reglas de hoy,
fiscales del tribunal supremo, uníos,
el mundo no es mas que un tribunal,
si,
pero yo conozco los acusados mejor que vosotros
y mientras vosotros os dedicáis a juzgarlos,
nosotros nos dedicamos a silbar,
limpiamos la audiencia,
barriendo, barriendo,
escuchando, escuchando,
guiñandonos el ojo,
cuidado,
cuidado,
pronto os tocará a vosotros.
Bob Dylan
VIAJE HACIA RICARDO TORIBIO
CONFUSION CON EL ARTICULO 30
De acuerdo a las opiniones que han aparecido en este blog sobre el articulo 30 de la Constitucion, parece que ha habido una lamentable confusion. En el articulo 30 no se habla sobre la legalizacion del aborto, que es ilegal en la Republica Dominicana. La iglesia catolica ha querido darle ese matiz a la situacion, pero el articulo no habla de eso. El aborto es ilegal en nuestro pais, porque hay una ley que lo prohibe. Si el aborto es legal o no, no deberia ser materia constitucional. Lo que sucede es que, tal como esta redactado el articulo, habria problemas en cuanto a preservar la vida de la madre por encima del feto (lo cual, me parece, aunque hubiese una discusion moral al respecto, es lo adecuado), y con algunas investigaciones cientificas. Debemos recordar que la iglesia catolica no esta de acuerdo ni siquiera con el uso de preservativos, ni con la masturbacion, y considera que no existe el aborto terapeutico. Reglas que no cumplen ni siquiera los propios catolicos. Es decir, la iglesia catolica vive en Belen con los pastores, mientras la realidad le pasa por encima. Lo que deberiamos buscar es siempre un equilibrio, nunca radicalizarnos, y por eso ese articulo, tal como esta, no debe ser aprobado, porque es radical y es danino. Y no se trata de legalizar el aborto, que el articulo, con sus cambios, no habla nada de eso.
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