Literatura Dominicana en el contexto del Caribe:


-I-

 

“El Caribe, frontera imperial”, escribió el profesor Juan Bosch en uno de sus ensayos, refiriéndose a este ámbito americano en el cual vivimos y padecemos. Las Antillas, México, Centroamérica, Venezuela, Guayana, Colombia, pero lo que nos interesa en estos momentos es indagar de manera superficial en la literatura sobre todo antillana, de la cual forma parte la República Dominicana, cuyas obras y autores –hay que mencionarlo desde el principio- son desconocidos por una serie de razones históricas, no estéticas, en una nación que cuenta con una cantidad de primicias coloniales importantes: la primera universidad del Nuevo Mundo, la primera catedral del Nuevo Mundo, la primera poeta americana, la primera ciudad colonial del Nuevo Mundo, la primera declaración de derechos humanos del Nuevo Mundo.

         Cuando hablamos de El Caribe, pues, para lo que nos ocupa en estas palabras, que no son más que la ampliación de una conferencia que dictamos en el 4to. Congreso de la Lengua y la Literatura de la Universidad Autónoma de Santo Domingo –esa Primera Universidad del Nuevo Mundo que mencionamos-, que tiene un estilo más bien oral y por lo tanto algo descuidado, escrita para el oído y con un tiempo limitado, nos referimos al espacio antillano que baña el mar Caribe, por supuesto, que ha sido invadido, como repite en todo un libro el profesor Bosch, por una cantidad de imperios occidentales, y ha sido saqueado por piratas, filibusteros, bucaneros, esclavistas, cuya diferencia la aporta la presencia del negro secuestrado de África, que nos ha legado precisamente un mestizaje, una promiscuidad étnica y cultural que ha marcado buena parte de nuestra literatura, tengamos consciencia de ello o no.

         A pesar de lo que se piensa fuera de nuestro espacio, los caribeños no somos todos iguales. Existen los caribeños que pueblan las Antillas Menores, soberanos o no, puesto que algunas de esas islas continúan siendo provincias de naciones europeas –incluyendo Guayana, que no es isla-, que hablan francés, holandés, inglés; existen países como Haití, que escribe en francés pero habla en créole; u otros como Jamaica, que habla inglés. Las Antillas que hablan español tienen un componente mestizo mucho más amplio que las islas no hispanas, lo que podría significar que la explotación de la esclavitud no fue tan intensa como en las colonias francesas, holandesas e inglesas, y en el caso de la República Dominicana se tiene constancia histórica de ello. En Haití, la población negra ascendió a más de 300,000 personas, esclavos, mientras que los blancos no llegaban a 12,000. Las condiciones de los esclavos eran terribles. No sucedió lo mismo en la parte española de la isla, que llegó a ser la colonia más pobre del Nuevo Mundo, otra primicia importante.

         Pero no sólo estamos hablando de naciones colonizadas por diferentes imperios europeos, lo cual contribuyó a sus diferencias culturales, y no solamente nos referimos al período colonial, puesto que los habitantes de las naciones que hablan español de las Antillas Mayores tampoco son parecidos exactamente hoy día, y, como estamos hablando de literatura, no cuentan con un español común. El escritor cubano José Fernández Pequeño, que emigró de Cuba por razones políticas y vivió muchos años en la ciudad de Santiago de los Caballeros, en la República Dominicana, explica claramente en su cuento “A. M.” el período de asombro y traducción continua que vivió cuando llegó al principio a la ciudad de Santo Domingo, y encontró un lenguaje diferente: “…aprendí que la papaya había cubierto la putería de su masa con el casto título de lechosa; la noble malanga ganaba punta y terminaba en yautía; la pimienta dulce, tan de mi gusto mosquita muerta, prefirió la vulgaridad de ser malagueta; la guitarrera naranja había tomado la contraseña exótica de china, tan falta de imaginación que ni siquiera llegaba al juguetón chinola; el boniato, dulce y buenagente hasta en sonido, ganó en batata arrogancia musical… y así, con la marcha de los días, fui cruzando un puente de palabras…”.

         Aunque lo que nos interesa es una literatura importante pero desconocida, aquella de la República Dominicana, país que ocupa una buena parte de la isla de Santo Domingo, exactamente en el centro de las Antillas Mayores y en el centro de El Caribe. Una centralidad y primicia que no la ha ayudado a ocupar el mismo lugar en las artes y la literatura.

 

 

-II-

 

 

En la República Dominicana, a partir del siglo XIX, con la aparición de la novela “Enriquillo” de Manuel de Jesús Galván y las aproximaciones poéticas, décimas y poemas con una estructura oral de Juan Antonio Alix (1833-1918), además de la aparición de los poetas de finales del siglo XIX como Salomé Ureña (1850-1897), Gastón Fernando Deligne (1861-1913) –ambos hermanos, Gastón y Rafael, pero sobre todo Gastón- y José Joaquín Pérez (1845-1900), empezó lo que podría llamarse la tradición literaria nacional, que a pesar de la novela romántica de Manuel de Jesús Galván tuvo siempre una impronta poética. El movimiento literario denominado Postumismo, nacido en el mes de marzo del 1921, con su sumo pontífice Domingo Moreno Jimenes, integrado además por Andrés Avelino, Rafael Augusto Zorrilla y otros escritores que surgieron a su alrededor, algunos que formaron sus propios movimientos como Vigil Díaz, fundador del Vedrinismo, al que sólo pertenecieron él y el poeta sancristobalense Zacarías Espinal; los Independientes del 40: Manuel del Cabral, Tomás Hernández Franco, Héctor Incháustegui Cabral y Pedro Mir; la Poesía Sorprendida, que apareció en 1943 ya como reacción al Postumismo, con Alberto Baeza Flores, Mariano Lebrón Saviñón, Aída Cartagena Portalatín, Antonio Fernández Spencer, Franklin Mieses Burgos, Manuel Rueda, etc., y la Generación del 48 con Abelardo Vicioso, Abel Fernández Mejía o Máximo Avilés Blonda, entre otros, tienen algo en común: todos son movimientos puramente poéticos. Para que apareciera en el contexto literario nacional un grupo que reuniera a los narradores, sobre todo al principio cuentistas, se tuvo que esperar con paciencia hasta el Frente Cultural surgido durante la Revolución de 1965, un movimiento que fue no sólo artístico sino, por supuesto, político, que abarcó no solamente a poetas sino a narradores, prosistas, artistas plásticos y periodistas, al que pertenecieron Abelardo Vicioso -venido de la Generación del 48-, Miguel Alfonseca, Ramón Francisco, René del Risco, Juan José Ayuso, Jeannette Miller, el poeta dominicano nacido en Haití y muerto durante la invasión norteamericana Jacques Viau Renaud, autor del largo poema en español “Permanencia del llanto”, entre otros, y a la Generación de Posguerra, a la que pertenecieron los escritores del Frente Cultural, además de advenedizos como Mateo Morrison, Tony Raful, Andrés L. Mateo, Alexis Gómez Rosa, Norberto James, Franklin Gutiérrez, Soledad Álvarez, Apolinar Núñez, Pedro Peix, Iván García, etc., con una literatura sumamente política y comprometida. Lo cual no significa que no aparecieran con anterioridad narradores esporádicos, solitarios y descontextualizados, aunque también poetas de medio tiempo: Marcio Veloz Maggiolo, Freddy Prestol Castillo, Ramón Marrero Aristy, Juan Bosch, Virgilio Díaz Grullón, Alfredo Fernández Simó, etc. Hasta llegar a la Generación del 70 (Juan Carlos Mieses, Radamés Reyes Vásquez, Chiqui Vicioso, José Enrique García, Pedro Pablo Fernández, Sabrina Román y Rafael García Bidó) -entre algunos otros que al final se adhirieron a la más conocida Generación del 80, como René Rodríguez Soriano, Tomás Castro, Juan Freddy Armando, Aquiles Julián, Roberto Marcallé Abreu, etc.-, los narradores José Alcántara Almánzar, Armando Almánzar, Arturo Rodríguez Fernández, etc., hasta llegar a la ya mencionada Generación del 80, con José Mármol, Basilio Belliard, León Félix Batista, Plinio Chahín, Jorge Piña, Julio Adames, Dionisio López Cabral, Dionisio de Jesús, Fernando Cabrera, Ruth Acosta, entre otros y otras, que abarcó sobre todo a poetas, pero de la cual formaron parte, a pesar de la autoproclamación de algunos de sus miembros -que decidían quién formaba parte y quién no, como si se tratara de un movimiento literario y no de una generación-, narradores como Avelino Stanley, Rafael García Romero, Rafael Peralta Romero, Manuel García Cartagena; poetas/narradores como Pastor de Moya, Ángela Hernández o René Rodríguez Soriano -que al final era más cuentista que poeta-, y que ha sido la más amplia de las generaciones literarias, en una pequeña nación en la cual las generaciones y los movimientos literarios se encuentran intrínsecamente ligados a la realidad nacional, a lo que acontece fuera de los ámbitos puramente literarios.

 

Se encuentran, por supuesto, los narradores descontextualizados de lo que sucedía alrededor de los movimientos poéticos, porque eran precisamente eso, es decir, narradores. Los movimientos literarios eran poéticos. Se encuentran, además, los escritores que vivían y hacían vida literaria fuera de la ciudad de Santo Domingo, la ciudad capital, que fueron invisibles hasta mucho tiempo después de su aparición publicando libros, y luego de su desaparición física, en un país pequeñito que, sin embargo, parece enorme, infinito para la cultura que se hace más allá del Distrito Nacional. Hemos escrito un ensayo sobre los escritores de la Región Norte del país, desde finales del siglo XIX hasta finales del siglo XX. Es decir que no vale la pena insistir sobre ellos aquí.

 

Esta apretada selección de nombres, en la que no se encuentran todos los escritores, no tiene que ver con la calidad literaria o con algún estudio más enjundioso que sugiera cuál movimiento o generación ha entregado más escritores de profundo calado que los demás: es sólo una lista nominal, que no pretende juzgar y, como he dicho, incompleta, en la que faltan muchos nombres. En un país en el cual el siglo XX surgió casi como tragedia nacional, con dos invasiones norteamericanas, un dictador que gobernó por 31 años, un presidente posterior democrático derrocado, una guerra civil, la invasión norteamericana de 1965, los llamados Doce Años autoritarios del presidente Joaquín Balaguer, escritor él mismo; tres incursiones guerrilleras fracasadas, un presidente suicidado y otro encarcelado por corrupción, era obvio que se tenía que propiciar una literatura política, pero además un tipo de literatura que cambia a medida que también ha aparecido un cambio en el ámbito social o político. Por ejemplo, la dictadura trujillista propició de alguna manera el nacimiento de la Poesía Sorprendida; la Revolución del 65 produjo el Frente Cultural; la invasión norteamericana denominó incluso la Generación de Posguerra; la finalización de los Doce Años de Balaguer y la apertura democrática  de 1978 produjeron la Generación del 80; y la estabilidad política y social de finales del siglo XX y principios del siglo XXI ha propiciado el fin de los movimientos literarios y la independencia estética de los escritores. 

