El libro Un Cuarto Lleno de Anguilas trata un tema común a nuestra
diáspora y en sentido general a buena parte de la literatura universal, si lo
pensamos bien: la historia de la novela es un viaje físico que al final se
convierte en un desplazamiento existencial, un viaje iniciático del
protagonista, que al mismo tiempo es el narrador de la historia, un periplo que
subvierte toda su vida. El narrador nos cuenta la mudanza que ha tenido que
hacer de Chicago hasta Nueva York, dos ciudades dentro de los Estados Unidos
que ahora sabemos, porque hemos leído la novela, que son muy diferentes. El
narrador, un estudiante que se muda de ciudad porque es necesario para
continuar sus estudios, encuentra con este viaje un compromiso social que lo
mueve, a la vez que mueve a sus compañeros y a toda la novela hasta el
accidentado final: la necesidad de rebelarse contra la invasión norteamericana
a Irak. En medio de este viaje comprenderemos las obsesiones, trivialidades y
cotidianidades del protagonista, la familia que tuvo que abandonar en Chicago y
sus nuevos familiares en Nueva York.
Pero sobre todo la obra nos cuenta el hastío de un grupo de amigos
que se dedican a conversar, a dialogar -prácticamente en la acepción clásica de
la palabra-, sobre sus vidas, sus gustos, su pasado, sus aburrimientos y
aquello en lo que creen como jóvenes académicos. La mayor parte de la novela se
encuentra construida por diálogos entre los personajes, de manera tal que los
conocemos muy bien a cada uno de ellos, puesto que el narrador es un oyente
excepcional que se dedica a recoger cada una de las conversaciones con sus
amigos para transcribirlas a los lectores. Quizás esta novela pueda representar
la vida de un grupo de jóvenes estudiantes en la ciudad de Nueva York,
inmigrantes o no, y debemos concluir que sus vidas no son especialmente
felices. Incluso la manifestación llena de violencia al final de la novela
parece tan necesaria para darle algo de excitación a las vidas aparentemente
sin sentido de estos jóvenes, que pensamos que ellos se encaminan hacia esta
violencia con conocimiento de causa.
El estudiante se muda a la casa del tío Raúl, donde vive un
personaje solitario y huraño llamado Alan. Aparece Amanda, sirvienta y amante. Se
describe el ambiente universitario y llegan los amigos cultos. Aparece la
ciudad cosmopolita como un personaje más. Por supuesto, mi función aquí no es
repetir una historia que ya está contada en la novela.
Su título original y excéntrico tiene un significado directo dentro
de la obra, es decir que no es simbólico ni abstracto. En la historia se
explica claramente qué es ese “Cuarto lleno de Anguilas” al cual el título se
refiere. El protagonista, quizás precisamente por su ambiente eminentemente
académico, se rodea de lectores obsesivos, aprendices de escritores o
intelectuales jóvenes que leen a Murakami o a Philip Roth. En toda la novela
aparecen una serie de citas sobre autores clásicos o contemporáneos,
Dostoyevski, Niestche, Shakespeare, Kenzaburo Oé, Camus, Mishima, etc., o
simplemente en algún momento se mencionan sus nombres, aunque no aparece alguna
obra, alguna cita o referencia a algún autor dominicano, lo que podría
significar, y en esto estoy especulando, que la diáspora dominicana en New York
vive de espaldas a su reflejo literario dominicano. Edwige Danticat, por
ejemplo, una escritora norteamericana de ascendencia haitiana que vive en los
Estados Unidos y escribe en inglés, lo hace manifestando una rabiosa identidad
que a veces incluso encuentra en la dominicanidad a un enemigo, así como Junot
Díaz o Julia Alvarez que también escriben en inglés acerca de su pasado
dominicano, encontrando en su país de origen y en la ruptura de su propia
cultura que han tenido que soportar en el seno de la principal potencia del
mundo, los temas que les han permitido tener éxito como escritores
norteamericanos, pero no ocurre así con los escritores que escriben en español.
En un prólogo que escribí para un libro de Rey Andujar que participó
precisamente en este mismo concurso en el renglón de cuento, hacía notar cómo
el dominicano que escribe en español fuera de su país absorbe la cultura que lo
ha acogido, con curiosidad y con una alegría manifiesta por su nomadismo que no
puede hallarse fácilmente en otros escritores latinoamericanos, que perciben el
exilio económico y cultural con melancolía, incluso con dolor. En los cuentos
de Rey Andujar, que apelan a la realidad dominicana tanto como a la
puertorriqueña o a la de los Estados Unidos, los países que lo han acogido como
ser humano, aparecen Fernandito Villalona pero también Guns N Roses, personajes
puramente nacionales pero al mismo tiempo propios de la cultura pop de sus países
adoptivos. En la última novela de José Acosta, La Multitud, nos encontramos con
la narración de un inmigrante que ha hecho de la ciudad de Nueva York su propia
ciudad, de modo que no podríamos decir exactamente si su personaje es
norteamericano o latino, aunque la novela se encuentre escrita en español. Es
decir, poco a poco existe un extrañamiento de su propia cultura y de su propia
identidad, aunque en sus trabajos iniciales se notara la ruptura existencial
ante el exilio económico en un país que no es el suyo y que nunca será el suyo.
Pero de ninguna manera estoy haciendo una crítica, o estoy haciendo un juicio
negativo de la novela. Yo soy un escritor santiaguero, y debo decir que en
Santiago, como si se tratara de una ciudad de otro país, no hacemos referencia
a escritores de Santo Domingo, lo cual se explica por razones que no son
literarias sino personales, propias de un país pequeñísimo como este pero
sumamente fragmentado. Más que un escritor dominicano, yo me definiría como un
escritor santiaguero, así como un escritor en los Estados Unidos, en Puerto
Rico o en Europa se definiría más como un escritor de la diáspora que como un
escritor dominicano.
Este extrañamiento se encuentra indirectamente en esta novela, entre
líneas, lo cual parece ser entonces una constante en la literatura escrita en
español por la diáspora dominicana que vive en los Estados Unidos. Debe
consignarse, sí, que el autor en ningún momento ha sucumbido a la tentación de
escribir en spanglish, a no ser en los diálogos, lo cual es inevitable debido a
que los personajes deben conversar en una mezcla de español e inglés. Como
narrador, el autor se ha cuidado de mantener la narración en español, evitando
constantemente, y estoy seguro que de manera consciente, nombrar las cosas con
palabras inglesas. La novela se encuentra escrita con frases cortas y
descriptivas. Como mencionamos anteriormente, está escrita en primera persona.
El autor se preocupa sobre todo de describir, de narrar, obviando las
disgresiones innecesarias o las reflexiones inútiles, de forma tal que se
encuentra garantizada la narratividad y la intensidad, más aún en una novela
corta como ésta. Como lo sugiere su título diferente, la novela recorre un
camino preciso hasta el final, que es abrupto, casi como un cuento largo,
basado en diálogos entre los amigos, transformando situaciones perfectamente
cotidianas en sucesos resaltables. Porque lo que sucede en la novela no es
necesariamente extraordinario. El protagonista convierte su mudanza en un viaje
existencial porque de cierta forma la ciudad en la que empieza a vivir se lo
exige. Si se hubiese quedado en Chicago, lo que le sucede al final de la
historia no le hubiese acontecido. La llegada a esa ciudad enorme como lo es
Nueva York, la segunda ciudad con más habitantes dominicanos en el mundo, le
abre una puerta que no había previsto, porque al mismo tiempo lo acerca al
compromiso y a la violencia. La llegada a una casa misteriosa que debe
compartir con un personaje de comportamiento extraño, aislado, huraño, provoca
que se acerque aún más a sus amigos, que lo empujan hacia el acto rebelde del
final, pero al mismo tiempo que se sienta atraído por el misterio intrínseco en
este hombre de sesenta años que parece querer alejarse de las demás personas.
Pero en fin, por estas y otras razones esta novela ganó el Premio
Letras de Ultramar, del cual fui uno de los jurados. Saludamos esta iniciativa
del Comisionado de Cultura en los Estados Unidos, recordando que este premio no
es solamente para los escritores que viven allí, sino para los dominicanos
fuera de su país en el mundo entero. Felicitamos encarecidamente a su autor, y
saludamos la presencia de esta obra ahora publicada, que viene a enriquecer el
panorama literario de la República Dominicana.
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http://goo.gl/grPuON
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