PENSAMIENTOS DUARTIANOS
Nunca me fue tan necesario como
hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón
conspiran contra la salud de la Patria.
Por la Cruz, por la Patria y su
gloria denodados al campo marchemos: si nos niega el laurel la victoria, del
martirio la palma alcancemos.
Trabajemos por y para la patria,
que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos.
Hay palabras que por las ideas
que revelan llaman nuestra atención y atraen nuestras simpatías hacia los seres
que las pronuncian.
Dios ha de concederme bastante
fortaleza para no descender a la tumba sin dejar a mi Patria libre,
independiente y triunfante.
Toda ley supone una autoridad de
donde emana, y la causa eficiente y radical de ésta es, por derecho inherente,
esencial al pueblo e imprescriptible de su soberanía.
La Nación está obligada a
conservar y proteger por medio de leyes sabias y justas la libertad personal,
civil e individual así como la propiedad y demás derechos legítimos de todos
los individuos que la componen.
Toda autoridad no constituida
con arreglo a la ley es ilegítima, y por tanto, no tiene derecho alguno a
gobernar ni se está en la obligación de obedecerla.
El Gobierno debe mostrarse justo y enérgico...O no tendremos Patria y por consiguiente ni libertad ni
independencia nacional.
Nuestra Patria ha de ser libre e
independiente de toda Potencia extranjera o se hunde la isla.
La política no es una
especulación; es la Ciencia más pura y la más digna, después de la Filosofía,
de ocupar las inteligencias nobles.
JUAN PABLO DUARTE (a propósito deL Bicentenario de su Nacimiento)
Juan Pablo Duarte nació el 26 de enero de 1813. Lo que signi-
fica que en la fecha de la independencia de la República Dominica-
na, el 27 de febrero de 1844, tenía sólo 31 años. Y que era más
joven al fundar, en 1838, la sociedad secreta La Trinitaria, y mucho
más joven al planear la liberación de la patria. En las pinturas, en las
litografías, en las reproducciones de su figura, vemos a un hombre
maduro, casi anciano. Como debería ser un Padre, pero no se co-
rresponde de ninguna manera con el joven enérgico que liberó nues-
tra nación.
Duarte era, en esencia, un santo, en el sentido cristiano de la
palabra. Su figura idealista solamente puede ser comparada con la
de José Martí. Pero Martí fue un gran escritor y amaba a toda la
humanidad, mientras que Duarte fue un hombre de una sola idea,
su pensamiento es monótono. Sólo le interesaba una cosa: la patria.
Cuando manos oscuras se apoderaron de la independencia, y el pa-
tricio fue exiliado, empezó a morir lentamente. La muerte de Martí
fue rápida e ilógica, heroica e inútil; como a Moisés, que es una
figura histórica y un símbolo, a Duarte no le fue dado el presenciar
la tierra prometida. Desde Venezuela, nuestro arquitecto agonizaba
al saber en lo que se convertía poco a poco su legado.
Como nos dice Sergio Ramírez, quizás pensando en su Nicara-
gua y en su Centroamérica: “El héroe libertador que atraviesa las
cordilleras cumple las hazañas más intrépidas y traspasa los límites
de la historia real para entrar en el territorio de la ficción. Su pasión
es crear un Nuevo Mundo, la utopía (...) son héroes de novela y
terminan generalmente derrotados, olvidados, en el exilio, en gale-
ras o frente al paredón de fusilamiento”, aunque en la historia de
Latinoamérica nunca ha habido cabida para Duarte, un héroe idea-
lista que buscó la independencia frente a un pueblo vecino, un pue-
blo sometido que de pronto tuvo ínfulas imperiales (empezando con
toda la parafernalia ridícula de Christophe, con su corte de negros
con levitas y pelucas, imitadores desastrados de los reyes y empera-
dores europeos), lo que convierte nuestra historia en única, desmiti-
ficada y desangelada.
Duarte fue vencido por la guerra y los generales, por los pragmá-
ticos y los traidores. Se apoderaron de inmediato de la República, ni
siquiera intentaron construir un remedo del ideal del arquitecto. La
abstracción duartiana de una patria libre, justa, protectora y orde-
nada es sólo un ideal, por supuesto, que se dice fácil, que se ha con-
vertido incluso en un cliché político. Pero todo intento redentor,
revolucionario o democrático, de alcanzar esa perfección, ha fraca-
sado. La derrota de Luperón por Lilís, Trujillo y sus 30 años de dic-
tadura, Juan Bosch y el golpe de estado, la revolución del 65, la
invasión norteamericana y el posterior ascenso al poder de Joaquín
Balaguer, Salvador Jorge Blanco que nunca entendió que le corres-
pondía realizar el tránsito definitivo del país al orden y la moderni-
dad. La patria posible prefigurada por el patricio ha fracasado. Juan
Pablo Duarte, discreto y humilde, alejado, debido a su personali-
dad, de los egos desmedidos del poder, no pudo convencer a su
pueblo de que lo necesitaba a él.
Pero es que el pueblo no quiere a alguien así. Bosch no conven-
ció a nadie de su necesidad luego del golpe de estado, ni siquiera
José Francisco Peña Gómez, quien no dejó un pensamiento, aunque
sí, por lo menos, una vida decorosa y una praxis limpia.
No somos herederos de Duarte, ni de Bosch, ni
No somos herederos de Duarte, ni de Bosch, ni
siquiera de Peña Gómez. Somos herederos de la otra cara del poder,
de Santana, de Báez y de Lilís. Todas nuestras autopistas, todos nues-
tros aeropuertos, todas nuestras calles y nuestras monedas tendrán
un solo nombre: Joaquín Balaguer. No hay nada más triste que no
saber hacia dónde se va. Pero aún la esperanza es posible: cuando lo
que quiere el pueblo se corresponda con lo que quieren los gober-
nantes, habremos alcanzado un proyecto de nación.
¿Qué hubiese pasado si Duarte hubiese sido presidente de la
República? Tal vez hubiera hecho el peor gobierno de toda la histo-
ria del país, pero yo, un pobre escritor, un pobre dominicano (o un
dominicano pobre), hubiese aceptado su presidencia con una gran
alegría. La hubiese defendido con uñas y dientes, 163 años después.
Pero claro, vivo siempre como en medio de un sueño. Vivo en la
Ciudad del Aire, como Franklin Mieses Burgos. Soy un idealista, no
un pragmático, y los ideales insensatos han muerto. Juan Pablo Duar-
te, la independencia nacional de 1844, no son más que la represen-
tación de aquello que pudimos ser, pero que jamás seremos.
(tomado de El Libro de los Ultimos Días, de Máximo Vega)
POEMAS DE RAMON PERALTA
Mientras tanto
La pared de ladrillos de pronto se desploma
Cae de golpe, sin una fuerza que la empuje,
cae porque sí,
y el hombre que estaba recostado en ella,
el hombre que está esperándote,
ya no lo podrás ver.
Llegarás al lugar de la cita
y esperarás mientras miras el montón de ladrillos,
y una y otra vez volverás a decir:
Pero, qué raro, dónde este hombre estará?
Y él, que tanto amaba este idioma,
solo, debajo de la montaña de ladrillos,
descubrirá que está empezando a nacer,
que ahora es demasiado pequeño
y por eso, mientras tanto, no te puede contestar.
Coincidir
Tarde o temprano hay que cruzar la calle,
la calle que todos los días nos llevará a la otra acera,
la calle que justamente
cuando mi perro y yo intentemos cruzarla
comienza a crecer, a volverse ancha, ancha...
y mi perro se da cuenta que la calle
hoy no tiene final
que ese auto del cual huye es del ancho de la calle
y que no se detendrá.
Mi perro hoy no llegará a la otra acera;
yo, tampoco.
(Del libro "Dibujando lo Fugaz")
La pared de ladrillos de pronto se desploma
Cae de golpe, sin una fuerza que la empuje,
cae porque sí,
y el hombre que estaba recostado en ella,
el hombre que está esperándote,
ya no lo podrás ver.
Llegarás al lugar de la cita
y esperarás mientras miras el montón de ladrillos,
y una y otra vez volverás a decir:
Pero, qué raro, dónde este hombre estará?