 

Al mismo tiempo, la literatura dominicana es aficionada, de escritores que no se dedican nunca por completo a la literatura, a excepción de algunos privilegiados como Domingo Moreno Jimenes. La tradición literaria nacional ha sido el producto de esporádicas manifestaciones sobre todo poéticas, lo que ha provocado a su vez la aparición de generaciones poéticas nacionales que sin embargo no tienen nada que envidiarle a los movimientos o a las manifestaciones poéticas de otros países latinoamericanos, a pesar de que no es muy conocida o reconocida.  Poetas como Franklin Mieses Burgos, Manuel del Cabral, Salomé Ureña o Domingo Moreno Jimenes cuentan con una poesía de alta calidad literaria -aunque no soy muy dado a utilizar este término casi mercadológico-, y en cierto sentido con una gran literalidad y originalidad, puesto que, precisamente, uno de los problemas de las literaturas nacionales es que copian los movimientos sobre todo europeos, lo cual sucedía además en el resto de Hispanoamérica, adhiriéndolos a la realidad dominicana, dominicanizándolos. Este eurocentrismo, que tiene su explicación en nuestra identidad, en nuestro “ser” dominicano, en el que no vamos a profundizar en estos momentos, ha provocado al mismo tiempo que nos encontremos de espaldas al resto del Caribe, y que reconozcamos a otros escritores de nuestro idioma o de idiomas caribeños como el francés o el inglés como extraños a nuestra propia realidad. Es posible que debido a la condición de poetas de nuestros escritores, para los cuales la lengua, e incluso la idea cierta del poeta como guardián de su idioma, es tan importante, nos hemos alejado de temas, ideas y comportamientos de nuestra región particular, a la que pertenecemos inexorablemente, puesto que en el resto de las Antillas se habla en francés (incluyendo al créole), inglés u holandés (incluyendo el patois). Escritores como los haitianos Jacques Roumain, Jacques Stephen Alexis o René Depestre; martiniqueños como Aimé Césaire o Édouard Glissant; de Santa Lucía como Derek Walcott y su hermano gemelo Roderick, dramaturgo; cubanos como Alejo Carpentier, Guillermo Cabrera Infante, José Soler Puig o José Lezama Lima y todo el grupo Orígenes, son reconocidos en el mundo entero, pero no así los dominicanos de sus respectivas generaciones, teniendo en cuenta además que la región del Caribe ha dado cinco premios Nobel de Literatura (hagan vida o no en el Caribe: caribeños por nacimiento): Saint-John Perse (Guadalupe), Derek Walcott (Santa Lucía), V. S. Naipaul (Trinidad y Tobago), Gabriel García Márquez (que es de Aracataca, Magdalena, en el Caribe colombiano) y Miguel Ángel Asturias (Caribe guatemalteco). A nuestro país nunca llegaron, por ejemplo, movimientos literarios como el “realismo mágico”, lo “real maravilloso” de Alejo Carpentier o el “realismo maravilloso” de Jacques Stephen Alexis, al que se han adherido en la República Dominicana no escritores, sino algunas obras de algunos escritores; como no llegaron tampoco a una isla como Puerto Rico, debido a su condición colonial con respecto a los Estados Unidos. Ahora bien, sí llegó una literatura de género fantástico influenciada por Julio Cortázar y los escritores argentinos, existencialista influenciada por Ernesto Sábato o Juan Carlos Onetti, e incluso una cantidad de poetas nacionales han identificado a Jorge Luis Borges, el más europeo de los escritores argentinos, como una gran influencia en su poesía.

 

Voy a contar un ejemplo sencillo. La poeta y novelista Aída Cartagena Portalatín (1918-1994) fue muy amiga de Aimé Césaire y Édouard Glissant, además del escritor africano Léopold Senghor, y participó con ellos de las ideas acerca de la “Negritud” y el colonialismo al que pertenecieron Aimé Césaire y Glissant, que se expandió a través de Europa y América en la década del 30 del siglo XX. Ella  viajó al África a diferentes congresos sobre la presencia africana en el Caribe, y escribió un libro de poemas cuyo tema era esa presencia africana de la cual era experta. Sin embargo, cuando escribió su primera novela, “Escalera para Electra” (1970), Aída buscó un tema europeo -el drama “Ifigenia en Tauros” de Eurípides-, para estructurar la novela, con su personaje principal, Swain, una Electra que vivía en la ciudad de Moca y asesinó a su madre Clitemnestra (en la novela de nombre Rosaura), mientras Helene, que es la propia Aída Cartagena, es una escritora que viaja por Europa, se detiene en Grecia y reflexiona sobre la novela como género literario, sobre la novela ideal que quiere escribir, citando a Jean Paul Sartre con respecto a sus reflexiones acerca de la “novela comprometida” contemporánea. A la autora dominicana no se le ocurrió escribir una metanovela sobre el Caribe o sobre África, o sobre la negritud de sus amigos Césaire y Glissant, o un largo poema griego-europeo pero sobre todo caribeño como el “Omeros” de Derek Walcott, puesto que sus intereses eran otros, lo cual pone de manifiesto no una hipocresía, sino la realidad de cómo pensamos los dominicanos acerca de África en el terreno intelectual, y sobre nuestro pasado étnico negro y esclavizado. Es decir, no podemos hablar por completo de una novela “transculturizada” o “híbrida”, sino que representa la dominicanidad tal como es, sin idealizaciones ni hipocresías. Aída nunca participó de ese surrealismo caribeño negro como esos habitantes de islas que son en realidad provincias francesas e inglesas, como lo hicieron Césaire y Glissant, a pesar de que perteneció al movimiento de la “Poesía Sorprendida”, que tenía influencias surrealistas, pero su realidad no era África sino una República Dominicana mezclada, más española que africana cuando se trataba de aspectos literarios; ni se parece a los narradores y poetas haitianos, cubanos o de otras islas del Caribe: su poesía, aunque excelente, busca más bien a España y a Europa, no una identidad mezclada con África. El espacio central literario caribeño en español lo ocupaba un país: Cuba, y Occidente no necesitaba duplicidades en ese sentido. Y ahora sí llegamos a un aspecto que no es necesariamente literario, sino al terreno mercadológico, al ámbito de la propaganda. Puesto que ese alejamiento de temas con los cuales se estereotipa desde espacios europeos, en los Estados Unidos y en el resto de Latinoamérica, a la región del Caribe, alejó a algunos escritores dominicanos de una preponderancia que estaba justificada en lo estético, no en las modas ni en los modelos artísticos o intelectuales pasajeros, como sucedió con el movimiento de La Negritud, aunque parezca contradictorio, puesto que el país caribeño más cercano formalmente al continente colonizador fue al mismo tiempo el más olvidado, puesto que no ofreció novedades como aquéllas de las islas negras (en un sentido literario, romántico, no racial), exóticas y “mágicas”. Es decir que estamos hablando de dos fenómenos diferentes: uno es el publicitario, el mercadológico, el de la propaganda, y el otro el estético, el literario, el poético, que se rige por nada más que la creatividad del autor y la empatía y el reconocimiento del lector.

 

Sólo algunos escritores como Juan Sánchez Lamouth, Norberto James, Nadal Walcott, Mateo Morrison o Manuel Matos Moquete en algunas de sus novelas, debido a una conciencia racial interior, individual, decidieron escribir sobre el realismo mágico o maravilloso y sobre la presencia del negro en nuestra isla. También, por supuesto, Marcio Veloz Maggiolo y otros estudiosos de ritos mágico-religiosos, los cuales no formaban parte intrínseca de las obras, sino que aparecían como parte de la atmósfera de las historias (Veloz Maggiolo fue novelista, a diferencia de Norberto James o Mateo Morrison). Manuel del Cabral o Tomás Hernández Franco lo hicieron debido a una necesidad estética, pero no desde lo formal sino desde lo temático: casi desde fuera, desde la periferia. Y ellos no eran negros. Escritores como Juan Bosch o Pedro Peix, a quienes yo considero profundamente dominicanos y caribeños, eran sin embargo escritores realistas, a los cuales les interesó poco el realismo mágico o el realismo maravilloso, tratados por Bosch y por Peix en algunos cuentos (Peix en todo un libro) como experimentos (en el caso de Bosch, que fue anterior al boom latinoamericano, en el tratamiento temático de leyendas y cuentos orales dominicanos, muy parecido a lo que hizo posteriormente Veloz Maggiolo). Pedro Peix fue más cercano a Faulkner que a García Márquez, inventándose un pueblo ficticio ("Alcanfores"), más cercano al Yoknapatawpha faulkneriano que al Macondo garcíamarquiano. Un poema como “Yelidá” de Tomás Hernández Franco tiene como figura principal a una negra que es hija de una mujer haitiana –o de la parte occidental de la isla, puesto que en el tiempo del poema aún no existía Haití como nación- y de un noruego, Erick, obviando conscientemente la racialidad negra dominicana, desplazándola hacia Haití. Lo mismo hace “La metamorfosis de McKandal”, de Manuel Rueda: Mckandal es un héroe cimarrón que lideró la primera rebelión de esclavos en la parte occidental de la isla, hasta que fue atrapado, encarcelado y quemado vivo por los franceses. De acuerdo con un mito haitiano, McKandal no falleció en la hoguera, sino que se convirtió en un insecto alado que escapó volando de las llamas. Lo que queremos significar es que este alejamiento de nuestra región caribeña le quitó notoriedad a nuestra literatura, alejándola de los estereotipos antillanos. Como menciona un principio mercadológico que se aplica a cualquier clase de producto, los lectores buscan determinados temas que satisfagan sus necesidades de lectura en una época determinada; quien no esté dispuesto a escribir sobre esos temas corre el riesgo de no gustar. Uno de esos temas puede ser, quizás, “la magia de la vida latinoamericana” o lo maravilloso de una región exótica y negra. Sean estos estereotipos reales o no, puesto que estamos hablando de literatura.


 





-III-

 

 

En la UNESCO existe un Centro Regional para el Fomento del libro en América Latina y el Caribe (CERLALC). De acuerdo con las estadísticas entregadas por ese centro, en Hispanoamérica, o sea en nuestro idioma español, existen cinco países donde se venden más libros, y donde más se lee, que son México, Argentina, Perú, Chile y Colombia. El país en el cual más se lee y se venden libros es Argentina, seguido de Chile. Al mismo tiempo, en una coincidencia que no es tal, los premios Nobel de Literatura en idioma español, excluyendo a Miguel Angel Asturias, provienen de esos países, que son: Pablo Neruda y Gabriela Mistral, de Chile, Gabriel García Márquez de Colombia, Mario Vargas Llosa de Perú y Octavio Paz de México, aunque todos sabemos que Argentina hace mucho tiempo debió tener un premio Nobel de Literatura. También los componentes del llamado "boom" latinoamericano pertenecen a esos países donde más se lee: Mario Vargas Llosa de Perú, Carlos Fuentes de México, Julio Cortázar de Argentina, Gabriel García Márquez de Colombia, y José Donoso, que se autoproclamó en sus memorias ("Historia personal del Boom") como “la quinta pata del boom”, de Chile. También la mayoría de los ganadores de los Premios Cervantes de Literatura, o de concursos importantes literarios convocados por editoriales que realmente son multinacionales de la industria del libro, son ganados por escritores de esos países. Es decir, todo no sucede por puro azar, sino que la promoción de la literatura cuenta con un componente mercadológico que no es posible obviar. Un escritor dominicano, así como otros escritores de regiones ubicadas en la periferia, no podrá nunca acceder a este tipo de promoción, independientemente de la calidad de su literatura.

Decía el escritor salvadoreño Manlio Argueta, en su novela “El valle de las hamacas”, de forma sarcástica, que los centroamericanos “son unos resentidos, porque les tocó nacer en el culo del mundo y esa es una situación a perpetuidad”. Al mismo tiempo, no podemos contar con el estado para que propicie el apoyo y el fomento de la literatura dominicana, puesto que nada de esto ha sucedido aún. El estado dominicano prefiere promover la bachata o el merengue, la música popular, la industria cinematográfica en ciernes, porque tiene un propósito político, electoral, es decir que todo debe tener una finalidad económica, práctica y corrupta. Los autores dominicanos sólo son recordados cuando mueren o cuando ya pertenecen a la tradición, nunca en el presente, a no ser que tengan éxito, que ganen un concurso literario importante o que sean reconocidos como escritores, por alguna razón, fuera del país. Cuando se convierten en tradición, entonces los escritores dominicanos son recordados y reconocidos por el estado, incluso por el resto de la población.

En el presente, en este siglo XXI del cual ya han pasado tantos años, podemos notar algunas características de la literatura dominicana actual, no joven sino actual, que demuestra el cambio que se ha generado no sólo en la literatura, sino en la sociedad dominicana, puesto que ya dijimos que la literatura del país se encuentra demasiado arraigada a los vaivenes de nuestra realidad nacional, muchas veces política:

 

1-    Los narradores han sobrepasado en cantidad a los poetas. El renglón literario que más se escribe y que tiene más salida en el país es el ensayo histórico, sobre todo de la época de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, y en segundo lugar de los Doce Años de Joaquín Balaguer, o de sucesos históricos trascendentales cuyos testigos han querido dejar testimonio de su experiencia. La poesía casi no se lee. Algunos poetas se han dedicado a escribir ensayos sobre la tradición literaria nacional, como Fernando Cabrera, Basilio Belliard o José Mármol, sin abandonar la poesía, además de otros poetas que escriben memorias literarias o vitales como testigos de acontecimientos sociales o literarios, como sucede con Mateo Morrison, José Rafael Lantigua, Tony Raful, etc.

 

2- Luego de convertirse en tradición, como he dicho, aunque algunos de ellos se encuentren vivos, como ha sucedido con Pedro Peix, Marcio Veloz Maggiolo, Hilma Contreras, Aída Cartagena Portalatín y muchos otros, hemos empezado a reconocer la calidad indiscutible de su literatura, a pesar de que no son reconocidos internacionalmente a un nivel mercadológico o editorial.

 

3-    También hemos descubierto que existe una cantidad de escritores de otros países, sobre todo de países pequeños pero algunos también de grandes naciones -"grandes" en el sentido de la cantidad de habitantes-, que también son desconocidos a pesar de que cuentan con una gran calidad literaria, como sucede con Elena Garro, Antonio Di Benedetto, Manlio Argueta, Nivaria Tejera, José Soler Puig, Luis Rafael Sánchez, Carmen Naranjo, Inés Arredondo, etc.

 

 

-IV-

 

Los escritores del presente no deberían abandonar la "gran calidad literaria", en la época de la literatura light, de los libros de autoayuda y de la pedagogía que pretende pasar como literatura. No hemos sobrepasado las condiciones que cambien la perspectiva de que un escritor dominicano que viva en el país sea conocido ampliamente fuera de la isla, pero esto puede ser una ventaja debido a que se puede ser ambicioso en extremo –en un sentido creativo- sin pensar en los resultados propagandísticos: sin detenerse en perseguir la fama. El escritor dominicano es un autor aficionado, en el sentido de que escribe en su tiempo libre, porque debe dedicarse a una infinidad de labores para ganarse la vida, entre ellas una reciente y lucrativa: ser funcionario cultural de los diferentes gobiernos. Es un autor de pocos libros, sean estos poéticos o narrativos. Eso no va a cambiar en lo inmediato. Debe lidiar con la exclusión, la marginación a lo interno de su propio país, la insularidad, la falta de lectores y la dejadez del estado. Ahora bien, al mismo tiempo debe dejar de permanecer de espaldas al Caribe, puesto que es su región y su realidad. Debería comprender que se encuentra adherido, le guste o no, a un pasado africano y esclavista, y que debe aceptar su caribeñidad en este siglo XXI como una cosa normal y definitiva, como nos explica Manlio Argueta con respecto a Centroamérica. Nuestro idioma es el español y nuestra región es el Caribe, nuestra raza y nuestra etnia es la mulata y la mestiza, entendiendo el mestizaje como una mezcla de diferentes razas, una promiscuidad positiva. Eso es lo que somos. Nuestra cultura es la caribeña. Y escribir sobre esto, aunque algunos escritores actuales empiecen a percibirlo como “pasado” puesto que han aceptado la caribeñidad como una realidad que ya no es colonial, puede traer resultados positivos en un país que muchas veces pasa desapercibido como nación, más aún como destino literario. Al mismo tiempo, somos representantes quizás ingenuos de esa caribeñidad, por lo cual se comete una injusticia al descalificar la literatura dominicana o la puertorriqueña –debido a la situación colonial de nuestra isla vecina con respecto a los Estados Unidos, una situación que es de hecho pero que no es cultural, debido a su independencia idiomática- como no antillana, tratando de definir desde el exterior, desde la ignorancia, lo que ya somos de forma natural.

 

¿Cómo se escribe en el resto de Latinoamérica? Se escribe sobre el presente, con una prosa muy directa, a veces muy cruda, puesto que ya no hay que escribir de forma simbólica por motivos de dictaduras políticas, religiosas o morales. Han desaparecido hace muchísimos años el Modernismo, el Surrealismo, el Concretismo, el Pluralismo, los movimientos literarios. La marca de la literatura actual es el eclecticismo. No existe una búsqueda de perennidad, sino que el éxito debe llegar en el aquí y en el ahora. Ya no es posible hacer un estudio de la literatura, no sólo latinoamericana sino del resto del mundo, sin referirse al mercado, puesto que las presiones de la industria editorial han condicionado la creatividad de los autores. Hemos accedido a un lenguaje sucio, agresivo, violento, vulgar a veces, que trata de reflejar sin metáforas ni simbolismos la realidad del país, sobre todo urbana. Es decir: hemos empezado a abandonar la belleza, o por lo menos la idea de belleza, como sucede hace mucho tiempo con otros géneros artísticos, sobre todo con las artes visuales. Esto lo compartimos con el resto de los escritores latinoamericanos. Y es posible que compartamos todas estas características con los escritores del mundo entero. Aunque estamos tratando de no caer en generalizaciones, y en el reduccionismo de analizar la literatura latinoamericana como un todo, como si los países latinoamericanos, con tradiciones literarias, realidades socioculturales, económicas e individualidades diferentes fuesen un solo país, lo cual no funciona ni siquiera para etiquetar a los emigrantes hacia el norte del continente americano. 

 

Debemos tener en cuenta que la calidad literaria no la dan los temas, sino la forma, la manera en la que se escribe. En una obra narrativa, por ejemplo, a un nivel académico se habla de una división entre la Historia de la narración, y el Relato. La Historia es el argumento, lo que se cuenta, mientras que el Relato es la forma en que se cuenta la Historia. Debe haber un equilibrio entre la Historia y el Relato, entre lo que se cuenta y cómo se cuenta, por supuesto, pero hay un consenso general en que lo más importante es el Relato, la forma en la que yo, el escritor, cuento las cosas; o en el caso de la poesía lo más importante, por supuesto, son las palabras, la forma en la que escribo mi poema. La forma se erige incluso por encima del tema o el contenido que he elegido. El lenguaje, como dijo el filósofo y antes el cristiano, precede, de alguna manera, al propio ser.




-V-

 

 

La poesía y la narrativa dominicanas han sido subvaloradas por múltiples razones, algunas de ellas las hemos expuesto aquí, pero no podemos obviar tampoco que hemos tenido inmensos escritores relativamente desconocidos, como Pedro Henríquez Ureña, Manuel del Cabral, Pedro Mir, Franklin Mieses Burgos, Juan Bosch, Pedro Peix, Domingo Moreno Jimenes, Salomé Ureña, entre muchos otros, jóvenes o no, muertos, enterrados o aún vivos y creando. Aunque se escriba en el país durante el tiempo libre que nos deja una existencia caribeña llena de vicisitudes, para que no nos agobie el calor, la rutina, la cotidianidad y las dificultades económicas, eso no cambiará en lo inmediato. 

El escritor dominicano debe tratar por sí mismo de salir de su realidad insular, ahora que cuenta con más medios que nunca antes, que le permiten acceder al resto del mundo sin moverse de su isla, no solamente a un nivel personal o propagandístico, sino estético, que es lo que nos interesa como escritores, pero sobre todo como lectores.

Máximo Vega-escritor-2021.

3-    


   

Al Borde del Edén: nueva publicación de Máximo Vega

"Al Borde del Edén", libro ganador del Primer Premio de Novela de la Fundación Global, Democracia y Desarrollo (FUNGLODE), será publicada próximamente por la Editorial Santuario.



En la novela “Al Borde del Edén”, el lector encontrará una historia llena de humanidad, de esperanza y de redención, a través de la belleza poética del lenguaje. Un hombre que se encuentra a punto de morir, emprende un viaje a la frontera dominicana, tratando de salvar la vida de un niño, y al mismo tiempo tratando de salvarse a sí mismo. La llegada a un territorio desconocido para él, pero al mismo tiempo un lugar con personajes cuya identidad reconoce como propia, le traerá una serie de aventuras inesperadas. ¿Alcanzará a salvar la vida por la cual ha decidido emprender el viaje? ¿El viaje le enseñará que posee una identidad, y que al final forma parte del género humano? Ganadora del Primer Premio de Novela Corta de la Fundación Global, Democracia y Desarrollo (FUNGLODE), del año 2008, de ella escribieron los jurados del premio: “El texto posee la osadía de tratar, desde su interior, un tema complejo y difícil, sin antecedentes literarios en el medio. Es novedoso, singularmente  humano y decididamente impactante (Manuel Mora Serrano, Ángela Hernández y Roberto Marcallé Abreu)”.

Un viaje hacia lo más profundo de la República Dominicana, hacia la frontera con Haití y al corazón de dos países y dos hombres. Un viaje impactante hacia la humanidad y la solidaridad.




