Heroísmo es femenino

Por Aníbal de Castro
China tiene finalmente un nobel de literatura. No es casual que un país de tantas glorias pasadas y presentes estuviese ausente de esa galería de honor que, a pesar de las controversias, reproduce el estado de las letras no solo en un país sino en una lengua. Mo Yan no es el único chino en acceder al premio que otorga cada otoño la Academia Sueca en recuerdo del inventor de la dinamita: le precedió Gao Xingjian, hace 12 años.
Lo que hace esta premiación diferente es que este escritor de "realismo alucinante" y que con fortaleza narrativa "combina los cuentos populares, la historia y la contemporaneidad" con la magia creativa de un Gabriel García Márquez o un William Faulkner vive en China, contrario al otro chino, exiliado en París antes de alcanzar fama universal gracias al galardón. Cultor del teatro del absurdo y novelista exitoso, Xingjian, hoy ciudadano francés, es nombre principal en el índice de libros prohibidos en China.
No que Mo Yan sea un intelectual conformista o un defensor a ultranza de la esclerosis creativa que suele acompañar la mordaza política. Su única novela que he leído, Sorgo rojo, es una oda contra la violencia y un retrato acabado de la turbulencia en China durante la ocupación japonesa. Escrita con sensibilidad social profunda y una compenetración evidente con los sufrimientos del campesinado, víctima también de la revolución maoísta, la obra se corresponde con un autor comprometido. De una manera u otra, Mo Yan se las ha ingeniado para vivir y seguir produciendo en China, pese a que su última entrega literaria, The Garlic Ballads (Las baladas del ajo) ha sido proscrita.
Las distancias se han achicado, elementos de culturas marcadamente diferentes se han fusionado, la tecnología ha ensanchado las fronteras del conocimiento y, minutos después de anunciado el premio, miles de personas han podido adquirir las obras de Mo Yan gracias al internet y las ventas en línea. Y sin embargo, la intolerancia continúa como una afrenta que restringe la creatividad, constriñe el pensamiento y desencadena agresiones insospechadas. Tiene sello gubernamental y privado, y en ambos casos actúa con eficacia para detener la carrera hacia estadios de mayor satisfacción humana.
Política, cultural, religiosa o étnica, la intolerancia se ha atrincherado en poderosos reductos en el mundo y encontrado portaestandartes fanáticos, pero también mentes inteligentes que han ideado medios eficaces para censurar el pensamiento. Y cuando los métodos tradicionales de control no han funcionado, han acudido a la represión y a la violencia sin que les importe un comino la condena generalizada o su inclusión en los registros globales de violadores sistemáticos de los derechos humanos. En China y en Cuba, para no ir más lejos, el acceso a internet, algo para nosotros tan cotidiano como cepillarnos los dientes, está rigurosamente regimentado.
Faulkner, con cuya obra la Academia Sueca comparó la prosa vigorosa de Mo Yan, sentenció una vez que la conciencia moral es la maldición que debe aceptar un humano a cambio del derecho a soñar. La intolerancia frena bruscamente la continuidad de ese derecho, o sea, la puesta en práctica de los sueños. Y sí, los derechos acarrean responsabilidades; entre las del escritor figura condenar sin desmayo la censura y la intolerancia, los venenos más letales en contra de la creatividad.
Malala Housafzai era un nombre conocido pero no en la magnitud alcanzada a partir de la tarde del martes, cuando un fanático talibán le descerrajó un tiro en la cabeza y así, de un plomazo, evitar que soñara con una vida digna a través de la educación. La historia de esta adolescente pakistaní de 14 años es dolorosa e inspiradora a la vez: una estampa de heroísmo, de convicciones profundas y de inteligencia temprana. Y una invitación a corroborar con Óscar Wilde: "Sí, yo soy un soñador. Porque un soñador es aquel que solo encuentra el camino a la luz de la luna, y su castigo consiste en ver el alba antes que el resto del mundo".
A Malala la han bautizado como "la niña que solamente quería ir a la escuela". Ese deseo la tiene al borde de la muerte después del atentado artero en su contra en Mingora, un pueblito en el Valle del Swat en la provincia de la Frontera Noroeste en el Pakistán de la intolerancia y el fanatismo. El talibán penetró al autobús donde viajaba la niña de regreso a la casa tras la jornada escolar. Preguntó quién se llamaba Malala, y esta, inocente, respondió de inmediato. Sin mediar palabras, el pistolero le disparó en la cabeza. Gravemente herida fue llevada a un hospital militar en Peshawar y luego trasladada fuera del país para una intervención quirúrgica sumamente delicada.
Hace muchos años que visité esa ciudad, la más importante de Pakistán en la zona fronteriza con Afganistán. Recuerdo sus callejuelas intrincadas, llenas de tenderetes y un bullicio tan insoportable como la humedad reinante. Ya para ese entonces era famosa porque podía comprarse allí cualquier tipo de armamento. Con la intervención soviética en Afganistán, Peshawar se transformó plenamente en un bazar de armas y refugio de los muyahidines. Tras la llegada de las tropas de la OTAN y la derrota de los talibanes, estos pasaron a operar libremente en toda la provincia paquistaní de la Frontera Noroeste.