Y él, que tanto amaba este idioma,
solo, debajo de la montaña de ladrillos,
descubrirá que está empezando a nacer,
que ahora es demasiado pequeño
y por eso, mientras tanto, no te puede contestar.
Coincidir
Tarde o temprano hay que cruzar la calle,
la calle que todos los días nos llevará a la otra acera,
la calle que justamente
cuando mi perro y yo intentemos cruzarla
comienza a crecer, a volverse ancha, ancha...
y mi perro se da cuenta que la calle
hoy no tiene final
que ese auto del cual huye es del ancho de la calle
y que no se detendrá.
Mi perro hoy no llegará a la otra acera;
yo, tampoco.
(Del libro "Dibujando lo Fugaz")
LIBRO DE RAMON PERALTA
Este es el más reciente libro del escritor santiaguero Ramón Peralta. Es un libro de poemas, puesto a circular con una novela de su autoría, y unos libros de teatro de José Adolfo Pichardo.
Como se puede observar, su nombre es "Dibujando lo Fugaz". Más adelante colocaremos unos poemas de Ramón en el blog.
Como se puede observar, su nombre es "Dibujando lo Fugaz". Más adelante colocaremos unos poemas de Ramón en el blog.
LA PARTIDA DE PHILIP ROTH
NUEVA YORK.- La inesperada decisión del escritor Philip Roth de dejar de escribir luego de publicar 31 libros, provocó que el aclamado novelista estadounidense se encuentre más relajado, incluso con tiempo para enfrentarse a las complejidades modernas de aparatos como el iPhone.
El autor de 79 años, uno de los sobrevivientes de la edad de oro de la literatura estadounidense, no se retira debido a mala salud o por edad, explica, sino porque tras décadas escribiendo ya no le queda nada más que decir.
"Esperé durante un mes o dos para tratar de pensar en algo más y pensé 'quizá ya está, quizá ya está'", declaró al diario The New York Times.
En un intento de revivir su espíritu creativo, Roth comenzó a releer a los grandes -Fiodor Dostoevsky, Joseph Conrad, Ivan Turgenev, William Faulkner, Ernest Hemingway. Luego volvió a su propia obra, que abarca desde la sexualidad explícita de "El mal de Portnoy" al premio Pulitzer "Pastoral americana". Pero las musas no volvieron.
"Leí todos esas cosas grandiosas", dijo Roth al diario, "y luego leí los míos y supe que no iba a tener otra buena idea, y que si la tenía, sería esclavo de ella".
La decisión de dejar de escribir se anunció inicialmente la semana pasada de forma poco trascendente en una entrevista con Les InRocks, una revista cultural que aunque prestigiosa en Francia es desconocida fuera.
La noticia anunciada sin bombo ni platillos tardó semanas en filtrarse en los medios estadounidenses, donde fue acogida con sorpresa.
Nacido en 1933 y contemporáneo de Don De Lillo, Saul Bellow y Norman Mailer, el escritor estadounidense judío es el decano de una era literaria entera y su obra no ha dado señas de descender significativamente. Sin embargo, Roth no tiene dudas.
En el computador de su apartamento en Manhattan, había una nota de post-it en la que se leía "la lucha con la escritura terminó".
"Miro a esa nota cada mañana", declaró Roth a The New York Times en la que dijo sería su última entrevista. "Me da tanta fuerza", añadió.
Roth pasa su tiempo trabajando con su biógrafo, Blake Bailey, y poniéndose al día con la lectura de la historia del siglo XX.
Pero por primera vez desde que tiene memoria, tiene tiempo también para recibir a tantos amigos como desee en su casa de Connecticut, fuera de Nueva York, sin la presión de encerrarse y trabajar solo.
"Mi casa este verano estaba llena de gente", afirmó. "Tuve invitados prácticamente cada fin de semana y en algunas ocasiones se quedaban durante la semana".
El autor de 79 años, uno de los sobrevivientes de la edad de oro de la literatura estadounidense, no se retira debido a mala salud o por edad, explica, sino porque tras décadas escribiendo ya no le queda nada más que decir.
"Esperé durante un mes o dos para tratar de pensar en algo más y pensé 'quizá ya está, quizá ya está'", declaró al diario The New York Times.
En un intento de revivir su espíritu creativo, Roth comenzó a releer a los grandes -Fiodor Dostoevsky, Joseph Conrad, Ivan Turgenev, William Faulkner, Ernest Hemingway. Luego volvió a su propia obra, que abarca desde la sexualidad explícita de "El mal de Portnoy" al premio Pulitzer "Pastoral americana". Pero las musas no volvieron.
"Leí todos esas cosas grandiosas", dijo Roth al diario, "y luego leí los míos y supe que no iba a tener otra buena idea, y que si la tenía, sería esclavo de ella".
La decisión de dejar de escribir se anunció inicialmente la semana pasada de forma poco trascendente en una entrevista con Les InRocks, una revista cultural que aunque prestigiosa en Francia es desconocida fuera.
La noticia anunciada sin bombo ni platillos tardó semanas en filtrarse en los medios estadounidenses, donde fue acogida con sorpresa.
Nacido en 1933 y contemporáneo de Don De Lillo, Saul Bellow y Norman Mailer, el escritor estadounidense judío es el decano de una era literaria entera y su obra no ha dado señas de descender significativamente. Sin embargo, Roth no tiene dudas.
En el computador de su apartamento en Manhattan, había una nota de post-it en la que se leía "la lucha con la escritura terminó".
"Miro a esa nota cada mañana", declaró Roth a The New York Times en la que dijo sería su última entrevista. "Me da tanta fuerza", añadió.
Roth pasa su tiempo trabajando con su biógrafo, Blake Bailey, y poniéndose al día con la lectura de la historia del siglo XX.
Pero por primera vez desde que tiene memoria, tiene tiempo también para recibir a tantos amigos como desee en su casa de Connecticut, fuera de Nueva York, sin la presión de encerrarse y trabajar solo.
"Mi casa este verano estaba llena de gente", afirmó. "Tuve invitados prácticamente cada fin de semana y en algunas ocasiones se quedaban durante la semana".
"Tengo un cocinero que cocina para mí. En los viejos tiempos no podía recibir a gente en casa todo el tiempo. Cuando venían para el fin de semana, yo tenía que salir para escribir", precisó.
Incluso tiene tiempo para un aparato que en un comienzo le desconcertó, el iPhone.
"Cada mañana estudio un capítulo del 'iPhone para estúpidos", y ahora soy un avanzado. No he leído una palabra en dos meses. Sacó esta cosa y comienzo a jugar con él", afirmó.
El amor recién declarado a este dispositivo electrónico es irónico, dado que Roth también usó esta entrevista de despedida para repetir la sentencia de muerte de las novelas frente a la competición de los medios electrónicos.
"Los lectores están muriendo. Es un hecho, y he estado diciendo esto durante 15 años", dijo a The New York Times. "Afirmé que la pantalla mataría al lector, y lo ha hecho. La película en la pantalla fue el comienzo, la pantalla de televisión y ahora el golpe de gracia, la pantalla del ordenador".
"Cada mañana estudio un capítulo del 'iPhone para estúpidos", y ahora soy un avanzado. No he leído una palabra en dos meses. Sacó esta cosa y comienzo a jugar con él", afirmó.
El amor recién declarado a este dispositivo electrónico es irónico, dado que Roth también usó esta entrevista de despedida para repetir la sentencia de muerte de las novelas frente a la competición de los medios electrónicos.
"Los lectores están muriendo. Es un hecho, y he estado diciendo esto durante 15 años", dijo a The New York Times. "Afirmé que la pantalla mataría al lector, y lo ha hecho. La película en la pantalla fue el comienzo, la pantalla de televisión y ahora el golpe de gracia, la pantalla del ordenador".
EL CIRCO
PRIMERA VUELTA:
Max Puig agarrado de manos con Orlando Jorge Mera, Milagros Ortiz Bosch y Enmanuel Esquea Guerrero frente al congreso nacional, vestidos de negro delante de la turba de acólitos, delante siempre porque deben ser los protagonistas del espectáculo, las estrellas del talk show, el jurado del american idol que conforman los senadores, los diputados, la oposición y los protestantes (no los religiosos, sino lo otros. O quizás también los religiosos). Un pobre muchacho sin pancarta toma una guitarra y canta "Leonel Leonel Leonel" mientras la cámara lo graba, o quizás canta precisamente porque la cámara lo graba, como no ha llegado lejos como cantante por lo menos ya ha tenido sus merecidos 15 segundos de fama. No se escucha el himno nacional por ningún lado.