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Cada Demonio (memorias de un secuestro durante la Era de Trujillo):

(novela negra) 

   El recuerdo de Isabelita me ha llegado a través de su imagen sonriente en una fotografía a blanco y negro encima de la repisa. Me perturba la presencia de esa imagen antigua. Isabelita siempre estaba sonriendo, aunque es posible que me engañe la memoria: en realidad la conocí muy poco. Tenía quince años de edad cuando desapareció, aunque en la fotografía debe tener once o doce. Debo admitir, después de tantos años, que no era muy bonita. Esa foto viaja conmigo a todas partes, la imagen perdurablemente joven de mi única hermana, evaporada en el aire enrarecido durante la dictadura.
(...)
     Nada nos predispone para la sorpresa de la muerte, a pesar de que sabemos desde el principio que debemos morir. Cuando pienso en Isabelita aparecen en mi mente un vestido, varios olores, el sonido de una voz que se desgasta, la imagen difusa de un rostro que empieza a pudrirse. Pero eso no quiere decir que ella sea ese vestido, esos olores, ese sonido o ese rostro, sino que todo eso representa lo poco que ha quedado de ella en mí, rescatado no por la memoria sino por la imaginación. Es como esa poca gente que camina allá abajo por una calle de Nueva York, envuelta en sus abrigos y sus guantes: a cuántas personas queridas habrán visto morir, a cuántas habrán tenido que sepultar. Llegará el día en que cada una de ellas morirá.
(...)
     Sentado en la mecedora de caoba de la galería podía observar como desde un palco la pequeña procesión barrial anterior a la Semana Santa. Ese domingo sería el de Ramos, cuando Jesús entró a Jerusalén algunos días antes de la traición, el beso y el apresamiento, y los habitantes lo recibieron agitando ramos de palma. Esa noche, un pequeño grupo de más o menos cincuenta personas caminaba por las calles hacia la iglesia cantando y llevando delante una lámpara de gas con una base de madera, como una antorcha a punto de quemar una pantalla de papel. La lámpara la cargaba la rubia secretaria general de la Junta de Vecinos, mientras el presidente estaba mezclado con la gente, de la mano de una anciana obesa que supuse sería su esposa. Cuando llegaran a la iglesia continuarían cantando, se oficiaría una misa, el sacerdote pronunciaría algún sermón sobre el matrimonio, la familia o la situación política, según lo que se le ocurriera. Trataría de manipular desde el púlpito a los creyentes, recomendándoles que apoyaran las acciones gubernamentales. O diría algunas líneas sobre la muerte y resurrección de Jesús, e instaría a todos los presentes a que guardaran la Semana en los templos y no se marcharan de vacaciones, como todos los años, a las playas, a los ríos o a las montañas de un país que siempre está soleado.
     En Montecristi, en la Línea Noroeste, durante la Semana Santa los fieles apenas salen los fines de semana, porque en las calles andan los diablos rondando el día, los Cachúas, con látigos en las manos para golpear a todo aquel que camine entre ellos sin permiso. Los diablos andan sueltos, exorbitantes. Disfrazados de demonios juguetones pero igual de peligrosos, los hombres convertidos en Cachúas con sus máscaras de cartón adornadas con cabellos de papel crepé se mueven libres por todo el pueblo, asustando a los niños y castigando a los hombres, y sobre todo a las mujeres, pero a todos, porque todos somos pecadores. Los látigos son reales, los fuetes te dejan marcas en la piel el resto del año. Durante la Semana Santa, en Montecristi, es mejor convertirse en un diablo que continuar siendo un simple y débil mortal.
     El sargento Delgado me confió que, cuando me hallaron desmayado detrás de unos laureles, en el jardín de un parque público (puesto que Puñal y los suyos tuvieron la astucia de sacarme a la calle para que no se supiera en cuál edificio nos encontrábamos, lo que significaba que el cuarto ensangrentado sería utilizado para otras personas), Carlos halló la foto de Isabelita muerta en uno de mis bolsillos, la sacó y la guardó para sí, pero aún no me la había devuelto. Me hubiese gustado mostrársela a mi madre, aunque no sabía cuál sería su reacción. Es conveniente, como dijo William James, que todas las acciones que realicemos sean las que más incrementen la felicidad humana. Es decir, debemos mentir si la verdad produce la infelicidad de la gente. Pero qué estoy diciendo. Me estoy negando a mí mismo. Debo ser inculto, estúpido, incluso medio analfabeto, como me decían algunos alumnos blancos en los Estados Unidos. No puedo citar a William James. Eso no es lo que se espera de mí. Qué cultura podía tener un caribeño casi negro, aunque haya pasado catorce años siendo un ciudadano de tercera categoría en los Estados Unidos.
     Pero necesitaba esa fotografía, así como necesitaba la foto que le entregué a Martín Minier, porque eran las únicas imágenes que me quedaban de Isabelita. Si Carlos estaba de acuerdo, podía cambiársela por las que tenía en mi poder, metidas en mis maletas trancadas, en las que también aparecía él como un intruso, aunque no sabía si tendría otras más comprometedoras.
Hubiese o no energía eléctrica, es decir aunque la calle se encontrara o no iluminada, de todas maneras la procesión continuaba su camino cantándole a Dios y levantando, ahora lo veía, un Cristo crucificado que se retorcía de dolor, un Cristo de yeso. La sangre pintada parecía resbalar hacia el suelo, más allá de la cruz y de los antebrazos de quienes la cargaban. No era un objeto muy grande, la levantaba un señor sin ningún esfuerzo, aunque cuando se cansaba luego de un rato se la entregaba a alguien más, siempre a un hombre, no sé si esto tendría algún significado ritual. Dentro de algunos días sucedería la Santa Cena, Jesucristo les confesaría a sus discípulos que uno de ellos lo iba a traicionar, y todos preguntarían Seré yo, Maestro, como si el culpable no supiese ya que la traición se encontraba pagada. Carlos estaba ahora dentro de la casa, detrás de la pared que nos separaba, pero casi no nos hablábamos. Estaba mucho más serio, menos conversador, y como dije había vuelto a beber, aunque no todos los días. Luego de mi larga sesión diaria de galería, a veces lo encontraba sobre el whiskie -llamando a Brunilda, que la mayoría de los días no se encontraba allí a esa hora-, con los pantalones orinados o corriendo por los pasillos buscando el baño más cercano para vomitar en el inodoro. Y sin embargo, cuando se marchaba de nuevo en las mañanas para la fábrica, seguía siendo el mismo Carlos, elegante, bien vestido, sin exageraciones en el corte de pelo o en las campanas de los pantalones, a pesar de las presiones de la moda. Brunilda la que fingiría de nuevo ser Isabelita pero esa vez besándose con quien llamaba “hermano” falsamente mientras Carlos los observaba encima de la cama, borracho o no, ebrio o despierto ante una obra teatral que exigía demasiado de dos actores impúdicos. Eso era lo que sospechaba, aunque no estuviese completamente seguro. Los jóvenes se desnudarían, se tocarían las lenguas con sus lenguas, fingirían ser Isabelita y Carlos o Benjamín y Luisa o Silvina y el sargento Delgado o a quien le pasara por la cabeza a mi primo, que se masturbaría o no delante de ellos, que dormiría o no en el suelo o encima de la misma cama en la cual los sometía para que se amaran, para que reprodujeran en vivo una relación pornográfica casi infantil. Todo lo que puede lograr el dinero. Todo lo que puede comprar el dinero. El muchacho anémico, quizás un vecino de Brunilda en Salcedo, un noviecito convencido por la fortuna de Carlos, era posible que poseyera un miembro enorme que exageraría el acto, que partiría en dos a Brunilda, vestida de colegiala o de sirvienta, de niña o de campesina miserable.
Era notable que todas esas personas caminaran en medio de las calles vacías cargando la lámpara y el Cristo que sufría, y tardaran más de una hora dando vueltas hasta una iglesia ubicada tres cuadras más allá, esperando que se les unieran los demás creyentes, ancianas y ancianos con sus hijos o sus nietos, beatas, solteronas maduras, jovencitos a los que había convencido la religión, sin cansarse, dispuestos a terminar la caminata como todos los años, sin agotarse con la monotonía del canto y el camino. Ya habría tiempo de descansar en la iglesia, cuando el sacerdote con falda oficiase la misa nocturna. Mi Coronel presidía la procesión, deteniendo automóviles invisibles, empujando a los transeúntes para que dejaran pasar la fila, gritando Aleluya Aleluya como un poseso. Empezaron a cantar algo que hablaba de que Dios estaba en todas partes. Pero eso significa que en la mierda de una enferma está Dios, en un niño con la barriga enorme llena de lombrices, en las lombrices está Dios, en la muerte también está Dios. En el orín de un sifilítico se encuentran todos los elementos de los que está constituido el universo. La rubia de la Junta de Vecinos me sonrió cuando me vio en la galería, me llamó con la mano para que me uniera a ellos pero le mostré el yeso en la pierna, le presenté mis excusas puesto que en esas condiciones era imposible que los acompañara, aunque, claro está, completamente sano tampoco me les hubiese unido. Ya no estaba para ilusiones y esperanzas, para inmortalidades e infinitos. Cuando muera, espero morir para siempre, desaparecer, cesar. No ser. Eso es lo que espero, de todo corazón.
     Empezaron a cantar Ven con nosotros a caminar, Santa María ven, y había algo de atractivo en su unidad, en su compenetración. Y sin embargo los odiaba a todos porque no sentían el dolor que yo sentía debido a mi hermana, los odiaba porque no podían acompañarme en mi sufrimiento. Porque Isabelita no estaba y ellos ni siquiera lo sabían, no les interesaba, como a mí tampoco me interesaría si hubiese muerto la hija de la rubia, si era que ya tenía alguna descendencia o si acaso estaba casada; o el hijo o el nieto del presidente de la Junta de Vecinos y su esposa gorda, no: pero si ellos me hubiesen odiado porque no me importaba su dolor, lo hubiese entendido. No hubiese hecho ninguna reclamación por un desprecio que alguien podría calificar de infundado. Ni siquiera Carlos, que exteriorizaba su angustia emborrachándose una noche más que la anterior, podía jactarse de sentir un odio y un dolor más grandes que los que yo creía sentir.

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"Cada demonio no es una novela histórica, sino una novela negra, narra una historia detectivesca. Con notable habilidad, su autor describe dos épocas históricas de su país, la República Dominicana, pero sobre todo el libro es la pesquisa de un personaje sin nombre para descubrir los detalles de una vida, la de su hermana, pero también otras vidas y otros misterios, en un ambiente y una era llena de sombras y oscuridades. Es una novela apasionante en su misterio, muy amena, y conformada por la realidad de un país caribeño azotado por dictaduras, presidentes autoritarios, invasiones, corrupción, pero que al mismo tiempo es desconocida por el resto de los países. Aprendiendo del pasado también podemos conocer el presente".
Manuel Vicioso-lector

Máximo Vega  nació en el año 1966, en Santiago de los Caballeros, República Dominicana. Ha publicado los libros: “Juguete de Madera”, “Ana y los Demás”, “La Ciudad Perdida”, “El Final del Sueño”. Ha sido premiado en varios concursos nacionales, en los renglones de cuento y de ensayo, y ha sido antologado nacional e internacionalmente. Su obra ha sido traducida parcialmente al inglés, al alemán, al francés, al italiano y al polaco. En el año 2000 el Taller Literario Virgilio Díaz Grullón de la extensión de Santiago de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (CURSA-UASD), lo reconoció como el Joven Intelectual del Año. En el 2002 obtuvo el Premio de Ensayo sobre los 200 años del nacimiento de Víctor Hugo, con el trabajo “Víctor Hugo en la Historia”, traducido al francés. En el año 2005 se colocó un cuento suyo en un libro de texto para estudiantes universitarios, en México y Puerto Rico, y ese mismo año Ediciones Ferilibro, la editorial de la Feria del Libro de Santo Domingo, publicó la antología “El Cuento Contemporáneo de Santiago”, preparada por él. En el 2005 ganó el Premio Nacional de Cuento de la Universidad Central del Este (UCE), con su libro “El Final del Sueño”. En el 2008 ganó el Primer Premio del Concurso de Novela Corta de la Fundación Global y Desarrollo (FUNGLODE). Ha aparecido en antologías literarias en Puerto Rico, México, Italia, España, Colombia, Estados Unidos, Polonia, Venezuela y la Rep. Dom. En el 2011 publicó “El Libro de los Ultimos Días”, un volumen que recoge varios de sus ensayos, y en 2015 el Banco Central de la República Dominicana publicó su libro “Era Lunes Ayer”, que recoge toda su producción cuentística hasta la fecha. También en el 2015 participó del libro “100 años de genocidio armenio”, junto a intelectuales latinoamericanos y europeos, que ha sido traducido a múltiples idiomas como el armenio, el ruso, el francés, el alemán, el inglés, etc. Es fundador y coordinador del Taller de Narradores de Santiago.


Máximo Vega es narrador desde muy temprana edad. Nació en 1966 y ya para 1984,  a los 18 años, tenía escritos varios cuentos y una primera novela. Los cuentos no sobrevivieron; la novela, sí. Hablo de Juguete de Madera, corta, que, con cuatro ediciones, se ha convertido quizás en la obra literaria más conocida del mundo literario del Cibao. Aunque también tiene adeptos en la Capital. Yo recuerdo haber oído de esta obra en los 90, cuando estudiaba toda la narrativa que se producía en el país. En los trabajos que he leído sobre Máximo Vega, no se habla de que tenga ningún otro interés que no sea la literatura. Estamos, entonces, frente a un autor convencido de su vocación, que se ha dedicado a trabajar una obra literaria que poco a poco ha tomado cuerpo, convirtiéndose en una de las más representativas del país, aunque los santiagueros y el mismo Vega insistan en decir que sólo es reconocida en el Cibao.
            Sobre Máximo Vega, la escritora también santiaguera Rosa Silverio, en la introducción a una entrevista que le hace a nuestro autor sobre Juguete de Madera, novela publicada en 1996, nos dice: “A través de su literatura nos remite a un universo en donde predomina lo oscuro, la derrota, la infamia y el abismo. Una literatura en donde se nos muestran las cicatrices del alma humana y sus más viles o secretas aficiones, en donde los sueños se vuelven una causa perdida y en donde apenas queda un resquicio para la luz. Esa literatura honda, cruda y pesimista que muchas veces se contrapone a cualquier esperanza, logra remover los cimientos del lector y lo lleva a cuestionarse sobre la realidad que le rodea y sobre su propia naturaleza”.
      Es una percepción que comparte el reconocido escritor José Alcántara Almánzar, en la presentación del último libro de Vega, publicado por el Banco Central en el 2014, titulado Era Lunes Ayer, donde nos dice: “Los textos de Vega pueden interpretarse como transgresiones a la moral establecida, un frontal ataque a la doble moral que nos ahoga. Son intentos de penetrar en la sordidez y la desesperanza de unas vidas sin alicientes ni destino. Pero más allá del efecto perturbador de una escena o una frase implacable, lo que impresiona es la crudeza para contar los aspectos más venenosos de las relaciones entre hombres y mujeres. Algunos son cuentos desgarradores y crueles sobre una violación, un infanticidio, un incesto en primer grado, en todos late algo macabro que nos estremece”.
Manuel Salvador Gautier, Premio Nacional de Literatura, "Máximo Vega por Manuel Salvador Gautier" (fragmento).

La lectura en la época digital:

Por: Máximo Vega
(charla compartida con los estudiantes de maestría durante la Feria del Libro de la Universidad Abierta para Adultos (UAPA), sobre la necesidad de la lectura)

     En la novela Cien Años de Soledad, del colombiano Gabriel García Márquez, los habitantes del pueblo inventado por el escritor, Macondo, sufren de un mal que él llama La Enfermedad del Insomnio. El primero en padecerla es el fundador del pueblo, José Arcadio Buendía, y su familia se la contagia al resto de los habitantes. Los síntomas de esta enfermedad empiezan cuando el enfermo no puede dormir, no tiene sueño y nunca se siente cansado. Poco a poco, los enfermos empiezan a sentir aburrimiento, porque llega un momento en que no saben qué hacer con tanto tiempo que les sobra. Como no pueden dormir, tampoco pueden soñar, y al final la enfermedad manifiesta un síntoma peligroso: los enfermos empiezan a olvidarlo todo, hasta el punto de que comienzan a olvidar los nombres de las personas, de los animales, de las cosas, y para qué sirven los aparatos que usan. Para recordar cómo se utilizan las cosas, para recordar sus nombres, a José Arcadio Buendía se le ocurre escribir los nombres y los usos en pequeños letreros, para que, cuando olvide poco a poco el nombre de todo, solamente tenga que leer los letreros pegados a los objetos y los animales. Lo que hace Gabriel García Márquez es recordarnos, a los lectores de su gran novela, que la escritura tiene el mismo funcionamiento de la memoria, y que todo lo que se ha escrito sirve como memoria colectiva de toda la humanidad.

     Se ha descubierto que los primeros indicios de escritura aparecieron en Mesopotamia, alrededor del año 4000 antes de Cristo, con figuras que representaban palabras completas, pero también en China, donde la escritura tenía más o menos la misma función. A partir de esas civilizaciones, la escritura sirvió para comunicar el conocimiento, los números, las historias antiguas que antes se contaban sólo de forma oral, de generación en generación, pero esa escritura era sólo privilegio de las clases dominantes, de los escribas, de los empleados de los reyes y faraones, de los nobles, de la élite social, puesto que, evidentemente, conocer la escritura significaba una forma de poder. Sólo los grandes imperios, las sociedades evolucionadas, contaban en la antigüedad con el privilegio de la escritura: los egipcios, los sumerios, los cretenses, los babilónicos, los chinos, los hindúes, los hebreos, luego los griegos, los romanos. Existe una separación de la humanidad, tal como se estudia hoy día, que tiene que ver con la escritura: la Historia empieza cuando comienza la escritura, el tiempo anterior a la llegada de la escritura pertenece a la llamada Prehistoria. El comercio fue decisivo para la creación de lo que hoy conocemos como escritura, hasta que las imágenes escritas fueron evolucionando para representar no sólo los números, la necesidad de contar las cosas (de esa necesidad proviene precisamente la palabra “cuento”, cuando nos referimos al género literario), sino ya como una forma de expresión, de transmisión imprescindible del conocimiento, de fantasía, de creación y de memoria.

     Al principio, la escritura se realizaba sobre el barro. Luego en losas, como lo hicieron los egipcios, en lienzos, en papel, ahora también en pantallas electrónicas. Una sociedad compleja necesita de una forma de escritura compleja, y cada vez más abstracta. La escritura no sirve sólo para aquello en lo cual la utilizó ingenuamente José Arcadio Buendía, sino que, debido a su característica ambigüedad, sirve también para transmitir emociones. Y con la escritura surgió además otra forma de comunicación que conlleva esa escritura en sí misma: la lectura.

     Hay una anécdota sobre la escritura, quizás falsa, atribuida al emperador inca Atahualpa, y al conquistador español Francisco Pizarro, que lo encarceló y luego lo asesinó en el año 1533. Un escribiente español escribía algo durante la crónica que se hacía sobre el encarcelamiento de Atahualpa para la corona española, y cuando Atahualpa preguntó lo que hacía, el escribiente trató de explicarle que lo que hacía era escribir, porque los incas no conocían la escritura. Atahualpa le pidió al funcionario que escribiera algo, y que se lo diera a leer a Pizarro, si era cierto que cualquier persona podía traducir los pensamientos de otra si los escribía en un papel. Francisco Pizarro no pudo leer lo que había escrito el escribiente porque el conquistador era analfabeto. Así que Atahualpa nunca creyó en la magia que le explicaba el escribiente español.

     Así pues, la escritura no sirve para nada si no existe un lector que sepa interpretarla. Puesto que la lectura es una forma de interpretación de la palabra escrita. Cada persona que lee un libro de texto, una palabra, un poema, un letrero de una tienda en la calle, lo que hace es que interpreta una serie de signos que él ya ha aprendido anteriormente, y esos signos varían de acuerdo a nuestra formación cultural, es decir, esos signos varían de acuerdo a nuestra lengua, a nuestro idioma. Yo puedo conocer muchas lenguas, pero necesito saber sólo una para comunicarme con otro ser humano que pertenezca a mi mismo grupo cultural. Incluso el idioma varía de acuerdo al país, al grupo cultural al que pertenezco: un ciudadano español, que habla más o menos mi mismo idioma, no se expresa igual que un dominicano, así como nosotros no hablamos como los argentinos. Al mismo tiempo, como mencioné anteriormente, la escritura ha tenido una serie de soportes sobre los cuales podemos leer, interpretar esas palabras: al principio se hacía con juncos sobre el barro, sobre piedras, losas, ladrillos, sobre el plomo, el bronce, papiros, lienzos, el papel. Una cantidad de soportes han servido para colocar allí las palabras de las diferentes civilizaciones, pero lo que es importante no son los soportes, sino las palabras. En el año 1821 el francés Jean-Francois Champollion pudo descifrar el idioma egipcio gracias a la piedra de Rosetta, donde se encontraba un texto egipcio traducido al griego antiguo y al demótico. Champollion no viajó hasta Egipto para interpretar los signos en la piedra (lo cual dio inicio a un nuevo estudio científico: la Egiptología), sino que realizó su interpretación trabajando en el Museo del Louvre, en Francia. Si no hubiese existido la escritura, la lectura, ¿cómo hubiésemos conocido la historia de la civilización egipcia? ¿Cómo conoceríamos todo lo que nos legó la civilización griega, la democracia, la polis, la filosofía, el descubrimiento del átomo, la medición de la tierra? ¿Cuántas civilizaciones, tribus, grupos humanos, han desaparecido de nuestra memoria, sólo porque no conocieron la escritura? El poeta Homero describe la Osa Mayor en La Odisea, siete siglos antes de Cristo. El griego Hiparco de Nicea, en la isla de Rhodas, alrededor del año 150 antes de Cristo, descubrió que las estrellas se mueven, que nunca se encuentran estáticas en el firmamento, y nosotros sabemos que es así porque él dejó escrito un catálogo de 850 estrellas con sus coordenadas, y esas coordenadas no coinciden con la posición en que se encuentran actualmente. Hiparco también dividió el día en 24 partes exactamente iguales, tal como lo hacemos hoy día. El matemático y astrónomo persa Al Juarismi escribió un tratado del que deriva el libro de Álgebra que estudiamos en el bachillerato, en el año 820 después de Cristo: ¿cómo serían nuestras vidas si no se hubiese escrito ese tratado, puesto que el Álgebra se utiliza en economía, en la ingeniería, en las matemáticas, en arquitectura, en las ciencias de la computación? Las vidas de los aztecas, de los incas, de los mayas, de los taínos, ¿cómo las conoceríamos si los españoles no hubiesen dejado constancia de lo que encontraron cuando llegaron a lo que ellos pensaban eran Las Indias? En el mundo hay alrededor de 2,170 millones de cristianos, y todos esos cristianos leen un libro sagrado que es La Biblia: no existirían esos 2,000 millones de cristianos si no hubiese quedado para la posteridad la vida de Jesús escrita por los apóstoles. Sin la lectura de sus libros sagrados, no hubiesen crecido a lo largo del tiempo el judaísmo, el islamismo, el cristianismo o el hinduismo. Las leyes, la astronomía, la ciencia, la literatura, todo ello es transmitido a través de la escritura y la lectura. Nosotros pertenecemos a una distinguida estirpe, y no estoy hablando de la  élite económica, militar o religiosa, a la nobleza, a la corrupción del poder, sino que formamos parte de la distinguida estirpe de los lectores.

     De acuerdo con el “Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC)”, en Hispanoamérica hay cinco países donde se leen y se venden más libros: México, Argentina, Chile, Perú y Colombia. Argentina es el país de Hispanoamérica donde más se lee, con un promedio de 5.4 libros por persona al año, y Chile se encuentra en segundo lugar con 4.5 volúmenes al año. En España, que cuenta con una sólida industria editorial, se leen 10.3 volúmenes al año, prácticamente el doble que en Argentina, con un índice de lectura del 61%. De acuerdo a la encuesta sobre hábitos de lectura que publicó en el año 2003 la Fundación Global y Desarrollo (FUNGLODE), dirigida por José Rafael Lantigua, el 65% de los dominicanos le dedica menos de una hora a la semana a la lectura, y el 32% no lee nunca, ni siquiera los periódicos. Pero también esa encuesta arrojó algunos datos sumamente interesantes, resaltados en el prólogo por José Rafael Lantigua: los estudiantes que más leen son los mejores estudiantes. Los profesionales que más leen, son los mejores profesionales en su área. Los ciudadanos que más leen, son los mejores ciudadanos.

     La meta de toda gestión cultural es la creación de un ciudadano ilustrado, que tenga un mayor acercamiento con la lectura, puesto que un ciudadano ilustrado es una mejor persona y un mejor ciudadano, un mejor esposo, un mejor padre, un mejor conductor, una persona más tolerante con los demás. El desarrollo sostenible de una nación se encuentra íntimamente ligado a la lectura. No existe un solo país que haya alcanzado un alto nivel de desarrollo sin el fomento de la lectura, porque la lectura es sinónimo de conocimiento y de información. No existe la ciencia sin la lectura, que fomenta la imaginación y promueve el pensamiento abstracto, la capacidad de los individuos para resolver problemas. No existe el emprendimiento, la creación, ni científica ni literaria, la prensa, sin la presencia de la lectura, ni el desarrollo de las profesiones como la medicina, la arquitectura, el derecho, la ingeniería, etc., sin la lectura. Una sociedad no puede resolver sus problemas, ni siquiera cotidianos, si no existe un grupo de ciudadanos, quizás una nueva “élite” ilustrada, que se decida a participar de la lectura.

     Dice un presentador de televisión español, en un video que circula en las redes sociales, que siempre ha habido analfabetos, pero que antes la incultura y la ignorancia se vivían como una vergüenza. Nunca como en este momento, la gente había presumido de no haberse leído un solo libro en su vida, o de no leer regularmente, como si fuese un orgullo, de no importarle nada que tenga que ver con cultura, o de no acercarse a algo que implique una inteligencia mínimamente superior a la de los primates. Todo es simple, ligero, todo es elemental, porque la mayoría de la gente no entiende lo profundo o lo complicado, porque no lee. Los analfabetos de hoy son los peores porque saben leer y escribir, pero no ejercen. Esa es la nueva clase dominante, pero realmente es la clase dominada, debido a su analfabetismo y a su incultura.

     Como hemos dicho, la nueva plataforma para la lectura es una pantalla: de una PC, de una tablet, de un celular, de un kindle, de una laptop. Las pantallas sirven para leer los e-books, que son los libros electrónicos, no en papel. Pero también para leer periódicos digitales, páginas web con los temas más variados. De acuerdo a las estadísticas de la industria del libro española, en el año 2018 se lanzó al mercado un 28% de e-books del total de libros publicados, sin embargo, la venta de libros electrónicos solamente alcanzó el 5% del total de libros vendidos, es decir que el porcentaje de e-books en el mercado del libro en español es apenas de un 5%. Esto se debe, de acuerdo a las conclusiones dadas por la estadística, al fenómeno de la autopublicación, que es más sencilla con los libros electrónicos. Esto ya lo sabíamos, porque amazon, la plataforma que vende y publica libros en internet, ha empezado a inaugurar librerías que no son electrónicas, o sea, librerías de libros en papel en los Estados Unidos.

     Pero no importa cuál sea el soporte para la lectura. Simplemente ha llegado un soporte nuevo, un soporte digital. “La Mujer”, del profesor Juan Bosch, o “Compadre Mon” de Manuel del Cabral, seguirán siendo las mismas obras literarias si se leen en un libro o en una computadora. El Álgebra de Baldor será la misma Álgebra si se lee en papel o en una tablet. La Biblia es el mismo libro sagrado en cualquier soporte que la leamos.

     La escritura es un código, una codificación que se enseña de una persona a otra, y que sirve para registrar el lenguaje hablado, pero también para modificar el lenguaje, para mejorarlo, para transmitir historias y emociones, y que nos sirve para reflexionar y mejorar el mundo, a los seres humanos y a la naturaleza. Como escribió Gabriel García Márquez en esa obra maestra que es Cien Años de Soledad, la enfermedad del insomnio provocó que los habitantes de Macondo dejaran de soñar. La falta de sueños les trajo el olvido. Para evitar el olvido, para recuperar la memoria, José Arcadio Buendía escribía todo lo que hacía, y para qué servían todas las cosas. José Arcadio Buendía inventó una máquina de la memoria a través de la escritura (ficcionado por un narrador para el cual la memoria es un elemento creativo tan importante); hubiese sido incluso mucho más fácil para él que la propia máquina, si hubiera sido digital, transcribiera las palabras. José Arcadio inventó una máquina para que, a través de la lectura y el conocimiento, las grandes creaciones humanas, la ciencia, el arte, la cultura, la literatura, la filosofía, nuestras creencias más arraigadas, nuestros pensamientos más profundos, pero también nuestros sueños, no cayeran en el olvido.
Muchas gracias.



Pasos para degradar un ministerio:


A partir del año 1924, el poeta Domingo Moreno Jimenes empezó a recorrer las localidades rurales del país para impartir pequeñas conferencias, charlas improvisadas, en las cuales vendía sus libros de poesía por lo que quisieran pagarle los pocos campesinos ilustrados (quizás profesores de escuela o ejecutivos menores del gobierno) que podían leer lo que escribía. Domingo Moreno Jimenes falleció el 23 de septiembre del 1986, y el presidente de turno, Joaquín Balaguer, ordenó una salva de cañonazos y honores militares para el poeta que vendía folletos en las zonas rurales para ganarse la vida. Alguna vez Moreno Jimenes vivió en Santiago, donde trasladó la Colina Sacra del Postumismo a una casa que aún existe, en la calle Mella casi esquina Las Carreras. Debajo de un árbol donde hoy se encuentra el hospital regional José María Cabral y Báez, escribió sus versos más conocidos, el "Poema de la Hija Reintegrada”.

Recordamos 32 años después al poeta, Sumo Pontífice del Postumismo, pero, ¿quién puede recordar el nombre del alcalde del ayuntamiento de Santiago, del secretario de educación, del secretario de interior y policía en 1986? Juan Antonio Alix nació en Moca en el año 1833 y toda su vida transcurrió en la ciudad de Santiago, así que la alcaldía le dedicó un busto en el parque Duarte del centro de la ciudad, en un acto en el cual no se invitó a los poetas, ni a los artistas, precisamente a aquellos que, quizás, 32 años después de sus muertes, les dedicarán otros bustos en otros parques del futuro, mientras en su presente son despreciados por las autoridades que detentan el poder, aunque es posible que nadie las recuerde cuando se inauguren esos bustos del mañana.

Tal vez ya es un concepto del pasado la idea del poeta como guardián de su idioma. Es posible que yo mismo sea entonces un carcamán, un dinosaurio, un individuo escapado del pasado. Quizás la idea del artista como guardián de la cultura de su nación haya sucumbido al analfabetismo y a la popularidad de figuras mediáticas que hablan mucha paja, pero, según ellos, mucha paja “cultural”, “ilustrada", sacada de libros de autoayuda y canciones que predican la armonía universal. El Ministerio de Cultura, esa entelequia degradada a la que alguna vez yo pertenecí, debería ser el techo en el cual pudiesen cobijarse los artistas, los poetas, los intelectuales de un país lleno de arte que surge de manera espontánea, puesto que no tiene ningún apoyo del estado. Ministros ineptos de cultura, que pensaron alguna vez que iban a recibir el apoyo de su gobierno y que prefirieron embajadas millonarias al trabajo arduo, pudieron convencerme de que organizara actos inútiles y pronunciara discursos que ahora me avergüenzan, para ellos demostrar que podían ejercer una posición que les quedó demasiado grande. Recuerdo que, siendo director interino del Centro de la Cultura de Santiago, me encontré en una feria del libro con el ministro de cultura de ese tiempo, José Antonio Rodríguez, con su colita y unos pantalones de rayas enormes, y él ni siquiera sabía quién era yo, a pesar de que le dirigía una importante institución de su ministerio, y a pesar de que soy un escritor que, aunque no me gusta la notoriedad ni la autopromoción, he ganado una cantidad de concursos, he publicado una cantidad de libros y he sido traducido a varios idiomas. Recuerdo cuando participé en el libro “Cien Años de Genocidio Armenio”, que recopiló el activista armenio residente en España Arthur Ghukasian, cuando me hicieron un reportaje para la televisión de Armenia, y el mayor orgullo que sentí no fue el hecho de que hablaran elogiosamente de mí, lo cual era y es secundario, sino que colocaran imágenes de Santiago de los Caballeros, que vieran el Monumento a los Héroes de la Restauración, la calle del Sol, el parque Colón, los habitantes de un país que nunca antes habían escuchado hablar de la ciudad de Santiago ni, quizás, de la República Dominicana, como la mayoría de los dominicanos no han escuchado hablar de Armenia, y que eso se hubiese logrado a través de mí, un individuo discreto y desconocido que participó de ese libro porque Armenia conmemora el terrible acontecimiento de su genocidio el 24 de abril, el mismo día en que los dominicanos conmemoramos el inicio de la revolución de abril y la invasión norteamericana. Igual sucedió cuando me llamaron para que participara en un programa de radio en Uruguay, o en Cuba, o en México, o en España: yo soy de Santiago, les decía, una ciudad de la República Dominicana llena de grandes artistas desconocidos fuera de su país. Como no me conocía tampoco el funcionario que colocaron en la región, Jochy Sánchez, el musiquito que organizó un festival del locrio y una feria del dulce de leche, gastándose el dinero para patrocinar las artes en eso (con el apoyo incondicional del otro, del José Antonio que fue premiado como embajador de la UNESCO), y que hizo diecisiete mil montajes del espectáculo La Gallera cantado por Jhonny Ventura. Como tampoco me conoce el ministro actual, que no pertenece al sector cultural.

Mientras el Centro de la Cultura de Santiago “Srta. Ercilia Pepín” se cae a pedazos, al igual que El Gran Teatro Regional del Cibao sin nombre, el Monumento a los Héroes de la Restauración, la Escuela de Bellas Artes de Santiago o la Oficina Regional de Patrimonio Monumental, organismos que no funcionan no debido a la mala gestión de sus directores o subdirectores (a los cuales yo llevé hasta allí, a excepción de la directora del Gran Teatro Regional y del director de la Escuela de Bellas Artes), sino a que no tienen ningún apoyo gubernamental. Recuerdo además cuando asistí al acto de puesta en circulación del libro enciclopédico “La pintura en la sociedad dominicana”, de Danilo de los Santos, en el hotel El Embajador en Santo Domingo, y en la mesa principal se encontraban los miembros de la directiva del Grupo León Jimenes, además de intelectuales, los más importantes artistas del país, la vicepresidenta de la República Milagros Ortiz Bosch, que también era ministra de educación. Los tiempos han cambiado. Recuerdo también cuando Danilo de los Santos y el fotógrafo Domingo Batista fueron reconocidos como “Activos Culturales de la Nación” (lo que no sirvió para que se le rindieran otros honores a Danilo cuando falleció, puesto que Domingo Batista, por suerte, aún vive): se les rindieron honores militares frente a sus casas, mientras José Rafael Lantigua, el Ministro de Cultura, los acompañaba y los elogiaba, así como elogió al doctor Víctor Estrella, que fue reconocido también en el acto en homenaje a Domingo Batista. Lo único que puedo reprocharles a esos funcionarios que se han quedado recibiendo todas las críticas y vilipendios de la ciudadanía justificando un sueldo, es precisamente que se hayan quedado, puesto que la dignidad vale mucho más que eso. 

La degradación de un ministerio no significa la degradación de la cultura dominicana. Esta continuará funcionando, puesto que la cultura es una manifestación espontánea de los pueblos y de los individuos. Y este es un pueblo lleno de arte, que inventó un ritmo musical (la bachata) en un momento en el que se pensaba que ya esto no era posible, que todos los ritmos se habían creado. Ya llegarán mejores tiempos para el sector cultural. De acuerdo a Gramsci y a Lévi-Strauss, la cultura es toda creación humana, es decir que es sinónimo de civilización, pero los ministerios de cultura de nuestros países se concentran sobre todo en las artes y en el patrimonio, como lo indica la ley con la cual se creó el nuestro. La ciudad de Santiago, la región del Cibao, todo el país, está lleno de artistas, gestores, animadores culturales, que realizan su trabajo de forma privada debido a que no se les apoya. El Diagnóstico Cultural que un grupo de artistas e instituciones realizamos hace más de un mes, demostró que los proyectos, los artistas, los gestores, están allí, y lo único que necesitan es patrocinio y organización. Un patrocinio que no llegará desde un ministerio degradado. Que no llegará de las instituciones culturales que se caen a pedazos, literalmente, puesto que los mármoles y el yeso del Centro de la Cultura y del Gran Teatro se desprenden de las paredes y caen sobre el público o los estudiantes. Que no llegará de huacales que gastan todo aquello que debería invertirse en las artes en nóminas espurias. Pero, al mismo tiempo, empleados supuestamente de “baja categoría” ni siquiera alcanzan a ganar el sueldo mínimo, mientras sus directores ganan cientos de miles de pesos. La vida no es justa, Sancho, sólo es la vida.
En el siglo VIII a. de C. nació Homero, que escribió los poemas épicos “La Ilíada” y “La Odisea”. Yo tengo ambos libros en un librero, en mi oficina, en el año 2018. De “La Ilíada” poseo dos versiones. La primera parte de “El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha” fue publicada en 1605, hace 413 años. Tengo tres versiones del Quijote; una de ellas es un resumen de algo más de cien páginas que me regaló una estudiante a cambio de mi libro “Juguete de Madera”, que se lo habían puesto a leer en su escuela. Tengo las obras completas de Domingo Moreno Jiménez, incluso la biografía tan enjundiosa que escribió José Rafael Lantigua sobre el poeta; “Compadre Mon” de Manuel del Cabral; libros de Andrés Avelino y sobre Zacarías Espinal; todos los libros del profesor Juan Bosch; los de Pedro Mir; en las paredes de mi casa cuelgo cuadros de Claudio Pacheco, de Tony Saint-Hillaire, de Vitico Cabrera, de Dionisio Peralta, de Cuquito Peña; un dibujo regalo de Víctor Estrella; un escudo nacional tridimensional realizado por el hijo del pintor Ricardo Toribio. Los libros de poemas de Ramón Peralta, de Puro Tejada, de Jim Ferdinand, de Ruth cuando era Acosta, de Fernando Cabrera. Tengo música de Patricia Pereyra, de Luis Díaz, del grupo Convite; libros de Fradique Lizardo y de Franklin Mieses Burgos. ¿Quién reconoce el nombre del rey de España en el año 1605, del rey aqueo del siglo VIII a. de C.? Conocemos a Agamenón, Menelao, Aquiles o Ulises porque Homero los menciona en sus obras. ¿Quién recordará en el futuro los nombres del actual ministro de interior y policía, del ministro de administración pública o el de cultura? Absolutamente nadie.

Elena Garro:


“Mi enemigo es Paz”, escribió la cuentista, novelista, dramaturga, guionista y periodista Helena Garro, refiriéndose al poeta Octavio Paz, con quien estuvo casada desde el año 1937 hasta el 1959, cuando le llegó el divorcio. Casada con el poeta mexicano, tuvo un romance con el escritor argentino Adolfo Bioy Casares mientras Octavio Paz mantenía otro con la pintora Bona Tibertelli de Pisis.

Elena Garro nació en México en el año 1916, hija de padre español y madre mexicana. En su adolescencia, quiso ser bailarina y actriz de teatro, pero finalmente se dedicó a las letras. Su obra se encuentra influenciada notablemente por Juan Rulfo, y por la literatura fantástica de la época. Sus primeros libros narrativos, la novela “Los recuerdos del porvenir”, de 1963, y el cuento “La semana de colores”, de 1964, son considerados, junto a los libros de Rulfo, los precursores del movimiento literario llamado realismo mágico.


En el año 1937 se casó con el poeta Octavio Paz, cuando ambos eran todavía estudiantes universitarios. Según escribió Elena Garro en sus memorias, se casó con el futuro premio nobel engañada, puesto que no sabía que la llevaban a su propia boda en un juzgado de la ciudad de México. Estuvo casada con Paz durante 22 años, aunque cuando se separaron ella siempre alegó que nunca había sido feliz, puesto que Octavio Paz no soportaba que lo opacaran como escritor. Durante la guerra civil española viajó a España junto a su esposo, entre los años 1936 y 1939. De este viaje escribió un libro sumamente crítico con los intelectuales republicanos que conoció en España. De acuerdo a sus memorias, el hombre de su vida fue el escritor Adolfo Bioy Casares, que estaba casado con la también escritora argentina Silvina Ocampo.

Se le acusó de ser espía del partido revolucionario institucional, PRI, y de acusar a una serie de intelectuales de ser los organizadores de las Manifestaciones de 1968 que desembocaron en la famosa noche de Tlatelolco. Aunque ella siempre negó las acusaciones, tuvo que marcharse a vivir a España debido a que fue condenada al ostracismo por los demás escritores de izquierda. De acuerdo a papeles desclasificados por el gobierno de los Estados Unidos, fue investigada por la CIA, debido a que, de acuerdo a la Agencia Central de Inteligencia, tuvo una entrevista secreta con Lee Harvey Oswald, que luego fue acusado de asesinar al presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy. Las acusaciones de espionaje durante el Movimiento Estudiantil del 1968 le significaron un silencio de más de diez años, mientras se encontraba viviendo en el continente Europeo. Vivió diez años más fuera de México, en los Estados Unidos y en Francia.

Las obras de Elena Garro son feministas, liberales, y son de tema fantástico. Su novela más significativa es “Los Recuerdos del Porvenir”, que transcurre durante la guerra cristera en Ixtepec. Las víctimas de esa novela son las mujeres, y su personaje principal es el general Francisco Rosas, un militar sanguinario que vive en un pueblo en el que no existe el tiempo, uniendo los mitos y tradiciones precolombinos con la realidad social y política de México de principios del siglo XX. El título de la novela refiere cómo es manejado el tiempo a lo largo de la historia.
Entre sus demás obras se encuentran:

-Un hogar sólido, teatro, 1957.
-Testimonios sobre Mariana, novela, 1981.
-La Casa junto al río, novela, 1983.
-Memorias de España 1937, libro de memorias, 1992.

Ganó el premio Xavier Villaurrutia por Los Recuerdos del Porvenir en el 1963, el Premio Grijalbo por “Testimonios sobre Mariana” en el 1981, el premio de narrativa colima para obra publicada en el 1996, y el premio sor Juana Inés de la Cruz en el 1996. De su novela Los Recuerdos del Porvenir, dijo Octavio Paz: “es una de las creaciones más perfectas de la literatura hispanoamericana contemporánea”. Sin embargo, sobre Octavio Paz, Elena Garro escribió: “Yo vivo contra él, estudié contra él, hablé contra él, tuve amantes contra él, escribí contra él y defendí indios contra él. Escribí de política contra él, en fin, todo, todo, todo lo que soy es contra él”. Tuvo solamente una hija de su matrimonio con Octavio Paz, la poeta escritora Helena Paz Garro. A pesar de ser una de las más importantes escritoras mexicanas y latinoamericanas, su muerte pasó desapercibida. Como era una fumadora empedernida, Elena Garro murió de cáncer del pulmón en Cuernavaca, el 22 de agosto del año 1998.

DIAGNÓSTICO CULTURAL DEL CIBAO "DON TOMÁS MOREL":

DESCRIPCIÓN:


      El sábado 11 de agosto del año 2018, se convocó a los artistas, gestores culturales y personas en general preocupadas por la situación de la Cultura, al “Diagnóstico Cultural del Cibao don Tomás Morel”, a las 3:00 p.m. en los salones de la Sociedad Cultural Alianza Cibaeña, Santiago de los Caballeros, República Dominicana. Este encuentro se realizó para “hacer un recorrido por la situación de la Cultura en nuestra región, para aportar soluciones para su recuperación y saneamiento”, teniendo en cuenta que esta convocatoria se hizo de forma independiente. Se realizó para encontrar soluciones a la situación lamentable de la Cultura en la región, y a los principales problemas que afectan a un sector que no es apoyado por los gobiernos locales o por el estado, como si no existiera.
      El propósito de la convocatoria era realizar un taller dirigido por el profesor universitario, coleccionista de arte y gestor cultural Braulio Rodríguez, con una dinámica aportada por el Banco Mundial, en la cual se dividió a los participantes en los diferentes sectores que comprendían sus intereses y su renglón artístico. Se concluyó que, más adelante, se harían encuentros por separado con los diferentes grupos, puesto que los problemas son tan agudos que fue imposible abordarlos todos en una sola convocatoria. Los renglones divididos fueron los siguientes: Artes Plásticas, Literatura, Teatro, Cine, Música y Gestión Cultural. Los artistas de los demás sectores no participaron de este primer encuentro.
       Debido a esta dinámica, los problemas principales salieron a la luz, y el escollo central tiene que ver con la obtención de recursos, puesto que sin ellos es imposible hacer gestión cultural. Como lo describió el profesor Braulio Rodríguez, la sociedad dominicana se encuentra en una etapa primitiva de la industrialización de la cultura, pero el estado no tiene la voluntad política de apoyar el sector cultural, lo cual ha dejado a los artistas huérfanos de apoyo logístico y económico.
     Un resumen detallado de las consideraciones, exposiciones, desafíos, deficiencias y soluciones que surgieron en el “Diagnóstico Cultural del Cibao don Tomás Morel”, es lo que se leerá a continuación, por lo que estamos transparentando las conclusiones de esta primera convocatoria, e invitando a los artistas, gestores culturales y ciudadanos preocupados por la Cultura, a que se sumen a este proyecto, que es independiente y democrático, para que participen en próximas convocatorias.



“DIAGNÓSTICO CULTURAL DEL CIBAO DON TOMÁS MOREL” 

GESTIÓN CULTURAL:


-El alto costo de las instituciones públicas y privadas en la formación artística.
-Las instituciones públicas tienen limitaciones en cuanto a los renglones artísticos que imparten.
-Falta de gestores culturales reales en las instituciones culturales del estado.
-Falta de política cultural en el terreno municipal. Por ley, el 4% del presupuesto municipal debe gastarse en Cultura y Deporte. Esto no ocurre.
-No hay apoyo local.
-No existe un apoyo del sector privado.
-No existe una gestión unificada entre Educación y Cultura.
-Los técnicos, empleados y gestores culturales del estado ganan muy poco dinero, a excepción de los directivos.


Soluciones:

-Creación de espacios de promoción cultural. Creación de espacios para el estudio de las artes y artistas criollos.
-Registro auditado del manejo de los recursos para la Cultura en el estado.
-Exigir apoyo real por parte del estado, el sector privado y el gobierno municipal.
-Exigir que se cumpla el apoyo del 4% a Cultura y Deporte.
-Aprobación de la ley de Mecenazgo por parte del Congreso Nacional, y apoyo empresarial, apoyo de los gobiernos locales y del estado.
-Utilizar los medios de comunicación, las redes sociales, la prensa, para la promoción de la Cultura. Llegar a acuerdos con los medios de comunicación locales.
-Utilizar el crowdfunding y plataformas como Patreon.com para conseguir recursos para los proyectos culturales.
-Acceder a recursos de instituciones internacionales para los proyectos culturales.
-Defensa real del artista nacional y del arte criollo.


LITERATURA:


-No hay suficiente hábito de lectura.
-Los medios de comunicación no educan a los ciudadanos, además de que compiten por la atención de los lectores.
-Planes de lectura en el sistema educativo inicial.
-División (fragmentación) entre los escritores.
-Falta de crítica literaria.
-Falta de editoriales.
-Pocas bibliotecas.
-Desaparición de las librerías.
-Altos precios de los libros.
-Desaparición, por falta de apoyo, de las revistas literarias y de las secciones literarias en los periódicos.


Soluciones para aumentar el hábito de lectura:

-Proyectos de incentivo a la lectura en las escuelas.
-Proyectos de incentivo a la lectura en los hogares (padres).
-Proyectos de incentivo a la lectura en los medios de comunicación.
-Concursos literarios.
-Intercambios comunitarios.
-Creación de clubes de lectura y apoyo a los talleres literarios existentes.
-Seminarios.
-Publicidad.
-Crear una Asociación de Escritores del Cibao.
-Realizar encuentros entre escritores.
-Difusión de las obras literarias a través de los talleres literarios, las escuelas y los medios de comunicación.
-Promoción de los libros en las redes sociales.
-Presencia de los escritores en las redes sociales, radio y televisión.
-Creación de revistas de arte y revistas literarias digitales.
-Que las Ferias del Libro sean más inclusivas y no se concentren en la ciudad de Santo Domingo.
-Apoyo logístico y económico a encuentros de escritores que se realizan en la región, como el Festival de Poesía en la Montaña de Jarabacoa, y el Congreso Internacional de Escritores de Sosúa.




CINE:


-El empresariado no invierte en el cine del Cibao.
-Falta de cooperación entre los involucrados en la industria.
-Falta de formación en los guiones (escritura).
-No existe una división de la Dirección General de Cine en el Cibao.
-Centralización en Santo Domingo.


Soluciones:

-Talleres de dirección, guión y actuación en el Cibao.
-Creación de una oficina regional de la DGCINE en el Cibao.



TEATRO:

-Recursos, falta de apoyo estatal y empresarial en la región.
-Falta de unión de los grupos teatrales, fragmentación del sector.
-Falta de promoción o publicidad.
-Recuperación de los grupos teatrales del estado en el Cibao, que existen pero no funcionan.
-No existen proyectos de dramaturgia (escritores de obras), de dirección teatral ni de actuación teatral.


Soluciones y Metas:

-Convocar un Encuentro Regional de Grupos Teatrales.
-Aprobación de una ley de Teatro, así como existe la ley de Cine. En su defecto, la aprobación de la ley de Mecenazgo por parte del Congreso Nacional, y apoyo empresarial, apoyo de los gobiernos locales y del estado.
-Recuperación del Festival Nacional del Teatro, creación de un Festival Regional de Teatro, y de un Festival Local de Teatro.
-Que las convocatorias no se queden en los teatristas-funcionarios.
-Participación de los grupos de teatro en eventos internacionales.
-Educación en el teatro: talleres de dirección, de dramaturgia y de actuación para nuevos teatristas.



MÚSICA:


-Recursos, falta de apoyo estatal y empresarial en la región.
-Fragmentación del sector.
-Limitaciones en cuanto a la promoción o publicidad de la buena música en los medios de comunicación, sobre todo en la radio y la televisión.
-Los proyectos musicales se quedan en Santo Domingo, o son derivados a la música popular, en desmedro de otro tipo de música.
-Las escuelas de música de la región son caras, incluyendo las del estado, e imparten pocas materias e instrumentos.
-Las escuelas de música, privadas y estatales, tienen limitaciones en cuanto a la cantidad de alumnos que acogen, sobre todo las estatales.
-Las clases en las escuelas de música del estado son mediocres, por lo cual los ciudadanos prefieren las escuelas privadas.
-Falta de apoyo a la música nacional y a la música folklórica.


Soluciones:

-Proyectos de apreciación musical en las escuelas.
-Clases de música en las escuelas, los barrios y los municipios alejados del centro de la ciudad.
-Aprobación de la ley de Mecenazgo por parte del Congreso Nacional, y apoyo empresarial, apoyo de los gobiernos locales y del estado.
-Apoyo de todo tipo de música, la popular pero también otro tipo de música.
-Apoyo al músico envejeciente.
-Que los proyectos, conciertos y convocatorias estatales no se centralicen en Santo Domingo.



ARTES PLÁSTICAS:


-Recursos, falta de apoyo estatal y empresarial en la región.
-Centralización de los proyectos, concursos y convocatorias en Santo Domingo.
-Apertura de las instituciones del estado y de las ONGs. a artistas nóveles.
-Apoyo estatal para proyectos de artes plásticas, exposiciones, arte público, etc.
-Bienales y concursos de artes plásticas.
-Las convocatorias internacionales se quedan en el ámbito de los artistas-funcionarios.
-Existen pocos espacios adecuados y libres para exposiciones de artes plásticas en la región.


Soluciones:

-Aprobación de la ley de Mecenazgo.
-Convocatoria a un Encuentro Regional de Artistas Plásticos.
-Bajar el costo del “Registro de Autor” para los artistas.
-Archivos de datos de los artistas por área.
-Facilitar las exposiciones en el extranjero.
-Crear un comité en pro del bienestar del artista en su vejez.
-Que se busquen verdaderos gestores para las instituciones culturales del estado, los gobiernos municipales, etc.
-Comercialización de las artes plásticas criollas.
-Publicidad de los artistas criollos.
-Educar a la población en la apreciación de las artes criollas.
-Proyectos muralísticos en las escuelas, clases de artes plásticas en las escuelas, los barrios y los municipios de la región.
-Nombramiento de artistas plásticos como profesores de arte en las escuelas y en los barrios.
-Creación de un Catálogo Nacional de Artistas Plásticos.


CONCLUSIONES:

          La función principal de este Diagnóstico es tratar de realizar los proyectos sin la participación del estado, puesto que ha demostrado su ineficiencia en este sentido. El principal problema son LOS RECURSOS, puesto que sin dinero no es posible hacer gestión cultural, y ahí es precisamente donde falla el estado. Ni siquiera las instituciones culturales que no son del estado, depositan su confianza en los artistas y gestores culturales locales: traen su personal o las figuras artísticas para sus actividades culturales desde Santo Domingo o el extranjero, en desmedro del artista local. Este Diagnóstico se realiza para buscar soluciones a estos inconvenientes.
        En segundo lugar, tenemos la CENTRALIZACIÓN EN LA CIUDAD DE SANTO DOMINGO, lo que provoca que los recursos y los proyectos se queden allá. El resto del país no existe. En tercer lugar, la APROBACIÓN DE LEYES PARA LA OBTENCIÓN DE RECURSOS SIN LA PARTICIPACIÓN DE LOS GOBIERNOS, puesto que no existe voluntad política para apoyar la Cultura, independiente del gobierno que sea. En cuarto lugar, la FRAGMENTACIÓN DEL SECTOR ARTÍSTICO, lo que provoca una debilidad en las exigencias del sector.
      Ahora bien, este Diagnóstico lo que busca es la realización de los proyectos de forma independiente. Así que, para empezar a solucionar estos problemas, se recomendaron las siguientes acciones:

-La creación de un “Comité de Recuperación de la Cultura”, que se dedique única y exclusivamente a conseguir recursos.
-Utilización de plataformas virtuales como el crowdfunding (micromecenazgo) y Patreon, para obtener algunos recursos.
-Acceder a instituciones internacionales como el Banco Mundial, la Fundación Coca Cola o el Banco Interamericano de Desarrollo para obtener recursos.
-Crear una página virtual del arte del Cibao.
-La creación de una ONG cultural a través de la cual se puedan solicitar recursos.
-Continuar con los talleres de arte que ya se imparten en los barrios y los municipios de forma independiente.
-Todas las actividades, proyectos y recursos que se consigan, irán dirigidos exclusivamente a los artistas y gestores culturales cibaeños.
-Todas las instituciones y artistas participantes y comprometidos, se integrarán en un grupo cuyo nombre será “Todo por la Cultura”. Es un grupo abierto, libre y democrático, formado por todos aquellos comprometidos con nuestras metas. A través de ese grupo, se exigirán acciones a favor de la Cultura de la región.

Invitamos a todos los artistas, gestores culturales y ciudadanos preocupados por la Cultura de nuestra región, que no participaron de este primer Diagnóstico, a que envíen sus propias propuestas y soluciones a la siguiente dirección: videomaximo@gmail.com.
A aquellos que no se encuentren en la lista de firmantes, pero que deseen participar y firmar, pueden enviar un mensaje con su nombre completo, número de cédula, teléfono, whatsapp, correo electrónico e institución que representa a la siguiente dirección:

Gracias a todos por su participación:

-Casa de la Cultura de Navarrete.
-Grupo de Poetas de la Alianza Cibaeña.
-Taller de Narradores de Santiago.
-Taller Literario Francis Livio Grullón.
-Caballeros de La Altagracia.
-Club Cultural y Deportivo Baracoa.
-Tertulia Literaria “El Oficio de la Palabra”.
-Museo Folklórico Tomás Morel, en la presencia de Tomás Francisco Morel, hijo.
-Dominican Canadian Pro Culture, Canadá.
-Grupo de Teatro “Utopía”.
-Grupo “Encuentro con la Poesía”.
-Escuela de Arte “Casita de Sueños”.
-Escuela de Arte "Siete Ramas".
Teatristas, escritores, folkloristas, artistas plásticos, músicos, maestros de arte, gestores culturales participantes y/o firmantes:
Renso Mora.
Irina Martínez.
Yisset Montero.
Gerson Adrian Cordero García.
Ana Magdalena Gómez Cruz.
Alfredo García.
Fátima Pumarol.
Edwin Solano Reyes
Marcela Montes de Oca.
Leopoldo Reyes.
Domingo de la Cruz.
Adony S. Martínez.
Luis R. Díaz.
Carmen Brugal.
Deisi Marte.
José Leonardo Minaya.
Tomás Francisco Morel Peña.
Eduard Tejada.
Carlos B. Uceta.
Puro Tejada.
Rosa Idalia García.
Edwin Lora.
Claudio Pacheco.
Arlyn Desire Abreu Vásquez.
Dulce Santos.
Lupe Valerio.
Quibian Castillo.
Martín Peguez.
Berky Pineda.
Jairo Ferreira.
Marisol de los Santos.
Víctor Manuel Valerio Cordero.
Pedro Javier Cofresí.
Rafael Nepomuceno.
Álvaro Gómez Barreto.
Silvana Almonte.
Víctor Matta.
Luis Córdova.
Benjamín Marte.
Rafael Leoner García Hernández.
Marlon Anzelotti González.
William Alemán.
Eli Quezada.
Augusto Bueno.
Ely Taveras.
Edwin Solano Reyes.
Dabogerto Bolívar Lockward Fermín.
Braulio Rodríguez.
Máximo Vega.

            Agradecemos el apoyo de la “Sociedad Cultural Alianza Cibaeña, Inc.”, en cuyos salones se realizó el Diagnóstico.



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