Todos Somos Armenios:

   El 24 de abril del año 1915 empezó uno de los procesos más oscuros de toda la historia de la humanidad: el gobierno de los Jóvenes Turcos, durante el Imperio Otomano, intentó por ocho años, hasta el 1923, erradicar por completo la cultura y el pueblo armenios de su territorio. A marchas y trabajos forzados, obligados luego a permanecer en terribles campos de concentración, entre un millón quinientos mil y un millón setecientos mil armenios (como siempre, la estadística no es capaz de dar una cifra exacta) murieron en circunstancias espantosas, de cansancio, de sed, de hambre.
            El 24 de abril del año 1965, la República Dominicana inició una guerra civil para devolver al poder al presidente elegido democráticamente en 1963, y derrocado siete meses después por las fuerzas armadas del país. Esa guerra civil finalizó, en el mismo año, con la segunda invasión de los Estados Unidos a la República Dominicana. No quiero de ningún modo comparar la tragedia que se inició en 1915 para los armenios con la revolución dominicana, sólo intento hacer notar cómo compartimos con ese pueblo fronterizo entre Europa y Asia el aniversario de la violencia y el dolor.
            Cien años después de la masacre y la barbarie, nadie se decide a pedir perdón. El gran pueblo turco, que debería alejarse de cualquier pasado oprobioso que manche su rica historia cultural, debería aprender a aceptar y a pedir perdón. Postrarse de rodillas tocando el suelo con la frente, erguirse, abrir los brazos hacia el cielo y dirigirse a los espíritus de los millones de muertos. O quizás dirigirse a los millones de armenios vivos, con humildad y valentía. Los alemanes actuales no son los nazis del pasado, que crucificaron judíos en Ucrania. Los turcos de hoy no tienen por qué ser los turcos del pasado. Mientras no se acepte la realidad del genocidio y el holocausto, no podremos, ninguno de nosotros, dormir en paz como seres humanos.
            Pero esto también nos lleva a un planteamiento menos práctico y, quizás, mucho más espiritual: todos somos armenios. Los dominicanos, que hemos sido invadidos innumerables veces por potencias extranjeras (España, Francia, Inglaterra, Estados Unidos…), y otras veces por naciones que no son potencias -pequeños países autodeclarados imperios, como Haití-, pero que nunca hemos invadido a nadie, país pequeño y pobre que apenas puede contener a sus diez millones de habitantes, somos también armenios, así como somos palestinos, judíos o haitianos. Los turcos, los rusos, los estadounidenses, todos los miembros de la Organización de las Naciones Unidas: admitamos el año entrante, aprovechando el Centenario del Holocausto, que todos somos armenios. Que un millón y medio de muertos son suficientes; es más, un solo asesinado es suficiente para pedir perdón. El holocausto armenio, el holocausto judío, las muertes de palestinos en Gaza, los muertos del ébola (los muertos de la miseria y la desigualdad), un niño muerto por un misil de Hamás, los muertos en Irak. Las diferencias en las cifras sólo hacen más terrible el recuerdo histórico de las tragedias: un solo muerto es suficiente. Cuando un imperio intenta erradicar toda una cultura, una religión, un idioma, una forma de vida, tratando de desaparecer al pueblo entero, me parece que es causa suficiente para pedir perdón.
            Yo, a nombre de los turcos, de los norteamericanos, que nunca pedirán perdón, de los israelíes, de Hamás, pido perdón. Le pido perdón como ser humano al pueblo armenio. Perdón.



Este artículo puede leerse en:

¿Por qué no gana Milan Kundera el Premio Nobel de Literatura?

     Ahora que ha ganado el francés Patrick Modiano el Premio Nobel de Literatura 2014, un autor que no he leído, nos preguntamos de nuevo por qué no se le entrega ese galardón a un escritor como Milan Kundera, el eterno nominado que sin embargo ha ido bajando poco a poco en el ranking de los favoritos. Con una literatura sobre todo de novelas, con el tiempo cada vez más cortas, en checo pero también en francés, la literatura de Milan, además de ser revolucionaria en el aspecto formal (siempre he comparado el estilo desenfadado de Kundera con la franqueza de Cortázar, con la rebeldía de su visión), nos habla también de la libertad, de una libertad tan total que es ideal, por supuesto, pero que vale la pena luchar por ella aunque nunca podamos alcanzar su horizonte.
     Sabemos también que está muy ligado a la literatura latinoamericana: amigo de García Márquez, de Cortázar pero sobre todo de Carlos Fuentes, hemos leído hace poco un libro de artículos y ensayos suyos en el que nos habla de Aimé Césaire y Edouard Glissant, de la esclavitud en el Caribe y de un escritor de Trinidad, un Premio Nobel que se consideró más inglés o hindú que antillano: V. S. Naipaul, así como también de Cien Años de Soledad y del cumpleaños de su gran amigo Carlos Fuentes.



     Y Milan, aquel escritor europeo que tiene tantos fans en el mundo entero, incondicionales de su literatura, no ha obtenido un reconocimiento que se merece mucho más que algunos de los ganadores del Nobel, que al mismo tiempo no han influenciado tanto la literatura y la sociedad en general, no han tenido un discipulado como el que él mantiene. Es cierto que ya no es el mismo escritor de "La Insoportable Levedad del Ser", "La Broma" o "El Libro de los Amores Ridículos", pero yo prefiero leer las obras imperfectas de Kundera que los mejores libros de algunos premiados. Quizás, cuando se le entregue el Nobel a Murakami, entenderemos por fin que la literatura ha decaído hasta niveles ridículos, tanto que un escritor como el japonés pueda quedar entre los cinco finalistas del premio literario más importante del mundo. Porque existiendo Milan Kundera, Phillip Roth, Amos Oz, incluso Bob Dylan, ¿por qué Murakami, un escritor light, está entre los finalistas? ¿Por qué, incluso, está nominado? Pero bueno, son interioridades de un premio que por lo menos se ha encargado de galardonar la dignidad por encima de la popularidad. Eso le concedemos.
     Milan, ojalá que en el 2015 puedas ganar el Nobel de Literatura, o en el 2016 o en el 2017, aunque ya nos parece muy difícil, pero como me has enseñado el valor de ser libre en una sociedad que te empuja constantemente hacia el borreguismo, espero que ese premio no se olvide de ti. Pero si te olvida, no importa, ser un gran escritor no tiene nada que ver con ganar el Premio Nobel de Literatura.

http://mediaisla.net/revista/2015/04/maximo-vega-por-lo-menos-me-gane-una-jirafa/


Si quieres ver videos sobre arte y literatura, click a este enlace:



A Mitad del Sendero por Fausto Leonardo Henríquez

Altagracia Pérez Pytel, A mitad del sendero. Ediciones Juguete de Madera, Santiago, R. D., 2014. Libro premiado en el año 2007 por la Alianza Cibaeña en su XII convocatoria. Uno de los principales hilos con los que la periodista y narradora Pérez Pytel compone esta obra es el poético, como atinadamente señala Máximo Vega, pero además, al calor de ese elemento fundamental, hay otro más sutil e importante, a saber: la destreza para entrar en el alma de los personajes, empleando para ello todos los recursos posibles (arcaísmos, expresiones coloquiales, regionalismos, etc.) creando con ello una atmósfera veraz con la que se conquista rápidamente al lector. La autora consigue arrancar el sentimiento de compasión, al situar al lector ante sus personajes, no como un juez, sino como un ser compasivo y solidario. Tal vez sea un acierto afirmar que Los miserables de Víctor Hugo es una metáfora de A mitad del sendero. Esto lo demuestra el hecho de que en su obra Pérez Pytel humaniza a sus personajes, a los miserables, los rescata, los salva y repara su memoria. Ese es su mejor logro, en mi opinión. Ella, al mostrar el dolor y la realidad misérrima de muchos seres humanos, especialmente del sexo femenino, denuncia el lado sombrío de la existencia, así como la injusticia deshumanizadora. ¿No es esta una de las funciones de la literatura? Entonces, si esto es verdad, estamos ante una obra de cuento de mucha importancia. A mitad del sendero es la primera obra publicada de la periodista Altagracia Pérez Pytel. Cabe, pues, esperar la siguiente.