SEGUNDA VUELTA:
Los policías empiezan a cansarse. Se les nota en la cara, el sol de las 12 de Santo Domingo no perdona. Los policías (después del mono, lo más parecido al hombre es un policía, y que me excuse Camilo José Cela), expertos en maltratar y luego en lavarse las manos, en cancelar rasos mandados a cometer asesinatos por coroneles multimillonarios, ya están hartos. Jartos, más bien. Antes de que una de las tantas cantantes del PRD aparezca en tarima para interpretar una de las canciones de la nueva trova cubana -iba a cantar una de Gloria Trevi, pero fue convencida a tiempo de que no era el momento, el espacio-, la policía disuelve todo a culatazos y la oposición se queja del desafuero. La democracia ha sido mancillada, dicen. La dominicanidad, el estereotipo. Sólo quedan los débiles espasmos de la represión, pero siempre a través de los medios de comunicación de masas: antes, solamente la televisión; ahora también youtube y facebook. No existe lo que no se masifica. Un evangélico mal estacionado en medio de la calle (Jesús Nuestro Salvador no tiene nada que ver con las leyes de tránsito) es agredido por una anciana del otro bando que pasaba casualmente que votó por el gobierno porque le regalaron dos hojas de cinc. Antes había votado por Hipólito por la misma razón. Por poco vota por Miguel Vargas, pero no le llegó nunca el concreto que le prometieron.
TERCERA VUELTA:
Entonces CNN en español se asocia no se sabe con quién. Están incómodos porque el presidente de la república les negó una entrevista. Se exhibe lo más sucio del periodismo internacional. Enseñan el refajo. Desnudos, con el cuerpo lleno de llagas. Empiezo a comprender a Chávez, a Evo Morales y a Correa. Pero no importa. Hay que salir en televisión para poder decir después, en una posteridad cada vez más lejana, más esquiva: yo salí por ahí y tú no. Yo fui famoso/a. Me quedo quieto en la pantalla de CNN porque si me muevo no salgo en la foto. Mientras tanto el policía analfabeto, en una protesta frente a FUNGLODE, pregunta: "A quién e que hay que dale?", y un teniente lo ataja: "No, ahora no. Ahorita". Sacan las armas. Aquí no hay cascos protectores ni escudos de fibra de vidrio, lo de aquí es a balazos limpios. Ya mataron a un estudiante y a una profesora. Me llega un mensaje por facebook: compañero, usted trabaja en el gobierno pero es un hombre conciente, únase a las protestas. Anja? Y si me botan? Tú vas a mantener al hijo mío? De repente aparecen las pancartas, la larga fila india del dolor dominicano -franqueada por los policías que no se pierden nunca una posible humillación-, coreando una canción de Juan Luis Guerra: la guagua va en reversa. Ondean las banderas dominicanas, a uno de los protestantes se le cae la suya y alguien la pisa. La policía empieza a hartarse de nuevo. Si esto va para largo hay que trabajar horas extras. Los empresarios, los políticos y los sindicalistas, estrellas del firmamento espectacular de Guy Debord, realizando con su sola presencia las profecías de Adorno, no se sienten culpables de nada. Si no fuiste no te apures, que va a salir este sábado por donde Nuria. Alvaro Arvelo dice dos malaspalabras por la radio y se queja de que todos los periodistas mediocres están en contra suya. Willie Rodríguez, que es el Padre de la Radio Moderna Dominicana, va a encender en La Vega el árbol de navidad más grande del país. El caos, el caos. Lo único que puede decirse del caos es que es bueno para la libre empresa, dijo John Kenneth Galbraith según Carlos Monsiváis. A quién creerle? Quién tiene la razón? Yo tengo mis favoritos, aunque no sé si serán los ganadores.
ULTIMA VUELTA:
Aquel que se vendió, incluso sin darse cuenta, por un trabajo de cinco mil pesos mensuales, no sabe de qué lado colocarse. El mestizaje se confunde con el mulataje, con la negrada y con los pocos blancos que empiezan a darse cuenta de que es verdad, que esto le va a caer encima como una pared de concreto a la clase media. De repente Jack Veneno sale de su retiro. Pero el paladín de la justicia ya no puede hacer nada. Lo ha vencido la edad, la realidad, la corrupción. El país de las primicias (la primera catedral del nuevo mundo, la primera universidad del nuevo mundo, el campeón de la bolita del mundo, el primer Santiago de América, el síndico más inepto del mundo, vamos a darle el premio nobel a Marcio Veloz Maggiolo) se ha convertido en un circo. Mi mamá no me crió para esto.
Max Puig agarrado de manos con Orlando Jorge Mera, Milagros Ortiz Bosch y Enmanuel Esquea Guerrero frente al congreso nacional, vestidos de negro delante de la turba de acólitos, delante siempre porque deben ser los protagonistas del espectáculo, las estrellas del talk show, el jurado del american idol que conforman los senadores, los diputados, la oposición y los protestantes (no los religiosos, sino lo otros. O quizás también los religiosos). Un pobre muchacho sin pancarta toma una guitarra y canta "Leonel Leonel Leonel" mientras la cámara lo graba, o quizás canta precisamente porque la cámara lo graba, como no ha llegado lejos como cantante por lo menos ya ha tenido sus merecidos 15 segundos de fama. No se escucha el himno nacional por ningún lado.
SEGUNDA VUELTA:
Los policías empiezan a cansarse. Se les nota en la cara, el sol de las 12 de Santo Domingo no perdona. Los policías (después del mono, lo más parecido al hombre es un policía, y que me excuse Camilo José Cela), expertos en maltratar y luego en lavarse las manos, en cancelar rasos mandados a cometer asesinatos por coroneles multimillonarios, ya están hartos. Jartos, más bien. Antes de que una de las tantas cantantes del PRD aparezca en tarima para interpretar una de las canciones de la nueva trova cubana -iba a cantar una de Gloria Trevi, pero fue convencida a tiempo de que no era el momento, el espacio-, la policía disuelve todo a culatazos y la oposición se queja del desafuero. La democracia ha sido mancillada, dicen. La dominicanidad, el estereotipo. Sólo quedan los débiles espasmos de la represión, pero siempre a través de los medios de comunicación de masas: antes, solamente la televisión; ahora también youtube y facebook. No existe lo que no se masifica. Un evangélico mal estacionado en medio de la calle (Jesús Nuestro Salvador no tiene nada que ver con las leyes de tránsito) es agredido por una anciana del otro bando que pasaba casualmente que votó por el gobierno porque le regalaron dos hojas de cinc. Antes había votado por Hipólito por la misma razón. Por poco vota por Miguel Vargas, pero no le llegó nunca el concreto que le prometieron.
TERCERA VUELTA:
Entonces CNN en español se asocia no se sabe con quién. Están incómodos porque el presidente de la república les negó una entrevista. Se exhibe lo más sucio del periodismo internacional. Enseñan el refajo. Desnudos, con el cuerpo lleno de llagas. Empiezo a comprender a Chávez, a Evo Morales y a Correa. Pero no importa. Hay que salir en televisión para poder decir después, en una posteridad cada vez más lejana, más esquiva: yo salí por ahí y tú no. Yo fui famoso/a. Me quedo quieto en la pantalla de CNN porque si me muevo no salgo en la foto. Mientras tanto el policía analfabeto, en una protesta frente a FUNGLODE, pregunta: "A quién e que hay que dale?", y un teniente lo ataja: "No, ahora no. Ahorita". Sacan las armas. Aquí no hay cascos protectores ni escudos de fibra de vidrio, lo de aquí es a balazos limpios. Ya mataron a un estudiante y a una profesora. Me llega un mensaje por facebook: compañero, usted trabaja en el gobierno pero es un hombre conciente, únase a las protestas. Anja? Y si me botan? Tú vas a mantener al hijo mío? De repente aparecen las pancartas, la larga fila india del dolor dominicano -franqueada por los policías que no se pierden nunca una posible humillación-, coreando una canción de Juan Luis Guerra: la guagua va en reversa. Ondean las banderas dominicanas, a uno de los protestantes se le cae la suya y alguien la pisa. La policía empieza a hartarse de nuevo. Si esto va para largo hay que trabajar horas extras. Los empresarios, los políticos y los sindicalistas, estrellas del firmamento espectacular de Guy Debord, realizando con su sola presencia las profecías de Adorno, no se sienten culpables de nada. Si no fuiste no te apures, que va a salir este sábado por donde Nuria. Alvaro Arvelo dice dos malaspalabras por la radio y se queja de que todos los periodistas mediocres están en contra suya. Willie Rodríguez, que es el Padre de la Radio Moderna Dominicana, va a encender en La Vega el árbol de navidad más grande del país. El caos, el caos. Lo único que puede decirse del caos es que es bueno para la libre empresa, dijo John Kenneth Galbraith según Carlos Monsiváis. A quién creerle? Quién tiene la razón? Yo tengo mis favoritos, aunque no sé si serán los ganadores.
ULTIMA VUELTA:
Aquel que se vendió, incluso sin darse cuenta, por un trabajo de cinco mil pesos mensuales, no sabe de qué lado colocarse. El mestizaje se confunde con el mulataje, con la negrada y con los pocos blancos que empiezan a darse cuenta de que es verdad, que esto le va a caer encima como una pared de concreto a la clase media. De repente Jack Veneno sale de su retiro. Pero el paladín de la justicia ya no puede hacer nada. Lo ha vencido la edad, la realidad, la corrupción. El país de las primicias (la primera catedral del nuevo mundo, la primera universidad del nuevo mundo, el campeón de la bolita del mundo, el primer Santiago de América, el síndico más inepto del mundo, vamos a darle el premio nobel a Marcio Veloz Maggiolo) se ha convertido en un circo. Mi mamá no me crió para esto.
Entrevista a Máximo Vega
Por Arelis Albino
1-En
tu primera novela, “Juguete de Madera”, en la cual la inocencia de una niña es
robada por un adulto, y como expresa el escritor Fernando Cabrera en el
postfacio de este libro titulado: “Mirada oblicua sobre un Juguete de Madera”:
¨Un gesto de ternura puede convertirse por encima de su abolengo de inocencia,
en la mayor y terrible expresión de crueldad¨. A pesar de tú tener una corta edad cuando la escribiste, ¿estabas
consciente de lo que hacías, es decir, tenías conocimiento sobre la técnica narrativa y la escritura?
Claro
que sí. Y no solamente porque a una corta edad ya yo estaba consciente de eso,
sino porque no la publiqué muy joven. Cuando la publiqué, le hice correcciones,
traté de que se imprimiera lo mejor posible. Fernando Cabrera fue muy generoso
conmigo en ese escrito.
2-Les
das movimiento a las escenas como si fuera en el cine, aspecto que mantiene
atento al lector. Cambias muy rápido de narrador, en un momento lo hace la niña
y hay uno general, ¿quién narra la historia?
Hay
un narrador en tercera persona. A veces el narrador se mete en la historia,
como si fuera testigo de los hechos, pero eso es un juego, no tiene importancia
para la narración. Quizás sea un defecto de juventud.
3-Muestras
preocupación social en esta novela, cuando todavía no estaba tan desarrollada
en la sociedad la violencia intrafamiliar, pero, ¿es suficiente motivo para que
una niña de esta edad abandone sus padres y motivada, en principio, por un
juguete y luego por una cadenita, acompañado del deseo de conocer la ciudad, no
querer regresar con sus padres?
Claro
que sí. En la novela se consigna que ella quiere volver, quizás esa misma
noche. No vuelve porque se encuentra con Aquiles, y su vida da un vuelco, no es
la misma persona. Pero para que veas, nunca pensé en eso cuando escribí la
novelita. Nunca. Ni en violencia intrafamiliar, ni en preocupaciones sociales.
Mi interés principal era contar una historia, y contarla lo mejor posible.
Tenía esa historia en la cabeza, que es la de una niña que se escapa de su casa
porque sus padres la maltratan, y que se encuentra en el camino con un hombre
que la pervierte. Esa es toda la historia de la novela, si lo pensamos bien.
Esa niña es la personificación de la inocencia pura, una inocencia que se
corrompe. Pero mi interés siempre fue estrictamente literario.
4-¿Cuáles
nuevos elementos está introduciendo la narrativa actual?
No
sé realmente cuáles aspectos tiene la narrativa actual que son diferentes a la
narrativa que no es actual. Ahora, te puedo decir varias cosas que a mí me
preocupan como escritor, y tal vez eso pueda responder la pregunta. Por
ejemplo, ya el escritor no se preocupa tanto por la estructura de la narración,
sino que quiere contar una historia, y ya. Pretende reflexionar dentro de esa
historia, introducir elementos de otros géneros en la narración, como por
ejemplo elementos del ensayo y la poesía. En mi caso, trato de interesar al
lector en la lectura, un aspecto que Umberto Eco dice que es posmoderno, y,
como la fama en este país es tan esquiva, mucho más para un escritor, muchísimo
más para un escritor de Santiago, trato de ser completamente sincero y escribir
solamente las cosas que yo quiero decir. Pero todo eso sale de forma
inconsciente, yo no pienso mucho en eso cuando estoy escribiendo.
5-¿En
cuáles aspectos se diferencia “Juguete de Madera” de la novela “Ana y los Demás”?
Juguete
de Madera transcurre en un ambiente rural, incluso en un paisaje imaginario
rural, puesto que los protagonistas se pasan todo un día montados en una
camioneta y nunca salen del lugar en el que están, y nunca llegan a ningún
lado. Ana y los Demás es una novela urbana, con un
lenguaje a veces crudo, a veces obsceno. Ana
y los Demás es una novelita que me gusta mucho por el lenguaje. No creo que
sea una obra completamente lograda, pero me parece que tiene pasajes de una
intensa emoción, que era la que yo sentía cuando la escribí, y que esos pasajes
pueden salvar un poco el resto de la narración. Ahora yo leo algunos pasajes de
ella, y me digo: Dios mío, pero yo escribía bien en esa época. Juguete de Madera, quizás por su brevedad, es una obra más redonda,
pero al mismo tiempo más inmadura.
6-¨El
libro de los últimos días”, el cual, según tus mismas palabras: ¨Este
es mi nuevo libro, un volumen de ensayos y artículos sobre arte (literatura,
cine y artes plásticas, básicamente), aunque también se habla un poco de
historia y de sociología. Está dividido en dos partes: la primera, de ensayos,
con trabajos sobre arte y literatura, y la segunda de artículos cortos sobre
temas varios (cine, política, sociología, de nuevo la literatura). A pesar de
su nombre apocalíptico, el título se refiere más bien a los últimos
días del libro en papel¨, y donde tú expresas: ¨¨Los ensayos y los artículos
de este libro sólo pretenden celebrar el lenguaje y la imaginación. Recordar
algunas palabras que me han hecho feliz, algunas obras, algunas imágenes que se
niegan a abandonar mi memoria. Pero sobre todo me mueve la voluntad de
criticar. De criticarlo todo, y, a la vez de sentirme cercano a todo¨. ¿Cuáles razones te llevan a estar en desacuerdo con todo? ¿En cuáles ocasiones estás de
acuerdo con algo?
Lo
que quiero decir es que uno tiene que criticarlo todo, en un sentido ético:
preguntarte a cada momento si lo que estás haciendo está bien o está mal, si
tiene algún valor real, etc. Autocriticar cada uno de tus actos, como hacen los
marxistas, bueno, como hacen los marxistas cuando no están en el poder, o
criticar los actos de los demás para tratar de mejorarlos. Pero eso no le gusta
a todo el mundo, hay gente que no le gusta que lo critiquen. Eso no quiere
decir que yo esté en desacuerdo con todo, por supuesto, porque nadie podría
vivir así. Eso está dicho de forma exagerada, claro, yo estoy de acuerdo con
muchísimas cosas, y no toda crítica debe ser negativa, “criticar” quiere decir
“juzgar”, y todos los juicios no tienen que ser negativos. Además, yo no soy un
crítico de arte, no me interesa serlo, y hablo más bien de una crítica en el
aspecto ético.