El extremismo de los talibanes es tal que han prohibido la música, la televisión y la educación femenina, lo mismo que hicieron cuando señores de horca y cuchilla en el vecino Afganistán. Dueña de sus sueños, Malala se convirtió en una activista en contra de la discriminación de género en un área de tanta importancia como la educación. Abogar por el derecho de que niñas como ella vayan a la escuela le valió una sentencia de muerte bajo la acusación de ser "pro occidental". El vocero de los talibanes ha dicho que si sobrevive, la atacarán nuevamente.
La he visto responder preguntas con soltura y suficiencia en vídeos grabados antes del atentado. El pelo negro que se escapa del velo acomoda una cara de rasgos suaves, manifiestamente pastunes, con ojos intensos y cejas pronunciadas, todos color de noche muy oscura. Sorprenden su fluidez en inglés perfecto con acento urdu y la resolución en sus propósitos para que las menores pakistaníes puedan educarse. Su lucha le ha consumido sus años infantiles y Desmond Tutu, el obispo anglicano de Sudáfrica socio infatigable de Nelson Mandela en la lucha contra el apartheid, la nominó el año pasado para un premio internacional a la niñez. El gobierno pakistaní la enalteció con el Premio Nacional de la Paz, en diciembre del 2011.
En la entrevista posterior a la premiación, refiere como un deber "esencial" oponerse al cierre forzoso de la escuela para la niñez femenina. Con una voz que solo imagino capaz de gentilezas, señala ante las amenazas proferidas en su contra: "Incluso si vienen a matarme, les diré que lo que tratan de hacer es un error, que la educación es nuestro derecho básico". Poco después se supo que era la autora del Diary of a Pakistani School Girl publicado por la BBC británica, una traducción del original y más detallado, escrito en urdu.
En su prosa sin afeites, lozana en la narración de la cotidianidad, se aprecia en toda su tragedia la vida bajo el mandato de los talibanes. Malala, aunque bajo el seudónimo de Gul Makki escogido por la BBC para protegerla, se convirtió en una voz vibrante contra la barbarie, contra el fanatismo, contra la violencia, contra la intolerancia. Heroísmo femenino, infantil, convertido en lección para un mundo demasiado adulto como para mirar hacia el otro lado cuando en un rincón se cometen atrocidades infames.
En estos días de luto para quienes suscribimos la libertad como la esencia de la vida, la BBC ha reproducido algunos de los textos del diario que sirvió en urdu a sus oyentes en Pakistán, los cuales me recuerdan otro testimonio escrito de un valor humano indiscutible, y que estremeció mis emociones cuando lo leí de niño: El diario de Ana Frank. Las entradas correspondientes al 3 y 4 de enero de este año describen a una niña llena de miedo y, sin embargo, firme en su convencimiento de que la educación es un derecho:
"Tuve un sueño terrible anoche en el que había helicópteros del Ejército y talibanes. Tengo esos sueños desde que se lanzó la operación militar en el Swat. Mamá me hizo el desayuno y partí. Fui a la escuela con miedo porque el Talibán había emitido un edicto en el que prohíbe que las niñas vayamos a la escuela. Solo once estudiantes fuimos a la clase de un total de 27. Mis tres amigas se fueron con sus familias a Peshawar, Lahore y Rawalpindi después del edicto (…) Mientras iba a la escuela escuché a un hombre decir "Te voy a matar". Apuré el paso y cuando miré hacia atrás el hombre venía detrás de mí. Pero, para mi gran alivio, estaba hablando por teléfono así que debía estar amenazando a alguna otra persona (…) Hoy me levanté tarde, a eso de las 10 de la mañana. Antes de la operación militar solíamos ir de picnic los domingos. Pero ahora la situación es tan mala que no hacemos un picnic hace más de un año y medio. (…) Hoy hice tareas del hogar y jugué con mi hermano. Pero el corazón me latía rápido porque mañana tengo que ir a la escuela".
Y el miércoles 14 de enero: "Hoy estaba de mal humor mientras iba a la escuela porque mañana empiezan las vacaciones de invierno. El director anunció las vacaciones, pero no mencionó la fecha en que la escuela volverá a abrir. Es la primera vez que ocurre esto. En el pasado, la fecha de reapertura fue anunciada siempre con claridad (…) Mi conjetura es que el Talibán va a prohibir la educación de las niñas desde el 15 de enero. (…) Como hoy era el último día de nuestra escuela, hemos decidido jugar en el patio un poco más".
Malala es más que una niña y una vida. Es un símbolo vigoroso en un mundo en el que cada vez se sueña menos porque, al parecer, los ideales han desaparecido al calor de la unipolaridad. Que en pleno siglo XXI impere aún la barbarie y se pretenda sepultar en la ignorancia a toda una generación de niñas atenta contra esa conciencia moral de que hablaba Faulkner, el maestro de la narrativa e inspirador no solo de Mo Yan, sino también de otra gloria literaria y premio Nobel de Literatura pero también cruzado de la libertad, Mario Vargas Llosa.
Paradojas de la vida, alguien se acercó al padre de Malala para mostrarle el diario en urdu bajo seudónimo. No podía decir, orgulloso, quién era la persona escondida detrás de Gul Makki, y a los elogios respondió con una sonrisa cómplice. Quizás ahora se entienda que la vida real cabe en la literatura, y que ambas solo tienen sentido pleno en libertad.
Malala es más que una niña y una vida.
Es un símbolo vigoroso en un mundo en el que cada vez se sueña menos porque, al parecer, los ideales han desaparecido al calor de la unipolaridad.
Que en pleno siglo XXI impere aún la barbarie y se pretenda sepultar en la ignorancia a toda una generación de niñas atenta contra esa conciencia moral de que hablaba Faulkner.



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DIA DE LA RAZA

Un día como hoy, 12 de octubre, se cumple un año más del "descubrimiento" de América. Empezó, un día como hoy, el  genocidio  indígena por parte de los conquistadores, y luego  miles de  negros africanos fueron traídos a América como  esclavos,  lo cual, por razones históricas, les  ha impedido hasta el día de hoy llegar al mismo nivel  igualitario (económicamente, socialmente), que los  blancos colonizadores. En la isla  de Santo  Domingo no quedó un  solo indígena. A Mckandal, negro esclavo de  la parte  francesa de la  isla,  lo quemaron vivo porque lidereó una  rebelión contra sus amos. A Tupac Amarú le amarraron las extremidades a cuatro caballos, y despedazaron su cuerpo. A Hatuey también lo quemaron vivo, aunque se le permitió un privilegio: escoger entre el cielo  y el infierno. Escogió el  infierno, porque lo prefirió  a cambio de un cielo  lleno  de españoles.

En Guatemala, en Brasil, en Perú, en Colombia, aún somos testigos de masacres a indígenas.  Cuando los  colonizadores se marcharon, echados por  guerras de independencia y rebeliones populares, dejaron a los países  sin  ninguna institución administrativa, puesto que las  dirigían y organizaban ellos. Debido a  razones históricas, nuestros países conquistados,  colonizados y esclavizados  todavía son naciones atrasadas. Y todavía intelectuales europeos, e instituciones internacionales, tienen el coraje de  llamarnos  "naciones  fallidas".

Pero no podemos vivir  en el  pasado,  a pesar de las miserias que nos dejaron los europeos, que son ambiciosos,  como los norteamericanos. Hay que echar para alante.  La corrupción que nos arropa hoy día tiene razones históricas, el desorden, las decisiones equivocadas de nuestros  gobiernos. Pero yo no vivo  en  el siglo XVII. Yo  vivo en  el XXI. Y quiero que las soluciones  sean del  siglo  XXI. El pasado  no se puede cambiar. Pero podemos  aprender de él.  España, Italia, Grecia, Portugal, Francia,  Estados Unidos,  viven una  crisis  económica tremenda, pero  nadie habla  de ellos  como  "estados fallidos". Los países que hace  500 años saquearon el resto del mundo,  otros  que  aún hoy pretenden  mantener  una  hegemonía basada en  el  poderío militar  o  económico, nunca serán "estados fallidos". Millones  de personas murieron  debido a  la conquista  de América. Fueron despojados de sus tierras, fueron esclavizados.  Pizarro, un  analfabeto (los primeros españoles que llegaron al continente eran, en su mayoría, convictos, mercenarios, presos políticos y aventureros  venidos a menos), conquistó a sangre y fuego el  imperio inca,  que  tenía dos universidades, con un sistema de  gobierno  en  el cual  se mantenía a los  envejecientes y a  las madres solteras. Cuántos  de  nuestros gobiernos, el  día de hoy,  mantiene a sus ancianos y  a  las madres solteras? No vivimos  en el s. XXI, en la  "modernidad", en la era de los  milagros tecnológicos? Un inca vivía en un sistema más igualitario que el nuestro.

Los  aztecas,  que eran  imperialistas como  los europeos, es  decir que  asesinaban o esclavizaban  a  los  pueblos conquistados, vencieron  a los  conquistadores españoles. Tenochtitlán era la ciudad más grande del  mundo de su época. Qué existe hoy día  en  "la región más transparente"? Un pueblo subdesarrollado que vive una guerra con el narcotráfico debido al consumo  masivo de droga en su vecino Estados Unidos, uno de los países con  más desigualdad social del  mundo entero.  Y los más pobres son los  descendientes de los indígenas.

Así como el pueblo de  Israel apela a cada momento al pasado alemán y al genocidio  nazi, sobre todo ahora que se le acusa  de oprimir al pueblo palestino, buscando  simpatías a través de  un sufrimiento y un dolor  que no debe ser repetido, los latinoamericanos apelamos  al recuerdo del  genocidio indígena y al pasado esclavo. No eran, acaso, los barracones de los negros  campos de  concentración para  trabajos forzosos? No fueron  asesinadas  y esclavizadas millones  de  personas? Eso no ha llevado al atraso  y a  la pobreza de millones  de personas  más, hasta el día de  hoy? Y vamos  a celebrar  eso?
Proclamamos entonces  que los  estados fallidos  son aquellos que conquistaron, colonizaron,  saquearon los recursos naturales de  nuestros países, y no han aprendido nada, porque hoy día millones de sus habitantes viven en  la pobreza, en la indigencia, en el desempleo,  en la crisis económica, a pesar de toda  la riqueza  que usufructuaron.

El escritor dominicano Franz Manuel García Zorrilla ha obtenido el VI Premio Luis Adaro de Relato Corto por su obra Vamos por partes, de la que el jurado ha valorado "su agilidad narrativa y su sentido del humor, que lograr arrancar sonrisas al lector en las situaciones más rocambolescas".

Esta es la primera vez en la historia de estos galardones, concedidos por laAsociación de Escritores Noveles (AEN), que resulta ganador un autor hispanoamericano, ha informado la organización.

En este sentido, la presidenta de AEN, Covi Sánchez, ha opinado que esto demuestra "la internacionalización" del premio así como la posibilidad de que los autores noveles de Hispanoamérica "tengan visibilidad literaria en España".

El jurado, que ha elegido el relato de García Zorrilla entre más de 1.300 textos, ha estado constituido por el autor asturiano José Ángel Ordiz, el catedrático de Literatura, Gervasio Alegría Mellado, y el profesor de Literatura de la Universidad de Barcelona, Bernat Castany.

El galardón será entregado en una gala benéfica que la Asociación de Escritores Noveles organizará el 9 de noviembre en el Bal Hotel & Spa (Gijón) a favor de la Asociación Gijonesa de Caridad- Cocina Económica.

Este acto estará presidido por la consejera de Educación, Cultura y Deporte, Ana González, quien estará acompañada de otras autoridades y representaciones institucionales de la vida política, cultural, social, económica y empresarial del Principado de Asturias.

Durante este acto las pintoras Celia Álvarez y Carmina Blanco donarán dos obras que serán rifadas.



