PURO TEJADA

PALABRAS PARA EL CONGRESO DE NARRATIVA
SAN FCO. DE MACORIS 2011

Señoras y señores:
me place dirigirme ante uds. para hablarles de algo que forma parte , no solo de mi experiencia en las labores culturales, sino de mi vida: El Taller de Narradores de Santiago.
Asisti, creo, a partir de la segunda reunion en 1998 en Casa de Arte y desde alli se discutio el nombre posible para el grupo. Propuse, y fue aceptado, el nombre actual porque a pesar de ser bastante libre era y es un taller, lugar de compartir formación y proceso creativo; de narradores porque desde un princpio quedó claro que sería un espacio para privilegiar la narrativa, ya que según algunos miembros "se trataba siempre de poesía en los otros sitios", lo que no quitó que alguna vez se tocase de poesía u otras expresiones literarias o artísticas, además de ponerse como norte eso, el ser narradores, no "de pelota" como se comentó alguna vez, sino ecritores de cuento o novela y de Santiago, por el lugar.Lo pensé incluso como propuesta temporal, pero quedó.

Ha pasado de todo en estos años: hemos reído, llorado, andado, discutido, pero sobre todo hemos aprendido. Ha habido dos antologéas, amores, nacimientos y decesos. Entre estos últimos dos queridos amigos serán siempre recordados: el artista visual Leo Núnez que gentilmente cedió la reproducción de su trabajo para la portada de nuestra primer libro: "Para matar la soledad" y el Dr. Nelson Minaya, brillante intelectual que no pudo sobrepasar las turbulencias de su corazón y como Alfonsina se entregó al mar.
Pero bueno, quiero hablarles de los vivos, de los que están o estuvieron y que merecen parte del pastel de la celebración porque cada uno y cada una han aportado su amor y su tiempo al taller. Quiero en este momento recordar además a los que están en otras tierras: Juan Sánchez, José Devárez y Binny Rosario en Estados Unidos,
Altagracia Pérez en Eslovaquia y quien suscribe en Canadá, así como la escritora y periodista Rosa Silverio en España, que participó en la primara antología. Y para La Casa, eterna gratitud.
Hace poco le decía a Ubaldo que me sentia orgulloso del taller porque miembro/a por miembro/a es el grupo más distinguido del país, comparable quizás a los mejores tiempos
del Taller César Vallejo, pero sobre todo ha producido un espacio vital para la narrativa joven que ha encontrado proyección y eco, y amigos, amantes de las letras y las artes.

"Tumbado en mi rincón/ oyendo enamorado mi joven corazón" canta Charles Aznavour. Desde la nieve y el silencio, agradezco la oportunidad de poder dirigirles
estas palabras, a los organizadores de este evento esta sorprendente dedicatoria, y a Ubaldo Rosario, por estar siempre.

Puro Tejada M.
Toronto Canada enero 2011

II FESTIVAL NACIONAL DE NARRADORES





II FESTIVAL NACIONAL DE NARRADORES





II FESTIVAL NACIONAL DE NARRADORES






AQUI ESTAN ALGUNAS FOTOS DEL II FESTIVAL DE NARRADORES, ORGANIZADO EN SAN FRANCISCO DE MACORIS.

RENE RODRIGUEZ SORIANO


Este es el libro de René Rodríguez Soriano (René a secas, para algunos iniciados, o Rodriguesoriano, como firmaba al principio de su carrera), publicado por Ediciones Ferilibro. Contiene cuatro libros de René, a secas: “Todos los Juegos el Juego”, “Su Nombre, Julia”, “La Radio y Otros Boleros”, y “El Diablo Sabe por Diablo”. El libro que más me gusta es Su Nombre, Julia; pero yo, que soy un admirador de René, no puedo más que recomendar la lectura de esta recopilación, para entender mejor la trayectoria de un escritor dominicano que lo ha apostado todo a la literatura. Demasiado, diría yo, porque la literatura dominicana es sumamente ingrata.
Este pasado fin de semana se celebró el II Festival Nacional de Narradores, en San Francisco de Macorís, que fue dedicado al Taller de Narradores de Santiago. Agradecemos a Valentín Amaro, a Noé Zayas, a los demás organizadores, a los participantes, por este encuentro dedicado a este grupo fundado hace ya 13 años. Nos hicieron un reconocimiento allá, y eso también hay que agradecerlo, así como hay que valorar el hecho de que una cantidad grande de personas se reúna dos días, sin salir para ningún lado, solamente para hablar de literatura. Gracias a todos por habernos tratado tan bien.

JUAN PABLO DUARTE


Juan Pablo Duarte nació el 26 de enero de 1813. Lo que significa que en la fecha de la independencia de la República Dominicana, el 27 de febrero de 1844, tenía sólo 31 años. Y que era más joven al fundar, en 1838, la sociedad secreta La Trinitaria, y mucho más joven al planear la liberación de la patria. En las pinturas, en las litografías, en las reproducciones de su figura, vemos a un hombre maduro, casi anciano. Como debería ser un Padre, pero no se corresponde de ninguna manera con el joven enérgico que liberó nuestra nación.
Duarte era, en esencia, un santo, en el sentido cristiano de la palabra. Su figura idealista solamente puede ser comparada con la de José Martí. Pero Martí fue un gran escritor y amaba a toda la humanidad, mientras que Duarte fue un hombre de una sola idea, su pensamiento es monótono. Sólo le interesaba una cosa: la patria. Cuando manos oscuras se apoderaron de la independencia, y el patricio fue exiliado, empezó a morir lentamente. La muerte de Martí fue rápida e ilógica, heroica e inútil; como a Moisés, que es una figura histórica y un símbolo, a Duarte no le fue dado el presenciar la tierra prometida. Desde Venezuela, nuestro arquitecto agonizaba al saber en lo que se convertía poco a poco su legado.
Duarte fue vencido por la guerra y los generales, por los pragmáticos y los traidores. Se apoderaron de inmediato de la República, ni siquiera intentaron construir un remedo del ideal del arquitecto. La abstracción duartiana de una patria libre, justa, protectora y ordenada es sólo un ideal, por supuesto, que se dice fácil, que se ha convertido incluso en un cliché político. Pero todo intento redentor, revolucionario o democrático, de alcanzar esa perfección, ha fracasado. La derrota de Luperón por Lilís, Trujillo y sus 30 años de dictadura, Bosch y el golpe de estado, la revolución del 65, la invasión norteamericana y el posterior ascenso al poder de Joaquín Balaguer, Salvador Jorge Blanco que nunca entendió que le correspondía realizar el tránsito definitivo del país al orden y la modernidad. La patria posible prefigurada por el patricio ha fracasado. Juan Pablo Duarte, discreto y humilde, alejado, debido a su personalidad, de los egos desmedidos del poder, no pudo convencer a su pueblo de que lo necesitaba a él.
Pero es que el pueblo no quiere a alguien así. Bosch no convenció a nadie de su necesidad luego del golpe de estado, ni siquiera José Francisco Peña Gómez, quien no dejó un pensamiento, aunque sí, por lo menos, una vida decorosa y una praxis limpia. Vencieron los corruptos y los pragmáticos, los mesías y los tígueres, los vivos y los risueños millonarios. ¿Qué hubiese pasado si Bosch completa sus cuatro años, si no hubiese habido revolución del 65, 12 años de Joaquín Balaguer, gobiernos corruptos y presidentes suicidados? Para la historia, por supuesto, pensar de esa manera es un sacrilegio. Pero a mí qué me importa. El tollo que aún existe en la República Dominicana solamente significa que Duarte fracasó, en el sentido de que su ideal de orden y de humanismo (de armonía, de legalidad, de principios opuestos al caos, a la corrupción y al clientelismo) es, quizás, impracticable. No somos herederos de Duarte, ni de Bosch, ni siquiera de Peña Gómez. Somos herederos de la otra cara del poder, de Santana, de Báez y de Lilís. Todas nuestras autopistas, todos nuestros aeropuertos, todas nuestras calles y nuestras monedas tendrán un solo nombre: Joaquín Balaguer. Quizás algún día, por parecidos motivos políticos, algunas avenidas sean nombradas como Salvador Jorge Blanco o Hipólito Mejía. Parecen decirnos: ningún pensamiento que signifique guiar a la nación por un camino esperanzador es posible ya, porque ningún rumbo es posible ni practicable, salvo el económico. El país es una gran empresa, en la cual todas nuestras intenciones son económicas, o políticas, lo cual es más o menos lo mismo. No hay nada más triste que el no saber hacia dónde se va. Pero aún la esperanza es posible: cuando lo que quiere el pueblo se corresponda con lo que quieren los gobernantes, habremos alcanzado un proyecto de nación.
¿Qué hubiese pasado si Duarte hubiese sido presidente de la República? Tal vez hubiera hecho el peor gobierno de toda la historia del país, pero yo, un pobre escritor, un pobre dominicano (o un dominicano pobre), hubiese aceptado su presidencia con una gran alegría. La hubiese defendido con uñas y dientes, 163 años después. Pero claro, vivo siempre como en medio de un sueño. Soy un idealista, no un pragmático, y los ideales insensatos han muerto. Juan Pablo Duarte, la independencia nacional de 1844, no son más que la representación de aquello que pudimos ser, pero que jamás seremos.
Con una huelga de carros públicos frente a la oficina, esperando por hora que me paguen el sueldo del mes, trato de escribir algo que tenga que ver, precisamente, con la huelga del transporte y el atraso en el pago a los empleados públicos. Más adelante habrá que salir a discutir con un tíguere en una yipeta que se te quiere meter delante, o con una señora embarazada que te insulta porque quiere cruzar la calle con el semáforo en verde. Habrá que soportar a un Amet que te para sin ninguna razón, a pesar de que un chofer de concho le pasa a mil por el lado y él ni se inmuta. Si logramos llegar a la casa (si llegamos vivos a la casa, quiero decir), sentarse de nuevo a escribir, o a leer un poco, o a ver por la televisión cómo los peloteros deben ser los modelos de la juventud, los cantantes, los faranduleros, o los deportistas que le dan dos balazos a unos borrachos en un parque de Puerto Plata. Hablando de valores (porque de eso es que estamos hablando), hablando de valores, repito, qué bueno sería que se le otorgara el premio nacional de la juventud a una profesional que es la directora de escuela más joven en la ciudad de New York, y la catedrática más joven de la Universidad de Columbia, o tal vez a un jovencito dominicano que obtuvo cien puntos en un examen de ciencias, en Japón, en el que nadie había sacado más de 95 (ni los japoneses, ni los gringos: nadie, lo hizo un dominicano). O a una estudiante del Centro de la Cultura de Santiago, una violinista, que obtuvo una beca para estudiar música en Europa simplemente por su calidad interpretativa. Pero como el espectáculo debe seguir, vamos mejor a darle el premio a un señor que tiene muchos méritos tirando una bola durísimo, que tiene un brazo de oro. Así tendremos muchos jóvenes con brazos de oro. Dorados, en fin.
Está pasando la huelga, los choferes pactaron con la policía. Me voy.

RAMON PERALTA

eternidad del misterio

(hay una dicha en el espanto que todas las cosas tienen)



y un día uno entra a la casa y cree haber perdido la duda

y el amor y el idioma al fin conocen su jaula

y el misterio se convierte en otra siempre rutina

y el laberinto termina como un juguete sin magia

satisfecho poro en tinieblas (porque ya no hay espanto)

uno mira sin horror lo definido

y nacen la paz y el tedio de creer que ya todo está dicho

pero pronto un miedo nuevo nos devuelve hacia lo incierto

ya no cabe el misterio en el nombre que le dimos

y uno vuelve a tejerle otra medida al misterio

y con certeza uno palpa la palabra que lo encierra

y otra vez surge el silencio que jamás ha dicho nada

pero pronto uno descubre que ha sido vano el lenguaje

que la casa es otra casa cada vez que siente un hombre

porque más crece el misterio cuanto más intenta uno

detenerlo en la palabra.

Santiaguiando

Recuerdo las noches de Santiago en los años 80 del siglo XX (algo de eso está en esa novelita tan imperfecta mía, "Ana y los Demás"), junto a mis compañeros escritores Puro Tejada, Manuel Llibre, Andrés Acevedo, a veces Fernando Cabrera, Ruth Acosta, Jim Ferdinand, los artistas plásticos Edgar Hernán, Oscar Rodríguez, a veces Ricardo Toribio, Chiqui Mendoza, en el bar Talanca o en cada exposición de pintura o puesta en circulación de algún libro. En Casa de Arte, la Alianza Cibaeña, el Centro de la Cultura o la Alianza Francesa, cuando la Alianza Francesa hacía actividades culturales. A Leo Núñez, Binny, a Pastor de Moya desafiando a medio mundo, al Ruso montándosele los seres encaramado en una mesa, a Puro escribiendo un poema en la celebración de unos 15 años en el Centro de Recreo, a Johnny, el hermano de Fabiola, con la cara llena de pintura roja, con todos los dientes afuera en medio de un Arte Vivo. Encontrándonos en las bibliotecas de la ciudad: en el Domínico Americano, en Amantes de la luz, la Alianza Cibaeña, la biblioteca de la PUCMM cuando sólo era UCMM, y dejaba entrar a todo el que quisiera leer en una época en la que no existía el internet, y escribíamos a mano para luego copiarlo todo en una Olivetti portátil a la que se le enredaban a cada rato las teclas centrales. Recuerdo esos momentos de mi juventud, cuando escribir, o hacer arte, sentirlo quiero decir en los huesos, o en el corazón, era lo más importante del mundo, tenía algún sentido basado en la ingenuidad. Por supuesto, algo de eso se ha perdido, nos ha sobrepasado la realidad, la necesidad de sobrevivir, de ganar dinero, de afiliarse a un partido político corrupto o comprarse un carro o una yipeta. O andar a pie, cada quien tiene sus pequeñas necesidades diferentes. Antes escuchábamos las canciones de Silvio Rodríguez, agraviábamos a todo aquel que se metía con el Unicornio Azul, leíamos los libros de Milán Kundera y todos los poemas de Vallejo, las 10,000 páginas de Dostoyevski, criticábamos los poemas de la generación del 80, deseábamos para nosotros la soledad intensa de Baudelaire o envidiábamos la muerte terrible de Rimbaud, luego la eternidad. Nos quedábamos a dormir en las casas de los otros. Nos creíamos la generación que iba a cambiar el curso de la literatura dominicana, y no desde Santo Domingo: sin salir de Santiago. Pero éramos felices. Ramón escribiendo: "Entonces, uno toma la copa, la bebe y nace ella...", Minaya con su tranquilidad oriental, Jim leyendo a Sartre porque Sartre era el mejor escritor del planeta, después de Novalis, y de Borges, claro, porque Borges... imitando el estilo de Cortázar y despreciando a Vargas Llosa por reaccionario y porque estando allí García Márquez, Cortázar, Borges, Carpentier, Rulfo, Onetti, Octavio Paz, Bioy Casares, Sábato, para qué diablos vamos a detenernos en Vargas Llosa? Pero ya ven: mi compadre Abersio está dando clases en New York, Puro vive en Toronto, José Acosta es periodista en el Bronx, Baldomero nos envía postales desde Holanda, Ruth se casó con un francés y ya no escribe poemas en París. Nos abandonaron Dionisio, Gerónimo, Leo. Las 100 antologías del cuento dominicano aún incluyen siempre el Delicatessen de Miguel Alfonseca, la número 105 repitió el Ahora que Vuelvo Ton de René. Estoy mintiendo: no éramos felices. Pero trascendíamos la realidad, y vivíamos en una burbuja que nos hacía creernos los mejores escritores de todo el mundo. Aunque no lo fuéramos: qué importancia puede tener eso.
"La poesía no está hecha para los arqueólogos, sino para místicos, para creadores, para otros poetas; es un bosque antiguo en el cual están creciendo árboles jóvenes que ocuparán nuevos lugares y mirarán hacia otras luces."

Giuseppe Prezzolini, "Historia de Bolsillo de la Literatura Italiana"

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