7-Sigues
diciendo en ese mismo párrafo: No soy hombre de relaciones duraderas, a
veces a pesar de mí mismo; la única relación permanente que he tenido, y me
parece que me acompañará hasta la muerte –si no acabo padeciendo el mal de
Alzheimer y olvido todos mis amores y mis odios y todos mis recuerdos- ha sido
con el arte. ¿Ha
sido el arte, precisamente, quien impide tus relaciones duraderas?
No.
Tal vez sea mi personalidad. Yo soy una persona difícil. Recuerdo una película
de Woody Allen, en la que aparece una artista, y otro de los personajes le dice
que un artista, o un intelectual, disfruta poco de las cosas porque las ve
siempre con un ojo crítico. Los artistas son artistas porque tratan de mejorar
la realidad, porque no les satisface la realidad. El mundo cambia por la acción
de quienes lo rechazan, dijo Meschonnic. El arte no tiene que ver con eso de
las relaciones, porque desde muy joven he tratado de llevar dos vidas, como la
lleva todo escritor en este país: la vida del autor, y la vida profesional, la del
ser humano que tiene que ganarse la vida, y con la literatura no se puede.
8-Tú
expresas también: Como buen latinoamericano, trato de desordenar el mundo a través de lo que escribo… ¿Este es tu aporte a la literatura?
Mi
aporte a la literatura es solamente mi obra, buena o mala, no sé. Ahora bien,
yo creo que un escritor, no un intelectual, sino un narrador, debe desordenar
el mundo. Tratar, por lo menos. Un escritor no debe buscar la verdad, quién
sabe cuál es la verdad. Dice Ramón Peralta:
era lunes ayer, pero sé que hoy no es martes. Yo soy un inventor de
historias, nada más. Un falsificador, porque las historias que cuento no son
reales, son imaginadas. Reflexiono sobre el mundo, pero me equivoco
constantemente. Mis historias son inventadas, lo que significa que no son
verdaderas.
9-
En El Libro de los Últimos Días, refiriéndote a la
novela de Camus, especificas: Lo
que validaría la novela desde el punto de vista de su actualidad, es decir, de
cómo la lee hoy día un escritor joven, incluso un escritor caribeño de un país
que vive muy lúdicamente, me parece que se encuentra a un nivel comparativo. Es
decir, cómo podríamos comparar la incomunicación, la indiferencia del personaje
de Camus con lo que vivimos y sentimos hoy día. Ya había hablado yo antes de la
semejanza entre la novela de Andrés L. Mateo con las de Onetti, por ejemplo;
hasta “La Balada de Alfonsina Bairán”, a Andrés L. Mateo lo percibimos como un
poco falso, como poco dominicano. No nos reconocemos en él. ¿Cuáles factores intervienen en el
proceso de no identificación?
Lo
que quiero decir es algo que ha sucedido en la literatura dominicana, una cosa
muy extraña. Aquí ha surgido una serie de escritores existencialistas, lo cual
es curioso en un país caribeño. No es que esté mal, ese no es el punto, porque
cada quien escribe sobre lo que quiere. Pero es sumamente curioso el hecho de
que aquí, en el país, haya aparecido una serie de escritores de este tipo, al
mismo tiempo que en el país se vive muy lúdicamente. Escritores que hablan acerca
de la incomunicación, la amargura, la náusea incluso, mientras los habitantes
de la isla bailan y beben y sonríen. La amargura del trópico, debe ser: el
trópico amargo. Y no solamente existencialistas, sino fatalistas, o simplemente
pesimistas. ¿Por qué eso ha sucedido?, eso es lo que me intriga. Por qué la
gran literatura dominicana es tan
amarga. Eso podría suponer un sentimiento de exclusión, de frustración incluso,
de parte del escritor, que no se siente asimilado por una sociedad que rechaza.
10-En
qué medida está influyendo la sociedad al escritor y viceversa, para producir
cambios y transformaciones positivas o negativas. Y si se está manifestando la
transculturación literaria y escritural en la República Dominicana.
Yo
estoy esperando la transculturación por hora. La cultura, y el arte en este
caso, debe ser fluida, no debe ser insular, debe haber intercambio de ideas, de
formas, de imágenes, de palabras de otras lenguas. La literatura debe
alimentarse de todas las literaturas. Las fronteras, en este aspecto, no deben
existir. Un escritor europeo puede colocar a sus personajes en Latinoamérica, y
ese escritor coloca palabras dominicanas en su narración: nadie se encuentra
eso raro. Pero si yo escribo una novela que transcurre en Berlín, y trato de
escribir como escribiría un alemán, me dicen que estoy traicionando la
dominicanidad. El hecho de que Andrés L. Mateo, en algunas de sus narraciones,
por ejemplo en las primeras, hasta “La Balada de Alfonsina Bairán”, sea tan
existencialista que no parece dominicano, no significa que él esté haciendo
algo malo al hacer eso: esa es su libertad. Yo solamente pongo de manifiesto
que él lo hace, sin decir que eso está mal.
Lo
que a mí sí me preocupa es cómo está afectando el mercado no solamente a la
literatura, sino al arte en general. El mercado impone unas reglas sobre el
éxito que son negativas para un artista. Por ejemplo: el mercado te dice que el
éxito económico de un artista es directamente proporcional a la calidad. Eso es
un disparate. El arte no tiene nada que ver con la forma en que el mercado
evalúa un producto, y mezclar una cosa con la otra le hace daño a la percepción
que tiene el público, incluso el propio autor, sobre la obra de arte.
11-En
el libro antes mencionado, en el ensayo titulado Apuntes sobre arte
contemporáneo, indicas: ``La propia
obra de arte se encuentra en crisis por su ausencia de compromiso. No me
refiero a un compromiso político ni ideológico; hablamos de un compromiso con
la propia obra de arte, con el arte mismo, con la realidad, con la humanidad``.
De
alguna manera culpas a la crítica y al mercado. ¿Podría decirse que el arte
refleja también la crisis social y de valores que padecemos en la actualidad?
Claro
que sí. Eso lo comprobó Roland Barthes: el arte moderno, decía él, refleja la
sociedad en su propia ambigüedad. Culpo al mercado. Lo que pasa es que es
curioso que todo el mundo hable de que existe una crisis en el arte contemporáneo,
y que al mismo tiempo se pretenda obviar esa crisis. El mercado ha afectado la
obra de arte mucho más de lo que los artistas admiten. La economía mueve al
mundo. La crítica no hace más que reflejar una tendencia mercadológica: hay
mucha crítica contemporánea que se ha asociado con el mercado. Aunque no toda,
no estamos generalizando. El arte verdadero es el que se zafa de eso, el que se
aísla de las convenciones sociales. ¿Tiene éxito económico?, bien. ¿No tiene
éxito económico?, también muy bien.
12-Me
podrías explicar el término ´´promiscuidad cultural´´, ¿cuáles son los
síntomas, quienes lo padecen, si es contagioso, con cuales antibióticos se
sana?
Eso
significa simbiosis cultural, “promiscuidad” significa mezcolanza, mezcla.
Nosotros, como pueblo mezclado, tenemos una promiscuidad cultural, una mezcla
de varias culturas. Ya no nos sana nadie: somos mejores porque somos mezclados.
13-Eres
miembro fundador del Taller de Narradores de Santiago, cuál ha sido tu experiencia
al compartir con jóvenes de similares iguales inquietudes literarias.
El
Taller es algo que me da satisfacción personal. Yo fui profesor, y tengo
personalidad de educador. Mi vocación profesional debió ser la pedagógica, pero
por motivos económicos tuve que irme a otros lados. Reunirme cada cierto tiempo
con un grupo de escritores, la mayoría jóvenes, me da esperanzas de que alguien
lee los libros, de que a alguien le interesa la literatura en este país. Además
de que el Taller es algo creado por mí mismo, con uñas y dientes, con mucho
esfuerzo… aunque sólo le interese a los miembros.
14-Ser
subdirector del Centro de la Cultura de Santiago, ¿de qué te ha servido?
No
de mucho. Yo no soy político. He tratado de ser lo más responsable posible en
ese trabajo, porque soy muy responsable y muy serio en todas las cosas que
hago. He tratado de hacer animación cultural, de trabajar por la cultura, antes
lo hacía sin que me pagaran, ahora me pagan por eso. Pero siempre hay escollos,
siempre hay que trabajar más de la cuenta. Yo me paso el día entero con el
Centro de la Cultura en la cabeza.
15-La
tallerista y periodista Altagracia Pérez te hizo una entrevista par la revista
Mythos, en la que escribe: Es uno de nuestros más prometedores escritores de la
literatura contemporánea en Santiago. ¿Qué es lo que tú prometes?
Dinero
no, porque soy pobre. Ni amor. Habría que preguntarle a Altagracia qué ella
creía que yo prometía, porque ella fue la que lo dijo.
16-En
la entrevista que te realizara la periodista y escritora Rosa Silverio, ella te
define como: Un hombre sencillo, cercano y trabajador que se ha esforzado por
desarrollar una carrera literaria consistente, alejada de los ruidos y todas
esas luces que muchas veces ciegan a los artistas. ¿Cómo se define Máximo Vega
el ser humano, escritor y gestor cultural?
Yo
soy una persona normal. Tengo un hijo, que es lo más importante en mi vida, luego
viene mi familia, y al final la literatura. En ese orden. Soy muy discreto en
todas mis cosas, y estoy consciente de que ser escritor en este país no tiene
importancia social. Y que un escritor santiaguero tiene menos posibilidades
todavía de influenciar el pensamiento social.
17-¿Cuáles
han sido tus peores errores literarios y humanos, así como tus más grandes
aciertos y logros?
En
lo humano, mi mayor acierto es mi hijo. En lo literario, cometo errores
constantemente, por ejemplo en “El Libro de los Ultimos Días” hay algunos errores
que tendré que corregir si alguna vez hay una segunda edición. Me equivoco a
cada rato.
18-A
qué aspiras como escritor y como hombre de empresa.
Como
escritor, aspiro a dejar una obra. Espero tener el talento para eso. Como hombre
de empresa, espero que mi pequeño negocio me deje el suficiente dinero para
dedicarme solamente a él en el aspecto profesional, y no tener que trabajar en
nada más, y luego escribir.
19-Has
sido ganador de importantes premios, en el año 2003 ganaste el concurso de ensayo
con motivo del bicentenario del nacimiento de Víctor Hugo, con el trabajo 'Víctor
Hugo en la historia', publicado y traducido al francés. ¿Te consideras mejor
ensayista que novelista, y de ser así, por cuales razones?
Yo soy un narrador. El ensayo es una
forma de decir lo que quiero de una forma más directa, pero a mí me interesa
contar historias. Incluso, como narrador, he tenido más éxito que como
ensayista. Hasta ahora, solamente he publicado un libro de ensayos, que es “El
Libro de los Últimos Días”, y todavía no sé si lo hice bien. La gente me conoce
más como narrador, ¨Juguete de Madera¨ tiene varias ediciones, como cuentista,
etc. La gente no se imagina lo extraordinario que es crear a personas que no
existen, crear un mundo que no existe, una atmósfera inventada, generar
sentimientos, emociones, relaciones entre los personajes, cuando todo eso no
existe, está solamente en tu cabeza. Crearlo con palabras, y la gente lo lee y
llega a creer que esa es la vida real. Crear una historia es lo que más me
interesa, por eso ando en la luna por la calle, o en las reuniones de trabajo
me dicen: pero participa, no te quedes tan callado; lo que pasa es que estoy
pensando en lo que voy a escribir, me está pasando alguna historia por la cabeza.
(Publicada en el Periódico "La Información")
A LOS DELINCUENTES HAY QUE MATARLOS
El libro “A los Delincuentes Hay que Matarlos” tiene un título
engañoso. Quien se encuentre con el libro y vea la fotografía de la portada
pensará que estamos ante un volumen de serie negra, quizás de tema detectivesco
repleto de policías y ladrones, con tramas misteriosas y sangrientas. Pero no
es así. El título viene dado por un cuento, que es a la vez el más dominicano
en cuanto a las situaciones y al lenguaje del volumen, pero al mismo tiempo el
menos representativo. Es como si ese cuento, y “Falso Suicidio”, que comparte
peculiaridades con “A los Delincuentes Hay que Matarlos”, formaran parte de
otro libro. Puesto que “A los Delincuentes Hay que Matarlos”, el libro, no el
cuento, nos trae 13 historias amargas acerca de una serie de personajes que, aunque
parecen oscuros y terribles, con una lectura más cuidadosa nos daremos cuenta de
que se encuentran idealizados por la autora. Son casi estereotipos, metáforas,
representaciones de muchos personajes, incluyendo algunos de películas de
Hollywood. Nos enteramos desde el principio, al leer el índice, cuando
encontramos protagonistas con nombres como La Viuda Negra, Hiedra Venenosa, La
Señora Mo, y otros antihéroes que crean sus propios espacios imaginarios,
fácilmente identificables como irreales, es decir que sus vidas no las
reconocemos como verdaderas. La Viuda Negra es un estereotipo, así como Hiedra
Venenosa, así como La Señora Mo -con la S de señora en mayúsculas como si formara parte del nombre-, como también la amante del cuento Mi
Amante, o la adolescente de La Mano Que Me Toca en la Noche, etc. Esa
irrealidad aleja a Rosa Silverio de cierta literatura que se genera en este
tiempo, y que al parecer empieza a ser muy popular entre los escritores jóvenes
dominicanos, basada en la excesiva desnudez del lenguaje, la crudeza excesiva
de las situaciones, las descripciones sexuales directas, aunque de ninguna
manera estoy juzgando esta tendencia de cierta clase de literatura nueva de
nuestro país, sólo poniendo de manifiesto sus características.
Pero bueno, continuando con Rosa, mi amiga Rosa, que se fue para
España y vuelve a la República Dominicana y a Santiago sólo de vez en cuando y
se deja ver poco, exceptuando esta vez, por supuesto, sus 13 cuentos nos
hablan, como se dice en la contraportada, sobre el amor, la sexualidad, el
deseo, la muerte. En la época en que vivimos, amor, sexualidad y deseo son casi
sinónimos; en los cuentos aparece poco su realización, el placer, aunque luego
viene la muerte, como un castigo. Especulo que la unen a ella como autora con
su país, la República Dominicana, lugar en el que transcurren la mayoría de los
cuentos, por lo menos aquellos en los cuales la ciudad o el país es
reconocible. Dominicanas son sus palabras, su idioma es dominicano. Hay cuentos
que ya conocíamos, como “Mi Amante”, que apareció en la antología del Taller de
Narradores de Santiago; en una antología sobre los narradores contemporáneos de
la ciudad que realicé con motivo de la última Feria Regional del Libro de
Santiago, y que además se encuentra en una antología de literatura gay que
compiló la desaparecida escritora Mélida García. Pero casi todos los cuentos
son nuevos para nosotros. Por lo tanto nos muestran una faceta de Rosa Silverio
como escritora que empezamos a conocer.
Dijo Aristóteles más o menos en su poética: toma a un personaje,
hazlo simpático, rodéalo de grandes atributos, hazlo importante, y luego
traiciónalo y déjalo caer en desgracia, y estaremos en presencia del drama. Por
supuesto, eso no sucede en los cuentos de Rosa. Eso fue escrito hace 2,500 años,
y ni siquiera exactamente así. Desde el principio, quizás porque estamos
prejuiciados por la contraportada, sabemos que sus personajes no van a ser
grandes, ni importantes, ni simpáticos. Sus personajes, algunos comunes y
corrientes como sucede en los cuentos “A Los Delincuentes Hay que Matarlos” o
“Falso Suicidio”, algunos metafóricos como en “La Viuda Negra” o “Hiedra
Venenosa”, no son de ninguna manera simpáticos ni épicos. Niñas incestuosas o
lesbianas crueles o confundidas pasan por sus páginas, y sin embargo, como dije
antes, no podemos comparar a Rosa con escritores cuyas historias son
absolutamente terribles, autores que tienen una literatura que podríamos
definir como gótica, de literatura del horror, o simplemente gore, que es un término
que se utiliza mucho en el cine en el día de hoy, y que significa más o menos
“sangriento”, pero excesivamente sangriento.
Aunque en este libro algunas historias cuentan cosas verdaderamente
oscuras, las separa de esa crueldad el manejo del lenguaje, y la idealización
de los personajes de la que hablé anteriormente, que nos mantiene lejanos a
nosotros los lectores de historias que reconocemos de inmediato no como
realidad, sino como literatura. Incluso los finales de los cuentos tienen un
fin literario, que no tiene que ver con la realidad. Sirven a la historia que
ella cuenta como literatura, no los reconocemos como verdad. En uno de los
cuentos, cuyo título hemos repetido varias veces: “Hiedra Venenosa”, ese
personaje es el principal, a pesar de que no es el que cuenta la historia y
nunca habla; tiene, por supuesto, un nombre falso, estereotipado, y representa
un tipo de mujer deseable, lasciva, inalcanzable no solamente para la narradora
de la historia que está escrita en primera persona, sino también para los
lectores, y el cuento es, además de historia, la descripción de un personaje,
una especie de femme fatale que incita al pecado a la protagonista. Digo al
pecado, claro, pero todos sabemos ya que el pecado no existe. Todos somos
pecadores. El mundo está lleno de pecadores. Lo dicen Los Vedas, La Biblia, y
lo repiten Batman y Madonna, que son personajes de ficción. Tómame como una
virgen, canta Madonna, pero eso significa que ella ya no es virgen. “La mano
que me toca en la noche es lisa, delgada y pequeña”, escribe Rosa en
La Mano que Me Toca en la Noche, y continúa: “Resbala por la estirada
curvatura de mis piernas cuando estoy dormida. Trepa por mis muslos y poco a
poco se acerca al capullo que alberga todas mis ganas. Al centro de mí misma. Al
centro de todas las cosas”. La Señora Mo es una pecadora, el Señor Mo, su
amante, todos los personajes del libro son pecadores. Sus hombres y sus mujeres
son infieles, mentirosos, cínicos, egoístas, desleales, engañosos, nunca se
muestran como realmente son, lo que presupone la sorpresa de los finales. No
sabemos con qué nos va a salir un antihéroe de estos. Su individualismo extremo
parece no solamente hacerles bien a ellos, sino que les hace mal a los demás.
Lo que importa siempre son los sentimientos personales, íntimos, míos,
independientemente del daño o la opresión que se ejerce sobre los demás, los
que para su desgracia se encuentran alrededor de los protagonistas. Unete
siempre a los filisteos, escribe Augusto Monterroso, claro, porque los filisteos
siempre ganan. Si el coronel Aureliano Buendía se hubiera unido a los filisteos, hubiese ganado
su revolución. Si Encarnación Mendoza se hubiese unido a los filisteos, no lo
hubiera denunciado su propio hijo. Y debemos resaltar que la mayoría de los personajes
de los 13 cuentos son mujeres. Hay cuentos en los que solamente participan
mujeres, y los hombres son solamente sombras, recuerdos, obsesiones o
fantasmas. Como los personajes son predominantemente femeninos, los
sentimientos y las emociones son también predominantemente femeninos. Algunos
personajes dan la impresión de querer vivir en un mundo en el que no sea
necesaria ninguna presencia masculina. En uno de los cuentos, un personaje
asesina a su hija por un hombre, en otro, una mujer casada se enamora de otra
mujer, prescindiendo por completo de su esposo en el único elemento que le
faltaba: el amor, el deseo o el sexo. Incluso hay un personaje masculino que se
transforma en una mujer. El mundo es radicalmente femenino, aún cuando los
protagonistas sean hombres. Debemos recordar que hablamos de literatura, no de
realidad. Las historias tienden a la venganza o a la muerte. O por lo menos a
la insatisfacción y a la rebeldía. La forma de contar de Rosa tiende a lo
visual, a lo plástico, a lo cinematográfico. Los cuentos prácticamente no
contienen ninguna referencia
literaria o intelectual. Más allá de tantas emociones contradictorias y
erráticas, los personajes se nos muestran como lo que son: seres humanos, perfectamente
capaces, como todos nosotros, de hacer todo lo que se lee en estos cuentos.
Pero, por suerte para nosotros, hay lugar para la poesía. Debía ser
así, puesto que Rosa Silverio es poeta. Está “Hasta Siempre, Brasil”, la
historia de un amor sereno que permanece en el recuerdo y el tiempo, más allá
de la separación de la pareja, un oasis de quietud y de pureza en medio de la
violencia y el dolor de las demás historias. Y está “La Canción Rota”, escrito
con una tristeza poética. En ese cuento aparece la Yaya. La Yaya murió en La
Canción Rota, pero me hubiese gustado que fuese salvada. Esto es una
indiscreción, pero tenía que mencionarlo. Yo la hubiese salvado: hubiese metido
mis manos en la tina y la hubiese recuperado. Le hubiese dado respiración boca
a boca. La Yaya no tenía culpa de nada. Por supuesto, la salva el lenguaje:
esto es literatura, esta no es la realidad. Otra Yaya aparecerá en otro de los
cuentos de Rosa, quizás la misma Yaya. La salva la imaginación.
Este volumen con número cabalístico merece ser leído con calma y
respeto, así que recomiendo encarecidamente la lectura de estos cuentos, casi
todos oscuros, otros no tan oscuros, que forman parte de “A los Delincuentes
Hay que Matarlos”, de Rosa Silverio.
Heroísmo es femenino
Por Aníbal de Castro
China tiene finalmente un nobel de literatura. No es casual que un país de tantas glorias pasadas y presentes estuviese ausente de esa galería de honor que, a pesar de las controversias, reproduce el estado de las letras no solo en un país sino en una lengua. Mo Yan no es el único chino en acceder al premio que otorga cada otoño la Academia Sueca en recuerdo del inventor de la dinamita: le precedió Gao Xingjian, hace 12 años.
Lo que hace esta premiación diferente es que este escritor de "realismo alucinante" y que con fortaleza narrativa "combina los cuentos populares, la historia y la contemporaneidad" con la magia creativa de un Gabriel García Márquez o un William Faulkner vive en China, contrario al otro chino, exiliado en París antes de alcanzar fama universal gracias al galardón. Cultor del teatro del absurdo y novelista exitoso, Xingjian, hoy ciudadano francés, es nombre principal en el índice de libros prohibidos en China.
No que Mo Yan sea un intelectual conformista o un defensor a ultranza de la esclerosis creativa que suele acompañar la mordaza política. Su única novela que he leído, Sorgo rojo, es una oda contra la violencia y un retrato acabado de la turbulencia en China durante la ocupación japonesa. Escrita con sensibilidad social profunda y una compenetración evidente con los sufrimientos del campesinado, víctima también de la revolución maoísta, la obra se corresponde con un autor comprometido. De una manera u otra, Mo Yan se las ha ingeniado para vivir y seguir produciendo en China, pese a que su última entrega literaria, The Garlic Ballads (Las baladas del ajo) ha sido proscrita.
Las distancias se han achicado, elementos de culturas marcadamente diferentes se han fusionado, la tecnología ha ensanchado las fronteras del conocimiento y, minutos después de anunciado el premio, miles de personas han podido adquirir las obras de Mo Yan gracias al internet y las ventas en línea. Y sin embargo, la intolerancia continúa como una afrenta que restringe la creatividad, constriñe el pensamiento y desencadena agresiones insospechadas. Tiene sello gubernamental y privado, y en ambos casos actúa con eficacia para detener la carrera hacia estadios de mayor satisfacción humana.
Política, cultural, religiosa o étnica, la intolerancia se ha atrincherado en poderosos reductos en el mundo y encontrado portaestandartes fanáticos, pero también mentes inteligentes que han ideado medios eficaces para censurar el pensamiento. Y cuando los métodos tradicionales de control no han funcionado, han acudido a la represión y a la violencia sin que les importe un comino la condena generalizada o su inclusión en los registros globales de violadores sistemáticos de los derechos humanos. En China y en Cuba, para no ir más lejos, el acceso a internet, algo para nosotros tan cotidiano como cepillarnos los dientes, está rigurosamente regimentado.
Faulkner, con cuya obra la Academia Sueca comparó la prosa vigorosa de Mo Yan, sentenció una vez que la conciencia moral es la maldición que debe aceptar un humano a cambio del derecho a soñar. La intolerancia frena bruscamente la continuidad de ese derecho, o sea, la puesta en práctica de los sueños. Y sí, los derechos acarrean responsabilidades; entre las del escritor figura condenar sin desmayo la censura y la intolerancia, los venenos más letales en contra de la creatividad.
Malala Housafzai era un nombre conocido pero no en la magnitud alcanzada a partir de la tarde del martes, cuando un fanático talibán le descerrajó un tiro en la cabeza y así, de un plomazo, evitar que soñara con una vida digna a través de la educación. La historia de esta adolescente pakistaní de 14 años es dolorosa e inspiradora a la vez: una estampa de heroísmo, de convicciones profundas y de inteligencia temprana. Y una invitación a corroborar con Óscar Wilde: "Sí, yo soy un soñador. Porque un soñador es aquel que solo encuentra el camino a la luz de la luna, y su castigo consiste en ver el alba antes que el resto del mundo".
A Malala la han bautizado como "la niña que solamente quería ir a la escuela". Ese deseo la tiene al borde de la muerte después del atentado artero en su contra en Mingora, un pueblito en el Valle del Swat en la provincia de la Frontera Noroeste en el Pakistán de la intolerancia y el fanatismo. El talibán penetró al autobús donde viajaba la niña de regreso a la casa tras la jornada escolar. Preguntó quién se llamaba Malala, y esta, inocente, respondió de inmediato. Sin mediar palabras, el pistolero le disparó en la cabeza. Gravemente herida fue llevada a un hospital militar en Peshawar y luego trasladada fuera del país para una intervención quirúrgica sumamente delicada.
Hace muchos años que visité esa ciudad, la más importante de Pakistán en la zona fronteriza con Afganistán. Recuerdo sus callejuelas intrincadas, llenas de tenderetes y un bullicio tan insoportable como la humedad reinante. Ya para ese entonces era famosa porque podía comprarse allí cualquier tipo de armamento. Con la intervención soviética en Afganistán, Peshawar se transformó plenamente en un bazar de armas y refugio de los muyahidines. Tras la llegada de las tropas de la OTAN y la derrota de los talibanes, estos pasaron a operar libremente en toda la provincia paquistaní de la Frontera Noroeste.
El extremismo de los talibanes es tal que han prohibido la música, la televisión y la educación femenina, lo mismo que hicieron cuando señores de horca y cuchilla en el vecino Afganistán. Dueña de sus sueños, Malala se convirtió en una activista en contra de la discriminación de género en un área de tanta importancia como la educación. Abogar por el derecho de que niñas como ella vayan a la escuela le valió una sentencia de muerte bajo la acusación de ser "pro occidental". El vocero de los talibanes ha dicho que si sobrevive, la atacarán nuevamente.
La he visto responder preguntas con soltura y suficiencia en vídeos grabados antes del atentado. El pelo negro que se escapa del velo acomoda una cara de rasgos suaves, manifiestamente pastunes, con ojos intensos y cejas pronunciadas, todos color de noche muy oscura. Sorprenden su fluidez en inglés perfecto con acento urdu y la resolución en sus propósitos para que las menores pakistaníes puedan educarse. Su lucha le ha consumido sus años infantiles y Desmond Tutu, el obispo anglicano de Sudáfrica socio infatigable de Nelson Mandela en la lucha contra el apartheid, la nominó el año pasado para un premio internacional a la niñez. El gobierno pakistaní la enalteció con el Premio Nacional de la Paz, en diciembre del 2011.
En la entrevista posterior a la premiación, refiere como un deber "esencial" oponerse al cierre forzoso de la escuela para la niñez femenina. Con una voz que solo imagino capaz de gentilezas, señala ante las amenazas proferidas en su contra: "Incluso si vienen a matarme, les diré que lo que tratan de hacer es un error, que la educación es nuestro derecho básico". Poco después se supo que era la autora del Diary of a Pakistani School Girl publicado por la BBC británica, una traducción del original y más detallado, escrito en urdu.
En su prosa sin afeites, lozana en la narración de la cotidianidad, se aprecia en toda su tragedia la vida bajo el mandato de los talibanes. Malala, aunque bajo el seudónimo de Gul Makki escogido por la BBC para protegerla, se convirtió en una voz vibrante contra la barbarie, contra el fanatismo, contra la violencia, contra la intolerancia. Heroísmo femenino, infantil, convertido en lección para un mundo demasiado adulto como para mirar hacia el otro lado cuando en un rincón se cometen atrocidades infames.
En estos días de luto para quienes suscribimos la libertad como la esencia de la vida, la BBC ha reproducido algunos de los textos del diario que sirvió en urdu a sus oyentes en Pakistán, los cuales me recuerdan otro testimonio escrito de un valor humano indiscutible, y que estremeció mis emociones cuando lo leí de niño: El diario de Ana Frank. Las entradas correspondientes al 3 y 4 de enero de este año describen a una niña llena de miedo y, sin embargo, firme en su convencimiento de que la educación es un derecho:
"Tuve un sueño terrible anoche en el que había helicópteros del Ejército y talibanes. Tengo esos sueños desde que se lanzó la operación militar en el Swat. Mamá me hizo el desayuno y partí. Fui a la escuela con miedo porque el Talibán había emitido un edicto en el que prohíbe que las niñas vayamos a la escuela. Solo once estudiantes fuimos a la clase de un total de 27. Mis tres amigas se fueron con sus familias a Peshawar, Lahore y Rawalpindi después del edicto (…) Mientras iba a la escuela escuché a un hombre decir "Te voy a matar". Apuré el paso y cuando miré hacia atrás el hombre venía detrás de mí. Pero, para mi gran alivio, estaba hablando por teléfono así que debía estar amenazando a alguna otra persona (…) Hoy me levanté tarde, a eso de las 10 de la mañana. Antes de la operación militar solíamos ir de picnic los domingos. Pero ahora la situación es tan mala que no hacemos un picnic hace más de un año y medio. (…) Hoy hice tareas del hogar y jugué con mi hermano. Pero el corazón me latía rápido porque mañana tengo que ir a la escuela".
Y el miércoles 14 de enero: "Hoy estaba de mal humor mientras iba a la escuela porque mañana empiezan las vacaciones de invierno. El director anunció las vacaciones, pero no mencionó la fecha en que la escuela volverá a abrir. Es la primera vez que ocurre esto. En el pasado, la fecha de reapertura fue anunciada siempre con claridad (…) Mi conjetura es que el Talibán va a prohibir la educación de las niñas desde el 15 de enero. (…) Como hoy era el último día de nuestra escuela, hemos decidido jugar en el patio un poco más".
Malala es más que una niña y una vida. Es un símbolo vigoroso en un mundo en el que cada vez se sueña menos porque, al parecer, los ideales han desaparecido al calor de la unipolaridad. Que en pleno siglo XXI impere aún la barbarie y se pretenda sepultar en la ignorancia a toda una generación de niñas atenta contra esa conciencia moral de que hablaba Faulkner, el maestro de la narrativa e inspirador no solo de Mo Yan, sino también de otra gloria literaria y premio Nobel de Literatura pero también cruzado de la libertad, Mario Vargas Llosa.
Paradojas de la vida, alguien se acercó al padre de Malala para mostrarle el diario en urdu bajo seudónimo. No podía decir, orgulloso, quién era la persona escondida detrás de Gul Makki, y a los elogios respondió con una sonrisa cómplice. Quizás ahora se entienda que la vida real cabe en la literatura, y que ambas solo tienen sentido pleno en libertad.
Malala es más que una niña y una vida.
Es un símbolo vigoroso en un mundo en el que cada vez se sueña menos porque, al parecer, los ideales han desaparecido al calor de la unipolaridad.
Que en pleno siglo XXI impere aún la barbarie y se pretenda sepultar en la ignorancia a toda una generación de niñas atenta contra esa conciencia moral de que hablaba Faulkner.
http://www.calameo.com/read/000602922cdd117254b20
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