Fuente: 20minutos.es

EL CUENTO QUE CONTAMOS



“Entre las personas que se dedican a la crítica y a la literatura en general, es muy común la opinión de que el cuento es el más difícil de los géneros literarios. Sin embargo, los que escribimos cuentos no compartimos en forma unánime ese criterio”. Estas palabras las escribió don Virgilio Díaz Grullón en el año 1984.
   A lo que se refería don Virgilio en este artículo publicado en el periódico El Nacional hace tantos años, era a que un buen cuento depende de un buen escritor, y que lo difícil realmente es hallar un buen cuentista. El arte, en este caso la Literatura, se resiste a toda clase de preceptiva. Todo intento de sistematizarla es inútil. El lector, el gran olvidado, es quien tiene la última palabra. Ni el crítico, que es un lector interesado y prejuiciado debido a su excesivo conocimiento y a su voluntad de juzgar, ni el analista, ni el investigador. Es decir, en el caso del cuento y continuando con don Virgilio, a un cuentista nato le resulta fácil escribir un cuento, así como a un gran poeta le resulta más o menos fácil escribir un poema. Para los fines de este coloquio, podríamos entonces afirmar que es imposible aprender el talento o la intuición, o lo que cualquier maestro del género llamaría el olfato, el pálpito, pero sí es posible aprender una técnica, una artesanía, y esa técnica servirá tanto al cuentista talentoso como a aquél que sólo redactará obras ligeras que lo harán felices a él y a sus amigos, aunque sus amigos sean millones de personas que crean que están leyendo algo importante, pero que, de alguna manera, podríamos decir que se encuentran bien redactadas.
   Un cuento es, más que otra cosa, movimiento. Bueno, antes que nada es un género literario de ficción escrito en prosa, que debe ser breve y conciso, etc., etc., pero un cuento está basado en el movimiento, en el acontecer. Su capacidad de llamar la atención se basa en ese movimiento, en que aquello que está escrito se mantenga moviéndose, fluyendo, desde el principio hasta el final, lo cual significa que en un cuento deben suceder cosas desde que empieza hasta que termina. Este movimiento viene dado, por supuesto, debido a que la vida misma es así, lineal y vertiginosa, y un cuento debe dar una sensación de vitalidad. Un cuento debe ser breve, y con breve no quiero decir que debe tener dos o tres páginas, o cuatro, sino que su brevedad debe estar dada por la concisión, por la escasez de los recursos con que está escrito, y no al contrario. “Continuidad de los Parques”, el famosísimo cuento de Cortázar, tiene apenas dos cuartillas, pero “La Muerte de Iván Ilich”, de Tolstoi, tiene más de cincuenta. Ambos son cuentos, por supuesto, pero “La Muerte de Iván Ilich” es un cuento más amplio debido a que la historia lo requiere. No se puede contar la agonía y la muerte de un hombre mediocre que no desea morir en dos o tres páginas, así como Cortázar no tenía la necesidad de contar la historia de un hombre que lee una novela en más de cincuenta. “Una Vuelta de Tuerca”, de Henry James, es un cuento largo, pero es una narración que empieza como una historia oral, es decir, un cuento que es narrado por alguien que desea contar una historia una noche brumosa alrededor de una chimenea, y sin embargo, a pesar de su considerable tamaño, recorre su camino certero hasta su final sorpresivo y extraordinario, como la flecha lanzada por Quiroga en su famoso Decálogo del Perfecto Cuentista.
   ¿Qué significa que un cuento debe mantenerse siempre en movimiento? Quiere decir que debe empezar con una acción y terminar con otra, con un suceso. El enemigo principal del cuento es el tiempo, así como el tiempo puede cesar nuestra vida y detenernos. La vida se encuentra hecha de tiempo, de movimiento, y un cuento debe parecer lleno de vida; es conciso y breve, porque la extensión desmedida detiene su camino y provoca una sensación de laxitud, de lentitud reflexiva que provoca desinterés. Pero no significa, de ninguna manera, que debamos ser específicamente esquemáticos. Mis cuentos, por ejemplo, en ese sentido son atípicos: se aprende una artesanía para comenzar a transgredirla.  Un cuento debe empezar con una acción, pero, ¿quién determina qué tipo de acción debe ser? ¿Será extraordinaria, sorprendente, nula, cotidiana; cómo debería ser? Bueno, precisamente, eso debe decidirlo el escritor, sin dejar de pensar en un lector posible, en aquél que él quisiera que leyera su historia. La Bhagavad Gita, uno de los libros sagrados que componen Los Vedas, que se ha coincidido siempre en que son precursores de lo que hoy llamamos “cuento”, empieza con una pregunta, y todo el libro intenta responderse esa sola pregunta, a través de pequeñas historias; “Una Vuelta de Tuerca” tiene dos principios: el principio del libro, que es el de un hombre que va a contar un cuento de misterio, y que trata de atraer el interés de sus oyentes, y el principio del cuento de misterio que ese hombre está contando. Yo mismo tengo un cuento que tiene dos principios y dos títulos, puesto que el cuento empieza con la explicación de que la historia que se leerá se parece mucho al cuento de Juan Bosch “Rumbo al Puerto de Origen” (el primer título es “Rosario, El Infame”), y luego se llega al título y al cuento que ya he explicado que se parece al de Bosch (“El Otro Juan de la Paz”, lo nombré).
   Aprovechando la coyuntura, podemos hacer un ejercicio simple y realizar un breve recorrido a través de varios principios de algunos cuentos de autores reconocidos, para que se note más claramente lo que estoy indicando. Al mismo tiempo, podemos examinar el estilo de cada autor, la forma en la que cuenta:

De “El Otro Cielo”, de Cortázar:
“Me ocurría a veces que todo se dejaba andar, se ablandaba y cedía terreno, aceptando sin resistencia que se pudiera ir así de una cosa a otra”.

De “El Sur”, de Borges:
“El hombre que desembarcó en Buenos Aires en 1871 se llamaba Johannes Dahlmann y era pastor de la iglesia evangélica; en 1939, uno de sus nietos, Juan Dahlmann, era secretario de una biblioteca municipal en la calle Córdoba y se sentía hondamente argentino”.

De “Un Sueño Realizado”, de Juan Carlos Onetti:
“La broma la había inventado Blanes; venía a mi despacho –en los tiempos en que yo tenía despacho, y al café, cuando las cosas iban mal y había dejado de tenerlo- y, parado sobre la alfombra, con un puño apoyado en el escritorio, la corbata de lindos colores sujeta a la camisa con un broche de oro y aquella cabeza –cuadrada, afeitada, con ojos oscuros que no podían sostener la atención más de un minuto y se aflojaban en seguida como si Blanes estuviera a punto de dormirse o recordara algún momento limpio y sentimental de su vida que, desde luego, nunca había podido tener-, aquella cabeza sin una sola partícula superflua, alzada contra la pared cubierta de retratos y carteles, me dejaba hablar y comentaba redondeando la boca: “Porque usted, naturalmente, se arruinó dando el Hamlet”.

De “Eveline”, de James Joyce:
“Sentada a la ventana vio cómo la noche invadía la avenida”.

De “Sábado de Gloria”, de Mario Benedetti:
“Desde antes de despertarme, oí caer la lluvia”.

De “La Punta” de Charles D'Ambrosio:
“Me había quedado despierto después de mi pesadilla, una pesadilla en la que mi padre y yo comprábamos globos de helio en un circo”.
Etc., etc.

   El principio puede ser poético y contemplativo, como lo es el cuento de James Joyce, largo y vertiginoso, lleno de incisos, como en el de Onetti, reflexivo y que parece no decir nada, como en el de Cortázar, impactante, contradictorio, como en el de Charles D'Ambrosio, extraño y corto, casi absurdo, como el de Benedetti. ¿Qué significa esto? Que yo puedo empezar mi cuento de cualquier forma, siempre y cuando ese principio posible implique un movimiento, un fluir, que dé el tono del cuento y que debe permanecer hasta el final. Cada gran autor cuenta de forma diferente. ¿Cómo son los cuentos de Chejov?, son historias ordinarias en las cuales los personajes recorren sin aspavientos sus vidas mediocres, sus cotidianidades; ¿cómo son los de Bioy Casares, o los de Borges?, son cuentos fantásticos en los cuales suceden hechos extraordinarios, inusuales, artificiales; ¿cómo son los de Edgar Allan Poe?, son historias extraordinarias en las que a veces intervienen fuerzas metafísicas, sobrenaturales. Todos ellos cuentan cosas disímiles, algunas comunes, cotidianas, mediocres; otras extraordinarias, fantásticas, sobrenaturales; algunas bellas y poéticas, otras terribles, atroces, desconcertantes. Pero todos ellos son grandes cuentistas.
   Ahora bien, debemos tomar en cuenta además que un cuento es un hecho producido por el lenguaje. Aunque proyecte la ilusión de vitalidad, lo que leemos son palabras; José Donoso va más lejos y le advierte a su lector que el libro que tiene entre sus manos está hecho de manchas de tinta sobre un papel. Es decir: el conocimiento profundo del lenguaje nos hará mejores escritores, puesto que el medio a través del cual el narrador cuenta sus historias es el idioma. Un narrador no es como un poeta, que piensa en el lenguaje en sí mismo para crear; es decir, para un poeta las palabras son como flores que debe plantar para llenar su jardín, o árboles que, juntos a tal o cual distancia, conformarán un bosque. El narrador piensa en una historia, y construye su historia con palabras. Cuando el poeta trata de escribir su poema, piensa en las palabras que conformarán el poema; no piensa en el tema, ni se detiene siquiera en el objeto que provocará su catarsis verbal; debe pensar en las palabras que edificarán su poesía. El narrador lo hace al contrario: empieza por inventar, crear una historia en su cabeza, independientemente de cómo será contada, y luego, cuando cree que esa historia necesita ser dicha, se sienta a escribir, y entonces brotan, prácticamente por sí mismas, las palabras. El problema es, como nos dice Umberto Eco, que un narrador debe contar una historia, y a veces la historia en sí misma es más importante que la forma en que está contada, como sucede con Alejandro Dumas, Julio Verne o H. G. Wells. Aunque, al final, el medio en el que se mueve el narrador siempre es el lenguaje, y por lo tanto debe conocerlo profundamente.
   Entonces tenemos ya varias características del cuento que repiten hasta la saciedad los maestros del género, y que ha sido escrito en anteriores manuales, ensayos, tratados y decálogos: un cuento debe ser tan breve como lo requiera mi historia; debe ser conciso, sin adornos, perífrasis, accesorios, descripciones, reflexiones innecesarias; debido a que un cuento es un género literario, debe estar escrito con un lenguaje impecable, gramaticalmente exacto, sintácticamente perfecto, o por lo menos hasta el límite en que la capacidad del escritor o la imperfección propia de todo lenguaje nos lo permita.
   Entonces, ya al final, nos detendremos brevemente en la última virtud que debe tener todo cuento, y que lamentablemente no se encuentra dada por la preceptiva, porque no depende de la técnica. Esa cualidad tiene que ver con la capacidad expresiva del autor, es decir, la necesidad del escritor de expresarse a través del lenguaje, a través de él como si penetráramos en un fluido, en el aire o el agua, por ejemplo, sin instrumentalizar ese lenguaje, y por lo tanto sin corromperlo. Un escritor no cuenta solamente una historia, sino que se expresa a través de ella, muestra al lector su visión particular del mundo, del alma humana, de la realidad. La estructura del mundo es sumamente complicada, su complejo armazón no solamente material sino metafísico y existencial, ontológico: un escritor se hace preguntas sobre esa complejidad, aunque su función no es dar respuestas. Trata de expresarse con el lenguaje; un poeta lo hace a través del verso, un narrador nos cuenta una historia. Realmente, todo narrador trabaja con un principio pedagógico, en la acepción menos usada de la palabra: el escritor trata de mostrar algo que él piensa que ha descubierto, pero que es posible que sus lectores ignoren. Trata de enseñar, en el sentido de que mostrar es uno de los sinónimos de enseñar. Umberto Eco nos dice que algunas poéticas de la narratividad sostienen que el lector aprende algo sobre el mundo; otras, que aprende algo sobre el lenguaje; pero siempre aprende. En todo caso, el escritor trata de llamar la atención sobre algo que a él le interesa, y que piensa debe convertirse en una preocupación colectiva, por eso lo comparte con sus lectores. A veces lo que le interesa brota de manera inconsciente, y a esa manifestación espontánea le llamamos intuición; otras veces el escritor narra con conocimiento de causa, conciente de lo que escribe y de lo que quiere decir. Un escritor que no se expresa, y que sólo le preocupe escribir artificios técnicamente impecables, artilugios extraordinarios, brillantes y hermosos, pero carentes de vitalidad (la vida es la materia prima de un cuento), es posible que gane muchos concursos literarios, pero no podrá crear una obra de arte. Un cuento debe contener la vida que nos rodea, el alma del escritor y su visión de la realidad, lo que ha sido dicho cientos de veces, pero como nos dice Gide, y  reitera Cortázar, hay que seguirlo repitiendo porque parece que nadie escucha, y considero más loable expresarse de manera imperfecta, pero sincera y total, que poseer una técnica impecable que nos permita decir absolutamente nada, crear historias vacías, carentes de toda humanidad.


Máximo Vega.

LAS TRIBUS: LOS LIBORISTAS


LOS LIBORISTAS:
A Rafael Almánzar, folklorista.

En la República Dominicana, en la provincia de San Juan de la Maguana, se encuentra el municipio de Las Matas de Farfán. En esta comunidad rural, pequeñísima, ínfima, olvidada a veces por los cartógrafos oficiales que tienen dificultades para diagramar la mitad de una isla tan pequeña y tan dividida (en infinidad de comunidades, pueblos, municipios, ciudades, provincias), nació Olivorio Mateo. Tuvo una existencia normal, sin expectativas y sin riquezas. Pero una noche, cuando contaba ya con cincuenta y siete años, Olivorio desapareció repentinamente sin dejar rastro. Su desaparición súbita coincidió con una tormenta eléctrica. Dos meses después reapareció espectacularmente, llevando un cordón dorado amarrado en la frente, diciendo que había hablado con Dios, como aquel Jacob que en el desierto se rompió la cadera peleando con un ángel del Señor: Olivorio había luchado con San Antonio, que le quebró en la pelea dos dientes delanteros. San Antonio Esclarecido, en pago a los trece milagros que había realizado, fue escogido por el Señor para que buscara a un hombre santo que lo representara en el mundo (es decir, que representara a Jehová aquí en la tierra). El hombre encontrado fue Olivorio Mateo, que se atrevió a luchar contra San Antonio, cuando éste le preguntó si estaba dispuesto a morir de la forma en que lo hizo Jesucristo (Olivorio le contestó: Siete veces siete si es necesario). San Antonio Esclarecido le cambió el nombre a Liborio, como se hizo una vez con Abraham, le confirió poderes y le encomendó la tarea de enfrentar al Anticristo y salvar a la humanidad, que se encontraba pervertida por Satanás. Esto sucedió en el año 1911.
   A partir del 1916, la República Dominicana fue invadida por tropas norteamericanas. Debido a que los invasores se oponían a su mesianismo -así como se oponían, por razones obvias, a cualquier reunión excesiva de personas, sea por la razón que fuere-, e intentaban aislarlo exclusivamente a Las Matas de Farfán (Liborio pretendía extender su ministerio por todo el mundo), el Revelado se alzó con sus seguidores en los montes de San Juan de la Maguana, hasta que, producto de una traición (como hizo Judas con Jesús), el teniente Luna -dominicano -, y el teniente Williams –estadounidense -, lo encontraron, lo rodearon, lo asesinaron a balazos, lo destazaron con un cuchillo, y lo exhibieron hecho jirones en el parque de San Juan de la Maguana. Liborio murió en Hoyo del Infierno, Bánica, el 22 de mayo de 1922.
Treinta y ocho años después, en el 1960, luego del ajusticiamiento del dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina, dos hermanos reciben la misma revelación en lugares diferentes. El primero, Plinio Ventura Rodríguez, llamado a partir de su renacimiento Plinio Mesías, era extrovertido y carismático, altanero y valiente; el segundo, León Rodríguez, introvertido y tranquilo, misterioso y lejano. Ambos recibieron la encomienda divina de fundar una iglesia nueva. El llamado lo hizo Liborio, que se les apareció el mismo día a la misma hora en sitios diferentes. Recibieron de él, también, una serie de privilegios: León tenía el poder de curar enfermedades, y Plinio de organizar a la gente del mundo a su alrededor. Fundaron la Unión Cristiana Mundial (U.C.M.), y un centro misionero llamado Palma Sola, puesto que una palma sería el símbolo sagrado de la unidad religiosa universal. Su Mesías no era Jesús, o no era solamente Jesús, sino que era, también y sobre todo, Liborio.
     Liborio no era un Mesías al estilo del Cristo, es decir que no era Dios encarnado ni hijo del Señor, sino que lo era como Mahoma o Moisés; era más bien un profeta. Según los hermanos, llamados “mellizos” aunque no lo eran realmente, Liborio en persona les había manifestado las leyes de la doctrina, que de inmediato fue marginada por la iglesia oficial, la católica. Los dogmas procuraban diferenciar a la nueva iglesia de todas las demás, sobre todo del antiguo catolicismo. Según los dogmas nuevos y revelados, como los diez mandamientos a Moisés, o el Corán al Profeta, puesto que Liborio era analfabeto como Mahoma, Dios no es el principio de todas las cosas, sino que fue creado por siete misterios anteriores a El. La iglesia católica cree que hay que evangelizar, mientras que la U.C.M. pensaba que uno ya nace salvado o condenado (“para ser, hay que nacer”), aunque predicaba su doctrina agresivamente, no para salvar, sino para informar. Según ellos, los romanos no construyeron la cruz de acuerdo al cuerpo humano, para hacer más prácticas las crucifixiones, sino que el cuerpo fue creado con la forma de una cruz, que es el símbolo del cristianismo desde antes de la creación de la humanidad, así como se sabía desde antes del tiempo que Jesús moriría encima de ella. La U.C.M. hace lo que predica, la iglesia católica no.
     Los mellizos crearon en Palma Sola un centro de peregrinación. Los peregrinos acudían al centro ministerial sin ser llamados, y los Sumos Sacerdotes (Plinio y León), sabían quién creía realmente y quién no con sólo verlo. Mezclaron los ritos cristianos con ceremonias africanas, y la apoteosis de la creencia se realiza, llega a completarse como un todo perpetrado por Liborio, cuando la familia Ventura Rodríguez, a la cual pertenecían los hermanos, regala todas sus tierras a los campesinos, para que puedan fundar una comunidad cerrada y exclusiva, entre los peregrinos y los pastores de la U.C.M. Estas tierras tenían una extensión de más de veinte mil tareas.
     Realmente, los terrenos de la zona no estaban medidos, y toda esa tierra, heredada de sus padres, no tenía título de propiedad. Los terratenientes del Sur del país presionaban continuamente al gobierno provisional, luego de la muerte del dictador, para que censara a la población, tomara para sí la tierra pública, del estado, y desalojara a todo aquel campesino que no tuviese título de propiedad. Ellos ambicionaban la tierra de Palma Sola: veinte mil tareas que no pertenecían a nadie, sólo a unos campesinos sin papeles miembros de una secta que idolatraba al papa pero combatía a la iglesia católica. La iglesia oficial también se oponía al crecimiento de la secta, puesto que, como los Cátaros, los Liboristas eran herejes sumamente convincentes.
     En 1962, la comunidad había crecido tanto que en una sola de las peregrinaciones se aparecieron cinco mil personas. La multitud de tullidos, enfermos terminales, leprosos y mujeres estériles que pretendía ser curada llevó hasta la comunidad una nueva noticia: se preparaban las primeras elecciones libres postrujillo; Plinio dijo en un sermón que él no era un político, que no le interesaban las elecciones. Poco tiempo después se corrió la voz de que Plinio y León predicaban que ninguno de sus seguidores debía ir a votar; es más, que el mismo Plinio quería ser presidente de la república. Se corrió el rumor de que los peregrinos se habían adueñado prácticamente del municipio, y que a las autoridades locales y a los sacerdotes católicos nadie les hacía caso. Se corrió el rumor de que los hermanos simpatizaban con el anterior régimen trujillista, y que su verdadera misión en el país era política, no religiosa. Un contingente de soldados fue enviado a Palma Sola el 28 de diciembre de 1962.
     En este punto las versiones son sumamente confusas. Se supone que los peregrinos percibieron la agresión como una Cruzada contra su herejía. Cuando llegó el ejército, todo el pueblo se había arremolinado alrededor de los mellizos. Los soldados, adiestrados en la represión por el dictador, pretendieron llevarse a los hermanos por la fuerza; los fieles trataron de impedirlo a pedradas, puesto que en el Centro Misionero se encontraban prohibidas las armas. El ejército, experto en tácticas terribles, empezó a disparar de inmediato. La multitud se dispersó despavorida, pero ya había caído muerta más de un centenar de personas.
     A algunos de los peregrinos se les obligó a identificar a los miembros de la familia Ventura Rodríguez: fueron fusilados en el acto. Más de seiscientas personas fueron apresadas. Los militares robaron todo lo que pudieron, tiraron a algunos muertos en letrinas y a otros los enterraron en fosas comunes, y les prendieron fuego a los bohíos.
      Entre los caídos se encontraba León, que le había profetizado a su hermano que algo así ocurriría tarde o temprano. Plinio, que se enfrentó desde el principio a los soldados, cayó herido de gravedad. En medio de la confusión, fue llevado hasta un bohío lejano por algunos fieles, y allí murió. Antes de partir, pidió a uno de los que velaban que transcribiera sus últimas palabras: quería dejar algo tangible a la posteridad. Plinio Mesías, antes de morir, dijo: “No puedo manchar mis manos con vida ajena, pero tampoco la tierra beberá mi sangre. Voy a desaparecer, y me llevan a un sitio que no sé cuál es. Seguiré vivo, llegarán grupos, no los enfrenten, el que los enfrente perderá su vida”.
     Esas palabras significaron la continuación, hasta el día de hoy, de la Unión Cristiana Mundial. Todavía existe, en las Matas de Farfán, con sus sacerdotes y sus peregrinos, sus dogmas y sus recuerdos atroces. Algunos de sus ministros me confían que han hablado con Liborio y con Plinio y con León (“de tú a tú”, me dicen, “como usted y yo ahora mismo”), pero, ¿qué puede pensar un espíritu escéptico como el mío? Me gustaría creer: me gustaría pensar que Plinio y León y cien de sus fieles fueron salvados por el Señor, que sus asesinos creyeron una ilusión, que al final Dios los transportó a su paraíso.
La tragedia de Palma Sola tuvo una raíz social; estuvo ligada, como todo, a la política y a la economía. Si Sandino o Bolívar hubiesen provenido de una religión, hoy fuesen objetos de culto de alguna secta mesiánica, que pregonaría que no están muertos, que sus santidades les conceden peticiones fáciles de cumplir hasta por un simple mortal. Liborio y los mellizos fueron víctimas de una estructura terrenal, aunque quiero creer que engañaron a sus victimarios, que fueron superiores a sus asesinos, y, por supuesto, que algún día volverán.


Muere la joven embarazada dominicana a la que no trataron un cáncer por miedo al aborto

Rosa Hernandez habla con las cámaras de CNNRosa Hernandez habla con las cámaras de CNN"Me han matado. Estoy muerta, muerta, no soy nada. Ella era el motivo de mi existencia. Ya no vivo. Rosa ha muerto. Que el mundo sepa que Rosa ha muerto".
Esta es la historia de tres muertes. La primera es la de Rosa Hernández, una mujer dominicana que, como deja claro en la declaración anterior, se considera muerta en vida. El motivo de esa dura declaración es la segunda muerte de esta historia: la de su hija de 16 años, que fallecía la semana pasada en el hospital SEMMA de Santo Domingo, de un caso muy grave de leucemia. Y la muerte de esta chica se debe a la tercera víctima de esta historia: el feto de apenas semanas que llevaba la paciente, que había impedido que la madre recibiera la quimioterapia que podría haberla salvado porque este tratamiento hubiera terminado con la vida del futuro bebé. Lo cual podría considerarse una forma de aborto, algo que está prohibido en la constitución dominicana desde 2009 en un artículo, el 37, que no entiende de excepciones, ni por violación o incesto.
La paciente anónima sí recibió tratamiento, pero cuando ya era demasiado tarde. Durante semanas, la sociedad dominicana debatió si intentar salvarle a la vida a la madre a costa de la de su hijo sería lícito o no. El matiz iba más allá de lo moral: los médicos se negaban a intervenir sin algún tipo de aprobación, por miedo a las represalias que podría traerles a ellos tomar esa decisión. Para cuando se les dio el visto bueno, habían pasado 20 días desde que la chica fue ingresada en el hospital. En esas casi tres semanas, durante las cuales la salud de la joven había ido empeorando inexorablemente, dio tiempo a formar y reunir a un comité de bioética, encargado de dar la aprobación; a consultar al ministro de Sanidad (se pronunció a favor del tratamiento) y al creador del famoso artículo 37.
El cuerpo de la niña, a la que los medios han llamado Esperancita, rechazó la transfusión de sangre que debía prepararla para reaccionar al tratamiento. Después, no respondió a la quimioterapia y su salud empeoró. El viernes pasado perdía al niño y, al poco, se le detuvo el corazón. A partir de ahí, los médicos fueron incapaces de revivirla, confiesa el doctor Antonio Cabrera, representante legal del hospital.
Todavía es pronto para determinar si el trágico desenlace reavivará el debate sobre el aborto en la República Dominicana. Durante estas semanas, la historia de la adolescente embarazada y enferma de cáncer ha servido para que organizaciones como Amnistía Internacional hablen sobre cómo leyes como ese artículo 37 aumentan la mortalidad infantil y obligan a las mujeres a irse al extranjero a terminar su embarazo de todas formas. Ahora que ya no se puede hacer nada por la joven, tal vez su destino sea vivir para siempre convertida en moraleja.
Fuente: Daily Mail

El Libro de los Ultimos Días

Por Arlyn Desire Abreu

En esta oportunidad quiero compartir unas palabras sobre el último título publicado por el escritor santiagués Máximo Vega.
     El Libro de los Ultimos Días es un compendio de ensayos y artículos donde el autor comparte sobre diversos tópicos. Está subdividido en dos grandes temas que el artista ha nombrado los amores clandestinos y las costumbres estériles. Como el creador indica en las  páginas introductorias del libro: pretende celebra el lenguaje y la imaginación.
     En las líneas de "El Libro de los Ultimos Días" nos encontramos con la sinceridad de un artista que busca compartir sus ideas. Sin embargo, aclara que su fin es criticarlo todo.
     Las páginas de "los últimos días" nos sumergen en lo más hondo del autor, pues existe un acercamiento en algunos textos que hiciera de su voz la de cada persona, pero no porque se esté de acuerdo necesariamente con lo que escribe, sino por la sinceridad y sencillez en la utilización del lenguaje. Pero esta sencillez no hace de la obra simples  palabras, sino que la convierte en un canal de empatía con lo humano. Máximo hace de sus páginas un libro profundo que navega en las preocupaciones más sencillas, pero a la vez más trascendentales del ser humano.
     Vega nos presenta el arte como un vehículo de salvación a la locura. La imaginación como fuente de felicidad.
     Un autor que con sus palabras trata temas tan controversiales como la identidad de un pueblo. Que nos habla de Dios y presenta su cosmovisión de las palabras, de la vida. Sus reflexiones sobre la existencia siempre salen a relucir  como el humano en medio de la creación misma: eso encontramos en el Libro de los Ultimos Días: un diálogo franco, no para enjuiciar, sino para disfrutar, como todo arte, revivir algunas lecturas, algunos personajes y sobre todo renovar sentimientos.

(tomado de la revista Mythos)
MÁXIMO VEGA, fue soldado del ejército entrerriano en la Batalla de Caseros y juramentó la Constitución Argentina en Paraná el 9 de julio de 1853casó con TERESA CÚNEO, fallecida el 4 de diciembre de 1886, sepultada en el Cementerio Antiguo, natural de Paraná, vecino de Villa Urquiza; la chacra que ocupaban se ubicaba en la conceción Nº 6 de la delineación de Colonia Nueva; sus vecinos más cercanos eran: Antonio Martínez al sudeste, Anita Pérez al este, Remigio Rodríguez y Domingo Morel al noreste, Basila Vega al noroeste y Juan Esteban García al oeste (Plano de 1877); sus hijos fueron: 

1.- Isidro Vega, nacido el Paraná por 1857, vecino de la Villa, carrero, no sabía leer ni escribir; casó en la Capilla de La Providencia el 15 de mayo de 1895 con Edubriges Palacios, viuda de Nicolás Taborda, nacida por 1845, natural de Paraná, (vecina al este de Isidro Vega), fallecida el 11 de diciembre de 1905, sepultado en el Cementerio Antiguo Villa Urquiza, siendo testigos Luis Restano y Natalia Díaz.
2.- Facunda R. Vega, nacida por 1862, no sabía leer ni escribir, tenía cuatro hijos (1895); casó por 1887; sus hijos fueron:
2.1.- Dolores Vega, nacida por 1891.
2.2.-  Fidela Vega, nacida por 1893.
3.- Lucila Vega, nacida por 1875, soltera, costurera, no sabía leer ni escribir (1895).

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