Tomado de:

http://faustoleonardohenriquez.blogspot.com/2014/09/jose-marmol-lenguaje-del-mar-bettsy.html


Adquiera aquí el libro de Altagracia Pérez:

Entrevista a Máximo Vega

Esta entrevista me la hizo el buen amigo Jorge Consuegra, en Colombia, para su portal de literatura Libros y Letras. Así que aquí está:



1. ¿A qué edad empezaste a tener relación con los libros?

Muy tarde. Ya en mi adolescencia, porque la educación de nuestros países no exige la lectura como algo imprescindible. Empecé a leer regularmente literatura a los 15 o 16 años, y me di cuenta de todo el tiempo que había perdido.

2. ¿Cuáles fueron los primeros libros que tuviste en tus manos?

Un libro de texto: “Nombre”, de Carmen Pleyán, que contenía pequeños trozos de obras literarias: un poema de Rafael Alberti, otro de Antonio Machado, un cuento de Ana María Matute, otro de Eduardo Mallea, un trozo de Kim, de Rudyard Kiplin… Entonces yo me dije: Bueno, esto era lo que me hacía falta descubrir, de esto me estaba perdiendo. Luego “Doña Bárbara”, de Rómulo Gallegos, una edición pirata de “Ojos de Perro Azul”, de García Márquez, que la titularon “Nabo, el negro que hizo esperar a los ángeles”, los cuentos de Juan Bosch… Luego todos los libros que encontraba, sin discriminar.

3. ¿Quiénes te sumergieron en ese maravilloso mundo de los libros?

Mi familia. Me obligaron a leer. Pero si no hubiese hallado a esos autores, que de alguna manera conectaron conmigo, y despertaron algo en mí, no creo que hubiese continuado. Y en esa época a mí no me pasaba por la cabeza empezar a escribir mis propias cosas.

4. ¿Cómo fue tu adolescencia y los libros?

Después de los 15 años, fue muy fructífera. En mi adolescencia empecé a leer. Descubrí a Cortázar, a Bioy, a García Márquez, a Onetti, a Carpentier, a un escritor dominicano llamado Pedro Péix, a Juan Bosch, a Milan Kundera, a Faulkner, que siempre fue un escritor que me gustó mucho, a Carson MacCullers, Clarice Lispector, Camus, Sartre, José Alcántara Almánzar, René del Risco Bermúdez, César Vallejo, Neruda, Franklin Mieses Burgos, Manuel del Cabral, Borges, Platón, Fuentes, Rulfo, Pedro Henríquez Ureña, Flaubert, Baudelaire, Sergio Pitol, Jaques Stéphen Alexis, descubrí una forma diferente del mundo, una burbuja, y estoy metido en ella desde ese tiempo.

5. ¿Ha habido en República Dominicana suficiente apoyo para que, especialmente, los jóvenes y adolescentes se interesen por los libros?

No. El hecho de que yo haya llegado tan tarde a la literatura lo demuestra. No existe apoyo para el escritor, no se fomenta la lectura. Como yo he dicho algunas veces, en mi país un escritor es un ilustre desconocido. Hacer cultura es un acto decorativo, un pasatiempo inútil. Yo hago mucha gestión cultural en mi país, dirijo un taller literario y he creado clubes de lectura en los barrios pobres de mi ciudad. Existe un ministerio de cultura, pero no sirve para mucho. Bueno, no sirve para nada. Después, cuando el escritor es reconocido, se le llama para que el político de turno le entregue una placa, le prometa un apartamento o una pensión. En el caso de la República Dominicana, es un país muy pequeño y pobre, cuyo mercado editorial también es muy reducido. Ninguna gran editorial desembarcará en este país, así como es muy difícil que un escritor dominicano acceda a las grandes editoriales, menos aún un escritor joven o desconocido, porque las editoriales buscan grandes mercados. Verdad de la época y del capitalismo, lo cual, si lo pensamos bien, limita el espacio de la literatura, reduce la cantidad de buenos escritores que podríamos encontrar.

6. ¿Cuál fue el tema del primer cuento que escribiste?

No recuerdo. Debió ser un cuento de adolescente, quizás algo romántico. Quizás no fue un cuento, sino un poema. Pero como siempre he escrito mucho, frenéticamente, aunque no publico mucho, no recuerdo bien qué fue exactamente lo primero que escribí.

7. ¿Cuáles, ya adulto, han sido tus lecturas preferidas?

Las mismas que en la adolescencia, no creo que haya evolucionado mucho en ese sentido. Ahora estoy leyendo a Le Clézio. Volví a leer a Camus, porque estoy dictando unas charlas en Santo Domingo sobre él. Me gustan mucho Coetzee y Philip Roth. El boom, y escritores de mi generación, por lo menos los que puedo encontrar, que son muy pocos; Bolaños, por ejemplo, que es un poco mayor, mucha literatura dominicana, he leído a Rocangoglio y a Xavier Velasco, pero no me gustaron mucho. Pero claro, eso es relativo, es una cuestión personal. Me gustó mucho, sí, la novela “Caracol Beach”, de Eliseo Alberto, que ganó el Premio Alfaguara, es una de las pocas novelas ganadoras de ese premio que de verdad me ha gustado.

8. ¿Cómo surgió la idea de tu primer libro?

Mi primer libro fue “Juguete de Madera”, una novela corta que tuvo mucho éxito aquí en el país. Se me ocurrió la idea repentinamente, recordando Caperucita Roja. Quien lea el cuento de Perrault y mi novelita, que es una especie de historia cruel sin contemplaciones sobre una niña que se escapa de su casa y se encuentra con un lobo en su camino, se dará cuenta de la influencia de uno en la otra.

9. ¿Cuánto tiempo te demoraste escribiendo "Cada demonio"?

Años. Como uno no tiene todavía la oportunidad de publicar con cierta facilidad, las cosas le duran a uno años guardadas, y cuando aparece la oportunidad se publica. Pero eso es beneficioso, porque significa que hay mucho tiempo para la maduración del texto y la corrección. Y puedo decir que todavía está en construcción.

10. ¿En qué género podemos incluir tu más reciente novela?

Es una novela negra. Una investigación sobre el secuestro de una adolescente, Isabelita, durante la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo. Su hermano, que se exilió en New York con su familia cuando su hermana desapareció, regresa al país quince años después para investigar qué sucedió con ella. Poco a poco, en medio de una atmósfera asfixiante y casi gótica, la pesquisa se va volviendo insoportable. Pero la novela es también el análisis de una época: él llega de nuevo a otra dictadura, la de Joaquín Balaguer, y encuentra nuevamente violencia, corrupción, depravación moral, oscuras tramas políticas. Las personas están detenidas, en espera de algo que parece nunca llegará. Pero él se da cuenta al volver (quizás porque se siente extranjero, un poco como el de Camus, porque ve las cosas desde fuera) que las dictaduras no podrían existir si una buena parte de la gente no se asociara con ellas, o por lo menos no fuese indiferente a ellas. Por lo que todos somos culpables, culpables todos de la desaparición de Isabelita, y de aquello terrible que le ocurrió, que el lector descubrirá al final de la novela.

