LIBRO DE CUENTOS
DE ALTAGRACIA PERES
PYTEL.
PRESENTACION DE
CARLOS BURGOS ACOSTA.
El
lenguaje que representa a la estructura del cuento lo posiciona dentro de la
literatura universal mediante la especificidad temática y la brevedad de sus
narraciones. Quizás este es uno de los
elementos que lo hace especial en el ámbito de la lectura. La relación
que existe entre el tiempo y el espacio es un componente que nos permite
conocer los signos reales o ficticios del narrador que se toma la difícil tarea
de hilvanar sus ideas para plasmarlas objetivamente en unas cuantas líneas del
papel.
Este
libro está compuesto por 17 cuentos, unos breves, otro no tanto, los cuales han
sido divididos por la autora en dos partes: A mitad del Sendero, y, Alfabeto
para la Desolación. En el mismo se puede
percibir el éxodo de la autora desde la esencia de los países americanos hacia
el viejo continente europeo donde los fenómenos culturales experimentan cambios
significativos, pero que en el fondo siempre existirá un hilo conductor que
enlaza su pensamiento con sus orígenes, expresado al través de la poética, su
visión y su experiencia con las sociedades donde se ha desenvuelto.
En el
contexto de la antropología cultural, hay diversos mecanismos que configuran el
valor de la identidad, uno de los iconos que Altagracia explora en sus cuentos
y que se convierte en el recurso literario más importante de su proceso
creativo. En el momento en que ella
decide conceptualizar la equidad de sus relatos, crea plena conciencia de que
la identidad cultural es el código primordial de todo escritor que procura la
trascendencia de sus obras.
Es
preciso acentuar que en este dilema de la conceptualización, existió en ella
una lucha interna de buscar el cuento perfecto, no solamente el que se aleja de
todo chauvinismo, sino también aquel que se distancia del esnobismo con que la
contra cultura intenta invadir a todo creador literario para mantenerlo aislado
de sus raíces antropológicas para asumir posturas ajenas. En este mismo sentido, percibimos que al
planteársele esta contradicción, se toma como salida la actitud de apoderarse
de la diversidad cultural como solución y así su obra alcanza un carácter
universal, manejado desde la territorialidad de nuestra cultura.
La
migración del hombre de campo que abandona sus tierras para vivir hacinado en
los barrios marginados de la ciudad, el rancho construido al final del rio, los
brebajes, los resguardos, la bruja que se chupa a los niños, el difunto que se
lleva a los enfermos que están acostados, el canto del Angelus, las cuentas del
Rosario, la gotera que cae en el piso, la silla de guano, el hollín en el fogón
de tierra y otros dispositivos típicos son los símbolos que están presentes en
la cuentistica de este libro y se constituyen en la resistencia que durante
muchos siglos se ha mantenido arraigada en nuestra cultura en contra de un
colonialismo mental que ha pretendido vanamente borrar todo indicio de nuestra
historia ancestral.
La
conexión de la lingüística con el texto procura resaltar un vivo interés del
manejo del lenguaje que se encuentra evidenciado en el cuento. Por esta razón, todo cuentista tiene que
adaptarse a las técnicas y normas que le exige su profesión. Cuando existe una negación a estos principios
entonces nos estamos enfrentando a cualquier tipo de relato que se estará
distanciando de toda consideración literaria.
Al
analizar los cuentos de Altagracia, nos encontramos con un uso equilibrado del
efecto lingüístico. Si deseamos
completar el sentido de este planteamiento, solamente tendríamos que leer
alguno de sus relatos en voz alta para determinar todas las partes que componen
la estructura del lenguaje en sus textos.
Cuando una lectura se escapa a la interpretación mental y se toma la
fonología como un medio de articulación, entonces la fonética cumple su papel
al crear un sonido al mezclarse con la acústica.
En esta
relación del lenguaje con la lengua, se nos presenta un fenómeno idiomático muy
interesante que en nuestro país solamente existe en la región del Cibao, de
donde la autora es oriunda, y es el empleo de la “i” al conversar, la cual heredamos
de la colonización española y hoy representa una de las características por la
cual los cibaeños hemos de sentirnos sumamente orgullosos. En este libro vamos a encontrarnos con muchas
frases escritas de esta forma, lo que enfatiza la importancia de la lingüística
en el proceso creativo de la cuentista.
Altagracia
hace referencia a los grandes maestros de la literatura universal a los cuales
admira y le han servido de inspiración en sus relatos. Es un gesto muy noble de su parte porque al
conocer esta información y al analizar sus cuentos, resulta viable deslindar su
independencia creativa, en el cuidado de la forma de su escritura, la cual
puede considerarse como única ya que refleja la autenticidad de su estilo. En este caso, un valor que posee su poesía es
su concepción mimética porque todos sabemos que para que un escritor pueda
trascender es necesario tener que crear un estilo propio definiendo los
alcances de la mimesis.
Lo que
siempre ha definido a la literatura es la poesía, es lo que diferencia a una
persona común a un poeta, es lo que determina la muerte o la permanencia de una
obra. Parafraseando a Aristóteles
podríamos decir que todo el mundo puede escribir un cuento, pero pocos pueden
considerarse como cuentista. El
paralelismo se establece en el conocimiento que se ha adquirido en la
concepción de la estética.
Los
cuentos de Altagracia muestran un contacto con la poesía en la forma que
esgrime las palabras para construir imágenes que sobrevuelan los espacios del
plano simbólico y se escapan a los albores de la cotidianidad para conectarnos
con el universo de lo estético. Esto lo
sabía muy bien Evelia cuando se arrastraba sobre el sendero con su macuto, su
sombrilla y su sombrero. Evelia que dejó
su sonrisa y empezó a tejer sus pies descalzos con cadillos, rosas y espinas,
en un camino lleno de mariposas, luciérnagas y cardo santos. Sí, ella, Evelia, quien agoniza sola a mitad
del sendero, sin que a nadie le importe.
Estos
cuentos resaltan las interioridades del ser humano a través de la psicología de
sus personajes, nos hacen conocer la manera en que estos responden al entorno
social en que se desarrollaron mediante sus hechos. En esa misma interrelación, sus comportamientos
influyen en los demás personajes dando una mayor fuerza a la composición de las
historias. Precisamente en este punto,
la psicología se une a la sociología para justificar el carácter de cada
personaje en cada cuento.
Nonona,
de aspecto medioeval, con un vestido negro hecho jirones, se da cuenta que ser
bruja es el mejor de los sueños. El
compadre Quiterio González con sus ínfulas llenas de soberbia, ordenó que
picotearan los sembrados. La señora
Emilia, criada según las costumbres religiosas acostumbra elevar sus oraciones
al cielo en cada mañana. Lépida Guzmán
se fue a vivir en un cuartucho con paredes de bloques y hojalatas en un barrio
sumido en la miseria, pero no pudo soportar su destino y en medio de una crisis
emocional, decide tomar la peor de las decisiones. Jana fue una distinguida dama belga cuya vida
cambió diametralmente a raíz de la parálisis que la postró para siempre a una
silla ortopédica.
Cada
personaje actúa de acuerdo a las costumbres en que fue criado dejando entrever
sus rasgos psicológicos. En algunos de ellos
es posible descubrir sus actitudes a la luz de la psiquiatría, siendo estos dos
elementos muy indispensables para entender sus conductas cuando la diégesis se
encarga de desnudar la vida pasada de cada uno de ellos.
El tiempo
que le ha tomado al mito dejar sus huellas imperecederas en el arte y las
ciencias, ha servido para instaurar un precedente en los creadores frente al
hecho de su escritura. El cuento es uno
de los espacios narrativos donde la ficción obtiene una notoria influencia, ya
que la misma se desprende de sus adentros para legar un relato puramente
vestido de originalidad.
Los mitos
que sirvieron de inspiración a Altagracia para escribir sus cuentos, nacen de
la misma realidad que arropa a nuestro país, de sus vivencias experimentadas en
la vida del campo, de estar en contacto
con la gente del pueblo, con los que viven en los barrios marginados, en los
que emigran a países más ricos en busca de mejorías económicas o por asuntos
familiares. Ella ha sabido interpretar
esa realidad, vivirla y asumirla hasta tal punto de que los acontecimientos
míticos ejercen una gran persuasión en su función creativa.
Entonces
aquí interviene la imaginación de la artista que se siente atrapada en las
redes de la fábula, para crear nuevas historias que vayan de acuerdo al
lenguaje del cuento donde la ficción pone en marcha todos los componentes de
una narrativa, que en la mayoría de los casos, se sienta a la sombra de la
epistemología. Porque ella está
plenamente segura de que el mito contiene una serie de características muy
reales que en el plano simbólico precisan de una mayor comprensión. Por esta razón, hay que acudir a la ficción
para dejar a la humanidad un cuento artístico, plasmado de autenticidad, de verdad,
pero sobretodo, de audacia.
El aspecto
psicológico siempre ha de estar acentuado en un escritor y su obra. Su pensamiento religioso, político o social
transita en su creación de una forma objetiva o subjetiva. A través de la historia, todos los
movimientos artísticos y literarios se han visto emplazados a enarbolar una
bandera ideológica que le sirve como estandarte para aliarse o rechazar un
sistema imperante.
Los
cuentos de Altagracia se identifican por poseer un compromiso social que
explican sus deseos de dar a conocer cómo los avances del mundo nos están
convirtiendo en maquinas que han perdido su sentido común, al hacerse ajenos a
esa verdad de millones de personas que viven sumidos en la indigencia, sin
esperanza alguna, de trabajar por un sueldo de miseria, esperando en una simple
casucha de barrio a que un día la muerte acabe con tantos sufrimientos.
En este
paso de deshumanización, que en el día de hoy preocupa a muchos escritores e
intelectuales en el mundo, sale a la luz
pública este libro para hacerse solidario con ese sentimiento universal. Son los escritores los que están llamados a
luchar por un sistema más humano, que sus obras sirvan de espejo para cambiar
un pensar injusto y decadente como el que tenemos. Es el caso de Vanja, hija de un miembro del
ala reaccionaria del partido, quien al ver la caída del muro ideológico se ve
tentada a conocer la otra cara de lo que la sociedad llama moralidad.
La
plasticidad es uno de los códigos que siempre debe estar contenido en una obra
literaria. Es lo que sucede en los
cuentos de Altagracia quien se ha esmerado en cuidar ese detalle. Cuando se tratan temas muy fuertes en
literatura, el escritor debe cobijarse en el símbolo plástico para despertar
emociones sutiles, y hasta ciertos puntos espirituales, para sumergir al lector
en un espacio dominado por la estética.
Ella conoce a la perfección este recurso y como escultora sabe moldear
el barro de la realidad con sus manos para ofrecernos una obra de arte que
tiene que ser especial por el sello particular que le impregna.
El
soldado de cara morena, con ojos color avellana, atractivo ante las miradas de
las mujeres, luego de la traición a los suyos se convirtió en un ser vencido
por el insomnio, el deshonor y el agobio.
El hijo de Mary Oswalt, acostumbrado a los comics, a los libros de
aventuras y a los superhéroes de la televisión toma la decisión de volar en el
precipicio del pueblo. La vida de
Marlena Taveras se nos cuenta por medio de una analogía con la muñeca rota, una
joven que siente cómo sus sueños se derrumban por hacer un cambio actitud.
Las
locaciones donde tienen efecto los mitos son descritos con certeza por parte de
Altagracia para ubicar al lector en los lugares donde los personajes acompañan
a la acción. Los goznes que crujen en la
casa que por mucho tiempo ha estado descuidada, las calles repletas de
vehículos donde las damiselas ofrecen sus servicios, la colección de abrigos de
pieles, al auto de lujo en el garaje y otros factores de la plasticidad le dan
una pincelada estética a sus narraciones.
Los
textos de este libro narran historias extraídas de nuestro entorno, con
temáticas que por sus naturalezas logran crear una conexión con el lector al
despertar la empatía de la cual nadie se podrá escapar y que marca un sello
distintivo en la cuentistica universal.
Más allá
de los asuntos que puedan descubrirse en el texto, existe un firmamento de
situaciones que subsisten al margen de las palabras. En el sub texto de los cuentos de Altagracia
se detallan varios fenómenos que están incrustados en nuestra vida. En medio de los avances que han tenido la
medicina y las ciencias, la marginalidad en que viven la gente de pueblo los
obliga a creer en los supuestos milagros de la brujería. Con el gran poder que tienen las religiones,
todavía hay quienes siguen creyendo en una mitología ancestral. La maldad se sigue adueñando de la ingenuidad
de nuestros jóvenes, que por sus bellezas son seducidas para luego ser
abandonadas a su suerte.
Más, en
el fondo de todas las cosas, se encuentra la intención de la autora, la de
luchar por una mejor sociedad donde exista la equidad de género, donde el ser
humano sea revestido de dignidad y pueda acceder a los servicios que por
derecho le pertenecen. Provocar por
medio de la literatura un cambio de pensamiento para derrumbar la ignorancia,
que durante siglos los manejadores del poder han utilizado para servirse de la
bondad de un pueblo que le ha soportado todo.
Esta es
la obra “A Mitad del Sendero”. Esperamos
que Altagracia siga escribiendo los cuentos que le esperan en la otra mitad de
ese camino marcado por las pisadas del tiempo.
De igual manera, que ella se motive a escribir los otros relatos que ha
de encontrar en los demás senderos de su existencia creativa.
Con
afectos.
Carlos Burgos Acosta,
Dramaturgo, Guionista de Cine.
Puesta en circulación
del libro.
Ateneo Amantes de la
Luz.
Santiago, República
Dominicana.
26 de noviembre del
2014.
Adquiere aquí el libro de Altagracia Pérez: