La Muerte de Arturo

A Arturo le conocí en Supreme Quality Video, un centro de alquiler de película que él tenía en Plaza Naco. Corría el año de 1993 y tenía poco días de haber llegado a Santo Domingo. Venía de la Piragua, Gaspar Hernández, bien verdecito. Con él aprendí a apreciar el Gran Cine. Recuerdo un día que me entregó "Las cartas de Alou" de Montxo Armendáriz, una excelente película europea. Luego le seguí a través de "Linterna mágica" que escribia en HOY y donde enseñaba a separar la paja del trigo en materia de cine. En fin, se nos va un hombre excepcional, amante del cine y un referente obligatorio a la hora de hablar de narrativa, cine, teatro y muchas otras cosas de las que sabía.

Adios Arturo, adios amigo...

VALENTIN AMARO


Demasiadas tristezas en poco tiempo. Aun no puedo pensar en mi madre, y unos dias despues fue Blas, y luego Luis. Alguno/a conoce algun remedio?

Chiqui Vicioso



Cuando Martha Sepúlveda desapareció de la vista de todos y nos dejó sin Martha Sepúlveda, me hice miles de interrogantes. Era lógico. Aunque ya no soy joven, tampoco soy tan viejo como para que mi generación se empiece a morir de causas más o menos naturales. ¿Qué pasará con los buzones de Martha?, me pregunté. ¿A dónde irán a parar todas esas palabras, fotografías y razones que ella atesoraba en sus cuentas cibernéticas?

Antiguamente, la gente solía dejar un baúl, una caja o cuando menos una oxidada lata con todos sus secretos (Los puentes de Madison es una historia que se sostiene solo en esa probabilidad). Pero en la era digital esas cosas no son tangibles, se tornan inextricables con apenas una combinación de letras y números que jamás nadie podrá adivinar.

El muro de Facebook de Arturo Rodríguez está lleno de mensajes que todos menos él podrán leer. Como siempre odió los finales obvios, le tocó una muerte impredecible. Ayer, a las 10:28 a.m., entró por última vez al Facebook y le agregó nuevas fotos a su galería “Pasa la vida sin decir adiós”.
Con un mojito en la mano y mirando a ninguna parte (raro desliz para alguien que estudió por años el peso de las miradas) Arturo se despide. Sus señales invisibles se perdieron para siempre.


Arturo Rodríguez Fernández, no sabremos nunca todo lo que perdimos al perderte



Por Aquiles Julián



Mi primer trato personal con Arturo Rodríguez Fernández fue en 1983. Antes de eso le veía de lejos, sin mayor contacto. En 1982 gané el primer lugar en el concurso de cuentos de Casa de Teatro y al año siguiente fui jurado del mismo, junto a Armando Almánzar Rodríguez y a Pedro Vergés.



Los tres convenimos, más por decisión de Pedro Vergés y mía que por la de Armando, más compasivo y fraternal, en no declarar ganadores, dejar desiertos los tres primeros premios y otorgar diez menciones. Fue un enmendar la plana a los participantes para que cuidaran los textos que enviaban a concurso. Freddy Ginebra aceptó el fallo, aunque siempre nos recomendó seleccionar los tres mejores y premiarlos. Pero la intransigencia de Pedro Vergés y mía en no premiar cuentos que habían sido enviados sin el cuidado apropiado para competir en un concurso, se impuso.



Arturo Rodríguez Fernández fue uno de los que participó en ese concurso. Y lo recuerdo porque fue tal vez si no el único, uno de los pocos que sin estar de acuerdo con nuestra decisión, la aceptó con humildad y con el cual conversé amablemente sobre la misma.



Hubo escritores que, antes del fallo, sabiendo que era jurado del mismo, se aproximaron a mí buscando camelarme. Y luego echaron chispas y dijeron barbaridades sobre mí y los demás jurados. El problema es que en el concurso se premian los textos, no las personas. Y si los cuentos no valen la pena o merecen ser premiados, aunque las personas sean excelentes, maravillosas, admirables, los textos no serán galardonados. Y créanme que, por su comportamiento, tampoco lo eran.



Así que algunos se enemistaron conmigo, dejaron de dirigirme la palabra. Otros enfriaron su actitud al máximo. Hubo quienes echaron pestes acerca de mí. Y quienes me desconocieron, al grado de que luego de más de diez primeros premios literarios, entre ellos dos de Casa de Teatro y el Premio de Literatura de la Universidad Central del Este, UCE, aquí se editan antologías literarias en las que aparece todo el mundo menos yo, lo que, por otro lado, no me quita el sueño. Total, el día que quiera hacer una antología en la que yo aparezca, la haré yo mismo y punto.



Saco el caso a colación porque algo similar sucede con Arturo Rodríguez Fernández. Brillante narrador, excelente dramaturgo, ¿dónde están las antologías que reconocen su obra y su talento?



A Arturo Rodríguez Fernández se le tenía envidia. Se le envidiaba su origen social: miembro de una familia de emigrantes españoles que prosperó e hizo fortuna en nuestro país, lo cual parece que algunos nativos lo viven como afrenta y no como ejemplo. Se le envidiaba su evidente talento: ganó premios nacionales e internacionales. Nadie se fijo en su infatigable capacidad de trabajo. En su pasión sin límites por el cine, que lo llevó desde la crítica de cine (era capaz de viajar al extranjero sólo a ver una película), a aventurarse financieramente instalando el Cine Lumiere, un cine de arte que muchos pudimos aprovechar, aunque no hubo el suficiente respaldo para hacer rentable la aventura; y que terminó por crear el Festival de Cine de Santo Domingo, que convirtió en base a trabajo arduo, relaciones personales (que las tenía de sobras en el mundo de cine), determinación y sacrificios en una institución respetable, al que concurrían cineastas y actores de renombre internacional a exhibir sus obras. Y fue un promotor entusiasta y dedicado de nuestro país como lugar ideal para rodar películas.



Su entrega a sus pasiones: el cine, la literatura, era total. Siempre embarcado en un proyecto, siempre con planes a realizar, siempre con tareas pendientes de ejecución.



Cada vez que le veía, en esos escasos pero prodigiosos momentos en que una premiación nos acercaba, él como jurado la más de las veces, y yo como el afortunado ganador, le insistía en que quería hacer un libro digital con sus cuentos. Siempre me prometía enviármelos, pero las ocupaciones no le dejaban tiempo. Me regaló uno de sus últimos libros, lleno de cuentos admirables. Hoy la infortunada noticia de que un infarto fulminante nos lo arrancó de la vida, deja mi modesto proyecto de un libro digital que celebrara su talento y promoviera sus cuentos, trunco. Me debes esa, Arturo.



Al leer la noticia en la prensa digital, que reviso varias veces al día, quedé pasmado. Mi estupefacción hizo que mi esposa me preguntara qué me sucedía. Quise decirle que se me había desgarrado el corazón, porque Arturo Rodríguez Fernández era un ser sorprendente: tras la constante chanza, tras el choteo y la salida jocosa, se escondía un ser bueno, agradable, inteligente, talentoso y de una capacidad de trabajo y dedicación excepcionales.



Mañana su deceso no será publicado a ocho columnas en la prensa, ni se bajarán las banderas a media asta, tampoco se declararán tres días de duelo. Así mueren los grandes de verdad. Nadie como él para merecer todos los homenajes. Honró al país con su vida, con su obra, con su dedicación. Nos engrandeció con su trabajo. Nos dedicó lo mejor de sus años. Nos enseñó. Nos guió. Nos aportó de múltiples maneras.



Empantanados en frivolidades y circos: el circo de la política, el circo de la farándula; agobiados por los salarios ridículos que nos hacen desvivir buscando como arañar el peso para poder ganarnos el derecho a sobrevivir un día más; aturdidos por el alcohol, atronados por la bulla de las estruendosas bocinas de los discolights de los candidatos; de las radios escandalosas; enredados en la madeja de chismes en que consumimos el tiempo, la muerte de Arturo Rodríguez Fernández pasará poco menos que desapercibida.



No sabremos lo que perdimos. Pero, créanme, perdimos más de lo que podríamos darnos cuenta. Ese infarto nos arrebató al promotor de cine incansable, al alma del Festival de Cine de Santo Domingo, al artífice de múltiples iniciativas vinculadas al séptimo arte, al narrador dedicado, al dramaturgo talentoso, al dominicano que dio lustre y brillo al gentilicio, que honró con su vida y dignificó con su trabajo a esta tierra que tanto merece y a la que tantos dañamos y degradamos.



No saber lo que se tiene hasta que se pierde es un dicho de añeja sabiduría. Hice alarde, hace algún tiempo, en una presentación que escribí para uno de los libros digitales que edito, de mi amistad con Arturo Rodríguez Fernández. Como lo hice de mi amistad con Efraím Castillo, Alexis Gómez, Enrique Eusebio, Manuel Núñez, José Enrique García, Manuel García Cartagena y otros escritores.



Era una forma de encubrir mi admiración, mi respeto, mi aprecio, mi envidia si se quiere a sus maneras amables, a sus dones, a su generosidad, a su bonhomía, a su capacidad de trabajo, a su entrega, a sus aportes portentosos a la patria.



Quiero dejar constancia de esa admiración, de ese respeto, de que no tenemos con qué pagar ni cómo reconocer todo lo que él hizo y dio y legó a este país. Con la grandeza con que los mejores dominicanos lo hicieron: sin esperar nada en recompensa, pero con la satisfacción del deber cumplido.



Como dije, no sabremos lo que perdimos. Pero desde ya sentimos la inmensa falta que nos hace su partida. Que Dios premie en Su Reino a un hombre que como Arturo hizo mejor al mundo con su sola presencia y nos dio ejemplo de que la determinación de una sola persona puede lograr grandes propósitos si se dispone.

BALTASAR GARZON

El juez Baltasar Garzón está siendo perseguido en su país, España, y es posible que sea procesado por el delito de prevaricación por un tribunal español. Desde aquí, desde un blog perdido entre millones de otros blogs, en una pequeña isla dividida en dos, nos solidarizamos con una persona que no conocemos, que quizás jamás conoceremos, pero que ha decidido oponerse a una serie de hechos deleznables, y de individuos que han cometido crímenes horrendos y que aún se pasean por las calles españolas o latinoamericanas, sabiendo él de antemano que podía sucederle lo que le está pasando ahora. Puesto que el juez Garzón sabía que sería perseguido por aquellas personas con un pasado dudoso, nerviosas porque el juez se les está acercando demasiado.

A veces a uno se le olvida de qué clase de cosas está compuesto el poder. Que el poder lo componen también seres dispuestos a lo que sea, que tiene un lado muy oscuro, y que aquellas personas que participan de ese lado oscuro se enorgullecen de ello, proclamando que "tuvieron el valor de hacer lo que se tenía que hacer", como si todas las demás personas honradas y defensoras de los derechos humanos fuesen unos cobardes que no supieron defender una democracia que no existía, y que no estaban de acuerdo con una dictadura (con ninguna dictadura) genocida. Y se nos olvida que la mayoría de nuestros gobernantes se asocia con ese lado oscuro porque tiene la creencia ciega de que es necesaria, a veces, la coerción y la violencia, la ilegalidad y el maltrato. En mi país, aún se torturan presos en las cárceles, aún se practican ejecuciones en las calles por parte de la policía (como sucede en casi todos los países latinoamericanos), no necesitaríamos, acaso, un juez como Garzón?

Una defensa al juez Baltasar Garzón que quizás pase desapercibida, pequeña y sincera, como debería solidarizarse todo aquel que crea en algún tipo de justicia en contra de los asesinos y los saqueadores.

Miguel Delibes

En la primera página de la sección de deportes del periódico Hoy, de la República Dominicana, aparecía la noticia enorme de la pelea de boxeo entre Manny Pacquiao y Clotey, que al final ganó Pacquiao. En la penúltima página de esa misma sección, colocaron la información pequeñita de que Miguel Delibes, uno de los escritores más importantes del siglo XX en nuestro idioma, un monumento de nuestra lengua, había muerto. Vamos bien.

Ana y los Demás

Ana se levanta temprano en la mañana. Se interna en el periódico, se pierde entre sus secciones y sus páginas. Ana lee. Lee con locura, con rabia. Ahora toma una revista, un libro de recetas, un breviario. Ana toma notas. Lee. Anota. Lee otra vez y muchas veces más, anota. Ana se sirve unas tostadas y se las engulle con todo y libro y el jugo de naranja se derrama por las páginas del libro, mientras Ana lee y lee y relee que se está leyendo en un libro que se empapó de jugo de naranja, del jugo que bebe Ana dentro del libro que, precisamente, ella lee y relee con la pasión de Ana.

René Rodríguez Soriano (a propósito del libro Ana y los Demás, de Máximo Vega)

Nine

La Ilíada ha permanecido 3000 años en la memoria de la gente como una de las obras literarias fundamentales de la historia de la humanidad. Pero para los guionistas y los productores de Hollywood eso no es suficiente. Para adaptar (de nuevo) el gran poema de Homero, se necesita cambiar la historia, adecuarla a la época y a la juventud, que es la que va mayormente al cine; hay que cambiarle el nombre (porque, a fin de cuentas, ¿qué es eso de La Ilíada, cuando todo sucede en el reino de Troya?); Aquiles debe ser Brad Pitt y este Aquiles-Pitt, contraviniendo uno de los símbolos del poema, no muere antes de traspasar el reino amurallado. Porque no debe morir, porque los protagonistas no pueden desaparecer tan rápido, porque son los héroes y la gente los quiere ver mucho tiempo en la pantalla.

En la Grecia Antigua, un grupo de 300 espartanos comandados por Leonidas detuvieron en el Paso de las Termópilas a todo un ejército invasor, dando sus vidas hasta que Esparta convocara su propio ejército. Un acto de sacrificio muy común entre guerreros, repetido prácticamente, de una forma u otra, en cada guerra importante que ha tenido la humanidad. Pero para Hollywood esto no es suficiente. Según su película, basada en un comic, los espartanos fueron una especie de superhéroes que blasfemaban contra Atenas (la cuna de la civilización occidental, dicho sea de paso) y que por poco terminan, ellos solos (eran solo 300), con todo el ejército de Xerxes. Los orientales, que son unos seres extraños, de costumbres bestiales y perversas, según la película, rodeados de monstruos y animales y seres humanos deformes, fueron castigados por los dioses nada más llegar a Grecia, puesto que muchos de sus barcos se hundieron en una tormenta que no era necesaria, porque los 300 hubiesen terminado con todos de cualquier manera, si no hubiese aparecido un traidor. Un traidor deforme, por supuesto. Los occidentales, al contrario de los orientales tan horribles, son blancos, musculosos, bellos, se rigen por el honor y los valores familiares.

81/2 es uno de los filmes más extraordinarios de la historia del cine. Luego de haber dirigido una obra maestra de la categoría de La Dolce Vita, Federico Fellini sufrió un bloqueo creativo producido por la fama y la presión artística, porque, ¿cómo repetir algo como La Dolce Vita? El resultado fue ese 81/2, la historia autobiográfica de ese Guido-Marcelo Mastroiani-Federico Fellini, un director de cine mujeriego, exitoso, popular, pero sumamente triste. Para Hollywood, esa película no es suficiente. Sacándole toda su carga existencialista, existencialismo que marca toda la obra de Fellini, decidieron hacer otra película basada en un musical de Broadway, titulado Nine. Pero entonces todo comienza a ser superficial, a ser espectáculo. Lo importante en Guido, y en Nine, no son los recuerdos del director, asociados a las mujeres de su vida, sino que son las mujeres en sí mismas. Importantes son las canciones, las coreografías, las candilejas. Como musical-homenaje a Fellini, en Broadway, estaba bien. Excelente. ¿Pero utilizar el mismo medio de Fellini, el cine, para convertir en superficial una cinta que nos habla sobre la infelicidad, el arte, las relaciones humanas, la fama, el amor, el deseo, el cine, el alma humana, en fin? En 81/2, las mujeres nunca son reales, porque son como las percibe el director, un mujeriego empedernido que tiene una imagen particular de cada una de ellas, por supuesto la que necesita para seguir viviendo en un mundo que le parece absurdo. En Nine, toda la película es sólo mujeres. Bien por el espectáculo, mal por el cine. Porque para Hollywood nada es suficiente. Suficiente es sólo el dinero. No es suficiente, no es suficiente…

APECO

Murió Natalio Puras (APECO), uno de los fotógrafos más importantes de la República Dominicana. Paz a sus restos.

HAITI

Hay que respetar y admirar la tremenda solidaridad mundial con respecto a la tragedia haitiana. Aquí, en la República Dominicana, cantidad de gente se ha movilizado simplemente para ayudar. Ver esas imágenes por televisión es algo tremendamente triste, no podemos imaginarnos lo que sería presenciarlo personalmente. Los periodistas que han ido a Puerto Príncipe (la prensa dominicana fue la primera en llegar, debido a la cercanía) nos dicen que se escuchan los llantos de los niños atrapados, en uno de los hospitales derrumbados. Pero por qué había que esperar tanto para ayudar? Por qué tuvo que llegar la tragedia para que empezara la solidaridad? Tanta gente ha muerto porque no se ayudó antes. Y esta tragedia ha demostrado que todo el mundo está presto para ayudar, que nos sentimos bien ayudando a los demás, que eso es parte de la naturaleza humana. Y yo, personalmente, me siento orgulloso de mi país, la República Dominicana, por la forma en que se ha comportado en estos momentos.

HAITI

Como Haití no está de moda, como nunca ha estado de moda, no se hicieron conciertos con algunas estrellas de rock o actores de cine para ir en ayuda del país más pobre de todo el hemisferio. No se le ocurrió a Bono o a U2, ni a Sting, ni a George Clooney. Lo que está de moda es Africa, el cambio climático, entonces hay que hacer anuncios y conciertos por el calentamiento global, mientras tus vecinos se mueren de hambre y tocan a cada momento a tu puerta mendigando comida. Hacen un encuentro mundial en Copenhague sobre el cambio climático: con lo que se gastó en ese encuentro inútil se hubiesen salvado cantidad de vidas. Un país que queda a varios cientos de kilómetros de Miami, no está de moda en los Estados Unidos, entonces vemos al propietario de Virgin Records, un señor multimillonario que entrega lo que le sobra para ocuparlo en el calentamiento global, apareciendo en un anuncio de televisión para publicitar que sus empresas mantienen una fundación que se ocupa de este cambio climático, él mismo informándolo porque la gente debe saber que es él y nada más que él. O una actriz negra de Hollywood que se fotografía con Nelson Mandela y bebe un vaso de agua potable porque gracias a ella (o a ellos: los Estados Unidos y Europa) ya algunos niños africanos tienen agua potable. Pero no estamos criticando esos esfuerzos en sí mismos, criticamos la necesidad de celebridad, de fama, de notoriedad, mientras hay gente que se muere de hambre a escasos kilómetros de nosotros (incluso allá mismo, en los Estados Unidos, en Europa, donde hay muchísima gente pobre), pero la moda está en otra parte. Y los héroes están en otra parte, porque los que ayudan de verdad ya murieron junto a los pordioseros por este temblor en Haití.

Quizás ahora, con este terremoto, se haga algún concierto para recaudar fondos, para ayudar a ese país, que se encuentra también en la isla desde la que escribo, y se gasten millones de dólares en una actividad de esas para que los haitianos muertos por lo menos puedan ser enterrados.

MAS SOBRE TONY REYES.


ESTE ES EL CATALOGO DEL PINTOR TONY REYES, RADICADO EN ESPANA, A QUIEN LE ESTA YENDO ESTUPENDAMENTE POR ALLA. ES SOBRE UNA EXPOSICION COLECTIVA, EN LA CUAL TONY TUVO UNA DESTACADA PARTICIPACION. ME PARECE QUE EN EL 2010 TENDRA UNA EXPOSICION EN LA REPUBLICA DOMINICANA, Y MAS ESPECIFICAMENTE EN LA CIUDAD DE SANTIAGO.
MUCHOS EXITOS Y MUCHOS ABRAZOS.

FAUSTO LEONARDO GANA PREMIO EN ROMA

Roma, (EFE).- El dominicano Fausto Antonio Leonardo Henríquez es el ganador del XXIX Premio Mundial Federico Rielo de Poesía Mística, concedido hoy en Roma, por su poemario "Gemidos del ciervo herido".Según el jurado del galardón, dotado con 7.000 euros, una medalla conmemorativa y la publicación de la obra, este conjunto de poemas expresa, "con dominio y destreza" literaria, "la superación, la esperanza y el gozo de lo divino en lo humano, y de lo humano en lo divino".Leonardo Henríquez, nacido en la República Dominicana en 1966, aunque afincado en Valencia (España), es sacerdote misionero de la Congregación de la Misión de San Vicente de Paul, además de miembro del Movimiento Literario Interiorista.En declaraciones a Efe, el poeta aseguró que el momento en el que le fue comunicada la concesión del premio a su obra poética fue "muy grato".Explicó que esta serie de poemas es "fruto de unos cinco o seis años de trabajo" y de distintas "etapas y vivencias de vida interior".En él "convergen la vida cotidiana, la vida de oración y la vida sacerdotal", dijo Leonardo Henríquez, quien leyó dos de sus composiciones tras la entrega del premio: "Dios creador" y "Súplica al Nazareno".El jurado también ha concedido una mención de honor al poeta camerunés Guy Merlin Nana Tadoun, por su poemario "Diálogo en voz baja".Se trata de una distinción extraordinaria que, según especificó el presidente de la Fundación Fernando Rielo, Jesús Fernández Hernández, sólo se ha concedido en cinco ocasiones desde 1981, el primer año en que se concedió este galardón, al que se pueden presentar obras escritas en español y en inglés.El camerunés "impresionó" a los miembros del jurado no sólo por su valía literaria y por el hecho de que el español no sea la lengua materna del autor, sino por "su compromiso con la africanidad y también con la españolidad", aseguró Fernández Hernández.La ceremonia de entrega tuvo lugar en la Embajada española cerca de la Santa Sede, en coincidencia con la onomástica de San Juan de la Cruz, patrono de los poetas en lengua española, y estuvo presidida por el prefecto de la Congregación para el Culto Divino, el cardenal Antonio Cañizares Llovera, quien afirmó que "también en el siglo XXI cabe la poesía mística".Cañizares ensalzó la figura del poeta y religioso español e indicó que, "en la noche oscura del ateísmo de nuestro tiempo, San Juan de la Cruz nos convoca a la experiencia de Dios".Al premio se han presentado 207 autores procedentes de veinte países distintos, de los que fueron seleccionados doce finalistas.Además de Leonardo Henríquez y de Nana Tadoun, optaban al galardón cinco poetas españoles, dos mexicanos, un cubano, un chileno y un estadounidense.

Elecciones en Honduras

Ya sabemos, porque los hechos lo han confirmado, que Estados Unidos estaba detrás del golpe de estado en Honduras. El Departamento de Estado de los Estados Unidos informó que enviaría "observadores" a las elecciones de este domingo, mientras que el Centro Carter se desligó completamente de la observación de las elecciones, así como la OEA y la mayoría de los países de la región. Pero Estados Unidos intenta validar con su presencia el escrutinio. Ya en las noticias de CNN Micheletti no es un "presidente de facto", sino un "presidente interino". Cuando pasen las elecciones, Estados Unidos dirá que fueron "limpias y transparentes", y presionará a algunos de sus aliados en la región, como Colombia, por ejemplo, para que mantengan relaciones diplomáticas y comerciales con el presidente "ganador". Y debemos recordar que todo ese teatro de mal gusto, en el que siempre pierde la gente, el pueblo, está montado por el gobierno de Barack Obama, flamante Premio Nobel de la Paz de este año. Ironía, decepción, realidad insoslayable? No, solamente la constatación de un hecho que todos sabíamos, el otorgamiento de un premio que el receptor aun no se merecía.

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