11. ¿Qué opinión tienen en tu país de la literatura colombiana?

Bueno, que es una gran literatura. Que ha dado grandes escritores (un Premio Nobel, nada menos), y que, en mi caso particular, me ha proporcionado largas horas de felicidad. García Márquez, Alvaro Mutis, José Eustasio Rivera, Jorge Isaacs, nombres que se escuchan en toda América. Y bueno, ahora nos llegan William Ospina, Santiago Gamboa y sus novelas negras, aunque algunas no sean tan negras, Mario Mendoza que ganó un premio con su novela “Satanás”, o Fernando Vallejo, pero hay escritores como Milcíades Arévalo, que es mi amigo lejano, al que no conozco en persona pero nos escribimos por internet, o tú mismo, que eres escritor pero uno no tiene la posibilidad de leerlos porque no aparecen en el país, porque no nos leemos entre nosotros, aunque pude leer un libro tuyo que apareció en una librería de mi ciudad, un libro sobre periodismo. De poesía no llega nada, sólo narrativa o ensayo, eso es sumamente lamentable. Pero si nosotros, como lectores, decidiéramos: bueno, vamos a leer a mis colegas latinoamericanos, vamos a dejar un poco de lado toda esa literatura prefabricada que me venden las editoriales y los premios… otra cosa sería. Quizás seríamos otra clase de lectores, más responsables, porque a los lectores también hay que exigirles compromisos, no sólo a los escritores.

12. ¿Y tú que has leído de los escritores colombianos?

Más o menos te contesté en la respuesta anterior. Me gustaría leer más literatura colombiana, más literatura latinoamericana, más literatura caribeña. Porque es la que más se acerca a mi identidad, a lo que soy y a lo que pretendo decir como escritor.

http://www.amazon.com/dp/B00MWDR02O

El Arma Secreta-José M. Fernández Pequeño

José M. Fernández Pequeño es un escritor cubano-dominicano que actualmente reside en Miami, E.U., pero que duró algunos años viviendo en la República Dominicana, donde desarrolló una amplia labor de profesor, gestor cultural y, por supuesto, escritor. Su nuevo libro, "El Arma Secreta", contiene nueve cuentos que transcurren en la República Dominicana y en Cuba. Es nativo de Santiago de Cuba, y vivió algún tiempo en Santiago de los Caballeros en la Rep. Dom., pero la mayor parte de su estancia en el país transcurrió en Santo Domingo. Los cuentos del libro son: "Los Conquistadores", "El Arte de Roncar", "Un Cierto Olor a Escalofrío", "Rebeliones", "El Cíclope", "Imperfecciones", "Pongamos por Caso", "El Ombligo de María B" y "El Arma Secreta". "Los Conquistadores" es un cuento muy breve que abre el libro, de menos de una página, e "Imperfecciones" es un cuento corto de dos páginas y media, pero en sentido general los cuentos de Fernández Pequeño son largos, y transcurren en una realidad insólita (como él dice que es la vida cotidiana de la República Dominicana) y dura, difícil, aunque tratada con cierto humor propio de la personalidad del autor. La pintura de la portada es del maestro dominicano Mario Grullón: el cuadro "Hojas y Ojos". Solamente he leído el segundo cuento del libro, "El Arte de Roncar", así que aún no puedo dar una opinión crítica, sobre todo porque el autor confiesa que arma sus libros como un todo, es decir que cada cuento tiene una finalidad que completa el volumen, pero ya en ese cuento (como en los demás de sus libros anteriores, por ejemplo del volumen "Tres eran Tres") se nota el asombro ante una realidad absurda que a los dominicanos ya no nos asombra, la realidad del caos sin arrepentimiento. Enhorabuena a José M. Fernández Pequeño.

José M. Fernández Pequeño es un escritor y editor nacido en Cuba y naturalizado dominicano, país donde residió durante quince años. Ha publicado catorce títulos de crítica literaria, ensayo y narrativa. Durante cerca de treinta y cinco años se ha desempeñado como profesor universitario de Literatura, Cine y Comunicación. Gestor cultural, estuvo entre los fundadores del Festival de la Cultura Caribeña, la Casa del Caribe y la revista Del Caribe, en Santiago de Cuba. Fue Gerente de Programas Culturales del Centro León, en Santiago de los Caballeros.
(Tomado de la solapa de "El Arma Secreta")

http://www.amazon.com/dp/B00MWDR02O

Publicando un libro en amazon.com

Me parece sumamente interesante, provechosa y reconfortante la publicación independiente a través amazon.com, y en otras plataformas como bubook.es, etc., de acuerdo a mi experiencia. Me parece interesante a pesar de los problemas que ha tenido amazon.com con escritores ya reconocidos, en Francia y en Estados Unidos, con respecto al pago de regalías. Pero para los escritores del tercer mundo, para los "indies" (así le dicen en gringolandia a los independientes), es una plataforma extraordinaria. ¿Por qué?, porque si envías tu libro a una editorial reconocida, y esa editorial te rechaza el libro, entonces puedes publicarlo en Amazon, gratuitamente, y el público decidirá si le gusta o no ese libro. Claro que es difícil que compren tu libro, porque hay millones de volúmenes en la plataforma, millones, y de entre esos millones tiene que haber gente que encuentre tu libro y lo lea; pero no necesitas a la editorial. Y si la editorial no te lo rechaza, sino que no te parece que debas enviárselo, sino simplemente publicarlo por tu cuenta, también.
     Eso es lo que sucede con los buenos escritores del tercer mundo. Una editorial española, por ejemplo, no se arriesgará con un escritor desconocido (bueno, por lo menos es muy difícil que lo haga), de un mercado pequeño de un país pequeñito, aunque su obra tenga calidad, no; una gran editorial se arriesgará con un escritor desconocido de países grandes, en los cuales haya grandes mercados. Entonces tenemos, debido a la ley capitalista de la oferta y la demanda, y del mercado, que es la principal institución del capitalismo, que los escritores conocidos son los de los grandes mercados, pero un escritor de un país, diríamos, de diez millones de habitantes, que tenga un 20% de analfabetismo, y que además sea un país pobre, entonces ahí no hay nada que hacer. Independientemente de la calidad del libro. Lo mismo sucede con los concursos literarios, con los premios, etc.
     Pero publicar de forma independiente puede resolver eso. Claro, no resolverá el problema de la crítica, es decir que en una plataforma como amazon.com tú puedes vender un millón de ejemplares de tu libro, pero eso no significa que vas a recibir el reconocimiento de la crítica y de la comunidad literaria, que van a comentar tu libro en periódicos los demás escritores, etc. Es posible incluso que tu nombre pase desapercibido, pero no importa: ya vendiste un millón de ejemplares (o mil, o dos mil, que también está muy bien).
     Lo interesante de todo esto, me parece a mí, es que algunos géneros pueden encontrar en estos espacios formas de publicación. La poesía, por ejemplo, que hay editoriales, como Alfaguara, o Anagrama o Seix Barral, que no la publican. Puedes publicar tu libro de poesía, en papel o en e-book, y colocarlo en amazon.com. Y regalar tu libro, si quieres, ponerlo gratis y que la gente te lea aunque no ganes dinero. Pero que te lean, que es lo que quieren los escritores. Y es saludable que aparezcan estas plataformas porque los libros que publican las editoriales se vuelven cada vez más aburridos, así como los ganadores de concursos literarios, que siempre nos decepcionan, como si hubiese una fórmula mágica para escribir, un sistema único, lo presabido y preescrito que quieren venderle a uno como novedoso, cuando yo he dicho también más de una vez: lo que está de moda para que se venda, lo que parece original y no es más que paja, es, al final, también mercado. Todos esos libros formalmente aburridos y estéticamente nulos, pero que se venden mucho porque eso es lo que la gente está esperando. Es posible que también en Amazon esos sean los libros que más se vendan, pero no quire decir (ahí está lo interesante), que no tenga presencia también lo otro, lo raro, lo nuevo, lo rebelde, lo contestatario, estéticamente hablando, por supuesto. Y si publicas tu libro en esta plataforma, puede ser lo más original del mundo, y puede ser un gran libro, eso lo decidirá el lector.
     Entonces, a pesar de todos los pleitos legales en países primermundistas, para los escritores del tercer mundo, para mi país, por ejemplo, la República Dominicana, donde no desembarcará ninguna editorial importante, es un éxito esta clase de plataformas. Tu libro está ahí, aunque no te lo compre nadie; regálalo, o envía el link a tus amigos, o pídelo tú mismo por correo para que te manden algunos ejemplares y se los enseñas a tu familia y a tus amigos, y tal vez puedas vender dos o tres cuando te los envían por correo. Por lo menos es un poco más de lo que hacen las grandes editoriales.

Para saber más acerca de cómo publicar en amazon.com, puedes escribirme a:
videomaximo@hotmail.com

Y si ya publicaste en Amazon, envíame tus links que te los publico gratuitamente en este blog.

Y que des click a los enlaces de amazon. Ya yo daré click a tus propios enlaces, cuando me los envíes o los publiques.
Si quieres el libro Cada Demonio mucho más barato que el enlace de arriba, click aquí:

El Centenario de Julio Cortázar

http://www.amazon.com/dp/B00MWDR02O
     El primer libro que compré y leí de Julio Cortázar fue Las Armas Secretas. Fue todo un descubrimiento, por supuesto, como le sucede a cualquier joven latinoamericano que lee por primera vez a Cortázar, encontrarse con ese maestro, el más viejo de los escritores del boom latinoamericano, escribiendo de una manera tan fresca, tan original, tan libre. Como un joven, precisamente. Luego empecé a comprar todos sus libros: Bestiario, Final del Juego, Deshoras, antologías en las que aparecían sus mejores cuentos, antologías en las que aparecían sus mejores libros, ediciones que mezclaban dos libros suyos en un solo volumen, hasta llegar a Rayuela. En mi país, la República Dominicana, a la Rayuela le decimos Peregrina, un nombre igual de hermoso que el argentino. Yo llegué a jugar a la peregrina muchas veces durante mi infancia, aunque es sobre todo juego femenino, no sé por qué. En Rayuela, Cortázar le dedica una línea a la ciudad de Santo Domingo: la describe como la ciudad más ruidosa del mundo. Y tiene razón, por supuesto. Yo soy de Santiago, y vivo en Santiago, y Cortázar no habló de Santiago aunque sí del país en Rayuela, de la ciudad capital.
      El escritor Eugenio Camacho me confesó un día que él no leía a Cortázar cuando estaba escribiendo algo, porque su estilo se contagia. Se pega, como decimos nosotros. En el libro Papeles Inesperados, que contiene páginas inéditas facilitadas por su viuda, que me hizo el gran favor de regalarme el escritor Luis Córdova, hay un cuento extraordinario que es posible que Cortázar no haya publicado porque no se corresponde con su estilo; hasta el final, parece el cuento de otra persona. Al final ya regresa por un momento esa forma de contar cortazariana, pero es injusto que haya dejado a los lectores sin descubrir ese cuento, que aunque no tiene su estilo me parece de los mejores suyos. Es un poco borgiano el cuento, aunque mantiene siempre la frescura de Cortázar, el hecho de que no sabemos nunca lo que va a suceder a medida que transcurre la historia, con una serie de vueltas de tuerca, porque cualquier cosa puede suceder en sus cuentos.
       Julio Cortázar no ganó el Premio Nobel de Literatura. Ni el Premio Cervantes, ni el Premio Juan Rulfo, no ganó muchos premios literarios. Quizás por indiferencia de su parte, o por negligencia de los encargados de otorgar los premios, la cuestión fue que no ganó muchos premios, aunque sospechamos que, por lo menos al principio, participó en algunos concursos. Uno de esos premios lo ganó Rayuela, compartido con Bomarzo de Manuel Mujica Lainez. Sabemos que envió sus cuentos a revistas y periódicos para que se los publicaran, como hace todo escritor principiante, porque Jorge Luis Borges fue el primero en publicar un cuento suyo en el periódico en el que trabajaba. A pesar de la distancia ideológica que los separaba, Cortázar nunca ocultó su admiración por Borges, así como Borges siempre se sintió orgulloso de haber sido el primer editor que le publicara algo a Cortázar.
       En el centenario del nacimiento de Julio Cortázar, siempre es bueno reconocer, recordar a un maestro. A un maestro indiscutible de las letras en idioma español, quizás en cualquier idioma. En un artículo que escribió Mario Vargas Llosa con motivo de su muerte, contaba cómo, la última vez que lo fue a visitar a París, Cortázar se lo quería llevar por las calles para comprar marihuana y revistas pornográficas: como si fuese eternamente joven, el eterno rebelde. Ese monumento que es Rayuela, en la que aparecen personajes divididos, fragmentados, duplicados, una novela que es muchas novelas, no sólo dos como al principio aparente y confiese el propio autor, es eso mismo: apariencia, imagen, percepción; la realidad no es lo que creemos que es, el mundo puede ser diferente a como se ha construido de forma imperfecta. Tenemos esa certeza leyendo esa novela. Rayuela, o Peregrina, un juego femenino (a pesar de la vejación que él hace de las mujeres en la novela, de la que luego se arrepintió en innumerables entrevistas) que yo jugaba cuando niño con mi hermana Ana María, pintada sobre la acera con una tiza blanca. En este centenario, vamos a comprar los libros de Cortázar, a leerlo y a mantenerlo vivo.

www.amazon.com/author/maximovega

   


Máximo Vega por Manuel Salvador Gautier

16 de agosto de 2014


            Máximo Vega es narrador desde muy temprana edad. Nació en 1966 y ya para 1984,  a los 18 años, tenía escritos varios cuentos y una primera novela. Los cuentos no sobrevivieron; la novela, sí. Hablo de Juguete de Madera, corta, que, con cuatro ediciones, se ha convertido quizás en la obra literaria más conocida del mundo literario del Cibao. Aunque también tiene adeptos en la Capital. Yo recuerdo haber oído de esta obra en los 90, cuando estudiaba toda la narrativa que se producía en el país. En los trabajos que he leído sobre Máximo Vega, no se habla de que tenga ningún otro interés que no sea la literatura. Estamos, entonces, frente a un autor convencido de su vocación, que se ha dedicado a trabajar una obra literaria que poco a poco ha tomado cuerpo, convirtiéndose en una de las más representativas del país, aunque los santiagueros y el mismo Vega insistan en decir que sólo es reconocida en el Cibao.
            Sobre Máximo Vega, la escritora también santiaguera Rosa Silverio, en la introducción a una entrevista que le hace a nuestro autor sobre Juguete de Madera, novela publicada en 1996, nos dice: “A través de su literatura nos remite a un universo en donde predomina lo oscuro, la derrota, la infamia y el abismo. Una literatura en donde se nos muestran las cicatrices del alma humana y sus más viles o secretas aficiones, en donde los sueños se vuelven una causa perdida y en donde apenas queda un resquicio para la luz. Esa literatura honda, cruda y pesimista que muchas veces se contrapone a cualquier esperanza, logra remover los cimientos del lector y lo lleva a cuestionarse sobre la realidad que le rodea y sobre su propia naturaleza”.
 Es una percepción que comparte el reconocido escritor José Alcántara Almánzar, en la presentación del último libro de Vega, publicado por el Banco Central en el 2014, titulado Era Lunes Ayer, donde nos dice: “Los textos de Vega pueden interpretarse como transgresiones a la moral establecida, un frontal ataque a la doble moral que nos ahoga. Son intentos de penetrar en la sordidez y la desesperanza de unas vidas sin alicientes ni destino. Pero más allá del efecto perturbador de una escena o una frase implacable, lo que impresiona es la crudeza para contar los aspectos más venenosos de las relaciones entre hombres y mujeres. Algunos son cuentos desgarradores y crueles sobre una violación, un infanticidio, un incesto en primer grado, en todos late algo macabro que nos estremece”.
  Es obvio que, en esta obra literaria, escrita en un período de treinta años, desde 1984 a 2014, Vega se mantiene fiel al tema que lo enardece: la denuncia de los abusos que cometen los hombres y las mujeres entre sí, y lo hace de manera descarnada, sin contemplaciones.
  El libro Era Lunes Ayer, se inicia con dos obras maestras de la cuentística dominicana, los cuentos titulados “La Victoria” y “Hansel y Gretel”, que ya habían sido publicados en otros de sus libros (puesto que esta obra es una recopilación de sus cuentos editados). En estas dos obras, la caracterización que hace de sus personajes es pormenorizada e impactante.
La Victoria” es un monólogo de pocos párrafos largos; manejado con un lenguaje sencillo
donde campean las palabras del mundo del boxeo, ya que el protagonista es un boxeador. Trata sobre las promesas que no pueden cumplirse, y es extraordinaria la manera en que Vega maneja el tema, con gran destreza y sutileza. El final toma desprevenido al lector. Es el momento en que aparece uno de esos “resquicios para la luz” que señala Rosa Silverio: Vega nos guía hacia la compasión. Compasión por estos seres vencidos, que no pudieron cumplir sus promesas ni alcanzar sus sueños, y que, sin embargo, encontraron una salida satisfactoria, aunque inconsecuente, a sus vidas.
“Hansel y Gretel” es una interiorización de una mujer ordinaria, ejecutiva arribista, que trabaja en una oficina del Gobierno y aspira a seguir ascendiendo hasta sustituir a su jefa. Vega, también con gran destreza, nos inunda de detalles sobre la vida de esta mujer: cómo se viste, lo bien que cocina, cómo desprecia a los que no considera de su clase, cómo se hace acompañar de una amiga de mayor categoría para igualarse a ella. Hasta el final, no se entiende por qué el autor llama su cuento igual a la famosa historia de los hermanos Grimm que nos leyeron de niños para espantarnos y hacer que nos portáramos bien. Este cuento de Vega, sin embargo, es mordaz, muy cruel, sin la ternura del de los Grimm, donde los niños son los protagonistas y logran un final feliz. “Hansel y Gretel” de Vega ha tenido gran éxito internacional: fue incluido en un texto para estudiantes universitarios en México.
Además de las obras ya señaladas, Máximo Vega tiene las novelas “Ana y los Demás” (2001) y “El Mar” (2008), y los libros de cuentos “La Ciudad Perdida” (2004), “El Final del Sueño” (2005) y “Cuentos para Niños y otras Historias Terribles” (2006). Ha editado las antologías de cuentos “Para Matar la Soledad” (2002), del Taller de Narradores de Santiago, “El Cuento Contemporáneo de Santiago” (2005), y el libro de ensayos “El Libro de los Últimos Días” (2011). Ha sido premiado en varios de los concursos nacionales en los renglones de cuento y de ensayo, y ha sido antologado nacional e internacionalmente. En el año 2002, ganamos el Concurso de Ensayo con motivo del Bicentenario del Nacimiento de Víctor Hugo, Vega con el trabajo “Víctor Hugo en la Historia”, sobre la vida del escritor, y yo con el trabajo “La fatalidad no está en un campanario de París”, sobre su narrativa, analizando la novela El Jorobado de Nuestra Señora de París.
            Uno de los grandes méritos de Vega como difusor de la cultura es haber liderado el Taller de Narradores de Santiago, fundado hará unos quince años. En la actualidad es su coordinador. Desde esta actividad, ha estimulado la creatividad de nuevos escritores y ha difundido la obra literaria cibaeña.




Para Todos Nosotros Caerá la Noche

Nuevo libro de cuentos de César Zapata
Este es el libro de cuentos de César Augusto Zapata, reconocido poeta y narrador dominicano de la llamada Generación del 80. Muy pronto se pondrá a circular en la Librería Cuesta, en Santiago de los Caballeros. Contiene 16 cuentos, y unas palabras muy elogiosas en la contraportada de Rafael Peralta Romero. Peralta Romero afirma, en la contraportada del libro:
"César Augusto Zapata, ampliamente conocido en el campo de la poesía, aplica su poética a la narración de sucesos impresionantes, capaces de conducir al lector por la senda que ha trazado como narrador. Este libro evidencia que Zapata no sólo ha aprendido el oficio de cuentista, sino que por aprenderlo tanto, para él escribir un cuento se torna en un juego, aunque sus personajes anden atormentados con recuerdos y obsesiones. Cuentos que pueden tipificarse de fantásticos unos o sicológicos otros; se trata de historias profundamente humanas, en las que se vierten interioridades de unos personajes que por extraños no dejan de parecerse a quienes nos consideramos normales. Para todos nosotros caerá la noche es un gran libro de cuentos: profundo, dinámico, original, fiel a la técnica y a la vez muy personal en los temas y en la caracterización de sus personajes".
Enhorabuena a César Augusto Zapata.

Julio Cortázar en la República Dominicana

   En este mes del centenario de Julio Cortázar, el centenario (al parecer olvidado en este país) de un escritor que ha influenciado tan grandemente la literatura dominicana, nos aconsejan que no es conveniente hacer especulaciones negativas. Lo positivo está de moda: de acuerdo a los siquiatras, los sicólogos y los presentadores de televisión de CNN en español, dados al seguimiento de Paulo Coelho, Isabel Allende y los libros de autoayuda, el pesimismo provoca depresión (descubriendo, claro está, la fórmula del agua tibia). Escritores dominicanos, desconocidos algunos de ellos fuera del país, es decir para algunos lectores de este blog, como Arturo Rodríguez Fernández, René del Risco Bermúdez, Miguel Alfonseca, René Rodríguez Soriano, yo mismo y escritores jóvenes o no tan jóvenes como Eugenio Camacho, Ubaldo Rosario, grandes admiradores de Cortázar, del estilo de Cortázar, demuestran que el escritor argentino ha sido el narrador extranjero que más ha influenciado la cuentística dominicana. Puedo admitir, por ejemplo, que tomé un pequeño trozo de uno de los cuentos del libro "Papeles Inesperados", obra póstuma de Cortázar, y lo copié con algunos cambios en uno de mis cuentos, aún inédito, no sé si cometí alguna ilegalidad que no debería existir en la literatura con el tema de los derechos de autor, pero bueno, soy un escritor pobre y desconocido y creo que soy indemandable. Don Virgilio Díaz Grullón nos confesó una vez que empezó a escribir cuentos de tema fantástico luego de leer "Bestiario", y descubrir el compromiso político de Cortázar, puesto que pensaba que una cosa no era compatible con la otra, en nuestros países llenos de desigualdad social, de dictaduras o de presidentes autoritarios, de pobreza y de violencia. Juan Luis Guerra, compositor y cantante, confesó que su "Burbujas de Amor" está muy influenciado por el "Axolotl" de Cortázar...
   Pero hay algo que me parece importante en Julio -estoy seguro de que si estuviese vivo podría incluso tutearlo-, y es algo que no tiene que ver con él en sí mismo como escritor sino con la época en la cual vivió, en la que un escritor -un escritor como él, un gran escritor- influenciaba la vida de las demás personas, incluso las de aquellas que no lo leían; una época en la cual un intelectual era seguido y escuchado. Recuerdo no sin asombro cómo en un periódico nacional un poeta como Enriquillo Sánchez tenía seguidores incondicionales, muchos, a pesar de que escribía con un estilo único a veces difícil, que requería cierta clase de educación en la cultura, pero era seguido, y comentado, y era popular. Lo recuerdo cuando Enriquillo Sánchez ya está muerto. La presencia de alguien como Cortázar en el país podía arrastrar multitudes. Sabemos, claro está, que ésta no es una buena época para la imaginación, y creo que no existe una prueba más fehaciente de esta certeza que lo que ocurre en el ámbito cultural de mi propio país. Ya pasó la época de los sacrificios, de lanzarse al vacío defendiendo principios o ideas, de entregarlo todo a cambio de la literatura. En una entrevista que le hicieron a Le Clézio en la Feria del libro de Bogotá, él les comentaba a los jóvenes que no se desesperaran, que lo apostaran todo a la literatura. Pero ya sabemos que la literatura es también mercado, que un libro es un objeto de venta, que a una editorial le interesa más cuántos libros se venderán o cuántos premios se va a ganar que descubrir a un escritor no importante, eso es muy difícil, sino por lo menos bueno. Un buen escritor. Llegará un momento (bueno, creo que ese momento ya ha llegado) en el que solamente podremos leer a escritores españoles, argentinos, mexicanos, colombianos (es decir, escritores de los grandes mercados). "No he estado en los mercados grandes de la palabra", canta Silvio Rodríguez, "pero he dicho lo mío a tiempo y sonriente". Yo apostaba, quizás con mi ingenuidad de escritor dentro de una burbuja, en la sacralidad de esto, pero claro, es obvio que estaba equivocado. Volviendo al tema, dejando de lado pesimismos y depresiones por la situación de la cultura, celebramos cien años de un escritor que nos ha dado tanta felicidad, pero también que nos ha hecho reflexionar acerca de la irrealidad de lo que percibimos, acerca de cómo debemos cuestionarnos toda la realidad que creemos tan cierta. Que nos ha conmovido y nos ha asombrado.



   El Taller de Narradores de Santiago, una ONG que se dedica a promocionar la literatura en la República Dominicana, está celebrando todo el mes de agosto los Cien Años del autor de cuentos como El Perseguidor, Circe, La Noche Boca Arriba, Casa Tomada o El Otro Cielo, y de novelas como Rayuela. Aunque la existencia de un escritor como Julio Cortázar nos lleve de nuevo al pesimismo, a la época y al país en el que estamos viviendo, en el cual la cultura no tiene demasiada importancia. Sucedió con el bicentenario más importante: el de Juan Pablo Duarte, quien alguna vez fue el Padre de la Patria, y con el centenario del poeta Pedro Mir, quien alguna vez fue Poeta Nacional. A veces uno se cansa de luchar siempre.
   Pero hay que seguir luchando, por inercia, por diversión.


A Mitad del Sendero (cuentos)

Este es el libro de Altagracia Pérez, que ahora vive en Europa, el cual edité y le escribí un breve prólogo, y que será puesto a circular en poco tiempo. Mientras tanto, aquí están las palabras que escribí para presentar su primer libro, que recuerdo que ganó el Premio de Cuento de la Sociedad Alianza Cibaeña:


          Los cuentos de Altagracia Pérez abordan temas que son escasamente tratados por los escritores de nuestro país. Ella nació en Santiago Rodríguez, en la Línea Noroeste, y sus cuentos se encuentran ambientados en ese específico espacio, aunque ella no lo comente, o en los barrios urbanos marginados formados por emigrantes de las zonas rurales, con toda su carga de miseria, de desarraigo cultural, con toda su realidad caótica e interesante. Todos sus cuentos se encuentran enmarcados en un ambiente mezquino, desolador y desventurado.
          Si algo define a estos cuentos de Altagracia, si algo los comunica, sería cierta cualidad poética parecida, pero de ningún modo extraída, a la de los dos libros de Juan Rulfo. El cuento “Bajo la Lluvia”, por ejemplo, apenas cuenta una historia, puesto que es más bien la definición de un personaje, con un lenguaje que lo convierte en opaco y esquivo, casi intangible. Contado en segunda persona, se encuentra alevosamente escrito en clave poética, de manera que la historia cede a las palabras, y a veces es más importante cómo se encuentra escrito, que la historia en sí que se narra, a pesar de su final sorprendente.
       Para los que han leído “La Pasión de Mallías González”, antologado en varias ocasiones, no será una sorpresa la historia desdichada de esa familia venida del campo, instalada en un barrio periférico de la ciudad de Santiago, la historia poderosa de ese retrasado mental que vive en su propio mundo, aunque ese mundo sea, por supuesto, terrible. Puesto que dos cuentos pueden ser descontextualizados de este pequeño libro, cuentos que a su vez presentan puntos en común: el ya mencionado “La Pasión de Mallías González”, y “Fin de Semana”: ambos suceden en barrios marginados, sus personajes han emigrado del campo a la ciudad, y ambos tienen un signo trágico que completa la historia.
       Los demás transcurren en zonas rurales: están escritos de forma diferente, enfocados de forma diferente; a pesar de que sus personajes no son individuos felices, la poesía de su lenguaje es, a veces, más importante que la historia en sí. En los dos cuentos ya mencionados, se narra abiertamente, y el lector podrá encontrarse con varias imágenes muy bellas, pero la historia es tan vigorosa que olvidamos por completo su forma. En los cuatro restantes (debemos tener en cuenta que, quizás, estas historias le llegan difuminadas por el recuerdo) el lenguaje y la evocación, cierta melancolía y cierto candor, cierta ternura hacia los personajes en medio de tanta dureza, de tanta tristeza, reflejan la nostalgia de la autora por un tiempo y un espacio que ya ha abandonado, es posible que definitivamente.
          Quiero también llamar la atención del lector en el hecho de que la mayoría de los personajes importantes de este libro son mujeres, y que esta preponderancia femenina presagia la inclusión de Altagracia en cierta literatura escrita por mujeres que responde a los intereses de su propio género, a su problemática y a su marginación, que despierta en toda América Latina, aunque no sé si, todavía, podríamos hablar de felices resultados. Futuros trabajos creativos demostrarán el compromiso de la autora con esta temática, con este “ojo femenino” con el que se ve la vida. A pesar de que sus cuentos pueden dar la impresión “de que los estamos leyendo como a través de un cristal”, como se le objetó en algún momento a Virginia Woolf, son completamente sinceros, auténticos, salidos de una experiencia o un dolor, y, más importante aún: son diferentes. En un tiempo literario en el cual todos escriben lo mismo y todas las historias se parecen, este logro, que se manifiesta de manera natural en ella, no es poca cosa.
          En el segundo apartado del volumen, esto es, “Alfabeto para la Desolación”, continúa con este estilo poético que envuelve las historias. Muchas de ellas transcurren ya en Europa, donde vive en estos momentos la autora, y algunos vuelven, a través del recuerdo, a su país de origen. Personajes tan reales que parecen sacados directamente de algunas de nuestras calles, aunque siempre están presentes en ellos un sentido humanístico que no los hace irreales, sino mucho más imperfectos, como somos todos. Estos cuentos están escritos posteriormente a la primera parte (“A Mitad del Sendero”), y puede notarse sin hacer mucho esfuerzo un mayor cuidado en el tratamiento del texto, un conjunto de historias con argumentos más complicados, personajes de muchas dimensiones, impuros o agradables, mejores y al mismo tiempo peores.
          Siempre es agradable saludar un primer libro. Que ella me haya escogido a mí para representar este papel, me enorgullece profundamente. Al mismo tiempo, cuando varios escritores jóvenes le piden a uno que prologue sus libros –me ha ocurrido dos o tres veces ya –significa que, lamentablemente, uno empieza a madurar, empieza a envejecer. Pero está claro que éstas son sólo algunas escuetas palabras de apoyo y presentación. Espero que Altagracia, mi gran amiga, aprecie la Literatura con la seriedad y la entrega, con la pasión obsesiva que toda actividad que le da sentido a nuestra vida se merece.






¿Y Tu Abuela Dónde Está?, de Carlos Esteban Deive

Este es el libro ¿Y Tu Abuela Dónde Está?, de Carlos Esteban Deive, Premio Nacional de Ensayo 2012. Es pertinente comentar este libro en estos momentos debido a las tensiones entre Haití y la República Dominicana, que han aumentado desde hace algún tiempo. En este ensayo, Esteban Deive analiza el nacimiento de ambas naciones desde la época colonial y su separación histórica, la presencia del negro en ambos nacimientos, pero el libro nos habla de algo más, de un sentido humanístico del problema: en su condición de dominicano nacido en España, más dominicano que español, el autor trata de no recurrir a ninguna clase de etnocentrismo para explicarnos las taras que nos ha legado el pasado colonial, los choques armados con Haití, que en el siglo XIX ocupó este lado oriental de la isla por 22 años, las masacres de Dessalines y Christophe, la matanza de los haitianos por parte del dictador Trujillo, etc. Pero indirectamente, Esteban Deive describe, a través de documentos escritos por intelectuales liberales desde el siglo XVIII, la imposibilidad de los liberales de acceder al poder real, y el éxito de los conservadores para detentar continuamente el poder político. Hateros, esclavistas, amos, privilegiados, es decir, racistas, antihaitianos, ricos, hispanófilos, se han cuidado de agruparse para permanecer en el poder, examinando detenidamente a los gobernantes de turno para averiguar si pueden afectar sus intereses. El continuo acceso al poder de la clase privilegiada y conservadora, cuya única misión social es mantener los privilegios basados en la tradición, ha provocado, auspiciado por los continuos choques y problemas con Haití, que el dominicano sea racista, antihaitiano, conservador y etnocéntrico. Pero que, en una suerte de racismo inverso, el haitiano padezca el mismo problema con respecto al dominicano. Los intelectuales liberales han sido incapaces de romper un cerco conservador que es obvio en cada uno de los gobiernos dominicanos, sea quien sea el gobernante de turno. Peña Batlle y Joaquín Balaguer, los dos apólogos principales del conservadurismo político encarnado en la figura de Trujillo primero, y del propio Balaguer luego, nunca ocultaron su racismo, contenido en su hispanofilia y en la idea de que el blanco es superior al negro, biológicamente, aunque yo pienso que no son apologistas ingenuos, sino que sus ideas están sustentadas en pruebas falsas, o falsificadas, pero que ellos sabían que eran falsas; es decir: mentían para propiciar un estado de cosas que conviene al conservadurismo, que mantiene sus privilegios sociales pase lo que pase. Esa diferencia, que cae ya en un antihaitianismo cada vez menos racial, debido a los descubrimientos científicos y a que, incluso, el país más poderoso del mundo tiene un presidente de color (el presidente de los Estados Unidos Barack Obama es porcentualmente más popular en la República Dominicana que en los demás países de América Latina), ha ido derivando a lo económico: el pobre merece ser pobre, el rico merece ser rico. El dueño de una tienda por departamentos es multimillonario, pero sus empleados tienen que trajinar mucho para sobrevivir económicamente todos los días: él no trata de cambiar la situación porque esa es la ley natural, la ley del capitalismo. Los funcionarios políticos son incapaces de cambiar eso, o no les interesa. Las personalidades liberales que han sido presidentes de la República (exceptuando a Juan Bosch), al llegar al poder han dado un viraje ideológico que los coloca en la acera de enfrente, tratando de mantener la gobernabilidad. El éxito tan arrollador del conservadurismo político, que todavía hoy día pretende hacer creer al país que los negros (haitianos), son inferiores a los blancos (según ellos: dominicanos, lo más ridículo del mundo, puesto que los dominicanos somos mestizos y mulatos en su gran mayoría), nos ha colocado siempre en una posición de desventaja en el plano internacional, puesto que siempre estamos a la defensiva debido a estas consideraciones reaccionarias. Como ha sucedido en otros países caribeños, y como muy bien escribe Carlos Esteban Deive, aquí debería crearse una Instituto de Estudios Africanos, o una Casa de Estudios Africanos o un Centro de Estudios Africanos, auspiciado por el ministerio de cultura, que nadie sabe bien para qué sirve, al mismo tiempo que una serie de proyectos y actividades culturales conjuntas podrían acercar ambos pueblos, aunque, por supuesto, no exactamente ahora, sino cuando las aguas se calmen debido a todo lo que sucede en estos momentos. Pero el pensamiento liberal dominicano, las personalidades, los intelectuales liberales dominicanos, deberían hacer una profunda revisión de su incapacidad para acceder al poder, en contraposición con el conservadurismo, que siempre está en el poder (aún cuando ganen las elecciones presidentes supuestamente liberales) y que impone un modelo ideológico obsoleto y reaccionario que mete en problemas continuamente a la República Dominicana. Esta obra de Carlos Esteban Deive debería ser libro de texto obligatorio en el bachillerato y en las universidades dominicanas, si queremos empezar a reconocer de una vez por todas quiénes somos en realidad.

Tres novelas de J. M. G. Le Clézio: Onitsha, Desierto y La Cuarentena





Jean-Marie-Gustave Le Clézio es un gran escritor. La mayoría de sus novelas y ensayos abordan el mestizaje y el proceso de enriquecimiento del capitalismo a través del colonialismo. Sus novelas son libros de viajes. Le atraen las culturas milenarias y originales, poniendo de manifiesto el hecho de que esas culturas son mucho más ricas, interesantes y profundas que la dominante hoy día, es decir, la civilización europea. Pero al mismo tiempo, debido a que sus historias transcurren en el tercer mundo, parece contarnos también que los reyes y los emperadores de hoy pueden ser los mendigos del mañana. Sus novelas son, en realidad, fábulas. Algo de irrealidad y de inverosimilitud transmiten, a pesar de las atrocidades que suceden en ellas, y a pesar de que se encuentran sustentadas en hechos históricos irrefutables. Sus personajes son demasiado místicos o demasiado dignos. Quizás sucede así porque están enfocadas desde el punto de vista de un europeo, es decir, no están contadas desde dentro. Las cuenta alguien que ve, y que trata de entender. He leído sólo tres novelas suyas (es bueno consignarlo antes de continuar), publicadas por la editorial Tusquets: Onitsha, Desierto y La Cuarentena. En Onitsha, su personaje principal, un niño inglés que viaja al África, habla de su madre como si se tratara de su amante. Desprecia a los pedantes colonizadores ingleses que maltratan a los verdaderos dueños de esa tierra, empieza a entender la originalidad de las culturas yorubas que surgieron hace miles de años a orillas del río Nilo. En Desierto aparece Lalla, una niña árabe, que se enamora de un niño mudo descendiente de los tuaregs (al autor le atraen los personajes mudos o sordomudos, que son reiterativos en su obra), que es despreciado por el pueblo de ella, que los ha adoptado a ambos. Lalla viaja a Francia, y al crecer se convierte en una modelo famosa de fotografías, pero es incapaz de permanecer en un país que no comprende. Analfabeta, embarazada, Lalla parece pertenecer sin remedio a una civilización sin la cual se siente desarraigada. Simultáneamente, se cuenta la historia de los tuaregs, imperialistas, guerreros, derrotados por el “ejército cristiano” francés que invadió Marruecos durante el siglo XIX para cobrarse una deuda bancaria de su rey (como sucedió aquí en la República Dominicana a principios del siglo XX, invadida por los Estados Unidos por la misma razón). En La Cuarentena, un niño que espera a su abuelo en un bar de París se encuentra de repente con Rimbaud y Verlaine (Rimbaud: rebelde, violento, joven, depresivo; Verlaine: tranquilo, aburguesado, maduro), y empieza a recordar entonces la historia de su abuela Suzanne, que citaba los versos de Rimbaud, la historia de su abuelo Jacques, pero también la vida del hermano de su abuelo, Léon, el Desaparecido, que abandonó a su familia por el amor de una mujer hindú después de un viaje infernal a las islas Mauricio. Es la más cruda de las tres novelas. Se cuenta al mismo tiempo los avatares de los inmigrantes hindúes, engañados por las empresas inglesas para irse a morir a las islas Mauricio (creyendo ellos, claro está, que llegarían al paraíso). Pero lo que más nos sorprende de las novelas de Le Clézio es el uso del lenguaje. Está compuesto por una sucesión de bellezas que a veces nos agota. Tiene un gusto casi romántico por las culturas antiguas, exóticas, lo cual le confiere un tono épico. Sus descripciones, sumamente poéticas, elevan estas fábulas atroces, puesto que contadas de otra manera nos resultarían insoportables. Lo único que le reprochamos es cierta tendencia a la cursilería, una mínima tendencia a lo cursi, que le soportamos debido a la belleza que rodea tantos “sueños”, “mares”, “estrellas”. En La Cuarentena, los cipayos asesinan a bastonazos a los inmigrantes, pero sabemos que la vida sigue siendo bella gracias al uso del lenguaje. A veces aparece La Fría, como un espectro, una mujer enferma que carga por los caminos cipayos a su hijo muerto. En Desierto, los tuaregs son diezmados debido al dinero, la causa más pueril y banal del mundo (pero la causa que mueve hoy todas las cosas). Sus descendientes están condenados a vivir en los basureros del planeta. Como estamos condenados nosotros, habitantes de un tercer mundo lleno de corrupción y violencia. “Pero alguna vez fuimos reyes”, dirá alguno; alguna vez antes de los imperialismos y las colonizaciones, antes de la esclavitud: debemos entender que los personajes de sus novelas somos nosotros también. Vamos a leer estas tres novelas de Le Clézio, Premio Nobel de Literatura del año 2008.


www.amazon.com/author/maximovega

José Alcántara Almánzar



Máximo Vega Era lunes ayer

(Palabras de presentación del libro de cuentos de Máximo Vega en la Biblioteca del Banco Central, Santo Domingo)

El libro de cuentos de Máximo Vega, cuyo título, Era lunes ayer, podría sugerir al lector un conjunto de crónicas periodísticas, semblanzas o ensayos, lo primero que debo aclarar es que se trata de una colección de ficciones, es decir, invenciones, creaciones de la imaginación que tienen su raíz, qué duda cabe, en la más elocuente realidad. Una realidad social y cultural de evidencias irrefutables, a menudo atroces, pero sobre todo la realidad íntima y personal del autor, que es siempre el punto de partida del viaje a la ficción, porque nadie puede pergeñar auténticas obras sin ese empuje avasallador e intransferible que solo emerge del corazón y la mente de un artista que pone al rojo vivo lo que en ideólogos y políticos se convierte en falacia y ocultamiento.
Máximo Vega cuenta historias y sabe hacerlo con un estilo claro, ágil, en el que se advierte de inmediato su dominio de la técnica de narrar cuentos, yendo directo al grano, sin eufemismos ni edulcorantes, sin ridículas poses de salón ni sentimentalismos fatuos. Aprendió bien sus lecciones con maestros de la estatura de Juan Bosch, a quien tributa un homenaje en la última historia. El libro contiene  una veintena de relatos de seres humanos comunes y corrientes, cuyas vidas son ejemplos del fracaso en sus más variadas formas. Son individuos que sucumben a la rutina, el anonimato, la precariedad, las amarguras de relaciones tortuosas de desamor, infidelidad y traición.
Un rasgo dominante en los cuentos de Vega es el flagrante erotismo que recorre muchos de ellos, y la voz del narrador lo hace sin ambages. Abunda el sexo por dinero, el sexo como válvula de escape, el sexo prostituido. Toda la sociedad, con sus lacras y deformaciones, asoma el rostro en las páginas de este libro. En cada historia asistimos a un capítulo de la corrupción, la desigualdad, la discriminación, la opresión, la violencia, la inseguridad, el desamparo de los marginados.
Los textos de Vega pueden interpretarse como transgresiones a la moral establecida, un frontal ataque a la doble moral que nos ahoga. Son intentos de penetrar en la sordidez y la desesperanza de unas vidas sin alicientes ni destino. Pero más allá del efecto perturbador de una escena o una frase implacable, lo que impresiona es la crudeza para contar los aspectos más venenosos de las relaciones entre hombres y mujeres. Algunos son cuentos desgarradores y crueles sobre una violación, un infanticidio, un incesto en primer grado, en todos late algo macabro que nos estremece.
El autor revela en este libro que es uno de los cuentistas de mayor talento de nuestro país y que conoce a fondo los secretos de un género que si bien ha evolucionado como pocos, constituye un desafío para cuantos pretenden cultivarlo. Sus cuentos, en los que muestra un diestro manejo de las estructuras y técnicas de la narrativa breve, son nuevas formulaciones, miradas novedosas de unas realidades ya conocidas que él transforma en cada página, con un lenguaje que corta con la precisión de un bisturí.
La irreverencia se expresa no solo en la procacidad lúbrica y la expresión salaz, sino en el hastío de lo familiar, convertido en prisión o infierno, lejos de ser habitual remanso; en la crítica mordaz a las iniquidades sociales; en la ironía, el sarcasmo, la implacable visión del entorno, el voyerismo, la autocomplacencia, el odio al trabajo y a las buenas costumbres.
Muchas de las historias de Era lunes ayer, un título engañoso que no nos dice mucho de lo que vamos a presenciar, ocurren en Santiago de los Caballeros, la patria chica del autor, una ciudad que se ha vuelto insegura y caótica, como casi todas, con sus basurales y el humo asfixiante del famoso vertedero, sus endrogados, sus rateros, sus boxeadores, pintores y músicos fracasados, sus brujos de ocasión, sus travestis, fisgones y mujeres de arrabal que a veces exhiben más compostura que las grandes damas de sociedad.
En conclusión, Era lunes ayer nos sumerge en los laberintos que se encuentran bajo las felices mendacidades de la publicidad, con su desfile de figuras impolutas, vestidas con atuendos deslumbrantes y perfectos. Son cuentos que nos estremecerán y nos harán reflexionar sobre este ominoso presente en que vivimos.


Publicaciones destacadas:

INVOCACIÓN PARA PALESTINA

El Jordán no ha llegado a sus lechos del oeste, no ha alcanzado a calmar el fuego de la fuga fantasmal en Cisjordania, ni a correr por los s...

Máximo Vega

Máximo Vega

Publicaciones populares: